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Partido por la Victoria del Pueblo ANULAR LA LEY DE IMPUNIDAD

 

 

Seminario el 22 y 23 de julio.

A 90 años de “El imperialismo, fase superior del capitalismo”

Escribe: GONZALO ABELLA

Distintas organizaciones sociales y políticas, y un sinnúmero de luchadores sociales maduros y jóvenes se nos han acercado para preguntarnos cómo presentar trabajos en el Seminario.

Reiteramos que será incorporado al Seminario todo trabajo no mayor de seis carillas impreso o manuscrito presentado en forma plenamente legible, con conceptos claros, en duplicado, y que se ciña al tema tratado (vigencia de los conceptos leninistas sobre el imperialismo) entregado antes del 23 de junio.

Su texto completo estará en una mesa para consulta de los participantes, y el tiempo de exposición del autor estará en relación inversa al número de ponencias presentadas.

Cualquier consulta puede hacerse a través de los correos electrónicos  isgo@internet.com.uy, o ramirochimuris@gmail.com , o bien por los teléfonos del Semanario 7/7.

Los convocantes buscamos para el evento la mayor amplitud y representatividad posible, dentro del amplio espectro de los que nos rebelamos contra el actual estado de cosas.

El pequeño colectivo de la “Universidad Popular Joaquín Lencina”, que integro,  irá explicando en estas páginas porqué se decidió a co-organizar este Seminario. Pero en un primer artículo deseo hacerlo más a título personal.

Hace mucho tiempo que estoy buscando en la Historia Nacional y Regional, desde sus más remotas raíces, respuestas a cómo se dio la lucha de clases en nuestro territorio, y qué clases y grupos sociales, y en particular qué hombres y mujeres, expresaron en cada momento los intereses populares.

Ni soy el único ni soy el primero en esta búsqueda inagotable y necesaria. De los documentos de cada época leídos sin intermediarios, del estudio comparado con documentos y memorias guardadas en el extranjero, de recorrer paisajes y convocar memorias, descubro que todavía queda mucho por hacer.    

Pero si no tenemos una “brújula de clase” para orientar el proceso de búsqueda se puede caer en el nacionalismo más estrecho, en el reformismo moderado o en el peor simplismo o esquematismo.

Marx, Engels y Lenin nos dieron el método (siempre contradictorio, siempre incompleto) para buscar los intereses de clase detrás de cada hecho económico, de cada hecho político, religioso o cultural. A estos grandes pensadores no podemos repetirlos de memoria pero tampoco ignorarlos. Los necesitamos.

En los complejos temas sociales y políticos nadie puede trabajar solo. En 1816, cuando se fundó en nuestro suelo la Primera Biblioteca Pública, Larrañaga decía algo así como que una Biblioteca es una asamblea de sabios cuyos consejos están a nuestro servicio desde cada estante.

Larrañaga tenía razón. Los libros de los compañeros de sueños se vuelven compañeros ellos mismos. Lenin escribió “El imperialismo....”  en un lenguaje sencillo porque esa  siempre fue su opción: sabía para quién escribía. Escribía precisamente para quienes nosotros ahora convocamos en su nombre.

Para rescatar la esencia revolucionaria del marxismo Lenin tuvo que estudiar los cambios económicos, políticos y sociales producidos a comienzos del siglo XX y preguntarse cómo seguir luchando contra el Capitalismo y seguir avanzando consecuentemente hacia el Comunismo en la nueva coyuntura.

Lenin hablaba y escribía tanto sobre el carácter Capitalista de la sociedad europea como sobre los nuevos fenómenos que en ella se daban con frases comprensibles para los pueblos y en particular para sus destacamentos más conscientes y organizados. 

