miércoles 18 de septiembre, 2024

Coyuntura de la lucha sindical

Publicado el 10/08/20 a las 6:36 am

Por Gabriel Portillo y Jorge Ramada

La pandemia ha afectado de forma directa a la fuerza de trabajo o sea a la fuerza productiva imprescindible para poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto.

Lo que está claro es que no hay posibilidad alguna, por ahora, de que se pueda prescindir del trabajo humano. Esta observación es necesaria dado que hasta antes del virus, muchos dirigentes políticos y sociales declaraban la llegada del fin del trabajo, pretendiendo descalificar a la teoría del valor trabajo, con el argumento de que “ya no es actual, porque el trabajo humano ha sido reemplazado por la robótica y la automación”.

Sin embargo, si la fuerza laboral está obligada a quedarse en casa por cuarentena o enfermedad, no hay posibilidad de poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto. Ni de hacer circular el producto social (sección sacada y modificada de Rolando Astarita).

Como consecuencia no solo tendremos infectados, sino principalmente desocupados (ver Comunicado de OIT: “El COVID-19 podría cobrarse casi 25 millones de empleos en el mundo”) y una caída brutal del PBI.

Para los trabajadores se avecinan tiempos difíciles de aumento del desempleo, caída de los ingresos y empeoramiento de las condiciones de vida. El gobierno inició y profundizó en un corto lapso lo que ya se anunciaba, un ajuste brutal sobre los trabajadores y el pueblo en su conjunto.

Hasta acá una breve y rápida introducción a los efectos de adentrarnos al tema central que pretendemos abordar, el acuerdo salarial “periodo puente” que configura una rebaja de salario para el conjunto de trabajadores, propuesto por el gobierno y aprobado por el Pit-Cnt, primero en el Secretariado y luego en su Mesa Representativa.

Todos sabemos de las dificultades del hoy y la crisis en la cual estamos transitando, muchos han perdido sus trabajos y la perspectiva indica que aumentará esa situación y una enorme cantidad de compañeros y compañeras están en el seguro de paro cobrando bastante menos del ya menguado salario. Se agrega el aumento de la inflación, el aumento del dólar, lo que todos estamos registrando y sufriendo.

Todo esto bajo la situación de emergencia sanitaria que trajo la pandemia, el ajuste que estamos sufriendo no es responsabilidad solo del Coronavirus obviamente. El ajuste ya estaba planteado y la pandemia mejoró las condiciones del gobierno para su aplicación. Lo que sí es verdad es que la pandemia agravó la situación económica en la que veníamos y la volvió más visible.

Algunas empresas han aprovechado esta situación de crisis sanitaria para la aplicación de nuevas formas de precarización del trabajo, reducción de puestos y rediscusión de los convenios colectivos. El desafío para un conjunto de trabajadores y trabajadoras en el retorno a la actividad será con más amenazas que antes. La baja de salarios y la automatización están en la agenda de las cámaras empresariales de cara al año que viene cuando se retome la discusión en los consejos de salarios como ya se han expresado representantes de éstas.

Algunas de las intenciones ocultas en torno a la disputa ideológica implican, como estrategia, confundir al pueblo haciéndole creer que los objetivos políticos a seguir responden a un interés nacional general, pretendiendo transformar de esta manera las necesidades particulares de los sectores dominantes, en necesidades nacionales poniendo de esta forma al conjunto del pueblo al servicio de los intereses de clase de una minoría.

Hay que reconocer que la nueva situación desacomodó a los trabajadores organizados. Tras la victoria electoral de la coalición, representante ante todo de los intereses de las cámaras empresariales, se veía venir la LUC con su contenido fundamentalmente regresivo y represivo. Se discutía en diversos colectivos cómo enfrentar la nueva situación, lo que incluía un abanico bastante amplio de derechos y conquistas a defender: un salario real en alza, aunque estancado al final del período anterior; avances en condiciones de salud y seguridad en el trabajo; las empresas públicas expuestas a los intereses privatizadores de poderosas empresas multinacionales; la garantía de que las protestas populares serían respetadas y no reprimidas.

¿Cómo hacerlo? Salir a una lucha frontal contra la LUC, era oponerse a un gobierno que se iba a sentir legitimado por una victoria electoral reciente y seguramente con apoyo en la opinión pública. Ir preparando la resistencia, fortaleciendo la organización en la denuncia del carácter antipopular del gobierno y proponiendo medidas alternativas, Era aceptar, quizás retrocesos iniciales (ya la victoria de la coalición había sido un gran retroceso), pero ganar músculo para batallas a mediano plazo.

