Uruguay 2020-2021: Ollas y merenderos populares organizados
Publicado el 07/12/21 a las 6:21 am
Por Brenda Bogliaccini
La pandemia del covid 19 y la asunción del nuevo gobierno de derecha radical de Luis Lacalle Pou, fue una combinación dramática para muchísimas uruguayas y uruguayos.
La pandemia impactó muy fuerte en múltiples dimensiones de la vida de todos y todas, entre esos duros resultados están los 6080 fallecidos registrados por el SINAE hasta el 1 de noviembre de 2021. Una mirada y análisis integral de esta realidad se hace imprescindible.
En este texto vamos a abordar un aspecto de las consecuencias económicas y sociales de la pandemia y de las políticas del gobierno para afrontar esta situación que nos parece importante: la pérdida de ingresos y la profundización y/o caída en situación de pobreza de importantes sectores de la población, que tuvo como uno de sus resultados la emergencia del hambre y también de la solidaridad alimentaria de ollas y merenderos populares.
El gobierno asume el 1 marzo de 2020 y el día 13 declara el Estado de Emergencia Nacional Sanitaria como consecuencia de la pandemia del virus Covid 19. Lo unimos porque comienza su gestión recortando los presupuestos de todos los ministerios y desarrollando de ahí en adelante una política de ajuste, sobre todo en políticas sociales pese a la situación de emergencia sanitaria. Las medidas para enfrentarla no respondieron a la dimensión real de los impactos económicos y sociales. Más aun si las comparamos con los esfuerzos realizados por otros países de la región y el mundo, Uruguay está en el grupo de países que menos apoyo y esfuerzo fiscal realizaron para afrontar los impactos de la pandemia.
Las propuestas desde el Pit-Cnt, la Intersocial, las ollas y diversas organizaciones populares no fueron oídas. La renta transitoria de emergencia, el freno de los desalojos, los apoyos significativos para micro, pequeñas y medianas empresas, la mantención del poder adquisitivo de trabajadores y jubilados, todas estas propuestas caerán en saco roto.
Mientras tanto la reacción popular de solidaridad frente a la crisis social emerge desde distintos barrios de Montevideo y del Interior: las ollas y merenderos populares.
Docentes de la Udelar, junto a estudiantes de Ciencias Sociales y técnicos de AEBU[1] realizaron una primera investigación y sistematización de este proceso de las ollas y merenderos populares durante 2020. Allí afirman que «se identificaron cerca de 700 experiencias, de las cuales aproximadamente el 40% pertenecen a la capital –Montevideo– y el resto se encuentran distribuidas en el resto del país. Es de destacar que seguramente hayan sido sub-registradas las experiencias pertenecientes a pequeñas localidades del interior. Dentro de este subconjunto, los dos departamentos con mayor número de iniciativas fueron Canelones y Salto».[2]
Por otro lado, la investigación culmina con un estudio sobre el esfuerzo económico que supuso durante 2020, medido en el costo de la porción de alimento: «se estima que para el total del período el esfuerzo económico de las iniciativas implicó una suma aproximada de $312 millones, compuesto por $270 millones correspondientes a porciones de ollas populares y $41 millones a porciones de merendero». Agregan que: «el costo económico también implica las horas de trabajo no remunerado que realizaron las personas vinculadas a la organización de las ollas y merenderos. Se calcula, a partir de la encuesta, que 6100 personas participaron en sostener las iniciativas en el periodo analizado. […] se destinaron aproximadamente 1.335.692 horas de trabajo en ollas populares y 350.717 horas de trabajo en merenderos. Si se considera una jornada de trabajo de 40 horas semanales, el esfuerzo realizado implicó el trabajo no remunerado de aproximadamente 800 trabajadores durante un año. […] Para calcular el costo económico de lo que este esfuerzo implica, se considera la hora trabajada a un valor de 111,5. Lo que surge del valor hora vigente en el primer semestre del año, del laudo de peón general de cocina, del grupo 12, del subgrupo 14, del convenio pautado en el marco de los Consejos de Salarios. Por lo que, el costo económico del trabajo no remunerado destinado a ollas populares en el periodo es de $149 millones y el de los merenderos es de $39 millones de pesos. En suma, el costo económico del trabajo no remunerado destinado a sostener las iniciativas solidarias desplegadas es de aproximadamente $188 millones, en el periodo analizado».