Por décadas había estado organizando un Partido preparado para actuar aún en las circunstancias más duras (incluyendo una previsible situación de guerra civil) y de moverse en ellas sin desvincularse de los barrios, de los sindicatos, de las aldeas. Por décadas en la clandestinidad, en el destierro siberiano o en el exilio, había analizado la situación de la clase obrera, de los pobres del campo, en Rusia y en el extranjero, y había denunciado la situación de muchos partidos socialistas de Europa occidental con dirigentes cada vez más claudicantes y acomodados. 

Se había ocupado de temas filosóficos y había combatido el idealismo relativista y desmovilizador que adoptaban algunos compañeros después de cada derrota.

Ahora, en 1916, en plena Guerra Mundial, surgía una nueva necesidad de precisar conceptos y definir rumbos.

Las potencias más poderosas, al servicio de los nuevos monopolios capitalistas, se repartían colonias y áreas de influencia mundiales para colocar sus capitales y saquear recursos y mano de obra. Las guerras entre coaliciones de potencias se hacía inevitable en cada ajuste del reparto mundial entre ellas. Para los monopolios, una guerra era una inversión, algo así como operar en la Bolsa. Para los pueblos, cada guerra era una nueva pesadilla. 

Para justificar sus propias claudicaciones muchos dirigentes decían  que los tiempos habían cambiado, que el Sistema se había fortalecido hasta tal punto que ya era imposible pensar en una revolución socialista. Lenin demuestra que el epicentro de la revolución se desplaza, pero que su vigencia e inminencia se acentúan.

Hoy la fase imperialista del capitalismo entra en su etapa de devastación y saqueo ambiental. Los Amos del Mundo ahora exportan además de capitales la contaminación de su derroche y buscan controlar desde la comunicación planetaria hasta el microcosmos de genes y nanomoléculas, desposeyendo a los pueblos de todo, hasta de su memoria. Su derroche nos va dejando un planeta-cloaca con burbujas de bienestar enrejadas para unos pocos.      

Pero ¿ha cambiado algo esencial desde 1916 o simplemente se han perfeccionado los instrumentos de opresión imperial capitalista ? Quizás de la respuesta a esta pregunta dependa la vida del planeta.

El filósofo francés J.P. Sartre decía que ante las grandes preguntas, ante las dudas trascendentes, uno elige a quién consultar y al seleccionar consejero de hecho ya está eligiendo de antemano una respuesta.

Nosotros proponemos a Lenin.

Después volveremos necesariamente a un lenguaje local para convocar a nuestra gente y aprender de ella.

Lenin no inventó una teoría. Caminando entre la gente, atento a la sabiduría de los de abajo.  y basándose consecuentemente en el pensamiento revolucionario de Marx, llegó a las actualizaciones necesarias. Por él habla el contrapunto horizontal, la síntesis, entre el pensamiento académico y la sabiduría tradicional y popular de los que luchan, que siempre es más y mejor sabiduría pero necesita el marco conceptual de los pensadores universales para encarar desafíos más altos.

Por eso el Seminario sobre los noventa años del libro de Lenin “El imperialismo, fase superior del capitalismo” es un hito necesario.

El Seminario es un paso apenas de un camino que recomienza y debe sacar enseñanzas del siglo XX, ese siglo que fue el  Ensayo General de lo que debemos hacer en el siglo XXI

Nada fue en vano. Si entre los múltiples aportes de la URSS estuvo el demostrar que otra forma de organización social era viable, derrotar a Hitler  y apoyar a los pueblos en lucha (entre ellos a Cuba en sus momentos más difíciles) entonces el esfuerzo de construcción de este inmenso Estado valió la pena. Y se hace más necesario para todos analizar las causas internas de su colapso y de la (coyuntural pero grave) derrota de sus pueblos.   

No hay tiempo para otro Ensayo General ni Planeta que resista una nueva postergación de nuestros objetivos. En el siglo XXI el telón se abre para la confrontación definitiva con los Amos del Mundo. Son ellos o nosotros. Nosotros somos el Planeta, los proletarios del mundo. Ya sabemos lo que tenemos que hacer.

Semanario SIETE SOBRE SIETE

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