La duda

Publicado el 20/05/09 a las 1:12 am

Por Milton Romani Gerner Dirigente del PVP, Secretario General de la JND

Es el título de una excelente película protagonizada por Meryl Streep. Que protagoniza a la madre superiora de una escuela y ejerce su autoridad con un férreo control de la moral y las buenas costumbres. Es dura. Corrige y está presente en todo. Su perspicacia la hace desconfiar del padre párroco que tiene excelentes sermones y adhiere a una concepción más humana de la Iglesia, más moderna y cercana de la gente.

Se acerca a los estudiantes y los comprende. Allí la Madre Superiora levanta la sospecha de un posible abuso sexual y organiza su persecución. Implacable. Logra hacerlo renunciar y su traslado. En la escena final, el diálogo es entre una hermanita que, influida por la Madre Meryl, contribuyó a la asonada pero en el proceso comprende lo infundado y cruel de tales prejuicios.

En un arrebato de sinceridad, Meryl se desmorona y llora desconsoladamente diciendo «tengo dudas… estoy llena de dudas». En términos cristianos eso se llama arrepentimiento. En términos humanos muestra la complejidad de nuestro ser y existencia.

El doctor Lacalle insiste en reclamar el principio de autoridad como piedra angular del problema de seguridad ciudadana.

El fue un promotor de la caducidad de la pretensión punitiva del Estado. Que lesionó profundamente la autoridad del Estado. Uno de los redactores de la infame ley fue el doctor Gonzalo Aguirre. Que arremetió contra el Pepe Mujica. Que ya lo había escrito en el editorial de El País (que nunca se rectificó). No estoy de acuerdo con la tesis del Pepe: la intoxicación de perfume como la etílica no son coartadas para la inimputabilidad.

Ya la emprendió una vez contra el doctor Cavalli tratándolo de caballo por su impecable fallo sentenciando al reo Juan Carlos Blanco. Amigo de todos ellos. El no tiene dudas. Defiende a sus amigos. Hace dinero con las demandas contra el Estado.

Ese aparato tan repugnante que el gobierno Lacalle quiso demoler y algunos bobos lo lucen en el auto «achicar el Estado», olvidando los ajustes fiscales que han sido el azote real santificado por el ex presidente. ¿De qué autoridad hablamos? Villa Constitución era un pueblo con 6.000 habitantes cuando funcionaba al complejo agroindustrial El Espinillar. Hoy tiene 1.500. ¿Dónde piensa que fue toda esa gente? ¿No estará entre las que migraron y hoy viven ya hace dos generaciones en las asentemientos irregulares de Montevideo y el Interior?

Pero Lacalle es humano y tiene dudas. Las confiesa a su modo. Salió al principio contra todo. Ahora resulta que va a mantener los consejos de salarios, el Mides, el Plan Ceibal, el IRPF lo va a variar pero de a poco. El Fonasa no lo va a tocar. ¿En qué quedamos? Sobre el principio de autoridad: ¿el doctor Lacalle va a ser coherente e indultar a los condenados por la Justicia en materia de DDHH? Ya sabemos que no va a convocar a anular la Ley de Impunidad.

En la Isla de la Fantasía de un improbable gobierno de Lacalle ¿cometerá la ofensa a todo el pueblo nacionalista y blanco de darle la libertad a Gavazzo y compañía, entre quienes seguramente siguen escondidos los asesinos de Zelmar y el Toba y de los responsables del crimen de Cecilia Fontana de Heber?

¿Pondrá de ministro del Interior al doctor Andrés Ramírez, quien denuncio la corruptela que implicó entre otras el procesamiento con prisión de su ex ministro de economía contador Antonio Braga? ¿O será Gianola que entiende la autoridad a puro balazo y garrote contra los manifestantes? Con el ministro De Posadas ¿reincorporarán las SAFI?

El doctor Gonzalo Aguirre empezó ahora a despotricar (¡desde El País, cuándo no!!) con un tema que lo pone muy nervioso. Que se tome varias para olvidar. Porque en eso no dudamos: en el programa del Frente Amplio está la convocatoria a una Convención Nacional Constituyente.

Impresionante movilización ciudadana, debate nacional para poner las bases constitucionales de un nuevo proyecto de país. Reforma del Estado a fondo. Incorporación a nivel constitucional de los derechos humanos y sociales.

Los argumentos que plantea no son de un jurista. Son de un parroquiano de cuarta: según él resulta que es una pérdida de tiempo.

Durante mucho tiempo se acusó a la izquierda de tener ojos en la nuca. Estos fundamentalistas del neoliberalismo viven embobados con la etapa de los 90. No pueden ver que el mundo ha cambiado, que se les han caído varios muros, que el desarrollo económico implica una ética.

Que hoy la quebradura del mundo financiero exige transparencia. Por eso… dudan. Larrañaga también. Duda que el Partido Nacional pueda lograr una victoria con Lacalle al frente. Tiene razón. Pero se equivoca en un punto. Con Larrañaga al frente también va a perder. Pero quizás con otra dignidad y con otros puentes creados. Eso sí: doctor Larrañaga, la propuesta de meter al Ejército para combatir las bocas de pasta base no resiste la inteligencia. Si sigue así va a perder.

Dudas tienen los verdaderos batllistas que han visto el agravio irresponsable que ha mostrado a Yamandú Fau festejando el aniversario de la 99, la lista de Zelmar, con Bordaberry. No se merecen eso los verdaderos batllistas. Como no se merece la colectividad blanca que personajes como Ignacio de Posadas la representen como pensamiento económico. Algunos empresarios son chambones, también lo compran por bueno. ¿Serán empresarios?

Estamos con el Pepe en no confundir dirigentes con pueblo. Una duda tremenda: no dejen los nacionalistas convertir esa colectividad en lo mismo que convirtió Sanguinetti y Jorge Batlle al Partido Colorado, que hoy es un partido testimonial donde un símbolo tan digno para todo el país como el diario El DIA termino convertido en un casino donde se despunta el vicio. Es una metáfora cruel del destino.

En el Frente Amplio, en el PVP y en los que apoyamos al Pepe Mujica tenemos dudas. Cómo no. Las certezas en algunos planos son solo soberbia. Pero de lo que no tenemos dudas es que vamos a ganar en octubre para mantener, profundizar y realizar más cambios. Más justicia social. Equidad en el reparto de inteligencia, más protagonismo social que nos permita avanzar en un proyecto de país.

Tomado de La República, 15/5/09.