Este enorme esfuerzo solidario es parte de una tradición, de una cultura, de un modo de vivir, luchar y estar en muchos barrios, de trabajadores y trabajadoras, de cooperativistas y de ciudadanos y ciudadanas de solidaridad y ayuda mutua. Si hacemos memoria no podemos imaginar un conflicto obrero sin olla popular, asimismo en este tiempo hemos escuchado muchísimos cuentos de épocas anteriores de ollas en barrios ya sea por luchas concretas, ya sea para afrontar la necesidad y el hambre en diferentes momentos. Historias llenas de orgullo y emoción, compartidas en medio del trabajo colectivo.
La tarea emprendida por docentes y estudiantes de Udelar con el apoyo de AEBU de registro, investigación y sistematización es importante para la visibilización y reflexión de estas luchas populares contra el hambre, de solidaridad alimentaria y comunitaria. Visibilización y reflexión que ayudan a integrar en nuestro imaginario experiencias necesarias para pensar una vida colectiva más justa, colabora a apreciar mejor luchas y prácticas sociales de sectores populares muchas veces no valorados o subvalorados como parte del movimiento popular por una sociedad más justa.
Las redes y la Coordinadora
Este proceso tiene una novedad a destacar, durante 2020 junto con las ollas, crece entre los participantes la necesidad de organizarse, de formar redes de ollas en los barrios para sumar esfuerzos frente a las dificultades para obtener insumos y recursos para sostener las iniciativas, y también ante la perspectiva de continuidad del esfuerzo porque no existían respuestas a la altura de las necesidades. Eso estimuló el intercambio entre referentes, surgieron múltiples inquietudes y cuestionamientos de vivencias anteriores, tratando de imaginar otros caminos. En algunas zonas se reflexionó sobre la experiencia de las ollas durante la crisis de 2002-2003, que fueron como hoy, una iniciativa de solidaridad, pero se cuestionó que «fueron muy asistencialistas», sin pensar colectivamente las causas de la situación y proponerse otros objetivos, al mismo tiempo que se valoraba positivamente el impulso de las huertas comunitarias. En otras zonas luego de la crisis de 2002-2003 quedaron colectivos organizados, incluso alguna olla en funcionamiento que en este contexto se expandieron, y esos núcleos organizados fueron base de nacimiento de redes.
La memoria de esos años está presente, y apareció en muchos como preocupación central «no quedarnos en el asistencialismo», que esta fuera una experiencia de encuentro colectivo, de organización, de hacernos y contestarnos, entre otras, las preguntas: ¿por qué hay ollas?, ¿por qué otra vez en los mismos barrios y territorios?, ¿quién es responsable de dar respuestas ante esta situación?, ¿qué más tenemos que hacer?, ¿cómo nos organizamos?
De este proceso surgieron las redes de ollas y merenderos en múltiples zonas de Montevideo y también en el interior. Y como gran paso organizativo y colectivo, el 20 de agosto de 2020, las redes que existíamos y algunas ollas que no lograban todavía nuclearse, nos reunimos y fundamos la Coordinadora Popular y Solidaria, Ollas por vida digna (CPS).
En ese momento nos resultaba difícil imaginar que en noviembre de 2021 seguiríamos haciéndonos cargo de problemas sociales y de la alimentación de muchos uruguayos y uruguayas.
El trabajo ha sido arduo y múltiple, las redes han sido escenarios de mucha creatividad y solidaridad profunda. En plena pandemia desde las ollas se abarcaban también tareas de apoyo a las familias con Covid, no solo de alimentación sino también de articulación con las policlínicas de la Intendencia o con ASSE para lograr los hisopados o la atención necesaria. Se junta ropa, se coordina con instituciones, como la Intendencia para la realización de cursos y formación en diversos rubros, se iniciaron huertas, y se sigue en la búsqueda de otros rumbos que posibiliten caminos hacia el trabajo o nuevos temas de preocupación.
