Una Perspectiva ambiental
Publicado el 29/10/20 a las 6:50 am
Mariana Achugar
La intención de este artículo es aportar la perspectiva
ambientalista para analizar la coyuntura. La
resistencia no comenzó el 1 de marzo, hace tiempo
que están activas estas resistencias porque el modelo
productivo imperante, a pesar de tener un gobierno
progresista, era el mismo que el del gobierno
actual que acentúa sin lugar a dudas, la situación.
Estamos en una crisis eco-social
de dimensión inédita
Esta crisis no es solo sanitaria y económica
sino también ambiental. La crisis del sistema a nivel
ambiental se manifiesta en el haber alcanzado
límites físicos debido a la producción de gases de
efecto invernadero y también límites materiales en
las reservas de combustibles fósiles y minerales que
sostienen este modo de vida. La explotación sin límites
en busca de un crecimiento constante pone
las ganancias económicas por sobre la vida. Se trata
de un modelo capitalista y extractivita, que piensa
a la naturaleza como un recurso a explotar como a
los trabajadores. Este modelo además crea formas
desiguales de explotación donde existen jerarquías
a nivel racial, a nivel de género y a nivel de clase
que justifican el acceso desigual a recursos y a los
derechos. Esta jerarquía también opera en relación
con la naturaleza, los humanos creemos que tenemos
derecho sobre la naturaleza y que ella está a
nuestro servicio como recurso para extraer valor. El
movimiento ambientalista plantea otra manera de
relacionarnos entre las personas así como con la naturaleza
al entender que somos parte del ambiente
porque existimos en ecodependencia.
Esta lógica la vemos en la crisis actual del covid-19.
Las causas de la pandemia tienen que ver
con cómo las personas nos relacionamos con nuestro
ambiente. Hemos invadido el territorio de especies
salvajes, y tenemos modelos de producción con fábricas
agropecuarias de producción intensiva con
animales de un mismo tipo genético, hacinados,
tratados con antibióticos, alimentos de ración que
vienen con agro tóxicos. Todo esto hace que la salud
de los animales que viven en pésimas condiciones
uno arriba del otro, con sus desechos en el mismo
lugar, generen estas enfermedades infecciosas (gripe
aviar, gripe porcina, el SARS, etc.). El covid-19 está
relacionado con el consumo de animales salvajes y la
invasión de territorios por industrias extractivas que
rompen barreras haciendo más fácil la circulación de
patógenos a humanos. Esto muestra que la forma en
que nos relacionamos con el ambiente nos afecta a
nosotros también.
Otro concepto importante que quiero agregar es
el de interdependencia, ya que también dependemos
unos de otros, y esto está vinculado a la perspectiva
feminista e incluye la idea de los cuidados y la
solidaridad. La pandemia deja al descubierto que lo
básico para sobrevivir depende de nuestra relación
con otros, alimentarnos, cuidarnos y estrechar el vínculo
solidario con los demás. Por eso pensar en la
crisis socio ambiental está relacionado con cuestionar
cómo los seres humanos vivimos en los espacios
que habitamos. En Uruguay esto no es parte de la
agenda política mediática, no logramos romper el
cerco mediático si bien en el resto del mundo está
cobrando fuerza perspectiva.
Los problemas ambientales son problemas sociales.
La creciente desigualdad socioeconómica se
traduce también en injusticia ambiental. Existe una
desigualdad en cómo la crisis socio ambiental impacta
a los diferentes grupos. ¿Quiénes tiene acceso a
agua limpia, o quiénes viven con un basurero al lado,
quiénes ven afectadas su salud por la contaminación
del aire, quiénes tienen acceso a alimentos inocuos y
de alta calidad nutricional? Por esto la lucha ambientalista
a su vez se vincula con la justicia social que se
manifiesta como justicia ambiental.
Existen territorios de sacrificio, esto quiere decir,
lugares donde las distintas formas de opresión
coexisten. Esto genera conflictos a nivel socio ambiental
donde distintos grupos luchan en el territorio
en defensa de la vida y sus derechos. Las diferentes
luchas puntuales y locales a nivel territorial son parte
de una resistencia al mismo modelo extractivista.
