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El congreso “Actuel Marx” en París
El autismo del marxismo europeo
Entrevista con Luciano Vasapollo
A caballo entre septiembre y octubre se ha desarrollado el congreso “Marx Internazionale IV” organizado por “Actuel Marx”. En las páginas de esta prestigiosa revista han tenido lugar, estos años, el debate y las aportaciones marxistas europeas. El hecho meritorio de no haber dado su brazo a torcer durante la caza de brujas desatada en los años noventa no ha impedido recaer a la reflexión marxista europea en aquel defecto perfectamente identificado, hace ya 30 años, por Perry Anderson en “El debate en el marxismo occidental”. Anderson criticaba a los marxistas europeos el haber abandonado su relación con el conflicto de clases y los movimientos reales, y el haberse refugiado en los aspectos superestructurales y académicos. La definición de “Katedhersocialisten” no es un anatema sino algo más que una crítica. Luciano Vasapollo, estudioso marxista italiano, autor de numerosos trabajos traducidos a varias lenguas, junto con otros marxistas europeos, estadounidenses y latinoamericanos, ha contribuido a reabrir durante estos últimos años un debate sobre cuestiones decisivas como la teoría marxista del valor, el imperialismo o la centralidad del conflicto entre capital y trabajo.
Vasapollo ha participado en el congreso marxista de París presentando ponencias en varios talleres y en una de las sesiones plenarias finales. En más de una ocasión se ha enfrentado con las demás escuelas del marxismo occidental. Le hemos pedido que nos explique cómo han sido las discusiones.
Pregunta: ¿Cuál era el programa de debates del Congreso marxista de París? ¿Ha sido una confrontación entre las diversas ‘tendencias’?
El tema del encuentro era “Guerra imperial, guerra social” y se distribuyó en doce sesiones científicas entre las que había economía, derecho, ecología, género, historia, filosofía o socialismo. El enfrentamiento ha tenido lugar en grupos cerrados entre las diversas tendencias y ha propiciado un debate de carácter más bien académico.
P.: Pero, ¿cuáles son, a grandes rasgos, las tendencias marxistas actuales?
Podríamos definir una primera como académica en el sentido estricto de la palabra, no se plantea el problema de la dialéctica con los movimientos reales sino el de una hipotética ‘originalidad cultural’. Después, hay otras dos tendencias que se expresan con un lenguaje más radical, me refiero a los que comparten las reflexiones de Toni Negri y a los estudiosos más próximos a la IV Internacional. Utilizan un lenguaje radical pero, en muchos aspectos, coinciden con la primera en la distancia a la que se encuentran de los movimientos sociales reales. Por último, existe una cuarta, en la que me encuentro, que podríamos definir como de ‘estudiosos militantes’ que tenemos una relación más estrecha con los movimientos sociales, sindicales etc., y que se ha consolidado sobre todo en América Latina.
P.: Tras los años del silencio y de la resistencia cultural –los años noventa-, ¿en qué situación se halla a tu juicio el debate y la reflexión marxista en Europa?
Con la experiencia de varios encuentros internacionales debo admitir que nuestra posición, que tras aquellos años se encontraba más bien marginada a nivel político y cultural, actualmente está encontrando mayores oportunidades para el debate. Estos años se ha reabierto un debate amplio y también duro sobre la actualidad de la teoría del valor de Marx. En un principio, el debate surgió en el ámbito marxista de donde se desarrollaron trabajos que podríamos llamar ‘sraffianos’ que afirmaban desear mantener una visión marxista pero que, de hecho, la habían vaciado de contenido mediante argumentos de escasa relevancia en el plano científico. En algunos casos estas posiciones han llegado al keynesianismo, también con un lenguaje más radical. Los mismos keynesianos están divididos entre keynesianos ‘de izquierda’ y ‘neokeynesianos’ con posiciones diversas. También hay otros que se han aproximado a lo que llamamos postmarxismo y que son claros partidarios de abandonar el marxismo, exceptuando algunos textos anteriores al Capital, como los Gründisse. Hace dos años organizamos un congreso internacional en la Universidad de Roma en donde, en colaboración con Carchedi, Freeman, Kliman y Giusani, presentamos una reflexión colectiva que refirmaba la validez del planteamiento científico marxiano sobre el valor, subrayando que la transformación de los valores en precios era una falso problema. Durante tres días debatimos intensa y duramente entre diversas tendencias, incluidas algunas diferentes de la nuestra (Mongiovi, Foley, Screpanti y otros). Pero el verdadero centro de divergencia, en mi opinión, sigue siendo la dialéctica entre la reflexión teórica y el movimiento real.
