Dossier: Rebelión en Haití
Publicado el 04/10/19 a las 6:12 am

La oposición estableció una Comisión de transción. Incluímos dos análisis sobre la crisis política y las protestas en Haití. También videos de la situación.
Haití-Crisis: La oposición política anuncia el establecimiento de una comisión para facilitar la transferencia de poder
P-au-P, 02 oct. 2019. La oposición política, que pide la dimisión del presidente Jovenel Moïse, anuncia el establecimiento, el miércoles 2 de octubre de 2019, de una comisión para facilitar la transferencia de poder, según la agencia online AlterPresse.
9 personalidades son miembros de esta comisión para facilitar el traspaso de poder, dijeron representantes de la Alternativa Consensual para la Refundación de la Nación, en una conferencia de prensa celebrada en la tarde del martes 1 de octubre de 2019.
Se trata de Gervais Charles, Himmler Rébu, Hugues Célestin, Antoine Augustin, Michel Legros, Jean-André Victor, Gary Victor, Ashley Balan y Rubens J. Animé.
Se espera que la instalación de la Autoridad Nacional de Transición ponga fin al mandato de la comisión, según los dirigentes políticos de la oposición.
Aprovecharon la oportunidad para anunciar otro día de movilización nacional, el viernes 4 de octubre de 2019.
Hacen un llamamiento a la población para que intensifique la movilización con vistas a la partida de Jovenel Moses.
Desde el discurso de Jovenel Moïse el miércoles 25 de septiembre de 2019, en un intento de calmar la ira de los manifestantes en las calles, las actividades comerciales y escolares mundiales siguen paralizadas en todo el país en Haití, con un fortalecimiento de los movimientos de protesta antigubernamentales. [emb rc apr 02/10/2019 10:30]
Original de alterpresse.org Traducción del francés Diálogo 2000, para haitinominustah.info
Lautaro Rivara, sociólogo y miembro de la Brigada Dessalines de Solidaridad con Haití: “El presidente Jovenel Moïse sigue sostenido por los EEUU”
Entrevista a Lautaro Rivara, sociólogo y miembro de la Brigada Dessalines de Solidaridad con Haití
Por Nicolás Retamar
La crisis política, social y económica que atraviesa Haití pareciera no tener fin. Muchísimas movilizaciones se sucedieron a partir de 2018 por el desfalco de fondos de Petrocaribe exigiendo la renuncia del presidente Jovenel Moïse. La falta de combustible que atraviesa el país más pobre de América Latina y el Caribe profundizó la crisis e intensificó las protestas. Sin embargo, mientras un conjunto de actores reclama la salida del presidente en las calles y frena en el Congreso a cada primer ministro que propone Moïse, éste continúa al frente del Poder Ejecutivo.
Para conocer en profundidad la situación que atraviesa el país caribeño, NODAL entrevistó a Lautaro Rivara, sociólogo y miembro de la Brigada Dessalines de Solidaridad con Haití.
¿Cuáles son las causas que desencadenaron las fuertes protestas en Haití?
Sobre el fondo de esta crisis económica hay también una enorme crisis política e institucional. La clase política haitiana está completamente deslegitimada porque es un gobierno que nace viciado en origen con elecciones fraudulentas en el año 2015 que fueron repetidas y fueron nuevamente fraudulentas en el año 2016, llevando al poder al Partido Haitiano Tèt Kale.
Desde el año pasado el descredito se profundizó a partir del descubrimiento de un escándalo de desfalco de fondos públicos que fue el hecho de corrupción institucional más grande y más importante de la historia haitiana. Este desfalco tiene que ver con la apropiación ilícita de por lo menos 2 mil millones de dólares que habían llegado al país en el marco de la plataforma energética Petrocaribe. Era dinero que debía permitir el desarrollo de diferentes programas sociales, atender diversas urgencias que el país tiene y estar también facilitando el desarrollo de infraestructuras energéticas propias. Estos fondos, según fue comprobado por diferentes informes tanto del Senado de la Nación como el Tribunal Superior de Cuentas, establecieron que estos fondos fueron malgastados, desviados con mecanismos diferentes como sobreprecios u obras que no fueron realizadas y que además de eso tuvieron participación directa una docena de altos funcionarios del gobierno y que el propio presidente de la nación Jovenel Moïse participó de estos desfalcos a través de una empresa propia que hacía falsos contratos con el Estado. La empresa se llama Agritrans.
