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La memoria que no cesa

Historias del pasado reciente

Escribe: Virginia Martínez

DOS LIBROS de reciente aparición dan cuenta del renovado interés que despiertan la vida y la muerte de uno de los más deslumbrantes políticos del Uruguay del siglo XX. En Ni muerte ni derrota, César di Candia se interna en la evocación de la vida personal de Zelmar Michelini, mientras que Sabotaje a la verdad, de Florencia Melgar, centra el punto de vista en la actuación de la comisión parlamentaria que intentó arrojar luz sobre su asesinato y el de Héctor Gutiérrez Ruiz.

La mirada de los otros.

Amigos de infancia, familiares, periodistas, compañeros de militancia y de exilio constituyen la voz colectiva con la que di Candia construye un sensible y conmovedor retrato de Michelini. A la manera de un álbum fotográfico, la memoria de casi cincuenta entrevistados guía al lector en la travesía. Ellos evocan al escolar locuaz pero circunspecto, al hermano protector, al universitario de poderosa inteligencia, al militante estudiantil y gremial, al novio pudoroso y al apasionado "burrero", al padre exigente y al imbatible polemista, al brillante parlamentario y al voraz lector, al dirigente que rompe con su partido para fundar el Frente Amplio y al desterrado.

Como fondo, tiñendo el recuerdo de los entrevistados, se hace presente y crece la historia del Uruguay. El pasaje desde el pacífico país donde la negociación política y la convivencia social parecían posibles al escenario de la violencia y la represión de los años previos al golpe de Estado. Después, se lee el derrumbe institucional y el obligado exilio del protagonista.

Un anexo documental incluye fragmentos de la nutrida correspondencia con Louise Popkins, ciudadana estadounidense que tuvo un papel decisivo en la proyección internacional de las denuncias lanzadas por Michelini en Buenos Aires. Más de cuarenta cartas testimonian la estremecedora peripecia política, familiar y personal de su último año de vida. En ellas habla del compromiso en la lucha contra la dictadura, del esfuerzo por sobrevivir como periodista y, de manera obsesiva, vuelve una y otra vez sobre el dolor que le desgarra el alma: el ensañamiento con que los militares uruguayos se vengaban de su acción política en el cuerpo de Elisa, su hija presa y torturada. El hombre público, de tenacidad y fe inquebrantables, deja paso al padre desesperado: "Sabes cuánto me inquieta toda su situación mucho más que mis problemas. Comprenderás mi estado de ánimo. Ya no doy más. A veces tengo ganas de bajar los brazos. Y basta, que al final de todo ganen ellos". El apéndice también contiene una hermosa carta a Elisa, que inexplicablemente sorteó la censura, en la que la acerca a su vida cotidiana, le habla de política, de literatura y le infunde ánimo: "Sólo te pido que seas fuerte -sé que lo eres- y que recuerdes que todo pasa y todo llega, también la hora de estar juntos".

A pesar de haber sido amigo y compañero de Michelini, di Candia elige en Ni muerte ni derrota el discreto sitio del compilador. Con agudeza y trazo fino enlaza las voces de los entrevistados. Su oficio recuerda aquí al arte del montaje cinematográfico. De éste el libro tiene el ritmo, la cadencia, la fuerza de las imágenes y la progresión dramática.

Testimonio relevante.

En abril de 1986 la comisión parlamentaria creada con el fin de investigar los asesinatos de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz recibió el testimonio de un testigo relevante. La enfermera Haydée Trías declaró que una tarde -de fines de mayo de 1976- una amiga suya llamada Juliana de Sarro le había pedido que fuera a la casa para atender a su compañero sentimental, el capitán Pedro Mato. El hombre estaba emocionalmente desequilibrado por el remordimiento que le provocaba -según decía- ser el asesino de Michelini. Habría viajado a Buenos Aires con el teniente coronel Manuel Cordero para retirar al legislador del sitio donde lo tenían secuestrado y rematarlo de un tiro en la cabeza.

Días después de testimoniar ante la comisión, el diario El País, en la sección "El duende de la Trastienda" (a cargo del periodista Daniel Herrera Lussich), publicó las declaraciones de Trías, que tenían carácter secreto.

Florencia Melgar narra la accidentada actuación de la comisión parlamentaria, busca responder a la pregunta de quién fue responsable de la filtración, y por qué.