Todo esto ha sido parte de la construcción de un actor social nuevo, ya sean las redes de ollas y merenderos en sus barrios o territorios, y la CPS como una voz pública, con movilizaciones y acciones en reclamo de una respuesta real de los problemas al gobierno. Generando acciones importantes frente a presidencia planteando la necesidad de una Renta Transitoria de Emergencia además de apoyo alimentario (2020). La gran movida –nuevamente en la Plaza Independencia– «Ollas presentes, gobierno ausente», con la instalación de varias ollas de las redes cocinando, y la lectura de un documento que muestra su madurez política-social y el avance en la discusión en las redes de ollas y en la Coordinadora. Esta movida también hizo visible la diversidad de culturas políticas de las redes y sus prácticas, aquellas que llegaron marchando por 18 de Julio, otras llenas de colores y ruidos, con cuerdas de tambores, otras haciendo ronda con estudiantes contando el proceso, algunas con carteles muy elaborados y otras con carteles en cartón realizado por cada integrante, y un largo etcétera.
Pero también las redes territoriales han realizado sus propias movilizaciones como la Red de Ollas y Merenderos Solidarios del Cerro, por autonomía y vida digna, que organizó una movilización y corte del Puente Pantanoso, recuperando la memoria de una tradición de lucha en el Cerro, en la que participaron las redes del Oeste, pero también se hicieron presentes ollas de otras zonas de Montevideo.
Para culminar el 15 de octubre de 2021, la CPS realiza una movilización de denuncia frente al MIDES por los escasos insumos que entrega y por su mala calidad, y además por hacerlo con una tercerización, a través de la empresa Uruguay Adelante, y por no dar respuesta a planteos realizados por la CPS.
El hambre como negocio y control político-ideológico
En este año y siete meses de ollas y merenderos populares, junto con las iniciativas organizadas en redes y en la CPS, también existen otras que funcionan con sus solas fuerzas.
Actores como el Pit-Cnt y los sindicatos dieron un fuerte apoyo en insumos y otros recursos en 2020, y aunque en menor medida continúan aportando desde diferentes sindicatos en 2021. También otros actores han apoyado –sobre todo en 2020–, como empresas, cooperativas, comercios, etcétera. La solidaridad de uruguayos en el exterior se ha hecho presente y en algunos casos es significativa. Así como de pequeños colectivos y de ciudadanos a título personal.
En 2021 hubo un cambio importante en la intervención del Estado. La Intendencia de Montevideo con el cambio de administración decide, en el marco del Plan ABC, desarrollar una línea de apoyo a las ollas y merenderos, y comienzan conversaciones con la CPS que culminaron en un apoyo sostenido en alimentos y otros recursos, desde mejoras de infraestructura en algunas iniciativas, apoyo en logística y posibilidades de formación.
El presidente anunció en marzo de 2021 apoyo a las ollas. Al comienzo de año INDA había comenzado a aportar algunos insumos a la CPS, pero finalmente el MIDES decide tomar otro camino: la tercerización de los recursos económicos para la compra y gestión de los insumos para las ollas a través de la empresa Uruguay Adelante.
Este modo tercerizador, que saca al Estado de sus responsabilidades sociales no es nuevo en el gobierno de Lacalle Pou, y menos frente a la crisis social. Anteriormente, la esposa del presidente, Lorena Ponce de León participaba de la iniciativa CanastasUy, que se define como «una organización sin fines de lucro, que canaliza donaciones que recibimos de empresas y particulares, estamos auditados por el estudio legal y contable Guyer&Regules», «para apoyar con alimentos a familias vulnerables de diferentes localidades del país».