P.: ¿Había ausencias significativas en este congreso marxista de París?
Por paradójico que pueda parecer, había una menor presencia de las áreas que están más implicadas en el conflicto de clase y en los agitados procesos de cambio como América Latina, Asia, Europa del este o, por ejemplo, Alemania. Escasísimos los estudiosos griegos. Claramente hay un riesgo de eurocentrismo.
P.: ¿Cómo te explicas que el nexo entre teoría y práctica, entre la reflexión marxista y la realidad del conflicto de clases, se haya ‘ablandado’ así en Europa?
Hay que tener en cuenta que los grandes partidos comunistas han desaparecido en España, Italia y Francia. En ésta, el PCF está girando más bien hacia la socialdemocracia aunque haya resistencias internas. En España la experiencia de Izquierda Unida está en crisis y en Italia tenemos dos partidos comunistas empatados con un cuarto del peso político y electoral del viejo PCI. Pero en Italia, el giro de Bertinotti, que algunos definen como una nueva Bolognina, podemos decir que ha sido provocado y que se inscribe precisamente en este debilitamiento del carácter revolucionario de la reflexión marxista en Europa. No sólo es el problema del eclecticismo sino también, por ejemplo, de la renuncia a cuestionar los derechos de propiedad o la eliminación de la categoría del imperialismo. Están allanando el camino al keynesianismo, incluso al radical, como cuadro teórico de la acción política de los partidos que se llaman todavía comunistas.
P.: Hace ya muchos años, Perry Anderson afirmaba que el marxismo occidental había perdido, en cierto sentido, su carga revolucionaria mientras que en el Tercer Mundo se incrementaba. ¿Qué hay de cierto en esta afirmación?
La tesis de Perry Anderson mantiene su actualidad treinta años después. El problema no es el Tercer Mundo sino la relación entre objetividad y subjetividad que se manifiesta concretamente en las situaciones donde el conflicto de clases es más agudo. Tampoco es un problema de lenguaje. También se recurre al lenguaje y categorías radicales entre los marxistas europeos pero, a menudo, ponen en el mismo plano terrorismo y resistencia, eso es la demonización de la violencia independientemente de los contextos en los que surge el conflicto, aceptan los anatemas y las claves de lectura imperialistas sobre los ‘Estados canallas’. Constantemente tratan de condenar al siglo XX a la hoguera, pero se recurre siempre a las categorías del siglo XX para definir la realidad o criticar las diversas posiciones. En Europa se ha dado el comunismo como fenómeno del siglo XX y, en el mejor de los casos, permanece como horizonte lejano de la Humanidad. Es una posición determinista que espera la caída del capitalismo a causa de sus contradicciones implícitas, omitiendo el dato decisivo de la subjetividad que se mueve en esa dirección. Por eso, en espera de que esto suceda, se repliegan tras un programa sustancialmente reformista pese al lenguaje algo más radical. En otras partes del mundo la lucha por la transformación social, se plantea como alternativa de supervivencia para una parte significativa de la Humanidad, en América Latina, por ejemplo.
P.: Parece que tú y otros estudiosos marxistas presentes en el congreso habéis debido bregar duro para debatir y hacer debatir cuestiones como el ejemplo de Cuba y de los movimientos en América Latina. ¿Cómo fue aquello?
