Una ráfaga de esperanza desde el carnaval
Publicado el 30/10/20 a las 6:32 am
Entrevista a Federico Murro
Por Ana Amorós
De la mano de Luis Alberto Lacalle Pou, luego
de quince años de gobierno frenteamplista,
la derecha llegó nuevamente al poder en el Uruguay.
Fue un duro mazazo para todos aquellos que
militaron a conciencia, convencidos de que hay
que luchar por un mundo justo y solidario, que
si bien puede parecer una utopía no deja de ser
una meta posible.
Con toda la tristeza que eso implicó, en el reciente
carnaval las tradicionales murgas salieron
a las calles con críticas a Lacalle Pou y a su alianza
multicolor, aun antes de que asumiera. Debemos
tener en cuenta que las murgas suelen
reflejar un sentir social y protestan con humor
porque son un pilar de la cultura popular.
Fueron muchas las que nos dieron fuerza, un
soplo de esperanza, incluso en la crítica constructiva,
que la hubo. ¡Bienvenida sea!
Desde Compañero charlamos con Federico
Murro, que entre otras cosas escribe y trabaja
para la murga Metele que son pasteles.
¿Cuándo sentiste que ibas a
transformarte en libretista?
—Este año. Desde 2005 que escribo junto
a varios compañeros en la murga, la mayoría
de los años cantando y escribiendo, pero fue
a partir de este año que tuvimos cierto mayor
reconocimiento por parte de la gente. Digamos
que dejé de tomar esa tarea como una cosa que
hacía medio de reojo, muchos me reconocieran
por ese trabajo más que por el de dibujante
que llevo haciendo hace más de veinte años.
Comenzaron a pasar estas cosas, como esta nota
que estamos teniendo ahora.
¿Tuviste inconvenientes
para lograrlo?
—No, fue todo como muy natural. Armamos
una murga con amigos y compañeros, y entre todos
nos ocupábamos medio que de todo, luego con el
correr de los años, integrantes que fueron y vinieron, y
además se fue como que acomodándose la cosa para
buscar cada uno el lugar donde le gustaba, quería y
se sentía que era mejor para aportar. Hoy somos tres
compañeros que trabajamos en los textos: Sebastián
Mederos, Gonzalo Riquero y yo.
—¿Podrías contarnos un poco? ¿Cómo
logran congeniar en el colectivo sobre
letras, etcétera?
—La murga se organiza en distintas
comisiones, una de ellas es la de textos.
Comenzamos juntándonos para ir definiendo
las líneas generales del espectáculo, de qué
vamos a hablar, qué temas tocaríamos y lo que
denominamos más o menos recientemente como
la caja, el formato, la idea y posición desde
donde vamos a decir las cosas. Como este año
fue, por ejemplo, plantear el espectáculo desde
el formato de una Sitcom.
En esta etapa nos reunimos los tres que
estamos en letras, más Alejandro García que es
uno de los arregladores y director escénico, y
Alejandro Cabrera que se encarga de la puesta
en escena. Luego de que estas ideas un poco
más estructurales se van definiendo y se van
marcando algunos bloques del espectáculo,
vamos escribiendo quienes estamos a cargo de
eso y compartiéndolo, y se va puliendo y armando
el espectáculo.
¿Creés que se puede llegar a crear
conciencia social y política desde ese
lugar?
—No creo que las expresiones culturales,
cualquiera sean, puedan generar algo así como un
cambio político-social estructural, eso como una
primera aclaración. Sí creo que son importantes
en el desarrollo de la sensibilidad, porque nos
toca cierta fibra que a veces es difícil de definir su
razón, pero este elemento es fundamental en la
generación de empatía, el ponerse en el lugar del
otro, y eso es un factor para nada despreciable.
¿Qué sentís cuando escuchás
cantar tus letras?
—Bueno, una cosa muy gratificante que pasó
este año, por ejemplo, fue dónde se escuchaban
las canciones de la murga: en actos, en asambleas,
en manifestaciones de organizaciones sociales,
políticas y sindicales. Creo que más allá de cómo
nos fue este año en cuanto a la respuesta del
público, la repercusión en los medios y hasta el
resultado final en el concurso, la murga quedó
ubicada y colocada en un lugar que quería,
claramente en la izquierda del espectro político,
siendo valorada o considerada por la coherencia
que se ha intentado mantener durante todos
estos años, y que desde esos lugares se haya
tomado algunas de nuestras canciones como
propias, naturalmente, es un gusto enorme.
