“¡Tenemos hambre y sed!”
Publicado el 27/07/23 a las 8:16 am
Por Brenda Bogliaccini
Al grito de “¡tenemos hambre y sed!” y “¡trabajo, pan y techo!”, vecinas y vecinos de la Red de ollas y merenderos solidarios del Cerro, de la Coordinadora Popular y Solidaria, de la Intersocial Oeste y de la Organización de Usuarios de Salud del Oeste, se movilizaron en el puente sobre el Pantanoso, y en la plaza Arismendi cocinaron en cuatro grandes ollas guisos calientes que compartieron con muchos comensales. Afirman que, el hambre sigue en sus barrios.
Desde comienzos del año 2023, el Mides hizo marketing a lo grande con su llamado Plan de Alimentación Territorial que comenzaría en el mes de marzo. Sin embargo, recién a fines de mayo en algunos puntos de la ciudad empezaron a repartir unas bolsitas de comida congelada, una por día por persona. Pocos lugares a los que va poca gente. La inscripción fue un caos y una confusión, además de que no se tiene cómo descongelar la comida en el lugar.
Como con la entrega de insumos a las ollas populares, el Mides optó por el camino de privatizar. Por cada bolsita paga a empresarios $200. El costo para una persona durante un mes es de $6.000. Y por una familia de 4 integrantes el Mides paga por mes $24.000. Si ese dinero le llegara directo a la familia, le cambiaría la vida y comerían en su casa.
El Mides retiró el apoyo a las ollas y merenderos a fines de febrero, y, además, en este momento tampoco les entrega agua ni para las ollas y ni para los merenderos.
A los problemas de insuficiencia alimentaria y hambre en muchos barrios del país –el Instituto Nacional de Estadística estima en 560 mil uruguayos que tienen insuficiencia alimentaria moderada o grave (hambre)– se le suma en Montevideo y zona metropolitana que no tenemos agua potable en nuestras canillas. Tener que comprar agua, para mucha gente es enfrentarse a una situación imposible de resolver y para otros es presionarlos aún más frente a la carestía de la vida.
Siempre con retraso y a regañadientes, el Mides va instrumentando medidas paliativas, siempre insuficientes, siempre para muchos menos de los que necesitan apoyo. Por ejemplo, para los que define como “de alta vulnerabilidad”, el Mides determinó que con 2 litros de agua por día se enfrenta todo el consumo necesario.
Al mismo tiempo, el malestar crece. El 69% de la población piensa que la crisis del agua es “muy grave”, según la encuesta realizada por la Usina de Percepción Ciudadana. En un comienzo, colectivos autoconvocados en distintos puntos de la ciudad y en algunos del interior del país, han realizado movidas levantando la voz y expresando que “¡no es sequía, es saqueo!”, denunciando que la situación que vivimos no es solo efecto de la sequía sino también de un modelo productivo que nos deja sin agua para consumo humano. El Pit-Cnt realizó un paro y la Intersocial y otros colectivos siguen tomando iniciativas para denunciar la situación y exigir respuestas.
En este contexto se viene desarrollando el III Congreso del Pueblo, incorporando los temas del agua, del hambre, de las desigualdades y también analizando las causas y elaborando propuestas que transformen esta realidad. De a poco se incorporan organizaciones sociales, colectivos y vecinos y vecinas, que suman preocupaciones como las de trabajo, vivienda, convivencia y seguridad, educación y salud.
CHISPA 13
