viernes 18 de abril, 2025

La guerra comercial en el «nuevo orden post-Occidental» (Dossier)

Publicado el 11/07/18 a las 8:30 am

Presentamos un dossier de tres artículos. El primero analiza las tensiones comerciales y la confrontación directa, en principio arancelaria, que la administración Trump lleva contra contra la OMC y el G7. Sin embargo su unilateralismo promovería su pérdida de liderazgo «occidental». En el segundo artículo  el canciller ruso Sergei Lavrov advierte que «nos encontramos ante un orden mundial post-Occidenta» y «multipolar». El último artículo, destaca que la guerra comercial es una consecuencia directa de la Gran Recesión y la Gran Depresión desde 2008. Trump busca una guerra comercial sin supervisión del Congreso sin medir los costos de la economía mundial y en particular, de los efectos en el sector manufacurero y en el mercado de acciones.

Estados Unidos fuera del juego

Las tensiones comerciales entre las potencias (Estados Unidos, Europa y China) expresan la probabilidad del final del orden mundial multilateral de la segunda posguerra.

La llegada de los republicanos al poder en enero del 2017 auguraba una profundización de las políticas unilaterales promovidas por los demócratas. Lo que ha sorprendido al mundo es la agresividad con la que el presidente Donald Trump anuncia su política exterior y sus efectos sobre el multilateralismo; creado por el propio Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial e instalado en 1944 como la esencia de la Pax Americana y el orden mundial de post guerra. Todo apunta a que estamos al final de ese orden mundial multilateral de segunda post guerra, como señala Zizjek, y que estamos entrando en una etapa de confrontación directa para tratar de reafirmar el liderazgo estadounidense ante su pérdida de hegemonía. Está logrando lo inverso.

Desde el punto de partida del G6 en 1975, cuando los jefes de Estado y de gobierno de Francia, Alemania Occidental, Estados Unidos, Japón, Reino Unido e Italia discutieron el impacto del precio del petróleo, la crisis financiera y las vías para salir de la recesión; hasta el primero de marzo de 2018, cuando el presidente de Estados Unidos anunció la imposición de tarifas arancelarias a las importaciones de acero y aluminio estadounidenses, los acontecimientos económicos internacionales han modificado las reglas de intercambio, los mercados, los acuerdos comerciales, las prácticas diplomáticas y las instituciones del comercio mundial. En ese periodo se creó la OMC, el TLCAN, el Mercosur, se vigorizó el ASEAN, llegó y se fue el Unasur, y se anunció la integración africana. El G6 se volvió G7, con la incorporación de Canadá en 1976. Casi una década después de la refundación de Rusia, esta fue invitada pero como G7+1. Ese 1 no tiene nada en común con el resto, y queda a la voluntad de los miembros plenos invitarlo o no. Lo significativo es que si no hay consenso para su permanencia, el uno puede ser dejado de lado.

La OMC fue creada en abril de 1994, a través del Acuerdo de Marrakesh, para asegurar las políticas de libre comercio que el Banco Mundial y el FMI habían instalado alrededor del mundo. Esto fue aplicar las políticas que el Tesoro y el Congreso de Estados Unidos habían acordado para los organismos multilaterales. Empero, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Estados Unidos fue el primero en romper el espíritu de la OMC. Propuesto por México pero articulado en Washington, el TLCAN colocó lo trilateral sobre lo multilateral en la relación entre Estados Unidos, México y Canadá. No obstante que Estados Unidos ratificó la OMC en 1994, meses después de haber ratificado el TLCAN. Así, por un lado seguía con el juego multilateral y por el otro abría un juego trilateral contrario.

Tratados

Estados Unidos sólo tiene, actualmente, 20 tratados de libre comercio, pero con una distribución geopolítica interesante: 12 están en el hemisferio americano, acorde al principio de continentalización del siglo XIX donde se percibe y actúa con el resto del continente como parte de sí mismo; cinco están en Medio Oriente; dos en Asia y uno en Oceanía. Todos son aliados militares.

