Discusión política hacia la campaña electoral
Publicado el 06/05/24 a las 6:29 am
Por Gabriel Portillo
Debemos intentar superar la adaptación sistémica hasta ahora demostrada por la izquierda política.
“La extrema derecha crece siendo cada vez más radical mientras la izquierda es cada vez más moderada.”
Miguel Urbán euro diputado, dirigente de Anticapitalistas
Las dificultades que enfrentamos, el desafío que implica la búsqueda de los triunfos electorales para poder administrar el Estado y desde allí desarrollar luchas para superar o poner en cuestión al Estado capitalista dependiente, no se termina una vez finalizado el ciclo electoral. La proyección política y social del conflicto de clases real es una tarea cotidiana.
¿Entonces cuál es la constitución del Estado en pugna, en las elecciones nacionales? Que sea un Estado capitalista implica que su accionar crea y recrea las condiciones para que éste se reproduzca, y a su vez consolide la explotación y la dominación de clase. Esto no impide que en algún momento, además de los intereses de la clase dominante, pueda expresar posiciones e intereses de otras clases sociales en pugna. Esto es bueno recordarlo para saber que el sistema de contradicciones donde nos encontramos es un espacio en disputa, originado en la autonomía relativa del Estado que es propia de la sociedad burguesa, aunque a algunos compañeros no les guste.
Por otro lado, los aspectos ideológicos complementan la dominación a través de un desarrollo cultural presentando, como favorables a todas las clases sociales -es decir al conjunto de la sociedad- políticas que favorecen a las clases dominantes. Por ejemplo, “los malla oro nos van a dar trabajo”.
Las luchas populares articuladas con la oposición política de izquierda pueden generar una acumulación de fuerzas que haga posible una propuesta política alternativa que vaya de frente contra las concepciones de la derecha. Es necesario reexaminar la experiencia de resistencia acumulada que permitió el ascenso de los gobiernos del FA como síntesis de las luchas populares de los 90.
Tampoco parece claro que operando desde el Estado las fuerzas de izquierda puedan avanzar sobre el poder realmente dominante, por el hecho de haber desplazado en un corto periodo la representación política en el Estado de la oligarquía. Sin duda siempre pensando en que hay un interés real por el avance en el desplazamiento de los sectores oligárquicos. Por estas razones es que para nosotros la lucha por lograr ese desplazamiento debe incluir una fuerza social organizada y con perspectivas de ruptura, desde fuera del Estado, es ineludible la necesidad de esta alianza. Esto significaría, en términos de estrategia, articular con las fuerzas sociales, unos desde el aparato del Estado y otros sectores organizados desde fuera del mismo. Lo cual implica estar todos en acuerdo sobre determinados ejes de construcción estratégicas para un desarrollo nacional, por ejemplo. El respeto por las autonomías es muy importante. Hoy tenemos una izquierda con menos inserción social de lo que estábamos acostumbrados y que además se juega a resolver todas las contradicciones existentes una vez que gane las elecciones. Es decir, restringiéndose a los ámbitos superestructurales.
Las relaciones políticas y de influencia en una sociedad reflejan la capacidad de las clases sociales dominantes para organizar la vida en común en esa sociedad, en el caso de la nuestra podríamos hablar de un “capitalismo dependiente”, y estas relaciones se centralizan y se condensan en el Estado, que está para cumplir ese rol precisamente (ya lo hemos mencionado, que incluso por momentos también representa intereses de clases subalternas). Ahora bien, no todas las clases sociales subalternas presentes en la sociedad tienen la capacidad o el potencial de conformar proyectos de organización de vida en comunidad. Por esta razón nosotros estamos planteando la articulación con fuerzas sociales que puedan ofrecer una salida alternativa a los programas que las clases dominantes tienen para nuestro país.
Una consideración especial sobre el tema DD.HH. antes de presentar en forma sintética lo que entendemos respecto a las tareas de un nuevo gobierno. Hoy más que nunca en la acción pública, determinados actores políticos se atreven a cuestionar el relato del pasado reciente. De alguna manera han salido a disputar los sentidos del pasado, promoviendo su versión que implica la justificación de las aberraciones cometidas durante el proceso autoritario que termino por instalar la dictadura militar y durante la misma. Señalan y privilegian ciertos hechos, silencian otros, sin duda promueven su versión de los hechos, no es nuevo, ya el ex Presidente Sanguinetti lo ha practicado en incontables ocasiones, ocultando lo que no le conviene a sus intereses políticos y sus complicidades con los militares, incluso “olvidándose” de sus propias afirmaciones. Hay una permanente selección de hechos y simultáneamente de olvidos constante. La vigencia de la lucha por los DD.HH. tiene que estar en el primer orden de acción de cualquier gobierno de izquierda.
Aspectos del proyecto progresista que hay que superar en la nueva etapa que estamos transitando, (además de ganar y sacar a la coalición gobernante que se transformó en una asociación para delinquir).
Superar el proyecto de conciliación nacional y desarrollar una política de confrontación con las clases dominantes que implique:
- Crecimiento económico con transferencias de renta, políticas sociales y de cuidados poniendo en cuestión las actuales estructuras y su patrón de reproducción del capital, hoy caracterizado por la integración subordinada pasiva a la llamada globalización. Un cambio de matriz productiva considerando el cuidado y preservación del ambiente, un programa de desarrollo productivo nacional es imperioso.
- Fortalecimiento del Estado para la promoción de la producción nacional implica la imprescindible transformación del aparato del Estado para ponerlo al servicio de esa producción nacional. Habrá que analizar qué cambios institucionales y jurídicos son los necesarios para abrir ese nuevo escenario, construyendo por tanto un marco jurídico para su aplicación.
- Esto implica avanzar en reformas profundas sobre la propiedad, los impuestos, la justicia social, la distribución de la riqueza, la reducción de la jornada laboral, aumento de salario y la creación de trabajo de calidad, la defensa de los recursos que tenemos en común como sociedad (por ejemplo: el hidrógeno verde, el agua). La seguridad social como un derecho humano fundamental, sin lucro. La principal forma de redistribución es el trabajo. Se puede tener trabajo y ser pobre, por lo que a esta altura lo que debemos plantearnos es generar trabajo de calidad, con buenos salarios. No alcanza con solo reclamar trabajo. Medidas concretas y urgentes, erradicación de la pobreza y la pobreza infantil en particular, un impulso de políticas de viviendas y control de alquileres.
- Profundización democrática y afirmación de los Derechos Humanos y de las libertades democráticas y públicas frente a los avances autoritarios, que buscan profundizar la impunidad y establecer un nuevo concepto de autoridad, aplicando una lógica punitivista como método de disciplinamiento social.
Sobre la base de estas propuestas más otras, que se irán incorporando, debemos intentar superar la adaptación sistémica hasta ahora demostrada por la izquierda política, que lleva a no profundizar un programa nacional-popular cuyo principal objetivo es transformar el Uruguay en la dirección de los intereses de las clases subalternas.