A su juicio, la divulgación de las actas selló el destino de la comisión, pues la vulneración del secreto minó la confianza y credibilidad depositadas en ella. Melgar reconstruyó con el detalle de una cronología diaria la trayectoria de las actas en el entendido de que identificar la fuente de donde provino la infidencia echaría luz sobre la intención política que la originó. Estudió los archivos judiciales, e interrogó a diputados que integraron el grupo de trabajo, a jueces, periodistas y funcionarios del Poder Legislativo y al ex Presidente de la República Julio María Sanguinetti.

La mayoría de los legisladores entrevistados creen que la responsabilidad fue de algún miembro de la propia comisión y en general expresan acuerdo sobre el impacto que tuvo. Carlos Pita lo calificó de "acto de sabotaje". Alem García inscribió el hecho en una estrategia destinada a hacer fracasar la búsqueda de la verdad. Y Yamandú Fau -quien le anunció a la autora que tenía el nombre del responsable pero se lo reservaba para publicarlo en sus memorias políticas- apoyó la idea de que la divulgación complotó contra el éxito de la investigación. Herrera Lussich, por el contrario, negó que la filtración tuviera un objetivo intimidatorio y justificó la decisión por el evidente valor periodístico de las actas.

NADA DEFINITIVO.

Si bien la autora del libro no arriesga conclusiones definitivas, señala que cuatro fuentes consultadas apuntaron al entonces pro secretario de la Presidencia, Walter Nessi, hoy retirado de la vida política, como el infidente. En entrevista con Melgar, Nessi deslindó responsabilidad y le adelantó que recurriría a la Justicia si su nombre era mencionado públicamente: "… en esta murga generalizada que tenemos en este país, resulta que acá cualquiera dice tal cosa y nadie es responsable de nada. (…) no permito que mi nombre aparezca por ningún lado y hago todas las acciones legales que correspondan cuando aparece algo así".

Melgar busca trascender la crónica periodística para entrar en el terreno del análisis de las relaciones que ligan a la prensa con el poder político. El episodio de las actas sería un ejemplo de la naturaleza de ese vínculo, que Herrera Lussich definió como de canje y reciprocidad ("los que llaman para dar una información o se les pide una información y siempre la dan, saben que ellos mañana presentan un proyecto en la Cámara o en el Senado o lo que sea, y les interesa que les publiques unas líneas, saben que voy a ser mucho más proclive a publicarles esa línea que a otro que conmigo no tiene ninguna relación"). Por su parte, Mario Zanocchi, director de SEPREDI en la época, concordó: "…yo le hago un favor al periodista esperando que el periodista en el futuro o en lo inmediato me haga un favor a mí". También Sanguinetti se pronunció sobre el pacto no escrito que liga a ambas partes: "hoy yo te doy información y tú informás sobre mí".

Sabotaje a la verdad nació como tesis de grado de Melgar en la Licenciatura de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad ORT, pero terminó convirtiéndose en una sólida y porfiada investigación periodística. La autora tuvo que escalar la montaña de obstáculos que enfrentan los que se aventuran en asuntos vinculados al pasado reciente: trabas para acceder a documentos oficiales, protagonistas que rechazan ser entrevistados, que callan por relaciones de amistad, que se guardan información o la dan fragmentada. El libro se cierra con un anexo donde se transcriben las actas de las declaraciones de Trías y una selección de editoriales en los que diarios y semanarios se pronunciaron sobre su publicación. El pulso con que Melgar rastreó la información y la calidad de los documentos recopilados constituyen el principal logro del trabajo. Éste adolece, sin embargo, de una cierta desorganización en la presentación del material, lo que por momentos enturbia el relato y dificulta la lectura. Aun así la obra tiene mérito suficiente como para ingresar al conjunto de las que intentan esclarecer hechos dramáticos y no resueltos de nuestra historia reciente.

NI MUERTE NI DERROTA. Testimonios sobre Zelmar Michelini, de César di Candia. Montevideo, Editorial Fin de Siglo, 2006. Distribuye Gussi. 223 págs.

SABOTAJE A LA VERDAD, de Florencia Melgar Hourcade. Montevideo, Planeta, 2006. Distribuye Planeta. 340 págs.

Tomado de EL PAÍS CULTURAL, 20/10/2006.

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