Juan Balsa, uno de los creadores de CanastasUy, muy cercano a la esposa y al presidente Lacalle Pou, es quien facilitó su asociación civil Empatía para firmar con el MIDES y posibilitar que sea Uruguay Adelante a quien se le entregue el dinero y se ocupe de los insumos para las ollas y merenderos populares. Esta organización ya se ocupaba desde 2020 de buscar donaciones de empresarios y entregar algunos insumos a las ollas. Su primera base de operaciones se encontraba en el local de fiestas «Portones», propiedad del candidato del Partido Nacional –e integrante de la lista 71– que triunfó y es hoy Alcalde del municipio F, Juan Pedro López. Allí uno podía encontrarse también en algunas ocasiones con Jorge Gandini.
Este convenio con el MIDES les supuso un salto en calidad, y hoy tienen una nueva infraestructura, pese a no contar con transporte lo que ha obligado a que sea la IM quien se ocupe de acercar los insumos a muchas ollas y merenderos.
A su vez, Uruguay Adelante es portador de un discurso y prácticas de caridad –como CanastasUy–, asistencialista, de arriba a abajo. Se define como «una organización sin fines de lucro, destinada a combatir problemáticas sociales en Uruguay», para ello pelean por convenios con el Estado y procuran donaciones de empresas, argumentando que son más «eficientes». Ellos se consideran lo central porque son los que obtienen parte de los insumos, el trabajo de las ollas y merenderos es subestimado. Este discurso y prácticas lo que hacen es promover la cultura de la dependencia, reafirmando los valores de esta sociedad capitalista, jerárquica, que menosprecia a los sectores populares. Lo que ellos transmiten y promueven es la idea de que lo central son los insumos y su «gestión eficiente», invisibilizando o desvalorizando el protagonismo central y los valores de quienes buscan insumos –con los que ellos entregan ni antes ni ahora alcanzan–, hacen las ollas, cocinan, limpian, distribuyen y realizan otras múltiples actividades comunitarias que surgen en la olla. La capacidad enorme de gestión de la vida, y la historia y memoria de una cultura solidaria de nuestro pueblo.
Pero la disputa ideológica y política del gobierno, de la derecha, que encarna esta tercerización y las prácticas de Uruguay Adelante (UA), no quedan ahí, por más que desde el gobierno, el MIDES y UA se trate de disimular su intención de cooptar, hacer clientelismo y disciplinar con la entrega de insumos. También a través del control de los insumos (por tanto de la necesidad de alimentos) se pretende atacar a la voluntad autónoma de las ollas y merenderos, a la organización en redes y muy especialmente a la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS). Desde UA se llama y habla a referentes de ollas y merenderos, se los convoca a abandonar a la CPS, se les dice que en caso de retirarse de la Coordinadora recibirán más insumos. A lo que se le suma un discurso continuo de desprestigio de la Coordinadora, de sus integrantes, tratando de desacreditar a referentes y también como organización colectiva.
Dentro de sus diferentes discursos en contra de las redes y la CPS, el de «hacer política» es uno de los caballitos de batalla, las ollas y merenderos deben ser neutras, no deben preguntarse por qué hay ollas, no deben cuestionarse cuáles deben ser las respuestas necesarias al hambre, no deben hacerse preguntas. Intentando todo el tiempo confundir política partidaria con política como asunto colectivo y público. En realidad ellos hacen una política que promueve la sumisión y el sometimiento, la división, la no organización, resultado de la ideología y efecto de los valores que desarrollan.
Al mismo tiempo que hacen negocios, que logran canalizar los recursos del Estado para sus organizaciones, que promueven la caridad a través de empresas privadas y favorecen así los descuentos de impuestos a las que donan, se proponen instalar en el imaginario de la sociedad que esa es la alternativa de respuesta a los problemas sociales existentes, quieren aparecer como los adalides de la preocupación social y al mismo tiempo desplazan al Estado de su papel como escudo de los débiles. Es una lógica donde el hambre y las carencias sociales son también una mercancía, donde la respuesta es la caridad individual –de empresarios y voluntarios– «eficientemente gestionada» por privados.