Además de estos escándalos que vienen movilizando a la población exigiendo la dimisión del presidente desde el año pasado, se sumó una enorme crisis energética que vapor su sexta semana. Esta crisis es el producto del embargo y el bloqueo económico que los Estados Unidos están sosteniendo sobre la República Bolivariana de Venezuela que no permite que los barcos cargueros que transportaban combustible de Petrocaribe estén llegando, no solamente a Haití sino también a otras islas del Caribe como Cuba. Esto obliga al estado haitiano, que antes tenía acceso a un combustible a bajo costo y bajo condiciones preferenciales, tenga ahora que estar comprando combustible en las condiciones de un mercado abiertoque es claramente dominado y monopolizado por los Estados Unidos. El gobierno no tiene la capacidad financierade estar pagando las importaciones de combustible, por lo cual no está llegando o queda varado y bloqueado en los puertos.
Este desabastecimiento está generando una paralización parcial o total de la vida cotidiana. No hay escuelas, no hay actividad gubernamental, el transporte está prácticamente paralizado ytodos los costos de la economía que ya estaban subiendo por la inflación y devaluación, tienden a aumentar aún más porque todo depende de un costo transversal como lo es el combustible.
El parlamento haitiano desaprobó a los últimos primeros ministros que designó el presidente. Sin embargo la oposición legislativa y las movilizaciones en las calles no logran deponer a Jovenel Moïse. ¿Qué sostiene al presidente en el poder?
El régimen político haitiano es mixto. Cuenta con un presidente y un primer ministro también con importantes funciones ejecutivas. Mientras el presidente es elegido por votación popular, éste es quien propone quien será su primer ministro,que debe ser obligatoriamente ratificado por las dos cámaras del parlamento.
La Cámara de Diputados aprobó al primer ministro propuesto por Moïse con un escándalo. Los parlamentarios que votaron fueron acusados de votar a cambio de dinero y de prebendas diversas. Pero el primer ministro nunca pudo ser ratificado en las sesiones del senado que son permanentemente bloqueadas por sectores de la oposición política parlamentaria.
Hoy Haití es un país que no tiene gobierno según lo establece la constitución. Es un país que está siendo gobernado por una sola autoridad ejecutiva; su presidente está completamente deslegitimado, envuelto en un escándalo de corrupción de gran escala y además prácticamente todos los sectores están exigiendo su dimisión. No solo los sectores populares y movimientos sociales sino también los sectores religiosos, empresarios, y la burguesía comercial. El sostén del presidente viene siendo apenas una fracción de la oligarquía nacional, propietaria de grandes extensiones de tierra en el país, algunos capitales bancarios y, fundamentalmente, claramente y decisivamente sigue sostenido por los Estados Unidos, que agradecen a Jovenel Moïse estar acompañando el interés geopolítico de Trump de atacar a la Venezuela bolivariana y también atacar a instrumentos importantísimos de integración regional como lo han sido Petrocaribe y Caricom, la Comunidad del Caribe.
Es tan claro que son los Estados Unidos y los sectores internacionales de poder los que tienen la última palabra que el 1 de octubre se reunieron en un espacio que se llama Core Group que nuclea a la OEA, la ONU, la Unión Europea, los Estados Unidos y a exponentes de otras potencias coloniales europeas para decidir cuál va a ser el destino del país e intentar arreglar ciertas condiciones, tal vez para una transición política por Moise, pero que de todos modos intentan que sea completamente controlada por los agentes de poder internacional.
¿Cómo es la situación social y económica en Haití?
La situación social y política en el país es realmente dramática. Haití esuno de los países más pobres y más desiguales de todo el mundo cuyos indicadores sociales y económicos son en todos los aspectos absolutamente negativos, con problemas particularmente dramáticos como el hambre, llamado eufemísticamente a veces “inseguridad alimentaria”, que golpea, según la FAO, al 60% de la población que no tiene garantizada su alimentación cotidiana, además de problemas como el desempleo y la miseria generalizada. Haití es un país absolutamente empobrecido y su mercado laboral es totalmente informal. Y también, por supuesto, la debilidad pronunciada de un Estado como el haitiano que no ofrece prácticamente ningún servicio público en relación a la salud y la educación que están completamente privatizadas y son deficitarias.
Además el país es producto de una crisis en el campo de larga data, que viene de la década del 80 del siglo pasado, tiene un éxodo campesino que va a parar a las grandes ciudades, sobre todo hacia la capital Puerto Príncipe, y también a nutrir a la extensa diáspora en diferentes países de Europa, en Estados Unidos y en América Latina. Sobre este cuadro, esta situación más histórica de largo plazo, hay que sumar factores de una crisis económica muy intensa de los últimos años que está vinculada sobre todo a la devaluación permanente de la moneda nacional que pierde su valor frente al dólar norteamericano, lo cual afecta y encarece la vida cotidiana. Haití es absolutamente dependiente de la importación de productos, no solamente manufacturados, sino también agrícolas y agroindustriales, y está en un proceso de inflación que ha llegado hasta a un 17% el año pasado. Todo eso es un coctel económico explosivo en este contexto social de miseria y desigualdad.
