LUC, ofensiva de la derecha y perspectivas
Publicado el 21/10/20 a las 6:42 am
Por Luis Puig
Partimos de una situación internacional general de inestabilidad
económica y social mundial que se agudiza con la
pandemia, y viene precedida por años de fortalecimiento y
desarrollo de las concepciones de derecha y de ultraderecha
en el mundo.
Si uno analiza los últimos años en la Europa de los
derechos humanos, la crisis de los refugiados ha sido prácticamente
la condena a la muerte de miles de personas que
buscaban salir de situaciones de conflicto y de hambre en
sus países, provocados por las propias potencias europeas o
Estados Unidos, y cómo se genera un genocidio. Es alarmante
de que manera esas ideas negadoras de las concepciones
humanistas se han desarrollado en el mundo. Cómo en
Europa los Estados de Bienestar se van desmantelando. Así
como la política guerrerista de Estados Unidos se afirma, busca
la configuración de enemigos internacionales, desde las
supuestas armas de destrucción masiva de Husein que dieron
a la guerra en Medio Oriente, la apropiación de petróleo, y el
desarrollo de crímenes contra la humanidad en forma permanente.
Los gobiernos europeos dicen enfrentar el terrorismo
extremista islámico a las vez que negocian y rinden homenaje
al régimen tiránico de Arabia Saudita.
Israel avanza en la anexión de territorio palestino y las
violaciones de los más elementales derechos humanos es
práctica corriente.
Ha habido un retroceso importante de la humanidad en
los últimos años y el avance de posiciones de ultraderecha y
fascistas. Ese es el mundo en el cual empezó a desarrollarse
la pandemia.
Hay una situación de inestabilidad muy grande que muchas
veces propicia salidas de corte autoritarias, nacionalistas,
fascistas. Al mismo tiempo las concepciones neoliberales están
sufriendo una metamorfosis, un ejemplo podemos visualizarlo
en Brasil con Bolsonaro. Los procesos de liquidación del
Estado, de privatización de las empresas públicas brasileñas,
van acompañados de un fuerte componente de ideas de ultraderecha.
A caballo de la pandemia, el Brasil de Bolsonaro lleva
adelante un verdadero genocidio, que resquebraja el bloque
de gobierno, pero no aparece una alternativa popular creíble
y las salidas a la crisis aparecen situadas un arco que va de la
derecha a la ultraderecha y el posible golpe militar.
En Bolivia el golpismo enfrenta una creciente movilización
popular exigiendo elecciones y la renuncia de los golpistas, con un resultado incierto pero donde la movilización está presente.
El Chile otrora modelo neoliberal de crecimiento económico,
sufre una fractura social expuesta y la creciente movilización
popular no encuentra correlato en las fuerzas políticas
mayoritarias de la izquierda.
En la Argentina devastada por las políticas de Macri, las
medidas llevadas adelante por el gobierno de los Fernández,
encuentra un cerco mediático feroz por parte de la derecha.
La simple alternancia y los resultados electorales no bastan
para desalentar a las clases dominantes que a través de
los medios tildan de dictadura al gobierno argentino mientras
cantan loas a Lacalle Pou que emula en Uruguay las políticas
que hundieron a Argentina en los 5 años del macrismo.
El avance ideológico de la derecha
En Uruguay, cuando nos referimos al avance y ofensiva
de la derecha en este período, creo que debemos
partir de que la izquierda ha sufrido una derrota electoral,
política e ideológica.
El resultado electoral es la culminación de como logra
el relato de la derecha convertirse en hegemónico
durante los gobiernos del Frente Amplio. Como fueron
creando el enemigo interno de la inseguridad, que decían
crecía al influjo de la ineficacia del FA o de sus propias
políticas sociales, vinculando el avance del narcotráfico al
proceso de regulación del cannabis, o a las políticas carcelarias
del FA, relacionando la inacción del gobierno al
desarrollo del crimen organizado. Hay un avance ideológico que va logrando permear a un sector importante de la sociedad,
incluso un sector que había sido depositario de las políticas
de inclusión social del FA. También en los últimos años
gana esa idea de que con los gobiernos del FA, el Estado se
convertía en una máquina de subsidiar a quienes no querían
trabajar, y que eso producía una carga para el conjunto de
la sociedad. Las ideas centrales de los sectores dominantes
avanzan a partir de la acción de sus operadores políticos de
primer nivel, también a través de la irrupción de la derecha
social –Un Solo Uruguay–, de la labor de los centros militares
y del papel protagónico de los mandos actuales de las
fuerzas armadas. No nos olvidemos que Manini Ríos operó
en la política nacional desde la propia comandancia en jefe
del ejército: operó, dio mensajes y ordenó. Además del papel
central que le cabe a ese medio campista de la derecha que
son los grandes medios de comunicación.