Unilateralmente, Trump impuso aranceles de 25 por ciento al acero y 10 por ciento al aluminio dado que Canadá y México no cedían a sus demandas de renegociación del TLCAN. Esta medida la amplió a China y la Unión Europea. De este modo, todo parece indica que el libre comercio ya no le interesa a Estados Unidos, ahora cuando más necesita al mundo y el mundo ya no lo necesita tanto, como dice Zizjek. El mercado mundial dinámico del siglo XXI es China, ya no es Estados Unidos.

El argumento para poner aranceles de manera unilateral fue la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite imponer barreras comercial, por un período indefinido, cuando el mercado internacional amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. El conflicto de Estados Unidos con el G7 fue señalar una serie de aranceles que aplican todos los miembros del G7 y China contra este país, lo que no parece ser cierto o, de ser así, por qué no recurrió a la OMC para su arbitraje. De igual unilateralismo se podría considerar el alza de la tasa de interés de Estados Unidos que, de mantenerse la trayectoria actual, podría alcanzar el 4 por ciento para fines del 2019. Las consecuencias sobre la economía mundial, los mercados de commodities y los tipos de cambio serán devastadores –las deudas públicas se verán severamente impactadas, en Europa y Japón e incluso en Estados Unidos dado su altísimo nivel de endeudamiento–.

Aranceles

Lo que ha mostrado Trump, acompañado de Bolton, es que Estados Unidos puede hacer un tour de force sin respetar a la OMC ni a nadie. Anunció el alza de los aranceles de forma unilateral y generó un problema en la reunión. Trudeau dijo al final de la misma que Canadá “no tomaba a la ligera la imposición de aranceles a productos canadienses” y que “era insultante señalar como excusa problemas de seguridad nacional” cuando canadienses han peleado lado a lado a los americanos en diversas guerras. Peter Navarro, asesor de política comercial de la Casa Blanca desde el avión presidencial yendo a Singapur, dijo en respuesta: “Hay un lugar especial en el infierno para cualquier líder extranjero que se involucre en diplomacia de mala fe con el presidente Donald J. Trump y luego trate de apuñalarlo por la espalda al salir”.

La OMC nunca fue señalada en este dialogo de baja estofa. La reacción de los líderes mundiales fue llamar a la reunión de Quebec, una del G6 +1, con las consecuencias que tendrá para el sistema internacional y la pérdida de prestigio de quien fuera su líder. Queda abierta la posibilidad que Estados Unidos no sea invitado a la próxima reunión del G7 (menos 1) en Biarritz, Francia, a mediados del 2019.

El nuevo orden post-Occidental, según el canciller ruso Sergei Lavrov

Por Alfredo Jalife-Rahme (2)

A 17 días de la cumbre de Trump y el zar Vlady Putin (), el canciller ruso Sergei Lavrov aseveró al Canal 4 de Gran Bretaña que nos encontramos en el orden mundial post-Occidental, cuando se asienta un nuevo orden multipolar.

El fracturado “Occidente (whatever that means)” intenta infructuosamente frenar el nuevo orden multipolar: “después de cinco siglos de dominio de Occidente en forma colectiva –nota: se ha de referir al advenimiento industrial británico y al concomitante colonialismo europeo, sumados de la hegemonía de EU después de la Segunda Guerra Mundial– no es muy sencillo ajustarse a las nuevas realidades de que existen otras potencias desde el punto de vista económico, financiero y político” ().

Asombra que no haya realizado su taxonomía mediante el rubro militar, donde Rusia se ha posicionado con su nueva panoplia de armas supersónicas (https://sptnkne.ws/gTkc), no se diga la gran batalla en la próxima década en el segmento de la Inteligencia Artificial entre EU y China (https://sptnkne.ws/hRJu).

Los otros tres candidatos que enumera, después de EU y Rusia, son China, India y Brasil.

Impacta que Lavrov cite a Brasil, que pertenece al grupo de los BRICS que la dupla anglosajona y el neo-monroismo de Trump intentan demoler por todos los medios, entre los cuales sobresalen la defenestración de la presidenta Dilma Rousseff y el encarcelamiento de su popular ex presidente Lula.