¿Qué hay realmente detrás de la crisis en Haití?
Por Keston K. Perry
Décadas de neoliberalismo, neocolonialismo y ahora la injusticia climática han llevado a Haití al límite
Desde hace meses Haití se ha visto sacudido por la intensificación de las protestas. Una crisis económica cada vez más profunda y la creciente escasez de combustible y alimentos han enviado a las personas a las calles, exigiendo la renuncia del presidente respaldado por Estados Unidos, Jovenel Moise, quien hasta ahora se ha resistido a renunciar.
La crisis comenzó el año pasado y se vio agravada por los desastres naturales que devastaron repetidamente la nación isleña: los huracanes destruyeron viviendas, la producción de alimentos, medios de subsistencia e infraestructura y una sequía severa agotó los recursos hídricos de la isla.
Si bien los medios internacionales se han centrado en una historia familiar de corrupción y mala gestión, lo que subyace a esta crisis debilitante es mucho más grave: una combinación mortal de neocolonialismo, neoliberalismo e injusticia climática. De hecho, lo que está sucediendo ahora en Haití es extremo y debería asustarnos a todos, ya que presagia lo que podría pasarle al resto del planeta si no tomamos medidas inmediatas.
Petrocaribe y la crisis del combustible
En enero de 2006, Haití se unió al programa de solidaridad venezolano Petrocaribe, que le suministró petróleo en condiciones favorables. El país pudo comprar 60.000 barriles por día a un precio con descuento, con la mitad de los costos reembolsables durante 25 años a una tasa de interés del uno por ciento en efectivo, o a cambio de bienes que Haití exportó.
Se suponía que esto liberaría recursos para iniciativas de desarrollo económico en infraestructura e impulsaría la producción agrícola. Sin embargo, la corrupción a gran escala se tragó miles de millones de dólares de ganancias que el programa reportó al Gbierno, al tiempo que acumuló una deuda creciente con Venezuela.
Con la economía venezolana en ruinas, Caracas tuvo que detener los envíos de petróleo en marzo de 2018, lo que provocó la escasez de combustible en Haití. La crisis se vio agravada por la medida del Gbierno en julio de ese año para eliminar los subsidios a la energía, que aumentó los precios del combustible en más del 50 por ciento.
La decisión fue tomada bajo presión del Fondo Monetario Internacional, que prometió un paquete de préstamos financieros de 96 millones de dólares para ayudar al país a pagar su deuda, y el G20 y las agencias internacionales, que han estado pidiendo el fin de los subsidios de combustible. La medida también reflejó los compromisos de política de Haití en virtud del Acuerdo de París para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 31 por ciento para 2030.
El corte del suministro de petróleo del programa Petrocaribe también obligó al Gobierno haitiano a recurrir al mercado global, en particular al proveedor de energía con sede en Estados Unidos Novum Energy Corp, para suministrar combustible. A medida que el Gobierno ha caído más en deuda, ahora debiendo unos 130 millones de dólares a los proveedores de combustible, la escasez empeoró.
Subsidios de combustible muy necesarios
Al sucumbir a la presión internacional para recortar los subsidios, el Gobierno haitiano acomodó las agendas extranjeras pero puso en peligro la supervivencia de su propia población. El país produce solo el 0,02 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y, sin embargo, su gente está pagando un precio desproporcionado por cumplir con las normas financieras internacionales y los controles de emisiones.
Los subsidios a los combustibles se incrementaron en solo el 2,2 por ciento del PIB de Haití y fueron una de las formas en que el Gobierno pudo apoyar a los ciudadanos empobrecidos, aun luchando después del terremoto masivo de 2010 y las consecuencias de los desastres naturales anuales.
Después de los recientes huracanes, muchas comunidades quedaron fuera de la red y se ha necesitado mucho combustible para hacer funcionar los generadores de electricidad. La economía del país también ha sido devastada, con la mayoría de las personas empleadas en el sector informal y altamente dependientes de tener acceso a combustible más barato.
De hecho, estos subsidios energéticos estaban brindando el apoyo muy necesario a más de 6 millones de haitianos empobrecidos que viven con 2,41 dólares al día.
Desde mediados de 2018, la crisis ha empeorado progresivamente y, recientemente, las protestas contra el Gobierno se han intensificado.
Para cualquiera que visite Haití hoy está claro que las medidas de austeridad y las fuerzas de «libre mercado» no pueden resolver los problemas de un país que enfrenta los peores efectos del cambio climático, la disfunción del Gobierno, la corrupción de los donantes y una crisis de deuda interminable.
