El país que se viene
Publicado el 18/08/10 a las 1:50 am
Por Pablo Anzalone, Secretario general del PVP.
La necesidad de debatir sobre el proyecto de país aparece hoy en varios espacios de nuestra sociedad.
La Universidad enfrenta la elección de sus autoridades en el marco de una discusión de este tipo. La definición del Presupuesto Nacional significa establecer prioridades generales que marcarán los próximos años. La reforma del Estado abarca aspectos centrales en este plano.
Sin embargo las opciones estratégicas que tenemos como país no aparecen claras y los mecanismos de participación de la población en esas definiciones siguen siendo muy escasos.
Una de las razones de esta falta de claridad es que la agenda política aparece centrada en cuestiones puntuales: las políticas carcelarias, la corrupción en las Fuerzas Armadas, la relación gobierno/oposición, la ronda de Consejos de Salarios, las relaciones con el Mercosur y algunos pocos más. Son grandes temas pero su consideración se queda en lo episódico y la forma de abordarlos reduce a la población al rol de espectadora.
Por otro lado existe un debate en el Frente Amplio que arranca de la evaluación de las instancias electorales de 2009 y 2010, se detiene fundamentalmente sobre la acción política en los cinco años anteriores y luego debe proyectarse hacia la estrategia de la fuerza política para el próximo período.
Somos conscientes de la trascendencia de este debate. Hemos intentado aportar al mismo con un documento sobre las transformaciones necesarias en el Frente Amplio. Escuchamos y leemos con atención los aportes de otros compañeros. Por eso culminamos la 6ª Conferencia del PVP invitando a dirigentes de distintas fuerzas políticas frentistas, representantes de las bases y de las redes frenteamplistas, para intercambiar sobre los desafíos de la izquierda hoy. Aspiramos a una discusión de puertas abiertas, donde todos los frenteamplistas tengan espacios.
Necesitamos una fuerza política con un rol propio en la escena nacional, con vínculos amplios con la población, que sea protagonista de acciones en cada barrio o localidad, para empujar los cambios. No un mero apéndice del gobierno. Por la razón sustantiva de que los cambios no los realiza sólo el gobierno. Ni los cambios culturales, ideológicos, ni tampoco los sociales. No hay transformaciones estructurales sin participación comunitaria, sin democratización de las políticas públicas.
El Frente Amplio ha sido y es una formidable herramienta para promover la participación ciudadana. Esas batallas políticas contra la fragmentación social, sus anti valores y mecanismos de reproducción, son imprescindibles para construir una sociedad más justa y solidaria.
Se trata de cambiar la esfera de la política, integrándola a lo cotidiano, evitando que se reduzca a las contiendas electorales cada cinco años y la administración del Estado. Esta concepción tradicional muestra muchas veces sus secuelas más negativas, como la lucha por los cargos, la cuotificación partidaria, etcétera.
La gente se apropia de los cambios participando de ellos. Por ese camino es que podemos ampliar la base social de las transformaciones, que sigue orillando el 50% en las instancias electorales.
Este debate autocrítico está centrado sobre los ejes de acción del FA, sobre las formas de participación que necesitamos a la interna y hacia afuera y sobre los vínculos entre fuerza política y gobierno.
Al mismo tiempo tiene como telón de fondo, como horizonte, el proyecto de país que queremos construir. Las fuerzas políticas y sus estrategias no son fines en sí mismas, sino herramientas para cambiar la realidad.
Un segundo gobierno del Frente Amplio, en una situación nacional distinta, genera un campo mucho mayor de posibilidades para avanzar hacia un país diferente. Un país con desarrollo productivo sustentable, con una estructura social más justa, y una democratización profunda de la sociedad y el Estado. No se trata de resultados sino de posibilidades.
No estamos en procesos lineales. Junto con los avances coexisten factores de disgregación social, de mayor desigualdad y enriquecimiento concentrado, de valores ideológicos contrapuestos. Hay una pugna entre proyectos de país distintos que se traduce en muchos campos.
Para la izquierda en el gobierno, el programa elaborado por la fuerza política y aprobado por la ciudadanía, es el punto de referencia que no hay que perder. Esa es la razón de ser, el sentido de la gestión del Estado. Es la guía para los acuerdos interpartidarios o para la confrontación con la derecha.
El malestar o la perplejidad de una gran parte de la militancia frenteamplista no se resuelve con ajustes organizativos o estatutarios. Hay que poner arriba de la mesa el debate sobre los proyectos de sociedad futuros, las grandes definiciones estratégicas, que nos fijen orientaciones para los avances cotidianos.
Tomado de La República, 14/8/10.
http://www.larepublica.com.uy/editorial/420286-el-pais-que-se-viene