Lavrov considera que Rusia no configura el Nuevo Orden Mundial que es resultado de la historia y el desarrollo mismo.No define al desarrollo mismo en términos militares, quizá para no atemorizar a los televidentes británicos, sino en términos economicistas y financieristas, donde predominan –en el ranking del PIB medido por el Poder Adquisitivo de la CIA () –China(primer lugar), EU (tercero), India (cuarto), Rusia (séptimo) y Brasil (noveno).

No cita a Japón (quinto) ni a Alemania (sexto) ni a la Unión Europea (segundo): “No se puede realmente esperar contener económica y financieramente a los nuevos (sic) poderosos países. No se puede realmente ignorar su papel en el comercio y la economía del mundo, pese a que se intente” frenar el proceso con sanciones y tarifas en violación a los principios de la OMC, lo cual “no depende de ninguna administración (sic) de cualquier país”, en clara alusión a Trump.

El entrevistador británico le reclama no haber mencionado a la UE, a lo que replica Lavrov: “la UE es parte del Occidente colectivo (sic) con la suma de nuevos miembros de Europa oriental. La UE es ciertamente un pilar muy importante de cualquier orden mundial”, pero “lucha ahora (sic) para no perderse en este nuevo orden mundial que está siendo configurado. No es fácil, ya que su dependencia eden EU es algo que un número de sus miembros desean mantener”, mientras que existen otros miembros quienes creen que deben ser un poco más autosuficientes en asuntos militares, por lo que la iniciativa del presidente Macron y Alemania consideran algún tipo de defensa europea.

El contencioso y el devenir de la UE, complicados por la salida del nacionalismo económico británico vía el Brexit, son motivo de una doble ofensiva letal promovida por George Soros, connotado instrumento de la CIA (https://goo.gl/F6h7sC), quien propicia su balcanización y el colapso del euro.

Pareciera descabellado que el canciller Lavrov haya proferido en una televisora británica (¡mucho ojo!) la configuración del nuevo orden mundial cuando el planeta agudiza lo que he denominado la globalización del caos –donde resaltan los exiguos fractales de la tripolaridad de EU/Rusia/China ()– cuando a 10 días de la cumbre de Helsinki Trump inició su ominosa guerra comercial contra China (https://sptnkne.ws/hX8h).

En caso de que Trump jale también a la UE, la guerra comercial afectaría 80 por ciento de los intercambios, que en Pekín catalogan como la mayor guerra comercial de la historia económica ().

¿Podrán Trump y Putin lubricar en Helsinki el nuevo orden post-Occidental?

Guerra comercial y depresión

Por Michael Roberts (3)

Hoy es una fecha límite para la economía global. El gobierno estadounidense de Trump empieza a aplicar aranceles comerciales a las importaciones desde China por más de 34 billones de dólares . Y Beijing está preparando a una cantidad similar en represalia. Si sumamos a estas medidas el montón de aranceles y contra- aranceles que aumentan en el Atlántico y América del Norte producto de las guerras económicas que ha lanzado Trump las cifras superarán los $ 100 mil millones de dólares , hasta hoy.Y esto es solo el comienzo. La escalada de esta guerra comercial podría fácilmente superar los mil millones de dólares, es decir el 1.5% del PIB global. Sería equivalente a una cuarta parte, o más, del comercio total del mundo el año pasado (unos US $ 3.9 billones de dólares) y, al menos el 6% del comercio mundial de mercancías (por valor de $ 17.5 billones en 2017, según la Organización Mundial del Comercio).

Los $34 mil millones en importaciones chinas que serán sometidas a tasas impositivas, por Trump, son más o menos equivalentes a un mes de las importaciones procedentes del gigantes de Asia . Se aplicará un impuesto de importación del 25%  a 818 productos, que van desde calderas de agua y tornos hasta robots industriales y automóviles eléctricos. A cambio, Beijing aplicará una tasa similar en una lista que incluye soja, mariscos y petróleo crudo. Ambos países también han emitido más listas de productos que afectaría a unos $ 50 mil millones en cada lado.

Enfurecido por las represalias de China, Trump ha ordenado que se imponga otro 10% en los aranceles (otros $ 200 mil millones en importaciones) y además ha amenazado con aumentar la cifra en  $ 200 mil millones más. A lo que Pekín ha prometido una respuesta equivalente. Las importaciones estadounidenses desde China fueron por $ 505 billones de dólares el año pasado, mientras que las exportaciones estadounidenses a China alcanzaron los  $ 130billones. Por lo tanto, unos aranceles equivalentes a 450 billones prácticamente barrerá con gran parte de las importaciones estadounidense desde China.