Al mismo tiempo, a pesar de los esfuerzos realizados para desprenderse de los combustibles fósiles y a pesar de estar clasificado entre los tres primeros países más vulnerables al cambio climático, Haití ha tenido problemas con la acción climática. Sus esfuerzos carecen de enfoque y son impulsados principalmente por donantes internacionales.
Por ejemplo, según una investigación que hice el año pasado, el país está luchando para acceder a financiamiento asignado a través de iniciativas globales como el Fondo Verde para el Clima (GCF). Las barreras burocráticas y los criterios onerosos hacen que sea casi imposible para el Gobierno aprovechar estos recursos.
Esto ha impedido que el país construya su resiliencia climática y, ahora, con cada desastre natural que le golpea, tiene que depender de las donaciones a corto plazo de las agencias de ayuda internacional para manejar sus consecuencias.
Neocolonialismo en tiempos de cambio climático .
La crisis haitiana es producto de la combinación tóxica de colonialismo, neoliberalismo y un enfoque injusto para enfrentar el cambio climático.
La degradación ambiental, que se exacerba con cada temporada de sequía y huracán, se remonta al dominio colonial francés sobre Haití cuando se abusó de la tierra y los bosques, lo que hace que grandes extensiones del país sean estériles e infértiles.
Después de que Haití lograse liberarse del dominio colonial francés a principios del siglo XIX, cayó dentro de la creciente esfera de influencia de EE.UU. y no ha podido liberarse desde entonces. Estados Unidos no solo ocupó el país durante casi dos décadas e interfirió reiteradamente en sus asuntos, sino que hoy también está apoyando a un presidente muy impopular cuya dimisión sigue exigiendo el pueblo en sus protestas masivas.
Al tiempo que evita que el pueblo haitiano responsabilice a sus políticos y combata la corrupción, Washington también ha estado imponiendo políticas neoliberales en el país, lo que ha contribuido a su crisis económica.
El enfoque estadounidense de la economía haitiana ha sido predominantemente extractivo. El país tiene aproximadamente 2.000 millones en depósitos minerales explotados principalmente por corporaciones estadounidenses y canadienses.
Es hora de la justicia climática
Es hora de que el mundo comience a prestar atención a lo que está sucediendo en Haití, porque su crisis ilustra lo que sucederá al resto del mundo si las políticas neoliberales y neocoloniales continúan dominando la economía global.
Los haitianos ahora han despertado con la idea de que la economía de libre mercado al estilo estadounidense solo empeorará su creciente crisis frente al cambio climático y el subdesarrollo. Han estado luchando por su cuenta, totalmente conscientes de que sus élites nacionales no abordarán sus preocupaciones y solo podrán permanecer en el poder debido a la intervención de Estados Unidos.
Hasta este momento, el movimiento internacional de acción climática ha ignorado por completo lo que ha estado sucediendo en Haití. Si bien los llamamientos para un nuevo acuerdo verde global son encomiables, no pueden ignorar la continua injusticia climática que está ocurriendo en lugares como Haití.
Si realmente va a haber un «nuevo» acuerdo, entonces no puede seguir el enfoque paternalista de «sabemos lo que es mejor para usted». Necesita dar cuenta de las realidades en el terreno en el Sur global, de manera que no cause más daño que beneficio.
La transición a un nuevo sistema energético solo puede tener éxito si se reconoce el poder que el Norte global aún tiene sobre el Sur y la necesidad de justicia climática.
La acción climática solo puede generar un statu quo nuevo y sostenible si reconoce la acción y la experiencia de los países en desarrollo y los movimientos indígenas, de la clase trabajadora y campesina, y se basa en este conocimiento.
En Haití, el apoyo debe extenderse a los haitianos negros de la clase trabajadora, que constituyen la mayoría de la población, y satisfacer sus necesidades básicas. Las protestas populares y sus demandas deben ser respaldadas y se debe facilitar un proceso de asunción de responsabilidades.
El país también necesita una importante inversión sin compromisos realizada bajo un escrutinio anticorrupción para ayudar a alejar su economía del extractivismo y la dependencia de la exportación de recursos y ponerla en un camino hacia el desarrollo verde. Solo entonces puede comenzar el proceso de construcción de resiliencia climática bajo el liderazgo de los propios haitianos. De hecho, Haití será la primera gran prueba para el movimiento transnacional de justicia climática. Si no se hace justicia climática con los haitianos, entonces el nuevo acuerdo verde global está condenado al fracaso.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera.
Keston K Perry es un economista político con experiencia en política climática en el Caribe y América Latina. @kestontnt
Fuente: https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/crisis-haiti-190927092336787.html
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.