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Partido por la Victoria del Pueblo ANULAR LA LEY DE IMPUNIDAD

 

 

Democracia Participativa: un desafío para “otro mundo posible”

Ricardo Ehrlich, Intendente Municipal de Montevideo.

Vivimos en un contexto de grandes transformaciones, políticas, económicas y científico tecnológicas que han sacudido las sociedades de todos los países con consecuencias sociales, políticas y también individuales diversas. 

Mundialización y Globalización

Estas transformaciones han provocado un real cambio civilizatorio, marcado en particular por la aceleración del proceso de mundialización y las grandes transformaciones en las tecnologías de la información y comunicación.

El optimismo que acompañaba la percepción del fin de la historia, a través de la universalización de las reglas de juego de un modelo que aseguraba equilibrio, estabilidad e inmutabilidad y sobre el que se sustentaron las propuestas de un nuevo orden mundial, fue acompañado de una profundización de desigualdades y aumento de distancias que recorrió el planeta entero.

El proceso de mundialización requiere, hoy como ayer, con urgencia, nuevas alternativas que contemplen y acompañen la diversidad del planeta y conduzcan a un ordenamiento e interacciones internacionales más justos y solidarios. Ese proceso, que continúa su avance vertiginoso, se caracteriza por un acortamiento de tiempos y de espacios. Disminuye lejanías, acerca actores, propaga a gran velocidad desde iniciativas y cambios económicos hasta ideas y enfermedades.

Este nuevo mundo pequeño de distancias y tiempos cortos, siguió, sin embargo, apareciendo ancho y ajeno y nuevas fronteras aparecieron, dibujando nuevos mapas. El Norte y el Sur aparecieron como dos polos desequilibrantes y una profunda y ancha fractura se profundizó en las sociedades, propagándose por todo el planeta. Se fue propagando también un proceso de fragmentación de las sociedades, con variedad de manifestaciones y consecuencias, que condujo progresivamente a la creación de fronteras internas, a la elevación de murallas dentro de las sociedades.

Progresivamente fueron apareciendo con fuerza dos ejes de acción. El primero, centrado en la necesidad de abrir y consolidar nuevos espacios supranacionales, a niveles regional y subregional, en la búsqueda de nuevos equilibrios políticos y económicos y de condiciones para alcanzarlos. Al mismo tiempo, aparece como segundo eje de acción y factor de equilibrio, la importancia de lo local, de los espacios de ciudadanía que se estructuran y expresan a nivel de gobiernos de responsabilidad y acción territorial y de proximidad con los ciudadanos.

La interacción local-global/mundial, con sus expresiones regionales e internacionales, aparece entonces como un factor esencial en la construcción de un nuevo ordenamiento y en la búsqueda de nuevos equilibrios. Esta interacción requiere, a su vez, en la dimensión local nuevos equilibrios entre los componentes representativos y participativos que aseguren la construcción de este nuevo ordenamiento con un fuerte anclaje en la ciudadanía.

Fragmentación Social y Participación Ciudadana

Nuestras sociedades se encuentran hoy fragmentadas.

Paralelamente al avance de los procesos de mundialización que aparecen rompiendo límites administrativos, económicos, políticos, y culturales,  van desapareciendo las relaciones entre habitantes de un mismo territorio, y con ellas desaparecen también las referencias. Los hombres no reconocen sus propias capacidades y limitaciones, y terminan viendo en el otro una amenaza. Las sociedades se crispan y son testigos de nuevas formas de violencia.

Las ciudades y los espacios locales son el escenario principal de la actividad humana, espacio donde los hombres desarrollan su imaginación, sus capacidades, sus sueños y deseos. En consecuencia, los gobiernos locales tienen una responsabilidad mayor e impostergable en la apertura de espacios y tiempos para la participación ciudadana, y en la preocupación permanente por profundizar y consolidar caminos de integración y de reconstrucción de la trama social.

Nuestras sociedades han ido perdiendo conciencia de su capacidad de acción, de su capacidad transformadora, de su condición de sujetos activos en la  construcción de la realidad.

