Retrospectiva y prospectiva política. Un ejercicio necesario
Publicado el 11/08/20 a las 6:23 am
Por Odorico Velázquez
¿Qué pasó?!
Ser parte durante los últimos cincuenta años de este proyecto de humanidad que se desarrolla en lo que conocemos como “la modernidad occidental” nos tienta a pensarnos desde y en la realidad cotidiana que va conformando nuestra propia historia colectiva.
Nacimos en una época de transiciones importantes dadas por la reconfiguración del modelo civilizatorio capitalista del que somos producto. A este modelo civilizatorio lo concebimos como determinante de las relaciones políticas, societales y económicas que practicamos como sociedad.
En tanto modelo civilizatorio lo entendemos como una serie sistémica de dispositivos simbólicos que operan en todas las instancias de la vida de las personas. En el sistema de educación, en la utilización del saber científico y en la tecnología basa la racionalidad en la que sustenta su hegemonía.
Desde el inicio de los procesos educativos, tanto en el hogar como en los institutos destinados para ello, se comienza a preparar a la persona para que sea parte de este modelo civilizatorio. Esta es una de las formas de producir una racionalidad que se retroalimenta con una subjetividad adecuada y apropiada que, entre otras cosas, le permite la reproducción ampliada de sus efectos. La realización y condición de hegemonía de este sistema civilizatorio se consolida a través de la materialización de su dimensión simbólica en los actos de las personas
“…lo que sí, el conocimiento nos puede aportar, en este planteamiento como operación concreta, es la preocupación ética por construir la vida propia como algo que valga la pena, como algo que sea valioso. Dado que a este objeto se oponen las estructuras de dominación, y el concepto positivista de ciencia y el conocimiento de los expertos, se ha de enfrentar todo ello de forma comprometida con nuevas prácticas. Esto es un querer que nuestra propia vida sea un objeto valioso. Atrás queda el ideal ilustrado y moderno de la liberación por el conocimiento; este no es suficientemente eficaz para modificar las realidades sociales de dominación…” (Rebellato, José Luis, revista Anthropos, 1998)
El Sistema Civilizatorio Capitalista tiene como característica más importante que su estructura está dada por un sub- sistema económico. Este es el que modela y sostiene a esta forma de civilización ya que todo lo que sucede en el espacio- tiempo de esta civilización, produce o es producto de una relación económica que se da, principalmente, desde el fenómeno del mercantilismo, con el dinero como objeto mediador, tanto de la materialidad como de lo simbólico que pueda ser mercantilizable
¿Y por el barrio, cómo andamos?
Mientras el sistema económico capitalista estuvo en su fase liberal, su relación con el sistema político democrático se tradujo en un modo de socialización conocido como “estado de bienestar o estado protector”. El ejercicio político económico del estado cumplia funciones que buscaban un equilibrio en las relaciones entre el sector industrial- mercantil y el sector popular- consumidor.
Comenzaron a percibirse los efectos de la transformación y transición del capitalismo liberal a su novedosa forma que conocemos como neo- liberal a fines de la década del 60 del siglo pasado. Los modelos de negocios diseñados desde el reordenamiento económico que significó la segunda guerra mundial ya no estaban dando el resultado esperado por los organizadores de la economía capitalista mundial. América del Sur era el territorio de desarrollo potencial de los capitales radicados en Estados Unidos de América, ya que territorios africanos y asiáticos habían quedado a merced de los intereses corporativos radicados en Europa
En América del Sur la transición del capitalismo liberal al neo- liberal se dio destruyendo a las respectivas democracias. (En medio oriente la estrategia predilecta fue la incitación a guerras religiosas y en áfrica a las guerras étnicas) Por nuestras latitudes golpes de estado se sucedieron en cadena en todos los países con el fin de generar los escenarios que harían posible que se impusiera coercitivamente el Fundamentalismo de Mercado. Esta teoría económica fue defendida por la fuerza de las armas que los ejércitos esgrimieron contra sus pueblos, avalados por las políticas exteriores de EUA. La interpretación fundamentalista del Consenso de Washington, por parte de los gobiernos, de los dictadores y sus cómplices, en Uruguay- especialmente de los puntos 6, 7 y 8- se encontró con la necesidad de destruir un modo de relaciones sociales con acento en valores éticos, redes de solidaridad y cuidado del otro, por lo que se persiguió, encarceló, torturó y desapareció a hombres y mujeres que eran referentes barriales, sindicales, comunitarios y a los actores de la política que se oponían al fascismo y la dictadura.
Prácticas Sociales Genocidas y Concentracionarias, (Feierstein, Daniel, 2007) -cuya realización simbólica aún nos afecta negativamente- se materializaron en la persecución, encarcelamiento, tortura y desaparición de hombres y mujeres, cuyas prácticas sociales se adscribían a principios y valores éticos que confrontan y discuten la racionalidad capitalista. Resistieron al miedo, a la delación, al individualismo y al egoísmo, constituyéndose en bastiones de resistencia y preservación de esos valores y prácticas, combatidos fácticamente por las dictaduras y simbólicamente por el sistema económico capitalista.
