AL MUNDO LO MUEVEN LOS TRABAJADORES*
Publicado el 07/05/20 a las 6:22 am
Por Gabriel Portillo
Este año vivimos un 1° de Mayo distinto y en lugar del acto central y la oratoria clásica, Montevideo y varias ciudades del Interior se llenaron de autos en caravana. En Montevideo particularmente hubo tres caravanas que convergieron en la Plaza 1° de Mayo donde habitualmente se hacen los actos. Fuimos miles los que participamos de esta instancia convocada por la Convención, reclamando al Gobierno la plataforma emanada del Pit-Cnt, y de la Intersocial exigiendo soluciones para la gente, los trabajadores y trabajadoras, como una renta básica de transición en la emergencia, que se controlen los aumentos de precios tanto en la canasta básica de alimentos como en la sanitaria, que se suspendan los desalojos, los cortes de servicios básicos -luz, agua, telefonía- por falta de pago, que no haya despidos (ya hay más de 150 mil personas en el seguro de paro), entre otros puntos incluidos en la plataforma. La movilización fue contundente y se sintió el enojo de la gente expresada en los carteles a lo largo de las caravanas y desde las veredas, entre otras cosas por la negativa a cederle la cadena nacional de radio y TV al Pit-Cnt (en este contexto de auto encierro donde se hace aún más importante llegarles a los trabajadores). Esa rebeldía por momentos nos recordó en parte a la Marcha a Punta del Este durante el gobierno de Jorge Batlle. No nos resignamos a la situación luchamos en toda circunstancia y eso no está en el cuaderno de notas de los que gobiernan.
Que la sociedad depende de los trabajadores y trabajadoras para funcionar ya quedó demostrado. La pandemia dejó en evidencia lo que muchos ya sabíamos: que las cosas no existen por si solas y que los trabajos considerados precarios son imprescindibles. Si no, veamos los deliverys hoy tan necesarios que, como contrapartida, tienen las peores condiciones de trabajo y magros salarios, o la limpieza y vigilancia que son en su enorme mayoría tareas tercerizadas con pésimos salarios, así como condiciones de trabajo y represión, o los bajos salarios en el comercio que es uno de los rubros que mantiene actividad y por tanto mayor exposición. O los trabajadores de las empresas públicas cumpliendo con mantener los servicios, el transporte, los municipales, y así podríamos seguir. No son los robots los que realizan esas tareas, estamos lejos aún del fin del trabajo, entre otras cosas vemos cómo los capitales reclaman la urgente normalización de la economía y cómo el gobierno responde a sus intereses.
En las últimas décadas, si algo caracterizó a la globalización es la expansión hacia las regiones del Sur por parte de las empresas transnacionales en búsqueda de generar trabajo con bajos salarios y malas condiciones laborales como forma de abaratar los costos y aumentar las ganancias. Los capitalistas no son el “malla oro”, necesitan que se genere renovada y repetidamente el proceso de trabajo, que se produzca, si no, no hay plusvalía o apropiación de las ganancias o como quieran llamarle. Tomemos otro ejemplo sacado de The New York Times: “a pesar de toda su sofisticación de alta tecnología, el vasto negocio de comercio electrónico de Amazon depende de un ejército de trabajadores que operan en almacenes que ahora temen que estén contaminados con el coronavirus”.
Esta crisis económica mundial tiene como principales víctimas a los trabajadores, trabajadoras y a las mayorías populares. Sin embargo, el gobierno de coalición omite ese dato fundamental y como parte de la solución futura exime, repitiendo una y otra vez, que no tocará al capital, cuando es allí donde están los recursos que hacen a la diferencia. Mientras tanto las patronales aprovechan la crisis para realizar un ajuste con los trabajadores en sus condiciones de vida, sus salarios, sus empleos y condiciones de trabajo.
Esta crisis la deberían pagar los capitales, no hay “nueva normalidad” es la misma explotación en peores condiciones para la defensa de los intereses de la clase obrera. Disputar la nueva normalidad con disposición de lucha, resistir el discurso oficial es imprescindible para transcurrir el hoy y para el día después.
