Dura expectativa

Publicado el 12/02/18 a las 6:07 pm

Entrevista a Gabriel Portillo coordinador del Frente Sindical León Duarte

Por Ana Amorós

¿Qué significa para un trabajador hablar sobre balance y perspectiva?

–Los trabajadores organizados desde siempre hemos entendido necesario frente a instancias democráticas como los congresos del Pit-Cnt, o frente a cada instancia de Congreso o Plenario de cada sindicato, establecer un balance de lo actuado por la organización, para detectar errores, corregir o reafirmar rumbos, y saber qué nos quedó pendiente de lo que nos habíamos propuesto como objetivos. Estamos acostumbrados a hacer balances, siempre los hemos hecho. Hacer balance implica detenerse a analizar de manera reflexiva y crítica y autocríticamente las decisiones y los hechos concretos a partir de las mismas. Podemos decir que es parte del debate ideológico del movimiento obrero justamente el balance de lo actuado y realizado comparado con los objetivos que nos habíamos planteado. Este ha sido el gran debate de siempre, donde se manifiestan las mayores diferencias de orden metodológico y de concepciones, en cada instancia de debate que se da el movimiento obrero organizado, que no son pocas.

Las perspectivas son importantes porque tienen que estar vinculadas con el programa, y es a partir de estas que se desarrolla un plan de acción, que en definitiva es el otro gran debate ya que no podemos pensar en un plan de acción desconectado del programa acordado y que nos une.

¿Cómo ha sido este año que corre?

–De la mitad del año para esta parte el desarrollo de los algunos conflictos y decisiones del gobierno sobre proyectos de ley y acuerdos firmados como el de UPM, dejan cada vez más claro el diseño de un proyecto de país donde la realidad mata el sueño de los frenteamplistas de cambios profundos y perspectivas transformadoras.

La situación ocurrida con FANCAP que continúa hasta ahora, la dura pelea que están dando los compañeros del Gas, así como el achique en el BROU pelea que están dando los compañeros de AEBU, el desmantelamiento de AFE incluida en la última Rendición de Cuentas coincidente con los acuerdos de UPM, las iniciativas PPP, el puerto con la situación del dragado, la precarización laboral a través de las tercerizaciones, y así podríamos seguir, desnudan una política de retiro del Estado del aparato productivo, de la gestión y de la administración de personal sobre todo de algunas áreas, que deberían estar en manos del Estado. Algunas se achican y otras sencillamente no se asumen o se delegan al sector privado. Esto son solo algunos ejemplos concretos, la reducción y el achique lo podemos confirmar en una vasta batería de propuestas más.

Si a este repaso telegráfico le sumamos la forma con que se maneja la aprobación o no de determinadas leyes, conforman una situación compleja. Leyes que son muy significativas desde el punto de vista de los trabajadores, y que en algunos casos están trancadas en el senado y en otros ni siquiera fueron consideradas para el proceso de discusión. Entonces el atraso es muy grande y preocupa la forma y el contenido de las discusiones. Con el proyecto de ley de “los cincuentones”, con las idas y vueltas del Poder Ejecutivo donde además se visualizan grietas internas, el argumento principal por parte del MEF es que pesa el costo económico a largo plazo, mientras que no se tiene el mismo tratamiento para resolver el déficit de la Caja Militar.

Por último, vemos que la relación Gobierno-fuerza política, Gobierno-Parlamento y Gobierno-Trabajadores, termina siendo una imposición por parte del Poder Ejecutivo de acuerdo a la aplicación de sus políticas que encierran un proyecto que no necesariamente tiene consenso social y político, y que en la mayoría de las oportunidades lo imperante es la ausencia de discusiones democráticas.

Todo esto va configurando una caracterización del Gobierno y de la etapa la cual debemos estudiar y analizar para definir como mejor pararnos frente a ella según nuestros objetivos y concepciones políticas.

Sin duda es una etapa de resistencia donde no podemos ahorrar la crítica ni la autocritica, si queremos avanzar en la transformación de la realidad a favor de las grandes mayorías.

¿Cómo lo viven en su gran mayoría los trabajadores?

–Eso es muy subjetivo y difícil de responder, pero sin duda se está viviendo una etapa de frustración muy grande sobre todo en los primeros círculos de militantes, que además se refleja en la ausencia de militancia y participación, tanto política como sindical. Se ha generado a partir de determinado hechos y sucesos de notoriedad, una gran confusión política en las grandes masas, que no ayuda a un proceso necesario de elevación de la conciencia de los trabajadores para avanzar en transformaciones más profundas.

¿Existen diferencias notorias entre unos y otros gremios?

–Obviamente que existen diferencias notorias entre determinados gremios. Por ejemplo los gremios organizados a través de las tercerizaciones donde las peleas son distintas, no solamente por el salario sino también por las condiciones laborales y el preservar la fuente de trabajo hace que tengan ciertas debilidades frente a la capacidad patronal de sanciones y despidos.

También hay diferencias desde siempre, de orden metodológico, de ahí las distintas corrientes político ideológicas que conviven en nuestra Convención de manera unitaria. El ejemplo más reciente fue en diciembre pasado, cuando nosotros como FSLD formamos parte de la elaboración de un documento de coyuntura junto con los compañeros de la Lista 41, alternativo al elaborado por la mayoría del PIT-CNT (Articulación y Partido Comunista).

¿Cómo y con qué expectativas esperan la ronda de consejos salariales más grande y compleja el año entrante?

–Las expectativas son grandes en cuanto a garantizar el crecimiento salarial y por supuesto mejorar las condiciones de trabajo en un entorno complicado en cuanto a la creación de puestos de trabajo. Es de esperar movilizaciones y luchas para garantizar lo ya conquistado y tender a una mejora hacia dicha instancia. A su vez, se junta con la lucha por un presupuesto que cumpla las promesas de la campaña electoral, como son el 6% del PBI para educación y revertir el aplazamiento que significó recortes en la Rendición de Cuentas pasada. Por lo tanto sería deseable esperar la unificación de luchas para mejorar la correlación de fuerzas que posibilite un salto cualitativo y no instrumentos que tiendan a la toma de decisiones burocratizadas, que terminen en una resignación al estancamiento.