Desde una perspectiva que contemple la evolución y profundización del concepto de democracia, asumir el rol de constructores del futuro, es aceptar plenamente el desafío de la participación ciudadana y su complejidad. Supone ser capaces de imaginar el futuro, y establecer horizontes socialmente compartidos hacia los cuales avanzar. Implica capturar el eje temporal.  Mediante la imaginación, transgredir su orden. Desde el futuro imaginado mirar el presente, para poder prepararlo. Y desde el presente, proyectar y avanzar en la construcción del mundo imaginado.

El eje temporal en la democracia participativa: la articulación participación-planificación

Abordar la complejidad de la participación democrática nos lleva a incorporar el tema del tiempo, de los tiempos. Comprender la necesidad de articulación entre los tiempos para la reflexión, los tiempos para la discusión, los tiempos para el debate, y los tiempos para la acción, es una condición para poder avanzar en la dirección de la participación democrática.

Cuando hablamos de participación ciudadana, estamos hablando de un proceso complejo de transformación de voluntades individuales en deseos y horizontes socialmente compartidos. Y es necesario acompasar los tiempos, lograr equilibrios que nos permitan atender las urgencias y las necesidades, sin que ello signifique detenernos o abandonar el camino de realización de los planes y proyectos de largo plazo.

La adecuada articulación entre la planificación y la participación es clave para un desarrollo que contemple la diversidad de voluntades del presente asumiendo compromisos con el futuro. A través de ese engranaje se puede equilibrar una adecuada atención de las demandas sociales, jerarquizándolas en función de objetivos comunes, superando equivalencias aparentes y contradicciones propias de intereses corporativos.

Una inadecuada o insuficiente planificación conduce a priorizar los tiempos representativos, a enfatizar la delegación de responsabilidades y marginar el rol de actor del ciudadano, que tiende progresivamente a convertirse en espectador, cliente y consumidor pasivo.

Empoderamiento

La profundización democrática, para quienes ocupan los tradicionales lugares del poder, consiste también en ceder espacios y depositar confianza. Necesariamente se recorren caminos de incertidumbre, de inseguridad, temores y ansiedades. Es lo propio de una sociedad que recupera vitalidad asumiendo una búsqueda, una exploración en forma conjunta de nuevos rumbos.

Es un camino de tiempos distintos, con esperas y aceleraciones. El gobernante debe armonizar los tiempos políticos con los tiempos de las transformaciones sociales y asumir el poder que le fue delegado, reconociendo en cada momento el control al que debe de estar sometido. Sin duda es un camino largo, y no carente de dificultades. Pero es un camino que asegura la solidez y durabilidad de los cambios que vayamos procesando.

Si realmente queremos ciudadanos que se apropien de su futuro, ciudadanos protagonistas, debe reconocerse la heterogeneidad de nuestras sociedades.  Se debe favorecer entonces, la reafirmación de la identidad, apoyar aquellas iniciativas que permitan a los ciudadanos identificar sus sueños, reconocerse, desarrollar sus capacidades, saber de sus potencialidades. La participación democrática no se consolida con deberes, normas y decisiones burocráticas sino con  la adhesión entusiasta de la gente que ve en ella la posibilidad de ejercicio pleno de derechos, y la posibilidad de  realización de sueños y proyectos. 

El “empoderamiento” de la sociedad es la clave de la propuesta participativa. Implica “dar poder”, pero dar poder no sólo a través de las instancias de la democracia representativa y los procesos electorales y de consulta popular que ella contempla, sino por instancias continuas, permanentes, que contemplen las contradicciones y los equilibrios de espacios y tiempos e impliquen una manifestación popular consciente y capacitada.

Comunicación, participación, planificación: soporte de la gobernabilidad

La comunicación es un elemento central para construir una sociedad participativa. Constituye con el eje participación-planificación, necesario para resolver los conflictos temporales, el tercer pilar para asegurar gobernabilidad y profundización de la democracia. Para reconstruir nuestra trama social, para integrar, para construir una nueva sociedad, para lograr la adecuada articulación entre la planificación y la participación ciudadana, entre las organizaciones políticas y sociales, entre las instancias de participación y de representación, debe garantizarse una comunicación fluida, transparente, permanente.