Pero al llegar la pandemia y con ella las limitaciones a la movilidad, el eje pasó a ser cómo mantener la actividad sindical y cómo preparar futuras movilizaciones. Eso por un lado; por otro, cómo atender las situaciones más acuciantes de quienes perdían el trabajo o quedaban limitados en su actividad ya fuera formal o informal.

Los trabajadores y sus sindicatos fueron armando respuestas. Al pie del cañón apoyando ollas populares por todo el país y llegando al 1º de mayo con una primera gran manifestación dentro de las nuevas condiciones.  Juntándose con otros sectores en la intersocial; participando en la emotiva jornada del 20 de mayo. Fue luego la movilización en torno al Palacio Legislativo preparando la plataforma a llevar en la negociación tripartita.

Ésta fue sin duda un paso atrás. Un acuerdo salarial que consagra casi sin resistencia una rebaja del salario, aceptando en los hechos la justificación del gobierno y los patrones en cuanto a que la pandemia afecta ante todo a las empresas y compromete el empleo. Claro que a esta altura ya se habían perdido varios puestos de trabajo y varios estaban en el aire agarrados del pincel del seguro de paro parcial. Pero en los hechos se estaba aceptando tácitamente la idea del “interés general” del que hablamos antes, lo que debilita a los trabajadores desde el punto de vista ideológico. De aquí en más se desarrolla, en el escenario que el gobierno dispuso, un diálogo por empleo en el que los trabajadores pueden quedar como meros espectadores.

Es por eso que el acuerdo en estas circunstancias se asemeja a una rendición incondicional, so pretexto de no haber condiciones para la lucha por un lado y por otro la situación de crisis real en materia de empleo.

Pero, paralelamente sigue habiendo lucha: la enorme asamblea del SUNCA consigue un acuerdo que apunta a defender a la vez salario y puestos de trabajo; se movilizan los obreros frigoríficos por la reapertura del Frigorífico Canelones, en una marcha a pie que, aunque con menos recorrido, nos trae a la memoria las de otros tiempos; los trabajadores de los entes se movilizan en defensa de las empresas públicas y la intersocial convoca a una multitudinaria marcha contra la LUC, fortaleciendo en la práctica la posibilidad de organizar un referéndum contra ella.

En contrapartida, tal como se perfila la crisis agravada en esta etapa por la pandemia, las patronales y el gobierno quedan en condiciones de avanzar más rápidamente hacia el ajuste estructural que venían reclamando desde hace un tiempo.

Si uno se tomara el trabajo de revisar las distintas publicaciones y revistas de las cámaras y de sus voceros en los medios escritos de comunicación, podrá ver una línea consecuente y reiterada de reclamos. Para ejemplificar, podemos hacer referencia a una reciente nota de prensa del diario de derecha, El País[1] donde se reclama: “falta de competitividad” y “rigidez salarial”; como principal barrera; “necesidad de revisar categorías”, convenios “ridículos” en este momento y jornada “laboral estricta” así como “carga impositiva alta”. En definitiva, argumentos que solo buscan disfrazar la esencia del proyecto neoliberal de salida de la crisis: una transferencia de riqueza desde los que la generan (los de abajo) hacia los que la disfrutan (los dueños del capital).

Será una disputa muy dura en condiciones desventajosas para los trabajadores organizados, y del otro conjunto de compañeros que no tienen organización para su defensa. Por esta razón es que decimos que cómo respondamos en esta etapa, marcará el escenario posterior.

Pensamos que se requería una mayor pelea por defender el salario de todos los trabajadores, aun sabiendo que era difícil obtener un resultado positivo. Pero podía sentar las bases para arrancar mejor esa resistencia a mediano plazo que veíamos como necesaria ya antes de la pandemia.

De todos modos, la resistencia hay que seguir organizándola. Peleando ahora junto con la intersocial por la renta básica y las soluciones de emergencia para los más desprotegidos. Y preparando la lucha para revertir los recortes, para recuperar salario, para orientar la introducción de tecnología hacia la reducción de la jornada laboral; o sea, para poner las necesidades sociales en el centro de la economía. Y para esto la perspectiva política no puede ser otra que la que rompa con la lógica que quiere imponer el gobierno: austeridad para los trabajadores para que la riqueza siga concentrándose en manos de los capitalistas.

 [1] “La otra crisis: habrá menos empleo y deserción escolar” Diario El País; 6/05/2020

TOMADO DE CLARIDAD

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