Estos conflictos se manifiestan a nivel urbano, con la
resistencia a la gentrificación o en la defensa del uso
de espacios comunes como la rambla sur y también a
nivel rural en disputas sobre cómo se usa el territorio
dando prioridad a los pequeños productores agroecológicos
o a los emprendimientos agroindustriales
de monocultivo.
Un buen ejemplo es el caso de la tercera planta
de celulosa de UPM y sus proyectos asociados como
el tren de carga. En este caso observamos cómo se
da una compleja intersección de distintos tipos de
ataques a grupos sociales vulnerables y a la naturaleza.
Este ataque va desde la forma en que se impone
un proyecto sin oportunidad de debatir si este
es efectivamente un proyecto que queremos hasta
la vulneración del derecho a la vivienda. Además, el
impacto de esta nueva planta se extiende a la biodiversidad
y funcionamiento del ecosistema ya que la
forestación afecta la calidad y cantidad del agua y la
erosión de los suelos.
La perspectiva ambiental también brinda un
dato para comprender las resistencias y luchas en
torno la LUC. En la LUC hay artículos que se vinculan
al modelo productivo que contribuyen a la intensificación
del modelo agroexportador y forestal basado
en la extranjerización de la tierra, el desplazamiento
de pequeños productores familiares haciendo que la
gente se tenga que mudar a la ciudad viviendo en
la periferia con el impacto cultural que esto implica,
y también asociado al modelo de intensificación del
monocultivo que reduce la biodiversidad y genera
que tengamos que importar paquetes tecnológicos
para producir. Paquetes tecnológicos que implican
comprar las semillas, la maquinaria, herbicidas, extraer
de nuestra tierra el agua para poder exportar
productos como los troncos, no es para producir alimento
ni nada que implique una mejora en la calidad
de vida de la gente ni que produzca más trabajo.
El mito de la producción de trabajo que se crea con
UPM se centra en el período de construcción de la
planta, pero esta forma de producción emplea a largo
plazo a pocos trabajadores y afecta otras áreas
como el turismo que pierde puestos. Por lo tanto,
estamos hablando de un impacto a nivel social, económico
y cultural, que limita posibilidades de cara al
futuro.
La pregunta que habría que hacerse es quién se
beneficia con este modelo. Si vemos quiénes están
en los lugares de decisión a nivel político hoy en día
los intereses quedan bien claros. Representantes de
intereses forestales dirigen la Dirección Forestal en
MGAP, miembros de la Asociación Rural en el directorio
del INC, accionistas de compañías como Bioceres
en el parlamento, con estos y otros ejemplos
que podemos encontrar, está claro que intereses se
defienden. Por eso, es importante comprender la intersección
de las luchas ambientales con las luchas
por justicia social y económica. Este modelo destruye
la vida explotando al ambiente y las personas.
Resistir y construir un modelo alternativo
Los movimientos ambientalistas en Uruguay
además de resistir queremos mostrar la interseccionalidad
de las luchas y visibilizar modelos alternativos.
Estamos contra UPM y en defensa del Sistema
de Áreas Protegidas; en contra de la criminalización
de la protesta y a favor de la producción familiar,
por eso apoyamos el movimiento No a la Reforma
y convocamos a marchar a favor del NO a la LUC.
Estamos en contra del modelo que se fomenta y sin
duda en contra de limitar la participación ciudadana.
Establecemos vínculo con varias redes como la
Red de Agroecología, el Movimiento por la Tierra, o las
Mesas de Colonos para promover un modo de producción
que ayude a mejorar la calidad de vida en zonas
rurales, que favorece sistemas de producción alimentaria
amigable con el ambiente, así como la soberanía
alimentaria y la economía social y solidaria que dan acceso
a alimentos inocuos y de alta calidad nutricional.
Nuestra estrategia ante la crisis, es no solo resistir
sino también construir esperanza basada en
formas de subjetividad y relaciones fundadas en la
solidaridad y el cuidado. Para esto es necesario un
cambio cultural y por eso la perspectiva ambiental
ofrece una nueva forma de entender y abordar la lucha
social. Entender que la lucha ambiental contra
el modelo extractivista nos atraviesa a todos y todas
porque integra todas las luchas. Desde la perspectiva
ambiental, el objetivo es construir otro tipo de sociedad
basada en lógicas distintas que reconozcan
nuestra interdependencia y ecodependencia.