Colocada la coalición de derecha en la administración del Estado su objetivo es que se asuma que el mismo está por encima de las clases, y eso tiene consecuencia en las políticas de construcción social. Entre otras cosas, salen a decir con total impunidad en el medio de una situación extremadamente difícil el por qué no gravar al capital bajo el argumento de que “no estamos haciendo política, estamos gobernando” dando a entender que no existen alternativas posibles a las decisiones del gobierno, y que a su vez estas no implican una posición política.
Hay una ofensiva contra los trabajadores muy fuerte que se expresa en varios temas ya sea en la LUC como en los discursos de varios operadores políticos y medios de comunicación. La movilización del 1° de Mayo con varias organizaciones sociales participando activamente, como Fucvam por ejemplo, es clave para el desarrollo de una estrategia de resistencia donde se deberá conformar un amplio arco de alianzas; es un antes y un después en la construcción de una correlación de fuerzas en disputa. Organizaciones sociales y sectores políticos dispuestos a construir el bloque político social de la resistencia, con el objetivo de ir modificando la correlación de fuerzas necesarias para detener el avance conservador. Sino disputamos la «nueva normalidad» dejamos que las cosas que se escuchan se parezcan a la lluvia, es decir no hay como evitarla, los economistas de siempre (esos que trabajan contra los laburantes) auguran que habrá una desocupación estructural y que muchos no retornaran a sus empleos. Se aprovecha esta situación tan particular de debilidad de la fuerza sindical para provocar cambios profundos, tanto cualitativos como cuantitativos, en la relación capital- trabajo.
Habrá que impulsar entre otras cosas una reflexión profunda sobre el papel del Estado y el Mercado para ayudar a resolver contradicciones que no se resolvieron en los gobiernos anteriores. Parece que el entretenimiento ofrecido por los medios de comunicación es contar los muertos y los infestados a nivel mundial, mientras hacen lobby para que se apruebe la nueva ley de medios que garantice su negocio. En esa situación lo que rompe el asilamiento es ANTEL con su fibra óptica, esa ANTEL pública que el herrerismo (el padre del actual presidente) quiso vendarla sin más. Ni una autocrítica en cuanto al valor del estado, y ni una mención por parte de la hoy oposición a este bastión que se defendió con un aplastante plebiscito.
En este marco es que se presenta la LUC en el Parlamento afectando seriamente la democracia tal como la concebimos, con la participación de todos los actores de la sociedad civil. Esta situación se acerca mucho más al autoritarismo absolutista, que a la democracia representativa. No es aceptable aprobar leyes que afectan profundamente la vida de la gente, que produce una importante reforma del Estado, que afecta las libertades de expresión pública de manifestarse a través del derecho de huelga y movilizaciones, en fin un programa de restauración neoliberal donde la pandemia no está incluida como urgencia, sin darle a la gente la oportunidad de opinar, discrepar, movilizarse, realizar asambleas, marchar libremente por las calles, todas expresiones imprescindibles en la vida de las organizaciones sociales.
Movilizar a todo el pueblo para hacer frente a esta realidad exige más democracia, más información, más solidaridad. Los virus no anulan la lucha de clases, solo hacen que se exprese de otra forma. El desafío que está planteado, por tanto, es cómo sale la democracia de esta crisis, y no da la sensación de que vaya a salir en la dirección de más y mayor participación democrática. Porque en definitiva en la medida que no logremos disputar esa llamada “nueva normalidad” lo que se deja ver es mayor autoritarismo con la excusa de la crisis sanitaria.
Quiero cerrar este artículo diciendo que es necesario prepararse para el peor escenario, pero con la convicción de que aún en condiciones difíciles se puede luchar, algo así como aquello que resumía Gramsci (tomando a Romain Rolland): “pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad”. Vienen tiempos de lucha, de construcción, de acciones y objetivos comunes y nos encontrara como siempre en primera línea defendiendo los derechos de todos y todas.
* Consigna pintada en 1984 en una de las paredes de Casa de los Compañeros (local del PVP) en Fernández Crespo y Madrid.