Guerra de Afganistán: un enigma y cuatro hipótesis
Publicado el 03/08/10 a las 12:15 am
Por José Luis Fiori
» Siempre que se pregunta a dirigentes occidentales por qué estamos en Afganistán, ofrecen en substancia idéntica respuesta: » para evitar que Afganistán se convierta en un Estado fallido, protector de terroristas». Pero apenas hay pruebas, si las hay, de que Afganistán esté en vías de estabilización. Al contrario, la lucha se intensifica, la precariedad es creciente y el Talibán se afianza». – Gideon Rachman, Financial Times, 26 de junio de 2010.
La superioridad numérica y tecnológica de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN sobre los guerrilleros talibanes de Afganistán es abismal. Sin embargo, la situación estratégica de los Estados Unidos y de sus aliados, después de nueve años de guerra, viene empeorando cada día que pasa. En apenas un mes, el presidente Obama se vio obligado a despedir, por insubordinación, al famoso general Stanley McChystal, a quien él mismo había nombrado y que era el símbolo de la “nueva” estrategia de su gobierno. Y ahora se enfrenta uno de los más graves casos de fuga de información de la historia militar norteamericana, con detalles sanguinarios de las tropas norteamericanas y acusaciones de que es precisamente Paquistán –su principal aliado en la zona– quien prepara y sostiene a los guerrilleros talibán.
Luego del envío de más de 30 mil soldados norteamericanos en 2010, la situación militar no mejoró; los ataques talibán son cada vez más numerosos y osados, y el número de muertos, cada vez mayor. Por otro lado, el apoyo de la opinión pública norteamericana y mundial es cada vez menor y algunos de los principales aliados de Estados Unidos, como Holanda y Canadá, ya anunciaron la retirada de sus tropas, y la propia Gran Bretaña, va en esa misma dirección.
Hace un tiempo, el general norteamericano Dan McNeil, antiguo comandante aliado, declaró a la revista alemana Der Spiegel que serían necesarios 400 mil soldados para ganar la guerra, y tal vez por eso casi nadie piensa ya en una victoria definitiva. Por otro lado, el gobierno del presidente Hamid Karzai está cada vez más débil y corrompido por el dinero de la droga y la ayuda norteamericana; la sociedad civil afgana está dividida entre los “señores de la guerra”, y el actual Estado afgano sólo se sostiene con la presencia de tropas extranjeras.
Finalmente, la lucha en Afganistán contra las redes terroristas y la al-Qaeda de Bin Laden también va mal, y se libra en un lugar equivocado. Hoy está claro que los Talibán no participaron de los atentados del 11 de Septiembre en los Estados Unidos, y están cada vez más distanciados de al-Qaeda y de las redes terroristas cuyo liderazgo y apoyo se halla, sobre todo, en Somalia, Yemen y Paquistán. Y casi todos los estrategas consideran que sería más eficaz la retirada de las tropas y el rastreo y control a distancia de las redes terroristas que todavía existen en el territorio talibán. Resumiendo: las posibilidades de victoria militar son infinitesimales; los talibán no apoyan los ataques terroristas contra los EE.UU. y no disponen de armas de destrucción masiva; y no existen intereses económicos estratégicos en el territorio afgano. Por eso la Guerra de Afganistán ha terminado por transformarse en una incógnita para los analistas políticos y militares.
Desde nuestro punto de vista, sin embargo, la explicación de la guerra y cualquier prospección sobre su futuro requiere de una teoría y de un análisis geopolítico de largo plazo sobre la dinámica de las grandes potencias que encabezan o dirigen el sistema mundial, desde su origen en Europa, en los siglos XV y XVI. En síntesis:
1.- En este sistema mundial “europeo” nunca hubo ni habrá “paz perpetua”, porque se trata de un sistema que precisa de preparativos bélicos continuos, y de las propias guerras, para ordenarse y expandirse;
2.- En este sistema, sus “grandes potencias” siempre estuvieron envueltas en una especie de guerra permanente. Y en el caso de Inglaterra y de los Estados Unidos, puede observarse que comenzaron –en promedio – una guerra nueva cada tres años desde el inicio de su expansión mundial;
3.- Además, este mismo sistema tuvo siempre un “foco bélico”, una especie de “agujero negro” que se desplaza en el espacio y en el tiempo y que ejerce una fuerza destructivo-gravitatoria sobre el conjunto del sistema, manteniéndolo unido y jerarquizado. Después de la Segunda Guerra Mundial, ese centro gravitacional salió de Europa y se desplazó en la dirección de las agujas del reloj: hacia el nordeste y el sudeste asiático, con las Guerras de Corea y de Vietnam, entre 1951 y 1975; después, hacia el Asia central, con las Guerras entre Irán e Irak y contra la invasión soviética de Afganistán, durante la década del 80; luego, con la Guerra del Golfo, al romper los 90, y con las Guerras de Irak y Afganistán en esta primera década del siglo XXI.
4.- Desde este punto de vista, se puede prever que la Guerra de Afganistán tendrá que continuar, incluso sin perspectivas de victoria, y que los EE.UU. sólo se retirarán de territorio afgano cuando el “epicentro bélico” del sistema mundial pueda ser desplazado, siguiendo también, probablemente, la dirección de las agujas del reloj.
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3521