Solo el pueblo salva al pueblo
Publicado el 25/09/24 a las 6:14 am
Por Gabriela Iribarren
Hoy estamos en el marco de la campaña electoral para el triunfo de Frente Amplio en octubre, que cuenta con un programa con interesantes potencialidades para la transformación del país de los próximos cinco años; sin embargo, no son estos los temas que generan la discusión principal en la contienda electoral, están en segundo plano; parece ser que el nudo del debate político se está dando en torno al Plebiscito de la Seguridad Social.
El gobierno y toda la derecha del país, ve con profunda preocupación el triunfo de la papeleta blanca del Sí en octubre. Este es un buen debate, una buena tensión, dado que no hace más que reafirmar y, sobre todo ante la opinión pública, que los intereses de quienes concentran la riqueza y sus representantes se defienden disputando fuertemente con los intereses del pueblo. Queda demostrado que esta es la contradicción principal.
Que ningún jubilado o pensionista tenga un ingreso menor al Salario Mínimo Nacional
Hoy 300.000 personas están percibiendo pensiones y jubilaciones que rondan entre los 14.000 y 18.000 pesos. Personas que habiendo trabajado toda una vida o estando en situación de discapacidad, viudez o vejez hoy reciben ingresos que los colocan inexorablemente bajo la línea de pobreza. Querer equiparar los ingresos de estas personas al salario mínimo nacional, que asciende a 22.268 pesos en la actualidad, como propone la papeleta blanca del SÍ, se presenta por parte de sus detractores como uno de los aspectos que provocaría efectos catastróficos para el futuro económico del país, según expresan con terrorismo verbal ante la iniciativa del PIT-CNT, movimientos sociales y partidos políticos del FA que la apoyan.
Como si esto fuera poco los oponentes a la papeleta sostienen también que, esta equiparación de las jubilaciones y pensiones mínimas al salario mínimo nacional no permitirá asistir a las infancias donde radica la mayor concentración de la pobreza.
Argumentos tramposos
Ambos postulados son una falacia, es decir, un engaño, en definitiva, una mentira. ¿Por qué? Porque el derecho a la Seguridad Social (donde las jubilaciones y pensiones son dos de sus aspectos) es un derecho humano fundamental y la obligación de la asistencia del Estado es un mandato constitucional y por tanto no es déficit. Porque el Salario Mínimo Nacional se establece por ley como el piso de ingreso para que una persona pueda cubrir sus necesidades básicas, y lo contrario expone la injustica social que queremos superar. Porque la inversión que implica esta equiparación es posible y sostenible según serios informes técnicos con los que cuenta la iniciativa de reforma constitucional. Porque la pobreza infantil, no está suspendida en el aire, sino atada a hogares pobres, en general monoparentales mayoritariamente con jefatura femenina, donde las abuelas y abuelos suelen aportar sus magras jubilaciones para sostener la supervivencia de esas infancias.
En definitiva argumentos tramposos, que nos llevan a la lógica perversa de pensar que salvar a las infancias implica necesariamente condenar a las vejeces o viceversa, cuando definitivamente son los extremos más frágiles y por lo tanto los más urgentes que atender. Por otra parte, el incremento en el ingreso para estas 300.000 personas impactarán no solo en la dignificación de sus condiciones mínimas de vida, sino que retornarán al mercado interno, a través de la compra de productos de la canasta básica, entre otros, lo que podría contribuir a ensanchar los márgenes de la cobertura de la seguridad social, en inversión en políticas sociales que ataquen los problemas de pobreza estructural que sufre nuestro país.
Avances de la lucha popular por justicia social
En definitiva las falacias y tácticas de las derechas son iguales a las de siempre frente a los avances de la lucha popular por justicia social. Porque al final del día, mientras esas familias en situación de pobreza donde conviven infancias y vejeces, mujeres y hombres sin trabajo o con trabajo informal, que se van a dormir con la barriga medio vacía y sin los cuidados que necesitan en sus viviendas precarias; quienes hoy representan la crema de la macro economía y tiemblan por la ficticia pérdida del grado inversor pronosticando las peores catástrofes como si las antedichas no fueran suficientes, degustarán un buen vino y se irán a la cama cerrando los ojos con la expectativa de vivir 100 años y cubrirán con espumosos acolchados de plumas sus mezquinos cuerpos burgueses. Solo el pueblo salva al pueblo.