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Partido por la Victoria del Pueblo ANULAR LA LEY DE IMPUNIDAD

La construcción del 1° de Mayo

Hugo Cores

El 1° de Mayo, como Día Universal de los Trabajadores, no se conmemora como podría hacerse en el aniversario de un hecho natural (el terremoto de San Francisco, por ejemplo, la erupción de un volcán o las inundaciones de Uruguay en el año 1959). Tampoco como un acto oficial, como la Declaración de la Independencia o la Jura de la Constitución.

Evoca la realización de las clases explotadas, de uno de esos acontecimientos, que sucede de tanto en tanto, en que las clases subalternas se vuelven las protagonistas esenciales de la historia.

Con un matiz que importa: de muchas insurrecciones populares, como la del 14 de julio de 1789, con la Toma de la Bastilla, se produjo una "apropiación" de la fecha por parte de las nuevas clases dominantes que se habían instalado en el poder a partir de esa revolución.

El 1° de Mayo fue una fecha protagonizada por las organizaciones radicales de izquierda de la clase obrera norteamericana y preparada por decenios de acciones combativas de todo tipo en defensa de los intereses de los trabajadores: antes de aquella jornada, en medio de un proletariado cosmopolita, que arribaba de Europa huyendo de la miseria, decenas de periódicos marxistas y anarquistas se esforzaban por despertar la conciencia obrera.

La acción obrera del 1° de Mayo, los acontecimientos de la Plaza Haymarket fueron el resultado de muchos años de organización obrera y de prédica revolucionaria de los sectores más radicales del movimiento obrero.

No participaron de la preparación aquellas agrupaciones de trabajadores partidarias de los cambios graduales, los que afincaban sus esperanzas en una sucesión de pequeñas reformas sino de quienes confiaban en encender a chispa revolucionaria para construir una sociedad sin explotadores ni explotados.

Una gran masa de emigrantes pobres, incorporados por la miseria al "ejército del trabajo" que crecía vertiginosamente en Chicago y otras grandes megapolis industriales, ya había protagonizado a lo largo de los Estados Unidos una sucesión de huelgas, cada vez más intensas, tras un programa de transformaciones sociales profundas. Los choques habían sido extremadamente duros en 1887. Un manifiesto, fechado en Pittsburgh, en 1883, se decía: "este sistema es injusto, demente y asesino. Así que es necesario destruirlo totalmente con todos los medios posibles".

Durante un período todas las formas de acción eran consideradas válidas, desde las propagandísticas y pacíficas hasta los atentados individuales violentos.

Sin embargo los organizadores del Movimiento por las Ocho Horas pusieron el acento en organizar una gran acción de masas que se extendiera por todo el campo de la industria norteamericana.

Las demandas obreras, en favor de las ocho horas de trabajo, fueron reprimidas ferozmente en la mayor parte de las ciudades en que la Huelga General paralizó las fábricas. Una de las más importantes fue la que se realizó en la planta de la McCormick Reaper.

Pocos días después una manifestación en protesta por la represión en la McCormick terminó con una nueva masacre en la Plaza de Haymarket.

Unas semanas después un tribunal inició juicio contra los dirigentes anarquistas capturados: fue un verdadero linchamiento legal. Prensa, gobierno y Estado cayeron implacablemente sobre los acusados intentando validar legalmente el crimen.

Sólo unos años después la Internacional Obrera recomendó a sus filiales de todo el mundo conmemorar aquella fecha luctuosa como expresión del anhelo de los trabajadores por un mundo mejor.

Como fecha universal el 1° de Mayo se construyó lentamente y siguió los pasos del fortalecimiento del movimiento obrero que se extendía ahora ya como un fenómeno de carácter universal.

Un tiempo después la conmemoración empezó a celebrarse también en nuestro país.

Publicado en La República el 30 de abril de 2005

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