Las auto-guerras comerciales de Trump podrían valer incluso más de $ 600 billones de dólares. En una entrevista televisada el domingo, el presidente Trump calificó su plan para imponer aranceles a los automóviles importados  como parte de las medidas de seguridad nacional de los Estados Unidos. Esta visión es sin duda la forma en que también ve esta guerra comercial la Unión Europea. Según datos oficiales, EE.UU., importó $ 192 mil millones en automóviles y camionetas en 2017 y otros $ 143 mil millones en repuestos por un total de $ 335 mil millones.

Luego está NAFTA. Los EE.UU. comercian más con Canadá y México ($ 1,1bn) que con China, Japón, Alemania y el Reino Unido combinados. Trump está tratando de renegociarlo justo ahora que México ha elegido a AMLO, un presidente nacionalista de izquierda. Trump parece creer que las tasas automotrices le darán influencia sobre la UE y Japón en las negociaciones comerciales, así como sobre Canadá y México en las conversaciones sobre un nuevo Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte. Trump está presionando para forzar la capitulación de estos países. Por esa razón, EE. UU. podría imponer aranceles del 20% sobre algunas o todas estas importaciones.

Luego está el FART. Trump está planeando un proyecto de ley a través del Congreso, llamado Fair and Reciprocal Tariff Act (FART para abreviar). El FART permitiría a Trump abandonar las reglas arancelarias de la Organización Mundial del Comercio, otorgándole autoridad para: cambiar unilateralmente los acuerdos arancelarios con ciertos países, abandonar las normas comerciales centrales de la OMC, terminar el principio de «nación más favorecida» que impide que los países establezcan tipos arancelarios diferentes en los acuerdos de libre comercio (tipos arancelarios consolidados), finiquitar los límites arancelarios que cada país miembro de la OMC ha acordado previamente .

En resumen, le daría a Trump la autoridad para iniciar una guerra comercial sin supervisión del Congreso, todo mientras incumple de manera evidente las normas de la OMC. En esencia significaría el fin de la OMC.  Ahora, un destacado patrocinador de Trump ha declarado: «esto huele mal». Pero el mal olor está empeorando.

Cualquier arancel que EE. UU., imponga probablemente tendrá represalias. Los funcionarios de la Unión Europea han estado trabajando en un plan que impondrá impuestos por más de 10.000 millones de euros a bienes estadounidenses como represalia si Trump mantiene los aranceles sobre los $ 61 mil millones en automóviles y repuestos que importó de la UE en 2017.  Este escenario -de aranceles a favor y en contra-, afectaría a más de $ 650 mil millones de dólares del comercio mundial, con consecuencias para las empresas en todo el mundo.

¿Cuál es el impacto probable en el crecimiento global de esta guerra comercial?

Paul Krugman, el economista keynesiano, ganó el Premio Nobel de Economía por su trabajo en el comercio internacional , hizo recientemente un cálculo aproximado. Krugman reconoce que “una guerra comercial total podría significar aranceles en el rango del 30 al 60%; y esto provocará una gran reducción en el comercio, tal vez de 70%”.

El costo general para la economía mundial sería una reducción de 2 al 3 por ciento del PIB mundial por año, lo que eliminaría más de la mitad del crecimiento mundial actual de alrededor del 3-4% anual (este último suponiendo que no haya una nueva recesión global).

Krugman nos recuerda que en la Gran Depresión de la década de 1930, la guerra comercial lanzada por los EE. UU. Con la tarifa Smoot-Hawley aumentó los aranceles hasta en un 45%. «Por lo tanto, tanto la historia como los modelos cuantitativos sugieren que una guerra comercial nos llevaría a aranceles bastante altos, con tasas probables de más del 40% «.

No debemos de olvidar que las tasas actuales de aranceles comerciales mundiales son solo del 3-4%. Además el comercio mundial ya se ha tambaleado por el impacto de la Gran Recesión y la posterior Gran Depresión. La participación del comercio en el PBI mundial se ha estancado en alrededor del 55% (véase la figura a continuación).

