Socialismo, imperialismo y oligarquía
Publicado el 18/10/12 a las 10:18 pm
El Frente Amplio, como movimiento político, inicia una nueva etapa de elaboración programática con el dinamismo impuesto por las nuevas autoridades, encabezadas por su presidenta Mónica Xavier. Esta nota busca contribuir a este necesario debate, siendo un crítico del régimen capitalista. El Frente Amplio nunca se manifestó con objetivos socialistas, especialmente por la presencia de la democracia cristiana. Pero varios grupos que lo componen aspiran a alcanzar una sociedad socialista, tales como el Partido Comunista, el Partido Socialista y el Movimiento de Participación Popular, entre otros.
La interrogante fundamental es ¿qué es el socialismo para el Uruguay y la región en el siglo XXI? ¿Cómo definirlo y cuáles son sus criterios centrales y sus principales conceptos? En el socialismo de la URSS, en el plano económico, los principios rectores eran el pasaje del mercado a la planificación imperativa y de la empresa privada a la propiedad estatal. Después del fracaso de la experiencia de la Unión Soviética ambos principios quedaron obsoletos.
En la actualidad, en el Uruguay, hay suficiente experiencia para definir las relaciones entre el mercado y el Estado. Un principio básico es “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”. El papel del Estado es esencial para la conducción económica, para regular los mercados, para definir la estrategia económica, para asegurar la distribución de la riqueza y el ingreso, la inclusión social, la equidad y la igualdad.
El tema de la propiedad de los medios de producción es donde seguramente hay más atraso para definir una nueva posición. El poder de las grandes empresas transnacionales debe tenerse en cuenta. Generan un tercio de la producción mundial, dos tercios del comercio exterior y, seguramente, un porcentaje más elevado en que hay por lo menos una empresa transnacional en cada intercambio exterior. En las experiencias progresistas de los últimos años en América del Sur, la mayoría de las mismas estimulan la inversión extranjera directa que llega aprovechando los altos precios internacionales de los recursos naturales de la región.
Para el futuro del socialismo en la región este es el gran tema pendiente. En la América del Sur de los últimos años, hay más izquierda y reformismo que socialismo y revolución. No hay paradigmas. El socialismo chino no es aplicable porque los gobiernos progresistas de la región mantienen como un principio central a la democracia. Hace poco tiempo, el argentino Daniel Filmus le hizo una entrevista al presidente de Venezuela Hugo Chávez y le preguntó qué es el socialismo del siglo XXI para su país. La respuesta fue que hay que construirlo, que hay que inventarlo. Tampoco tenemos mucho para rescatar de 53 años de gobierno del socialismo de la revolución cubana. Por otro lado, nos guste o no nos guste, la realidad muestra que el régimen capitalista ha tenido la capacidad de renovarse sobre la base del cambio tecnológico y el continuo proceso de innovaciones, manteniendo las bases de la explotación.
Para analizar el imperialismo y las acciones antiimperialistas, conviene darle una mirada a las relaciones de poder en el campo internacional que van pasando del Atlántico al Pacífico. Estados Unidos mantiene hegemonía militar, hegemonía comunicacional e inclusive financiera, pese a su crisis, ya que la actual incertidumbre mantiene al dólar como moneda de reserva. En el plano de las ideas, EEUU sigue manteniendo un gran poder porque todos quieren acceder a sus universidades.
Europa, en profunda crisis, no tiene poder militar, ni económico y, por lo tanto, muy bajo poder político. Surge China, la segunda economía mundial y la primera exportadora de bienes totales y manufactureros. Asia va a ser, en los próximos años, el motor del crecimiento mundial, ya que alcanzará al 60% del consumo mundial. Uruguay tiene que alcanzar mayor poder de negociación frente a las grandes potencias a través del Mercosur, de la Unasur y de la Celac.
El programa del FA del 71 era antioligárquico y antiimperialista. Para Vivian Trías y otros, la oligarquía estaba compuesta por los grandes latifundistas y los banqueros. El capital extranjero se ubicaba en los sectores exportadores y en la banca. Por ello las tres medidas centrales del programa del FA eran la reforma agraria, la nacionalización de la banca y del comercio exterior. La reforma agraria atacaba a los latifundistas. La nacionalización de la banca, a los latifundistas banqueros y al capital extranjero. La nacionalización del comercio exterior enfrentaba básicamente al capital extranjero.
En la actualidad, los latifundistas tienen menos fuerza y estamos viviendo un sector agropecuario muy dinámico, con alto crecimiento productivo y aumentos significativos de la productividad. Hoy no se discute el estilo de la vieja reforma agraria, sino más bien la propiedad extranjera de la tierra y la necesidad de una mayor contribución impositiva de los grandes establecimientos agropecuarios como lo está demostrando en estos días la Dirección General Impositiva.
El comercio exterior se ha diversificado, especialmente por destino, lo que es un elemento muy positivo. Ya no son, como en los años sesenta, unos pocos rubros de exportación, y los gobiernos del FA siguen estimulando la inversión extranjera directa, inclusive con, a nuestro criterio, desmesuradas exenciones fiscales. En la medida que se estimula la entrada de capitales extranjeros, no se justifica un proceso de nacionalización de la banca.
Una aproximación a las relaciones de poder en el Uruguay de hoy muestra, en el primer plano, a los bancos privados, casi exclusivamente extranjeros y a los propietarios de los grandes medios de comunicación. En un segundo nivel aparecen los empresarios agropecuarios, industriales y exportadores, y a los sindicatos de los trabajadores que han mejorado sustantivamente su poder de negociación con los gobiernos del Frente Amplio. Han perdido peso los militares y los intelectuales, que ya no tienen la capacidad de propuestas necesarias para la elaboración de un nuevo proyecto nacional.
La elaboración de un nuevo programa frentista deberá definir la base de sustentación social requerida para una nueva estrategia de desarrollo con las necesarias alianzas sociales, el papel del capital extranjero, las orientaciones básicas para la conformación de una nueva estructura de poder, los acuerdos regionales para el propio desarrollo y para mejorar el poder de negociación internacional. Para ello es fundamental actualizar los viejos conceptos: qué es el socialismo del siglo XXI, cómo funcionan las grandes potencias en los distintos planos y las propias empresas transnacionales, y cuáles son los cambios requeridos de la actual estructura de poder nacional. Son elementos centrales para la elaboración programática que facilite alcanzar un tercer gobierno del FA.
Tomado de LA REPÚBLICA, 17/10/2012.
http://www.diariolarepublica.net/2012/10/socialismo-imperialismo-y-oligarquia/