Es consecuencia directa de lo que hemos dicho antes. Cuando resulta necesario transferir los problemas de la dimensión teórica a la práctica, muchos marxistas europeos se salen de sus casillas. Esto explica por qué no se comprende la importancia de la Venezuela de Chávez, de la resistencia de Cuba al proyecto hegemónico del imperialismo estadounidense en América Latina, hasta contraponer la experiencia de Lula a las otras experiencias importantes para aquella área del mundo, o acusando a los movimientos sociales latinoamericanos de no comprender el proceso democrático. Los dos debates que organizamos sobre Cuba y América Latina han tenido como protagonistas a algunos estudiosos ‘militantes’, como Remy Herrera o Al Campbell pero, sobre todo, a latinoamericanos como Paulo Nakatami, Leda Paulani, Flavio Bezzerra De Farias, Isabel Monal, Elena Alvarez y otros, quienes tuvieron una función decisiva de orientación de la discusión sobre los problemas conexos al conflicto de clases y a la resistencia global.
P.: En la sesión plenaria en la que participaste junto con Gorge Labica, Samir Amin e Isabel Monal, Samir Amín y tú discutisteis sobre el papel de Europa. ¿Cuáles fueron los puntos de divergencia?
Para empezar quiero decir que Samir Amín es en mi opinión un estudioso marxista honesto y que le tengo en gran estima; la discusión ha sido sobre los diferentes análisis que hacemos sobre el imperialismo europeo y el estadounidense. Numerosos estudiosos y camaradas consideran a Europa como una especie de aliado táctico frente al enemigo principal representado por los Estados Unidos. Esta posición tiene una legitimidad propia pero lleva a subestimar el proceso de constitución del polo imperialista europeo. Piensan muchos que la Europa del siglo XXI es la misma que el siglo pasado cuando existía el enfrentamiento EEUU-URSS. Creo poder decir que no es así y que ese proceso que ha estado supeditado a los Estados Unidos durante más de medio siglo ya no lo está y no lo estará ni en el plano político ni en el militar, aspectos ambos en los que el polo imperialista europeo había sido débil. Es un debate auténtico que exige una profundización rigurosa. Nuestra Red ha contribuido con diversos trabajos como ‘La dulce máscara de Europa’, ‘El plano inclinado del capital’ o ‘Eurobang’. Es material para alimentar esta discusión, y es de agradecer que estudiosos como Samir Amin, que no comparten necesariamente nuestros puntos de vista, se avengan a debatir sobre ello.
P.: La tesis de la competición global que proponéis tú y otros marxistas, reformula, actualizándolo, un análisis del imperialismo y de la competición interimperialista que ha sido desdeñada o negada en el debate marxista contemporáneo, ¿en qué se diferencia vuestra tesis de, por ejemplo, la del ‘Imperio’, o la de la globalización neoliberal?
Hemos dedicado todo un libro a responder esas cuestiones James Petras, Mauro Casadio y yo mismo, y está saliendo a la venta otro titulado “Competición global”, en el que hay una colaboración de Henry Veltmeyer.
El Imperio supone, entre otras cosas, que en el mundo contemporáneo el conflicto surge entre un capital colectivo y las multitudes, que los estados naciones han perdido su función estratégica y que Europa es el ‘topos’ (lugar) democrático para la transformación social. Nosotros, por el contrario, pensamos que la centralidad del conflicto se sitúa hoy, más que nunca, entre el capital y el trabajo, y que sectores sociales bien definidos desean recomponer sus intereses dentro de un proyecto de cambio radical de las relaciones sociales y de las de propiedad. La tesis de la competición global afirma que el Estado-nación no ha sido superado sino subsumido en el interior de los polos imperialistas supranacionales que ejercen sus funciones, y, sobre todo, que ya no nos encontramos ante la presencia de un capital colectivo, como podía haber sido en la época de la globalización sino de polos imperialistas que compiten entre ellos. Para combatir los mecanismos regresivos de esta renovada competición interimperialista son decisivos los movimientos de resistencia popular. A la competición mundial capitalista es necesario oponer en la actualidad una resistencia global que se ha desarrollado sobre todo en América Latina y Asia, resistencia que puede influir en la práctica concreta, no tanto sobre el tercermundismo romántico sino sobre la lucha política de aquí, en Europa. Debemos salvaguardar la independencia de estos movimientos de resistencia sabiendo aunar sus peculiaridades y los elementos de recomposición más avanzados en el terreno del antiimperialismo y de la superación del capitalismo.