O sea, ese relato logra imponerse en medio de una
situación en la cual, en el período 2005-2015, el FA creó
trescientos mil puestos de trabajo, avanzó en inclusión social,
logró la atención a sectores de la sociedad que estaban más
jodidos, que venían hecho pedazos de las políticas de los
90, y esos mismos sectores resultan permeables al planteo
de la derecha. Pero a su vez, hay otro componente que es
ineludible, que es cómo el FA desarrollando las políticas que
se vieron en América Latina, las políticas progresistas, cae en
la trampa de los propios límites del progresismo.
Los límites del progresismo
En 2015 la situación ya no era la misma que a mediados
de la primera década del milenio, sino que habían bajado las
exportaciones y los precios internacionales, había problemas
reales en cuanto a los ingresos en las arcas del Estado, y
los gobiernos del Frente Amplio reafirman el no cambiar las
reglas de juego y se niegan a plantearse políticas que puedan
afectar los privilegios del capital. Hay una negativa a
revisar lo que fueron las políticas de subsidios que llegaron
a niveles de 1800 millones de dólares, un 3% casi de PBI de
exoneración al gran capital; se niegan a desarrollar políticas
como por ejemplo en Argentina ––en gobiernos kirchneristas–,
como la detracción a la soja que había permitido lograr
recursos para el Estado. Esto genera un estancamiento en
las políticas sociales, hay prácticamente un detenimiento en
el crecimiento del salario y, por sobre todas las cosas, esto
habilita la iniciativa política de la derecha desde bastante
tiempo antes que su triunfo electoral en noviembre pasado.
Un componente autoritario
Sobre el avance de la derecha y ultraderecha en el país,
hay que recordar que en la campaña electoral nosotros y varios
sectores del Frente Amplio planteábamos que la derecha
venía por todo y que no era simplemente una restauración
de las políticas de los 90. Se sumaba a la aplicación de las
políticas de los 90, el aprendizaje de las experiencias que
ellos habían sacado de los procesos de resistencia que habían
habido en Uruguay y en la región, y por tanto existía
un componente autoritario creciente para desarrollar esas
políticas y poder aplacar las resistencias que provocaran.
A partir de la asunción del gobierno, las políticas que se
llevan adelante, ya sea las económicas de habilitar los reclamos
del sector agroexportador con un aumento inmediato
del dólar, la inflación, la rebaja salarial que se produce en
medio de 200.000 envíos al seguro de paro y de la emergencia
sanitaria, los anuncios de rebaja salarial que, no solo
será para los privados sino que la realidad marca que va a
ser para los públicos también; en definitiva que va a haber
un proceso de deterioro social importante. Ahora ¿bajo la
influenica de qué se desarrollaron las políticas de los 90? No
fue simplemente al influjo de la represión, sino que también
de ideas que tendían a permear en la cabeza de importantes
sectores de la población. La ofensiva de los 90 vino a caballo
de aquella concepción de que el único régimen posible era
el que se estaba sustentando desde el gobierno. Había caído
el Muro de Berlín, había implosionado el socialismo real y el
capitalismo emergía como triunfante en aquella situación, o
sea, ¿qué te decían?: que era imposible resistir, te convocaban
al fatalismo y la resignación.
Pero al mismo tiempo, te planteaban la supervivencia
del más apto, la arenga permanente al individualismo, a pisarle
la cabeza al que tenés al lado para poder ascender, y
sobre esa base fue que se construyó la política de transformación
de los cien días del gobierno de Lacalle en los 90. Es
desestructuración social, es represión, pero es más que eso,
es tratar permanentemente de convencer de que no vale la
pena luchar. Es la invitación a adaptarse para vivir o mejor
dicho sobrevivir.