¿Cómo explicarías este triunfo
electoral de la derecha?
—Creo que lo difícil de explicar es el triunfo
y los quince años de gobierno del Frente Amplio
sin el poder económico de los dueños del gran
capital y el papel de los medios de comunicación.
Tal vez el problema mayor que tenemos delante
es que esta nueva arremetida de la derecha en
nuestro país, así como en el resto del continente,
tiene elementos que por lo menos hace unos
años estaban latentes, pero no se planteaban
explícitamente. Ahora vuelven a estar arriba de la
mesa, muchas veces en el marco de un discurso
que se opone a lo políticamente correcto, cierta
postura sostenida por muchos de quienes están
en el gobierno que, encubierta en un supuesto
sinceramiento personal, sostiene elementos
racistas, misóginos, xenófobos, antidemocráticos,
etc.
¿Podrías darnos algunos nombres de
murgas comprometidas y sus cuplés?
—Miren, la primera que se me viene es La
Mojigata, con la cual nosotros tenemos un vínculo
y además arrancó antes que nosotros en el
carnaval y en esta movida.
Ahora estamos organizando una movida con
las murgas que laburan en cooperativa y, bueno,
hay matices, donde muchas de ellas también surgen
de murgas jóvenes que tienen sus procesos.
Nos estamos organizando con murgas que trabajamos
de la misma forma, así como horizontal.
Ahí hay una banda de murgas que provienen de
organizaciones que no tienen patrón y deciden
trabajar en forma grupal y hay otra serie de colectivos,
pero que de repente para ir a tocar tienen
otras complicaciones también, pero se han
arrimado y ahí están. Por suerte están en esa
bolsa digamos, Cayó La Cabra, Venganza de los
Utileros, son otras murgas que van a dar prueba
este año. Hasta La Trasnochada, pero también
depende mucho del discurso que dan ahí,
hay muchos que generan otras cosas además de
lo que es el Carnaval. De esto que te acabo de
nombrar, algunas como Agarrate Catalina, un
Titulo Viejo están más por conciencia y pueden
llegar a estar con otro grado de participación.
¿Algo que quieras transmitir?
—El colectivo Metele que son pasteles
abarca una serie de actividades y proyectos, más
allá de la tarea en la cual invertimos muchas
ganas y trabajo de generar anualmente un
espectáculo para el carnaval. El año anterior
logramos concretar nuestro centro cultural el
Pastel Arena en el Cerrito de la Victoria, donde
teníamos proyectado una serie de actividades
sociales y culturales, que naturalmente ante esta
situación sanitaria quedaron en suspenso. Este
año, desde hace unos cinco meses, nos volcamos,
luego de coordinar con asociaciones barriales
y zonales, a atender a cuatrocientas familias
mediante el reparto de canastas. Esto se puedo
realizar gracias a donaciones de empresas,
particulares y el aporte que hace la propia murga.
El año anterior presentamos un espectáculo
llamado Strudel junto a Gerardo Dorado
el alemán, que esperamos poder volver a
presentarlo este año, y en unos días lo estamos
registrando en video gracias al MPU.
Estamos trabajando también en el próximo
carnaval y, por suerte, hemos podido, en cuanto a
textos por lo menos, avanzar bastante. La temática
–y esto aún no lo hemos comentado, así que es un
adelanto exclusivo para Compañero–, va a abordar
el papel del poder de la derecha en nuestro país,
tanto en lo económico como al manejo de los medios
masivos de comunicación, y entrelazado con esto
la denominada reacción, el resurgimiento de una
derecha con algunas características particulares
en Latinoamérica tras algunos años de gobiernos
progresistas en el continente. Todo esto enmarcado
en un espectáculo que irónicamente hemos llamado:
Un mundo muy muy feliz.
Nota: Esta entrevista fue realizada antes de la denuncia “Varones del carnaval” por eso no se aborda el tema.