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Escribe: MILTON ROMANI GERNER
"El día después" es un filme norteamericano para TV que dramatiza la tragedia de un desastre nuclear en EEUU. Suelo y población devastados, los sobrevivientes que van llegando a un refugio, ¿con qué se encuentran?: con unos señores que llevan prolijamente listas con controles, registros y tienen, ante ellos, que hacer cola para pedir comida y amparo. La burocracia es como las cucarachas: son resistentes al holocausto nuclear.
Gerenciar. Tema complejo. Postergado política y culturalmente. La ambigüedad esencial marca el problema. Algunos gerentes no son políticos, no viven la tensión de los servicios, pero juegan un papel de primer orden a la hora de hacer caminar la máquina. Conocen los secretos.
Trascienden los gobiernos ¿son ellos los que mandan realmente? ¿Tienen ideología? ¿Cómo hacemos para gerenciar social y políticamente para un Estado nuevo? Sólo sabemos que muchos de ellos, ahora, son una máquina de retener. De impedir. De boicotear. Estructural y a veces conspirativamente, es decir con malicia intencional. Hay tribunales cuya especialidad es retener. Insensibles a cualquier emergencia social.
Los directores políticos no siempre incorporamos que la gestión es un arte. Que tiene aspectos políticos y otros que contienen leyes específicas. No pueden delegarse. Deben estar integradas al diseño de las políticas públicas, combinando lo técnico con la virtud de producir y promover equipos humanos estimulados, fundamentalmente en lo motivacional.
Esto tiene una implicancia central con el enfoque participativo y democrático.
En lo político y en lo técnico. Una gestión vertical puede ser eficaz. Pero no eficiente. Socialmente hablando, y en un enfoque costo-beneficio. Productivo no sólo medible en fines fríos, sino en la capacidad de producir bienes y valores. Lo vertical tiene peligros. Cede poder a los burócratas y se desvanece. Por eso es, ideológica y técnicamente un desafío político de largo aliento.
En el diccionario etimológico que hay que ir a GESTO (vaya metáfora) y este a su vez al latín "GERERE" que significa "llevar" "conducir", "llevar a cabo" .
Hay un nivel de decisión de lo que son políticas públicas que pertenece al soberano. Luego la Administración, sus mandos políticos la instrumentan. Después "se llevan a cabo". Ese sería el papel de los mandos medios. Ocurre que esta compartimentación conlleva amenazas antidemocráticas y antigestionarias.
En la esfera privada lo mismo. Porque el problema de los gestionadores no es sólo un tema público. La larga lista de mutualistas fundidas, de empresas quebradas y de bancos saqueadores es muestra de que allí tampoco supieron "darle gas". El control ciudadano, para los directores y gestores públicos y privados, tiene que refundarse en una democracia participativa de nuevo orden. En nuevas estructuras, pero también en nuevas mentalidades, promovidas y garantizadas desde el Estado.
Lo que ocurrió en Ancap lo padecemos dramáticamente todos los que instrumentamos políticas de cambio. Porque si hiciéramos la plancha sería un idilio magnífico. Generalizar es malo. Hay gestores que sudan siempre la camiseta y tienen vocación e ideología de servicio público. Muchos.
La participación de los usuarios y de todos los que están en la gestión (trabajadores, técnicos y jerarcas) es una de las claves.
La táctica de la burocracia gerencial boicoteadora es simple. "Uds. querían gobernar. Quieren transparencia. Bueno acá van los interminables controles". En nombre de la pureza técnica, se deforman los objetivos sociales. No es que no se tramita. Se retiene.
En este país hay una ideología epidémica: el "no se puede" y el "nada cambia". Alimentada por la burocracia.
Estructural sí, pero fundamentalmente ideológica. Porque estamos para servir al pueblo. Llámese usuario, consumidor, ciudadano, vecino, lo que quieran llamarle. Pero es en función de eso que medimos nuestra actitud ante el otro. Buena onda dicen algunos. Solidaridad. Vocación de servicio.
Esto se construye. Dale gas... que es una tarea política.
Un gerente es un recurso importantísimo en la GESTION. Pero no único. Gestionar es un proceso más abarcativo. Debe articular más actores y no puede estar reducido a un funcionario plenipotenciario. Requiere controles cruzados. No sólo de arriba, sino también de abajo. Ojo que el control ciudadano también debe darse con "el de abajo".
El que decide por ejemplo quién pasa o no; o brinda información correcta o de mala gana. En los gerentes de los Entes o de la Administración la coartada sobre que están mal remunerados no corre. Tampoco es de recibo en otros. El reclamo salarial es una cosa. La atención al público, al pueblo, es otra.
El Estado uruguayo fue construido en el engorde clientelístico, que encubrió el desempleo estructural. Ahora se trata de una revolución cultural que empiece por reformar el boicot estructural pero también denunciar y construir otra gestión alternativa. Que es una tarea de gestión participativa y de reforma, no sólo del Estado, sino también de nuestras propias actitudes políticas e ideológicas. De producción de una subjetividad solidaria.
Tomado de La República, 28/6/07.
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