La lógica del enemigo interno
¿Cuál es la lógica que están impulsando hoy la derecha
–y desde hace un tiempo–? Como explicó Raúl Olivera(1), la
lógica de la construcción del enemigo interno. La definición
de un enemigo interno al cual hay que combatir. Hoy está
el Coronavirus y por tanto las decisiones del gobierno son
presentadas no como decisiones políticas que se toman, sino
como la acción de gobernar. Como la acción que parecería
ser ineludible. Ahí hay un fuerte componente de políticas
autoritarias que lograron, en esta primera instancia –no
pensemos que esto va a ser de largo plazo–, determinado
consenso en la forma que el gobierno viene manejando la
emergencia sanitaria.
Pero, en lo inmediato está planteado un proceso de
pauperización de grandes sectores populares. ¿Por qué?,
porque las definiciones políticas que se toman en favor de
los sectores propietarios –que no la han pasado tan mal en
los gobiernos del FA–, pero que sí quieren una revancha,
vienen a plantear varias cosas: el aumento de su tasa de ganancia
–como el capitalismo en todo el mundo–, y para eso,
una cuestión sine qua non es la rebaja de la masa salarial,
de las distribuciones, la rebaja del salario directo y del indirecto.
Se proponen un desmantelamiento importante de los
planes del MIDES. Creo que el tema de la pandemia no les
ha permitido desarrollar plenamente lo que piensan sobre el
papel del mercado, pero rápidamente va a ir evolucionando.
En medio de esta situación, desde la izquierda frenteamplista
se plantea con mucha claridad que la LUC es
la expresión de un plan de gobierno autoritario, basado en
lo punitivo, apuntando a la represión, tratando de cambiar
las reglas de juego en lo jurídico para adaptar al país a la
nueva situación. Pero resulta que la LUC va al debate en el
Parlamento, y el gobierno presentó un proyecto maximalista,
que sabía que ni su propia correlación interna le permitía
aprobar todo lo que planteaba y partía de la base que
existía una oposición frenteamplista, rebaja el planteo,
elimina algunos artículos, modifica otros, y ahí aparece
un discurso que me parece que es desarmante por parte
de algunos sectores del FA, que plantean que se derrotó
el proyecto privatizador de la LUC, confundiendo y debilitando
la posibilidad de generar resistencia.
Al mismo tiempo, ¿existen reservas para pelear? Sí,
existen. Lo que fue el 1º de mayo, el 20 de mayo que merecería
un capitulo aparte que el tema de verdad y justicia
esté presente en el Uruguay de hoy, 2020, después
que han tratado de enterrar el tema durante décadas,
también habla de la voluntad de familiares y de algunos
sectores políticos y sociales como el movimiento sindical,
de reivindicar el tema y que en cada gobierno aparezca
con la fuerza que los gobiernos no quiere que tenga.
También en este momento está presente.
Esas reservas se vieron también en el paro general del 4
de junio y en las movilizaciones que se desplegaron, trabajadores
de los entes , del transporte y de los numerosos sectores que
hoy convocan a movilizarse contra las medidas del gobierno y
por la ausencia del estado en aportar recursos para apoyar a los
vastos sectores que se han quedado sin ingresos.
Ahora, para construir y desarrollar un proceso de
resistencia implica tener claro que no alcanza solo con
el movimiento obrero, considero que la política de alianzas
de la Intersocial es fundamental, pero también son
necesarias las políticas que se desarrollen dentro del
Frente Amplio. Aquí vamos a estar surcados por tensiones
dado que en el FA hay sectores que se plantean no
hacer olas; jugando todas las fichas al desgaste natural
del conglomerado conservador y que el gobierno caiga
como pera madura en nuestras manos en las elecciones
del 2024. Ya lo vimos en 2002, cuando vista la situación
del hambre y de crisis extrema, algunos sectores
planteamos elecciones anticipadas contra el gobierno de
Batlle, desde el propio FA y sectores también dentro del
movimiento social salieron a parar esa propuesta.
Hoy creo que el tema de la alternancia está planteado
por algunos sectores. Para nosotros uno de los desafíos
es cómo lograr generar la mayor amplitud y fuerza
posible para instalar un proceso de resistencia fuerte a
este proceso autoritario impulsado por la mayoría del
gobierno y no solo por la ultraderecha del partido militar.
