¿TODAS LAS VIDAS PUEDEN CUIDARSE IGUAL?
Publicado el 04/04/20 a las 10:41 pm
Por Brenda Bogliaccini
Hoy pregunto con bronca: ¿todas las vidas pueden cuidarse igual en medio del COVID 19?
Y no, no pueden.
Perdón, parece que no lo puedo decir así, porque sino soy una desconsiderada con el gobierno que recién asumió y se encontró con algo muy difícil. Pero es que no hablo solo del gobierno
–aunque también aludo a él– me dirijo a un modo de creer y vivir en nuestro país hoy.
La bronca me sale porque tengo varias escenas del Oeste de Montevideo fijadas en mi retina que me parten el corazón y sé que muchos no las han visto y no las verán.
Me duelen y también me dan bronca.
Las colas frente al Centro de Salud del Cerro en tiempos de COVID-19. Largas colas, también bajo lluvia como este miércoles. Mientras tanto las policlínicas descentralizadas de ASSE cerradas “hasta nuevo aviso”. Lo que se previó, no se previó bien para responder a las necesidades de la gente del Oeste.
Los veteranos que viven en los complejos habitacionales del BPS de Tres Ombúes, que van a asistirse y a buscar medicamentos a la policlínica de Tres Ombúes, hoy tienen que tomarse dos ómnibus e ir al Centro de Salud del Cerro a exponerse a largas colas.
Luego tenemos que oír que nos tenemos que cuidar, y si no lo hacemos somos irresponsables.
Se cuida el que puede. No todos pueden igual.
También me viene a la memoria Silvia, trabajadora doméstica en Pocitos, que viven en La Teja. Y me vuelve a dar bronca. O va a trabajar o no cobra o pierde el trabajo. No tiene elección.
Otra vez, se cuida el que puede. No todos pueden igual.
¿Qué va a hacer el gobierno para que todos y todas nos podamos cuidar? Cuidarnos igual, con el mismo grado de protección.
Sugiero que revean su política de cerrar las policlínicas del Primer Nivel de Atención de ASSE y el papel que ellas deben jugar en esta emergencia sanitaria.
También que le pregunten a la Intersocial –tengo alguna sugerencia más, pero dejemos por aquí para comenzar–, salvo que el gobierno se crea que decide solo por sí y ante sí en una situación de emergencia como la que vivimos. La Intersocial dice que tiene que haber para todas y todos los/as trabajadores informales, cuentapropistas y que no tengan protección social una Renta Transitoria de Emergencia para crear condiciones para el aislamiento social que supone cuidarnos. Y que las trabajadoras domésticas puedan tener seguro de paro adecuado.
Pero no todo lo esperamos del gobierno, por eso sabemos que tenemos derecho a alzar la voz. También nos cuidamos como ciudadanos y ciudadanas, como vecinos y vecinas, como participantes en organizaciones sociales, sindicatos, colectivos comunitarios, partidos políticos. ¿De dónde sino nacen las ollas populares, el reparto de alimentos y mucho más?
La memoria de la crisis de los 90, de los 2002 y 2003 aparece en la solidaridad, energía y eficacia para hacer y sostener (que no es lo mismo) las ollas populares, los que les compran a los negocios chicos del barrio para que sigan viviendo, los que hacen colectas para el despedido, los que en cooperativas organizan canastas para el vecino cooperativista que sabe que la necesita o inventan cenas para todos, y mucho más. En la capacidad de imaginar proyectos que superan la respuesta a la emergencia inmediata, pensando más allá, imaginando potenciar las huertas que existen, comenzando en cada casa y soñando más en el futuro.
Además aparecen iniciativas nuevas como redes de cosedoras de tapabocas para técnicos de la salud que los necesiten y para las ollas. Pero sobre todo el desafío de seguir juntos, reuniéndonos a través de videoconferencias –que a veces por impericias se viven situaciones muy graciosas–, y desafiándonos a hacernos duchos en las nuevas tecnologías. Porque nada nos para.
Entre bronca, solidaridad, estrés del aislamiento y risas vamos buscando que esta experiencia rara y fuerte no se convierta en más sufrimiento para el pueblo, sino que podamos resistir e inventar caminos nuevos que nunca habíamos imaginado de lucha por más justicia social, igualdad y solidaridad.