Así fue como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de América impusieron políticas económicas, monetarias y financieras,-enunciadas en 1989 como “Los diez puntos de Williamson”- que desarmaron las estructuras protectoras de los estados- antes democráticos, ahora totalitarios, por lo tanto ilegítimos- provocando que dejaran de ser generadores de equilibrio entre la sociedad y el mercado y pasaran a ser funcionales a los intereses financieros transnacionales desde donde se nos impusieron- entre otras cosas- la desregulación laboral, las privatizaciones de las funciones sociales tradicionales del estado y de los monopolios estatales en la producción de bienes y servicios con finalidad social, las políticas monetarias y las políticas sociales
“…El estado débil, asfixiado por el Consenso de Washigton, solo lo es en lo que a las estrategias de hegemonía y confianza se refiere. En lo relativo a la estrategia de acumulación, el estado resulta tener más fuerza que nunca en la medida en que asume la gestión y legitimación en el espacio nacional de las exigencias del capitalismo global…” (A reinvencao solidaria e participativa do estado Boaventura de Sousa Santos. Editorial Sequitur- Madrid 1999)
La economía capitalista y sus modelos de desarrollo son estructuralmente violentos, ya que no guardan ninguna relación con la justicia en ninguno de los espacio- tiempos de sus procesos y pretenden hegemonía a través de metabolizar todo lo que existe vivo o inerte, animal, vegetal o mineral en la dimensión de lo material, así como también lo pedagógico, conceptual, ideológico, científico, metodológico y sensorial en la dimensión de lo simbólico.
Antes de que el individuo sea capaz del uso de la racionalidad ya se le introyectan informaciones y prácticas que tienen como cometido mantener la consolidación y hegemonía del capitalismo. Al producir individuos portadores de una subjetividad económica capitalista es que se consigue la hegemonía de ideas y prácticas económicas que le son funcionales. Allí radica el carácter sistémico y hegemónico del Sistema Civilizatorio Capitalista
Los dispositivos civilizatorios, actualmente desplegados, operan de manera tal que han logrado producir una subjetividad económica propia del sistema económico capitalista, comenzando a operar visible y eficientemente desde el inicio de la trayectoria educativa de las personas.
. “…La cultura actúa como una fuerza importante en la dominación y lo hace a través de aparatos culturales. En el capitalismo estos son: la familia, la escuela, los medios de comunicación, las formas de organización del espacio y del tiempo, las instituciones y estructuras materiales a través de las cuales circula el sentido. Pero esta acción material necesita de un proceso de interiorización de las estructuras significantes: un proceso que genere hábitos, es decir, sistema de disposiciones, esquemas básicos de percepción, comprensión y acción. Los hábitos son estructurados por las condiciones de producción y la posición de clase, pero también son estructurantes, es decir, generadores de una determinada práctica…” (Rebelatto José, Luis- Notas sobre cultura y sociedad- CIDC Nº 4, Montevideo 1988 Pp. 7- 40)
Vemos al Estado como principal gestor de la economía capitalista neo- liberal (posiblemente en transición a otra forma económica que dará estructura al concepto Nueva Normalidad) y sin importar el espectro político que se encargue de esa gestión, no se perciben acciones ni intenciones que promuevan procesos de relaciones económicas no capitalistas.
¿Entonces?
La metodología de ejercicio del poder político más funcional al modelo civilizatorio capitalista es la democracia representativo- delegativa. Por ello, si… “es tan difícil imaginar el fin del capitalismo, como imaginar que el capitalismo no tenga fin…” (Boaventura de Souza Santos- Descolonizar el saber, reinventar el poder- Ediciones Trilce 2010. Pag, 7) es necesario un ejercicio de imaginación política que permita visualizar y poner en práctica un modelo distinto de democracia. Esa es la tarea que encontramos en el discurso de quienes integran la Izquierda. A esto, complementado con una práctica política coherente y consiente se le llama Militancia
Desde las y los militantes políticos de izquierda pueden surgir las preguntas más potentes de nuestro tiempo, hacer acuerdo en la pertinencia de las mismas y buscar respuestas corporativas que nos posibiliten actuar colectivamente es el desafío.
¿Cómo dialoga una identidad política de izquierda con una identidad económica capitalista?
¿Educación Liberadora o funcional y utilitaria al modelo dominante?
¿Cómo se podría practicar una economía no capitalista?
¿En el marco de la forma democrática actual y de la economía capitalista es posible un gobierno de izquierda que transite hacia el socialismo?
¿Serán estas algunas de esas preguntas?
¿Cuáles otras?
Santa Catalina- Cerro- oeste de Montevideo
Julio 2020