En realidad, si la única expectativa es ganar las elecciones
en 2024 para lograr otro gobierno del FA, lograr un
período de alternancia en el gobierno y no se define con
claridad para qué queremos ese gobierno y cuáles son
las transformaciones que están planteadas, si no aprendemos
de lo que significaron los límites del progresismo
estaríamos destinados al fracaso.
Pero como existen reservas importantes, existe la posibilidad
y la fuerza para generar un proceso de resistencia
que parta de la base que hoy el gobierno está obteniendo
un logro importante en la concreción de una ley de carácter
punitivo, que tiende a criminalizar la protesta popular.
Es importante que se replanteé esto y poder lograr una
síntesis política y social que permita atravesar ese camino
lleno de incertidumbre, pero cuanto más incertidumbre
mayor necesidad de firmeza y de claridad de objetivos.
Firmeza y de claridad de objetivos no quiere decir
cerrar la mira a aliarse. Todo lo contrario, hay que lograr
la mayor alianza posible para aislar a la derecha y a la
ultraderecha en el país. Pero eso será consecuencia de
la acumulación de un proceso de lucha. Pienso que la
oportunidad de convertir la resistencia a la LUC en un eje
de resistencia para sumarle el rechazo al gobierno, en la
medida que esta crisis se va agudizar rápidamente, es un
tema que no debe ser dejado de lado. Es una discusión
que debiera estar planteada en todos lados.
Encarar la estrategia de impulsar una iniciativa
popular que tenga como eje la democracia directa
para derogar la LUC o parte de ella, debe desde nuestro
punto de vista ser construida con suma amplitud.
Lo que la derecha ha impulsado en tiempo récord,
para transformar las reglas de juego jurídicas que
permitan las herramientas de desmantelamiento del
estado, reglamentar el derecho de huelga y criminalizar
la protesta popular , debiera constituirse para el
movimiento popular en una oportunidad para plantarse
firme en una iniciativa que tienda a condensar las
diferentes luchas para enfrentar al gobierno.
Sin perfilismos, con humildad, con amplitud y firmeza
debiéramos preguntarnos si este puede ser un
camino cierto para construir resistencia popular.
La derecha tratará de aislar cada lucha, querrán
hacerla aparecer como contraria al interés general.
Los grandes medios de comunicación , serán un
formidable escudo de desinformación y blindaje al servicio
de sus objetivos.
Presentarán permanentemente al gobierno, batallando
por la pública felicidad, responsabilizarán a los
gobiernos frenteamplistas y a pandemia de los males
que nos aquejan, pero en el mediano plazo no podrán
ocultar la magnitud de la crisis, no conseguirán esconder
el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría
de la población, generar un relato contrahegemónico
que sitúe las verdaderas responsabilidades en
la orientación política y económica de gobierno neoliberal
y trazar perspectivas de lucha será fundamental.
En momentos de incertidumbre y también de debilidad
y desconcierto, discutir alternativas que puedan
nuclear a vastos sectores avasallados por las políticas
del gobierno debe ser considerado un artículo de
primera necesidad.
Como decíamos anteriormente estamos convencidos
que existen reservas en los sectores populares
para enfrentar esta ofensiva , pero esas energías hoy
están dispersas.
Darnos una perspectivas de poder luchar juntos,
en defensa de la educación, contra el desmantelamiento
del estado, los recortes presupuestales, por los
derechos de los y las trabajadoras, convocando a los
sindicatos, cooperativistas, el movimiento feminista,
los usuarios de salud, a quienes en el territorio derrochan
solidaridad en las ollas populares, a los jubilados,
es decir, convocar a juntarnos los de abajo pareciera
ser el rumbo.
De esa construcción queremos ser parte .
Salú y ¡arriba los y las que luchan!
Notas
(1) Raúl Olivera, «Algunas interrogantes a las que es necesario darles respuesta a la hora de definir la acción política» (abril, 2020)
y «Aporte sobre emergencia sanitaria y ley de urgente consideracion» (aporte del PVP a la Comisión Nacional del FA, mayo, 2020).
Tomado de «Compañero, la revista«, setiembre|octubre 2020.