Jerarquizar el trabajo y la participación
Publicado el 08/04/24 a las 6:52 am
Por Cecilia Vercellino
Año electoral, también es año de balances y proyecciones. La izquierda se ha visto desbordada frente a la ofensiva del capital en los últimos años, y no ha salido a responder a la altura de los problemas que tenemos. En última instancia, las iniciativas de movilización y resistencia tanto contra la Ley de Urgente Consideración al inicio del gobierno, como con el plebiscito de la Seguridad Social, ha sido el movimiento obrero organizado, el PIT-CNT junto a otros colectivos y organizaciones.
Por ello estamos comprometidas con la tarea de juntar firmas, con la participación de la gente y promoviendo la democracia directa. Todo lo cual ayuda a elevar la conciencia política del pueblo, a apropiarse de propuestas de transformación de fondo.
La coalición de derechas ha canalizado su energía desde el primer día contra las y los trabajadores organizados, atacando a los sindicatos, sus medias de lucha y reclamos. Esta ofensiva apuntó a todas las formas de relativa estabilidad y garantía alcanzadas por el trabajo asalariado en las últimas décadas. Para muchos el trabajo dejó de ser el articulador de las relaciones sociales y de identidad social o de clase.
Para superar la situación actual es necesario entender las nuevas formas de explotación y pensar propuestas para resolver las principales dificultades. La uberización, el emprendedurismo, la (pseudo) “libertad horaria”, “ser tu propio patrón” (falsos autónomos), etc., son lógicas ya instaladas en Uruguay y nuestra región como formas de aumentar los márgenes de ganancia y disminuir la incidencia sindical. La fragmentación hacia el interior de la clase trabajadora impide avanzar en reclamos más profundos. El desempleo genera desesperación. Los trabajadores “precarizados” hoy abundan y ven con peligro terminar siendo algo peor: un desempleado. Por otro lado, tenemos una población que está en los márgenes productivos del sistema a la que hay que ayudar a organizarse contra la sobre explotación que sufren. Este proceso comienza a transformar no solo las condiciones de trabajo y por tanto la forma de existencia de las y los trabajadores, sino también sus formas de conciencia y organización.
Propuestas de leyes como las que estamos en proceso de presentación en el parlamento, que desnudan la realidad de las relaciones de explotación encubiertas, son muy necesarias. No para volver a formas “tradicionales” de trabajo sino porque no podemos permitir que bajo la excusa de “libertades” (en teoría: de horarios, días, lugares) se esconda la sobreexplotación y las ganancias millonarias de multinacionales. También con la falta de trabajo que hay y los márgenes de ganancia de las grandes empresas, así como el aumento de la riqueza producida como país que fue en aumento a nivel general, hay espacio suficiente para reducir la jornada de trabajo, sin rebaja salarial.
Ahora, estas posibles leyes sin un Estado protagónico son ineficaces. Nosotros entendemos que la economía y la producción deben estar al servicio del trabajo, del empleo y de una vida digna para todos/as. Quiere decir priorizar en la organización de la economía la generación de fuentes de trabajo de calidad, con buenos salarios y así mejorar las condiciones de vida.