Allende: Una lección para cobardes y traidores.
Publicado el 27/09/23 a las 6:49 am
Por Marcos Roitman Rosenmann
El autor es un académico chileno español con una vasta y rica bibliografía. Reunimos dos artículos severamente críticos aparecidos en La Jornada de México sobre el legado de Salvador Allende. Su libro más reciente se titula Por qué no fracasó el gobierno de Salvador Allende.
El último acto democrático del presidente Allende
Iniciado el golpe de Estado, la decisión de Salvador Allende de permanecer en el palacio presidencial corroboró su convicción democrática. Sabía las consecuencias de entregar el poder a la junta militar. Augusto Pinochet estaba histérico, los audios revelados por la periodista Patricia Verdugo en Interferencia secreta lo atestiguan. Estas eran sus palabras dirigidas al vicealmirante Carvajal al no conseguir la dimisión: Hay que lanzar un bando diciendo que no existe gobierno. El gobierno es el gobierno militar. En consecuencia la gente tiene que atenerse a lo que diga el gobierno militar. Porque hay gente que no quiere entregar sus puestos
. Pinochet utilizó todo tipo de argucias para que el presidente le traspasara los poderes. El general Ernesto Baeza Michelsen hizo de intermediario, a lo cual el presidente respondió con una frase de época: Dígale que no sea maricón y venga a buscarme personalmente
.
Los golpistas no daban crédito a la determinación de Allende de permanecer en La Moneda, defender la Constitución y el mandato que el pueblo chileno le había entregado el 4 de septiembre de 1970. Para los planificadores del golpe civil-militar no entraba en sus planes dicho escenario, convencidos que las declaraciones emitidas en diversas ocasiones, afirmando que sólo acribillándolo a balazos saldría de La Moneda
era una bravuconería imposible de sostener llegado el momento. Los cobardes creen que todos son de su condición.
El asalto y bombardeo al palacio de La Moneda fue la respuesta de quienes, a pesar de tener la fuerza de las armas, no lograron que Allende claudicara de los principios democráticos. Los golpistas se quitaron las caretas mostrando su rostro, asesinos, a la par que verdugos de la democracia. Por consiguiente, el golpe de Estado quedó huérfano de legitimidad jurídica; la legitimidad política, se sobrentiende, nunca la tuvo. La junta militar sólo pudo gobernar mediante bandos militares hasta redactar su Constitución, vigente desde 1980. En este sentido, el golpe civil-militar no conseguiría argumentos legales para considerarse heredero de un gobierno al cual derrocaba constitucionalmente
. En términos jurídicos, el golpe de Estado civil-militar fue una derrota estratégica para sus hacedores. Fracaso y derrota corroborada por la resolución de la Corte británica de octubre de 1998, que concedía la extradición de Augusto Pinochet a España para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, genocidio, terrorismo y violación de los derechos humanos. En este sentido, uno de los argumentos fue el poder espurio sobre los cuales se levantó el orden impuesto por la junta de gobierno. Transcurrieron 25 años desde el golpe de Estado, pero la respuesta de Salvador Allende a los golpistas mostró su fuerza en los tribunales de justicia. Consciente de su resolución de salvaguardar los valores democráticos a costa de su propia vida, se convirtió en un acto cargado de dignidad y defensa de la democracia.
La única forma de los golpistas de legitimar el golpe, al menos de cara a la sociedad internacional, era lograr un traspaso de poderes, mediante la renuncia del Ejecutivo. Así, ofrecieron un exilio al presidente y la salvaguarda de su familia a cambio de su renuncia. Pero el ofrecimiento era la pantomima de los generales traidores. La conversación mantenida entre Pinochet y el vicealmirante Carvajal dejó a las claras su felonía.
“Pinochet: Rendición incondicional, nada de parlamentar. Carvajal: Bien Conforme. Rendición incondicional y se le toma preso, ofreciéndole nada más respetar su vida, digamos. Pinochet: la vida y se le… su integridad física y en seguida se la va a despachar para otra parte. Carvajal: conforme… O sea que se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país. Pinochet: se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país… Pero el avión se cae, viejo, cuando vaya volando. Carvajal: conforme, ja, ja, ja [se ríe]. Vamos a procurar que prospere el parlamento”.
El conocimiento de Salvador Allende de las circunstancias históricas por las cuales atravesaba la democracia chilena respondía a la convicción que lo acompañó durante toda su vida. Su apego a la democracia. Fue ésta lo que le llevó a entender que su decisión de permanecer en La Moneda y no dimitir era la única manera de conseguir que los responsables del golpe civil-militar acabasen juzgados. El cumplimiento de su palabra fue el último acto democrático del presidente Salvador Allende. Una lección para cobardes y traidores.
