La coyuntura programática y su vinculación con las luchas
Publicado el 25/07/23 a las 10:41 pm
Por Gabriel Portillo
La izquierda abandonó el discurso socialista y postcapitalista y se adecuó, con mayor o menor grado a la democracia contemporánea, quedó un vacío de mediación social que parece estar siendo ocupado por las derechas, por los posfascismos (según definición de Enzo Traverso para movimientos de extrema derecha en los últimos años), y en ese marco la derecha no dejó de ser derecha.
Los debates programáticos del FA se están dando en un contexto de intento de freno de las luchas sociales, convocando a esperar a que gane el FA ya que, aparentemente, todo tendrá solución una vez tome el timón del gobierno en marzo 2025. Esta lógica, no dialoga con los sectores sociales que necesitan una respuesta hoy a la urgencia del atropello patronal y al avance en reformas regresivas de la coalición de derechas.
A su vez, no solo encierra una estrategia electoralista sumamente arriesgada, al menos como vienen dando las encuestas (no habría mayorías parlamentarias) sino que se intenta ocultar la lucha de clases existente bajo la excusa de no aumentar la llamada “grieta”. Que existe en la realidad en la medida que el 1% más rico se mantiene intacto. El 1% más rico tiene para sí el 15 a 16% de los ingresos totales. Esto equivale a lo que tiene el 50% más pobre todo sumado. En riqueza esto es el 38%. O sea, el 38-40% de la riqueza está en manos del 1%. No se puede pretender vivir en armonía cuando las violencias de la acumulación de riqueza tienen tales diferencias.
Oculta un debate programático que nada dice de cambiar la realidad. Nada indica que se vaya a “dar vuelta la tortilla”. Por lo menos no lo hemos visto expresado en el primer borrador programático que se difunde de cara al próximo congreso del FA. Esto nos lleva a expresar aún más enfáticamente el apoyo de las luchas que hoy se están desarrollando en varios planos, ya sea en los gremios públicos (AUTE, FFOSE y FANCAP), en el sector privado (un ejemplo de lucha y participación nos lo mostró el Sunca) y también en la necesidad de resolver el lucro privado en la seguridad social a través de una iniciativa de reforma constitucional.
El camino de “alternativa” a los partidos progresistas parece ser más derecha en el gobierno. Y cuando los progresistas vuelven al gobierno, son más renuentes aún a los cambios, es decir evalúan que es más fácil conseguir el voto de centro que generar un debate que abra a las ideas de izquierda transformadoras. De alguna manera, se asume que los niveles de conciencias son lo que son y por lo tanto se proponen administrar lo existente sin sobresaltos.
Creemos que es imprescindible acercar la política a la gente, para fijar leyes y avances en la constitución a través de un proceso que lo politice todo. En su momento no se quiso hacer, durante los gobiernos del FA, o no se sabe cómo o es un peligro para el progresismo empoderar a los sectores sociales en la toma de decisiones, y hoy lo que tenemos es un aumento del descreimiento, del descontento y de la despolitización, a la vez que los avances son fácilmente desmontables o reversibles por esta endeble construcción de estos.
Los movimientos sociales han sido un valioso instrumento en la lucha contra las políticas neoliberales. Consiguieron articular debates, campañas y movilizaciones y sacaron a la calle a miles de personas. Después del impulso en los 90´ e inicios de los 2000 y en el marco de la crisis del 2002, se da un repliegue. Al inicio del gobierno de Vázquez no se pudo desde lo social (no se hicieron los esfuerzos necesarios) obtener protagonismo nuevamente como para empujar cambios más profundos que los planteados por el progresismo. Eso terminó debilitando al movimiento social (PIT-CNT en general) y también se dejó que la interpelación hacia el gobierno la hiciera la derecha, esto coloca al FA a la defensiva y no logra avanzar en cambios sustanciales para cerrar una etapa de acumulación de largo plazo, no solo en el gobierno sino como transformación de la sociedad.
Para que la gente crea que los cambios no son solo un problema de acumulación de malestares frente a lo que nos sucede, el agua salobre, baja de salarios, corrupción, desmantelamiento de servicios públicos, regimentación del asistencialismo, etc. Debe acumular confianza en que es posible revertir la situación y eso no pasa solo por votar “bien”.
El neoliberalismo ha conseguido fragmentar como nunca a los sectores populares y por tanto las resistencias sociales. Encontrar puntos para superar esta tendencia tiene que ser un objetivo estratégico del campo popular. Por otra parte, las luchas que se vienen dando son esencialmente defensivas. Y muchas no terminan como quisiéramos, otras donde quedan compas por el camino o en condiciones muy precarias para seguir sosteniendo las acciones de resistencia. Pero todas son expresiones de una voluntad de lucha, sin esa voluntad no es posible acumular correlación de fuerzas a favor de los cambios.
Artículo para Claridad, 23/07/23.