Quizás la situación vivida en Pilar de los Horneros, ilustre mejor lo que venimos desarrollando. El proyecto inmobiliario de un barrio privado del empresario Juan Balsa –fundador de CanastasUy y cercano al presidente– en las inmediaciones de La Tahona, donde –informa el semanario Brecha–[3] «el 20 de setiembre, varios trabajadores osaron llevar adelante una asamblea sindical. La idea no cayó bien entre los patrones. El capataz impidió que se hiciera dentro del predio de la obra, como es habitual, por lo que la reunión se trasladó puertas afuera. […] Además de distintos incumplimientos en las condiciones de trabajo […] algunos obreros habían detectado que se estaba aportando al BPS por menos de lo que trabajaban», una vez finalizada la asamblea y luego de comunicarle al capataz lo resuelto y entregarle la lista de los afiliados al sindicato «se les comunicó que todos los sindicalizados quedaban despedidos». Se desató así un conflicto de los trabajadores, y cuando los empresarios de la desarrolladora de Juan Balsa y la constructora Alonzo fueron convocados en dos momentos a instancias tripartitas, no asistieron.
Estas prácticas represivas y anti-gremiales atentan contra la actividad sindical protegida en nuestro país por la ley 17.940, la Constitución y los convenios 87 y 98 de la Organización Internacional del Trabajo. Al mismo tiempo que pretenden esconder las evasiones al BPS.
La actividad empresarial de Juan Balsa se centra en el desarrollo de barrios privados, también gerencia el centro comercial La Tahona y es uno de los dueños de colegio Ivy Thomas. Justamente ese colegio fue base logística en el comienzo de la actividad de CanastasUy, donde también Balsa ha contado con la participación de la esposa del presidente, Lorena Ponce de León, como en este emprendimiento inmobiliario en Pilar de Los Horneros. También acompañó en el MIDES cuando el ministro Bartol anunció la transferencia de 65 millones de pesos a Uruguay Adelante, y fuera el propio Balsa, quien prestó la personería jurídica de Empatía Uruguay, que hizo posible la tercerización.
Es así que la caridad va unida al negocio muy rentable de promoción de barrios privados para sectores exclusivos, con prácticas antisindicales ilegales de patrones prepotentes, y de construcción de lazos entre privados y gobierno-Estado al servicio de los privados.
Por trabajo, pan y techo
Frente a este Estado al servicio de los «malla oro», al gobierno anti-obrero y antipopular de Lacalle Pou, de prácticas de caridad que encubren búsqueda de provecho privado y la voluntad política de abandono del Estado de las políticas sociales, se van tejiendo solidaridades en las ollas y merenderos populares de Montevideo y el Interior. Desde sectores populares, barrios y distintos rincones del país se va forjando un nuevo actor social: las redes y la Coordinadora Popular y Solidaria que promueve la participación, la dignidad y la solidaridad.
Afirmar los vínculos que comenzaron a establecerse con otros movimientos sociales del país con más historia como el Pit-Cnt, FUCVAM, la Intersocial feminista, el movimiento estudiantil y otras organizaciones sociales, especialmente en este contexto de lucha por el Referéndum por el Sí a la anulación de los 135 artículos de la LUC, es crucial para poder imaginar y construir un futuro de las redes y de la CPS después de las ollas.
Porque continúa la lucha contra la desigualdad, por respuestas a las demandas y necesidades de amplios sectores populares que hoy son los impulsores de las ollas y los que van a comer allí, como dice la CPS: por trabajo, pan y techo, seguimos gritando ¡basta! Basta de hambre, de desigualdad, de precariedad, de negociar con la necesidad de la gente.
[1] Asociación de Bancarios del Uruguay.
[2] Docentes de Udelar, estudiantes de Ciencias Sociales y técnicos de AEBU, Ollas y merenderos populares en Uruguay. Tramas para sostener la vida frente a la pandemia. Informes de docentes de la Udelar, estudiantes de Ciencias Sociales y técnicos de AEBU, Facultad de Ciencias Sociales y Extensión (Udelar), AEBU, diciembre 2020, Montevideo.
[3] Leonardo Cardozo, «Identidad antigremial. Trabajadores despedidos por sindicalizarse en las obras del barrio privado Pilar de los Horneros», semanario Brecha, 8 de octubre de 2021.