Chile: desmontando la verdad histórica
Tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno legítimo del presidente Allende, la verdad histórica pone el acento en la falta de convicciones democráticas de la Unidad Popular (UP) y su escasa voluntad de buscar consenso de mayorías sociales. Por consiguiente, la UP fracasó y con ello la vía chilena al socialismo. Cocinada a fuego lento, la verdad histórica fue punto de encuentro que forjó la alianza contra natura que llevó al golpista Patricio Aylwin a La Moneda. La democracia cristiana impuso la verdad histórica, afirmando que la acción de las fuerzas armadas era inevitable ante el caos político. Así lo dijo Eduardo Frei Montalva al presidente de la Unión Mundial de la democracia cristiana, Mariano Rumor, el 8 de noviembre de 1974. ¿Qué ocurrió en Chile entre 1970 y 1973? “El gobierno de la UP fue siempre minoría y nunca quiso reconocerlo. Obtuvo en la elección presidencial 36 por ciento de los votos. […] En vez de reconocer este hecho y buscar consenso, trataron de manera implacable imponer un modelo de sociedad inspirado claramente en el marxismo-leninismo […]. Frente a estos hechos naturalmente la democracia cristiana no podía permanecer en silencio. Era su deber y lo cumplió, denunciar esta tentativa totalitaria que se presentó siempre con una máscara democrática para ganar tiempo y encubrir sus verdaderos objetivos. […] Este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria […]”. La carta manipula los hechos y está llena de verdades a medias. Pero incluso, los dirigentes de la democracia cristiana opuestos al golpe civil-militar matizan en un comunicado conocido como la carta de los 13: “La falta de rectificación, que en definitiva nos llevó a la tragedia, es responsabilidad de todos, gobierno y oposición […]. Pero a nuestro juicio hubo quienes tuvieron mayor responsabilidad. En primer lugar, el dogmatismo sectario de la UP, que no fue capaz de construir un camino auténticamente democrático para el socialismo adecuado a nuestra idiosincrasia. […] Jamás tuvimos otra actitud parlamentaria o particular que no fuera la oposición dentro del cauce democrático destinada a obtener la rectificación de los errores cometidos por el gobierno de Allende e impugnados por nosotros”.
La hija de Frei Montalva, Carmen Frei Ruiz-Tagle, declaró en 2013: “Nunca un general de esa época acusó a la democracia cristiana de haberlo impulsado al golpe y después de haberlos traicionado. Nosotros no conspiramos contra el gobierno constitucional […]. Las causas del golpe hay que buscarlas en el partido socialista y en la ultraizquierda”. Y en 2010, Sebastián Piñera, achaca a la UP el desenlace dado la “larga y penosa agonía de los valores de la sociedad chilena –donde– el gobierno de la UP reiteradamente quebrantó la legalidad y el estado de derecho en Chile […]”. Ideólogos de todos los colores afirman que la UP fracasó y fue derrotada ideológica y políticamente, por su carencia de convicciones democráticas. El 11 de septiembre de 1973, los golpistas circularon un apócrifo Plan Z de autogolpe que “comenzaría con la eliminación física, por comandos terroristas, de altos oficiales de las fuerzas armadas, y de Carabineros, así como de dirigentes políticos y gremiales opositores […]”.
Pese a la verdad histórica, la UP ni fracasó ni fue derrotada. El 4 de septiembre de 1970 obtuvo 36.4 por ciento de los votos y en las parlamentarias de 1973, con un proceso desestabilizador en marcha, llegó a 44. La UP tenía el respaldo popular; Allende, legitimidad y su liderazgo se agigantaba a escala internacional. Científicos sociales, socialdemócratas, democristianos, ex marxistas, ex comunistas, defensores del gobierno de Boric, unen esfuerzos para mantener la verdad histórica. A Boric le vendría bien recordar a Allende: En 1938, luchábamos por ser la izquierda de un régimen y de un sistema. En 1970 no luchamos por ser la izquierda de un régimen capitalista, luchamos por sustituir el régimen capitalista
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A 50 años del golpe, los gobiernos posdictadura han mantenido el discurso de la reconciliación. Sebastián Piñera: “El pasado ya está escrito. Podemos recordarlo, estudiarlo y discutirlo, pero ya no podemos cambiarlo. […] Invito a mis compatriotas a recordar y conmemorar en forma pacífica y reflexiva este cuadragésimo aniversario del golpe militar de 1973, con un verdadero sentido de unidad, nación y futuro”. En 2003, Ricardo Lagos declaraba: “Las últimas palabras del presidente Allende no fueron expresiones de cólera, menos de resentimiento. […] Los chilenos debemos hacerlas nuestras para construir ese futuro”. Y Aylwin, en 1990, ante la tumba de Allende: “Al rendir juntos homenaje póstumo al gobernante de quienes unos fueron seguidores y otros fuimos adversarios, reconocemos nuestra común identidad y expresamos nuestra voluntad de privilegiar el futuro de la patria, que nos exige unirnos por sobre las disputas que en el pasado nos separaron […]. Debo decirlo con franqueza: si se repitieran las mismas circunstancias, volvería a ser decidido opositor. […] Muchas fueron las causas de la crisis que sufrimos. Pero, así como ayer nos culpábamos de ella unos a otros, hoy hemos asumido –cual más cual menos– las responsabilidades que nos corresponden y, sobre todo, hemos aprendido de los errores que todos cometimos, para encaminarnos, con firme decisión, a superar el pasado doloroso, reconciliarnos y construir en conjunto el porvenir”. Y ¿cuáles serían esas circunstancias? Dejemos la palabra a Aylwin (24 de septiembre de 1973): “Tenemos el convencimiento –se refiere a la democracia cristiana– de que la llamada vía chilena al socialismo, que empujó y enarboló como bandera la UP estaba rotundamente fracasada, y eso lo sabían la UP y Allende, y por eso ellos se aprestaban a través de la organización de milicias armadas, muy fuertemente equipadas que constituían un verdadero ejército paralelo, para dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder, en esas circunstancias, pensamos que la acción de las fuerzas armadas simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar el país de caer en una guerra civil o tiranía comunista”.
La verdad histórica fue la puerta de entrada para limpiar de sangre las manos de los verdaderos responsables: la derecha, la democracia cristiana, los militares traidores y la dupla Nixon-Kissinger. Desde Aylwin hasta Boric, todos los presidentes viven una mentira para justificar la traición y su apego a la economía de mercado.
Estos artículos aparecieron los días 8 y 14 de setiembre en LA JORNADA.