Los desafíos de la comunicación incluyen todos los aspectos a nivel institucional, ciudadano, medios masivos, medios comunitarios y nuevos medios.

La participación ciudadana en Montevideo

Finalmente, entendemos pertinente presentar, muy brevemente, algunos elementos sobre la experiencia que se desarrolla en Montevideo desde 1990, iniciando un proceso de descentralización que marcó fuertemente una nueva forma de gobernar, una nueva forma de relacionamiento del Estado con la Sociedad Civil.

La descentralización fue concebida como una herramienta de Gobierno con el objetivo de motivar la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones que hacen a su forma de vida comunitaria, familiar y personal.  En esta dirección se diseñó una propuesta articulada sobre tres pilares: la desconcentración de la gestión, la representación política descentralizada y la constitución de ámbitos de participación ciudadana con referencia barrial.

Este proceso ha estado jalonado de instancias que han señalado avances sustantivos, como lo ha sido la instalación de los Gobiernos Locales, con sus Juntas Locales y Concejos Vecinales, institucionalizando todo el trabajo de elaboración y participación, de distintas organizaciones sociales.

Al mismo tiempo nos encontramos con superposición de espacios y competencias que generan nuevos conflictos y contradicciones y cuya  superación nos enfrenta al desafío de recorrer  cambios culturales que atraviesen las estructuras institucionales y las fuerzas políticas, abriendo caminos a la construcción de nuevos equilibrios y articulaciones. 

Los barrios, que han sido justamente uno de los blancos centrales del proceso de fragmentación que golpeó a la sociedad,  aparecen como un referente central para articular y consolidar espacios de dimensión humana en el departamento, que apoyen la integración y la participación.

La asignación de recursos a través de fondos zonales en una nueva modalidad del Presupuesto Participativo, que incluye proposición, definición y ejecución a nivel local, es una nueva herramienta que apuesta a consolidar, junto a los Compromisos de Gestión y los Planes Estratégicos de Desarrollo Zonal, un modelo de gestión municipal con referentes territoriales de dimensión humana.

Finalmente, debe destacarse el importante cambio de contexto con la llegada de un gobierno progresista a nivel nacional, lo que implica un alto grado de responsabilidad en la evaluación del camino recorrido y su profundización para apoyar la implementación de nuevas iniciativas en el país. El tema de la descentralización y la participación ciudadana es un tema mayor que se encuentra en primera línea de las transformaciones que todo el país necesita.

En esta dirección, el desarrollo de la Agenda Montevideo, eje articulador del diálogo entre diferentes actores estatales y sociales con el objetivo de construir horizontes socialmente compartidos hacia los cuales avanzar, constituye una oportunidad de profundización de la articulación de la planificación participativa del desarrollo local con la dimensión nacional y regional.

Proyección de futuro

El desafío de la democracia participativa para otro mundo posible, requiere que los gobernantes recuerden siempre que el poder reside en la ciudadanía y que los grandes cambios y la construcción del futuro necesitan de la participación de todos. Es en ese sentido que queremos reafirmar nuestra convicción sobre la importancia que tienen todas las voces, y la necesidad de abrir los brazos bien amplios para que los ciudadanos y las ciudadanas de todos los horizontes tengan su lugar en la construcción del futuro.

Construir, compartir este desafío, requiere sincronizar esfuerzos y voluntades para abrir nuevos horizontes. Ello es sólo posible si somos capaces de crear un contexto de confianza, de optimismo y de generosidad en la sociedad, entre los ciudadanos y a nivel institucional, donde actores diversos, manteniendo sus identidades específicas, miren junto hacia adelante.

Ponencia presentada en el VI FORO DE AUTORIDADES LOCALES POR LA INCLUSIÓN SOCIAL, Caracas, enero de 2006.

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