ENCRUCIJADA 2009

Publicado el 03/11/08 a las 9:15 pm

Por Constanza Moreira

Este es el título que lleva el último Informe de Coyuntura realizado por el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República. Aunque su análisis se centra, como indica el subtítulo, en el gobierno, los actores y las políticas en el Uruguay 2007-2008, su mirada se ubica un poco más adelante: en lo que ello significa de cara a la contienda electoral de 2009 (Encrucijada 2009: gobierno, actores y políticas en el Uruguay 2007-2008, Ed. Fin de Siglo).

El Informe de Coyuntura hace honor a la preocupación evidente de todos los uruguayos, sobre qué va a pasar en 2009. Y es que para ser un país caracterizado por la nostalgia (y no en balde, la noche de la nostalgia es la fiesta más popular que tenemos), hoy el país parece más bien ansioso por el futuro.

Las razones de la ansiedad, al menos desde el punto de vista político, están recogidas en el texto de Gerardo Caetano en ese mismo libro, que revisa los sentidos de la palabra «encrucijada», donde dos, son al menos particularmente aplicables al caso. El primero dice «lugar donde se cruzan dos o más calles y caminos». El segundo, «situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir».

Gerardo Caetano sostiene, a partir del señalamiento del ciclo electoral 2004-2005 como una suerte de «final tardío» del siglo XX uruguayo, que quienes quieran ganar el próximo gobierno no podrán proponer restauraciones al momento previo a ese final de ciclo, ni tampoco un continuismo respecto de lo ya hecho por el gobierno actual. Señala que «contra el ejercicio ininterrumpido del gobierno de blancos y colorados, o contra la restauración y la idea triunfalista del oficialismo militante, los desafíos de la competencia de 2009 parecen exigir a unos y otros que eviten las tentaciones de los atajos perezosos». Y es que las elecciones, señala, «serán altamente competitivas, sin favoritos claros de antemano, con internas complicadas y de resultado en buena medida incierto».

En la misma línea se realizó la exposición de Oscar Bottinelli: «El electorado y la opinión pública a un año de las elecciones nacionales», en el II Congreso Uruguayo de Ciencia Política, que tuvo lugar en Montevideo, el lunes 20 y martes 21 de octubre, en la pasada semana.

Bottinelli realiza un estudio a partir del ciclo electoral 2004-2005, que le permite determinar los electorados «básicos» por partido y por «bloque político». Los votos básicos, señala en su exposición, son el conjunto de votos menor obtenido por un lema en un departamento. En cuanto a los bloques políticos, señala que hay cuatro. Uno está compuesto por los partidos tradicionales, y «otros» (Partido Independiente, Unión Cívica, etc.). Otro está compuesto por la izquierda. Un tercer bloque está compuesto por los votantes «refractarios» y allí se contabilizan los votos blancos y anulados.

Un cuarto bloque está compuesto por el voto «volátil», identificando en él a los votantes que entre octubre y mayo cambiaron su opción yendo de un «bloque» al otro.

Definidos así los bloques, Bottinelli señala que el bloque tradicional contó con 44,6% de los votos, la izquierda con el 45,7%, los refractarios con 2,4% y los volátiles con el 7,3%. Debe destacarse que el «voto básico» en el bloque tradicional en Montevideo es relativamente bajo (36%), pero es alto en lo que el expositor llamó el «interior puro» (es el Interior sin Montevideo y Canelones), y llega allí al 56,2%. Estos datos emanan del análisis del ciclo electoral anterior. Luego, el expositor compara estos datos con los emanados de las encuestas de intención de voto que se están realizando en estos días.

Examinando la intención de voto a setiembre de 2008, Bottinelli señala que el Frente Amplio está hoy con 45% de intención de voto, el Partido Nacional con 36% y el Partido Colorado con 9%. Los indecisos oscilan en el entorno del 6%.

En este escenario, los dos bloques aparecen con una intención de voto muy similar, ya que, siendo el favorito el Partido Nacional, ante un eventual balotaje, es claro que los votantes colorados se le sumarán. Asimismo, el electorado del Partido Independiente actual, según el expositor, estaría más propenso a votar al Partido Nacional que al Frente Amplio. La situación es la de un virtual empate.

Una exposición complementaria fue realizada por César Aguiar, en el mismo Congreso, titulada «Incertidumbre y Certezas: a un año del 2009».

El expositor señaló, en la misma línea de lo que sostiene Gerardo Caetano en su artículo en el Informe de Coyuntura, que la elección de 2009 estará caracterizada por una altísima incertidumbre. Esta es derivada de al menos tres elementos. El primero es la indefinición de las candidaturas. El segundo es el entorno económico (que puede variar en el 2009 respecto de años anteriores, dada la crisis desatada en Estados Unidos). La tercera es que, según sus palabras, «una proporción relevante del electorado podría votar a cualquiera».

Sostiene que el sistema ha vuelto a ser un «sistema bipartidista», o al menos a funcionar como tal. En esta misma línea se sitúa el razonamiento de los dos «grandes bloques» políticos de Bottinelli. Y claro está, también se situaba el razonamiento del general Seregni, quien creía firmemente que el sistema se iba a reconfigurar como un bipartidismo, aunque no con los mismos actores.

A partir del análisis de la votación del Frente Amplio en algunos departamentos, el expositor llega a la conclusión de que el voto de mayo, donde el FA obtuvo las ocho intendencias, fue un efecto «de arrastre» de la votación del 31 de octubre de 2004, pero esto no representa el voto «de izquierda». Estos votantes, en realidad, están compuestos por lo que él llama los «creyentes en la promesa» y los votantes «hartos» del gobierno de los partidos históricos. Los segundos están claramente más corridos «al centro» que los primeros, así que en principio la conclusión de César Aguiar es que la lucha se dará por los votantes del centro del espectro ideológico.

Asimismo, señala que salvo que el Partido Colorado o el Partido Independiente logren crear la idea de que la elección de octubre de 2009 es una elección parlamentaria (porque el presidente será elegido por balotaje), la campaña será típica de un sistema bipartidista, donde el electorado indeciso no es «opositor» al gobierno, y los que hay que capturar están en el centro ideológico del electorado.

Bottinelli realizó una afirmación en su exposición, que muestra hasta qué punto los sistemas electorales pueden dar por resultado un gobierno que no representa bien lo que los electorados quieren. Y es que con una votación de más del 45%, y que sobrepase en casi diez puntos al segundo colocado, un partido pueda perder una elección, y el Poder Ejecutivo quedar en manos de ese segundo colocado. Algo que sin duda no sucedería «del otro lado del río», donde los requisitos para ganar en primera vuelta son bastante menos exigentes que los de Uruguay. Y es que la reforma constitucional de 1996 puso una exigencia muy alta -este es el punto señalado por Bottinelli-, para ganar en primera vuelta, ya que para eso se requiere la mayoría absoluta de todos los votos emitidos (incluyendo aquellos en blanco, nulos y anulados). El absurdo de esta exigencia es que si un partido ­hoy por hoy sólo puede ser el Frente Amplio­ gana por la mayoría de los votos emitidos (sin los blancos y anulados) ya tendría la mayoría de las cámaras y el balotaje sería innecesario, o en palabras de Bottinelli «técnico».

Frente a tantas intentonas de reforma constitucional en estos días, éste debería ser un punto no menor a alterar de una legislación que se hizo sobre la base del cálculo político que ha primado en Uruguay desde 1985 hasta ahora, y que es la política de bloques, donde hay un bloque de dos, que lucha contra un tercero. Un tercero sin duda más grande, pero con pocos aliados.

Tomado de La República, 3/11/08.