De hecho, la gran era de la globalización ha terminado. Ahora, la guerra comercial, que es otra consecuencia de la Gran Recesión y la Gran Depresión desde 2008, podría hacer retroceder la participación del comercio mundial a los niveles de 1950, según Krugman. «Si Trump realmente nos lleva a una guerra comercial, la economía mundial se volverá mucho menos global».

Ante esto, Krugman consideró las posibilidades de éxito económico de EE. UU. Calculó ya dejaría de crecer a un 2%  real , del PIB, cada año. Como se espera que el crecimiento promedio sea de alrededor del 2% anual durante los próximos cinco años (suponiendo que no haya una recesión mundial), eso significaría que la economía estadounidense se estancaría. Esto no sería tan malo como la Gran Recesión, que derribó en un 6% de crecimiento del PIB real de Estados Unidos, pero es lo suficientemente malo como para una etapa más de la actual Larga Depresión.

Otros países serán golpeados de manera aún más dura. Varias de las principales economías dependen del comercio con los EE. UU. Y Europa para crecer. En la liga de la cadena de valor global para el comercio, Taiwán encabeza la lista con casi el 70% del valor agregado proveniente de las exportaciones; y muchos países de Europa del Este también tienen altas relaciones de exportación. Estados Unidos solo está al 40% y, de hecho, China está por debajo del 50 por ciento.

Según la gestión de activos de Pictet, si un arancel del 10% sobre el comercio de EE. UU., se transfiriese por completo al consumidor, la inflación mundial aumentaría en aproximadamente un 0,7%. Esto, a su vez, podría reducir las ganancias corporativas en un 2.5%reducir las relaciones precio-ganancias de las acciones globales hasta en un 15%. Todo lo cual significa que las acciones globales podrían caer en un 15-20%. En efecto, esto haría retroceder el precio del mercado de acciones mundial provocando un desplome en tres años.

Mientras tanto, los gobiernos asiáticos, liderados por China, continúan una campaña para relajar las restricciones comerciales entre ellos, mientras toman represalias a la guerra comercial de Trump.

La semana pasada, la Asociación Económica Integral Regional de 16 naciones ( que incluye a China, Japón e India pero no a EE. UU.) se reunió en Tokio para completar un nuevo pacto comercial que incluiría también a los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, como Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, y que cubren un tercio de la economía mundial y casi la mitad de la población del globo.

Y, por supuesto, como he argumentado anteriormente, China está impulsando su esquema de inversión global a través de las rutas de la seda en Asia central. Entonces, aunque muchas economías asiáticas y de Europa del Este pueden sufrir más que los EE. UU., con una guerra comercial global, a largo plazo, las rutas comerciales pueden alterarse  y estarán más centradas en Euro-Asia, en detrimento de Estados Unidos y América Latina.

El crecimiento global ha estado repuntando en los últimos 12 meses luego de una corta recesión en 2015-16. De hecho, Gavyn Davies, blogger de economía de FT y ex economista jefe de Goldman Sachs, calculó que el crecimiento mundial aumentaría a un 4,4%, un punto porcentual más que hace un par de meses.

Sin embargo la guerra comercial de Trump afectará particularmente a los sectores manufacturero y productivo de las principales economías. Y aunque el crecimiento global en su conjunto puede haberse recuperado recientemente, el crecimiento de la industria mundial parece frágil. El PMI manufacturero mundial mide la actividad en la industria manufacturera y cualquier cantidad superior a 50 significa crecimiento. Así que no las cosas no se ven color de rosa.

De hecho, el mercado bursátil estadounidense no ha rebotado porque (a pesar del aumento excepcional de las ganancias corporativas) la posibilidad de un aumento de las tasas de interés aumentará el costo de los préstamos y el servicio de la deuda, Ha estos temores hay que agregar, ahora el impacto potencial de una guerra comercial.

Las esperanzas de un fuerte aumento en la inversión productiva a partir de los recortes de impuestos parecen frustrados. En lugar de más inversión, se ha triplicado ($ 150bn) las recompras de acciones.

Solo en el primer trimestre, las corporaciones estadounidenses repatriaron colectivamente $ 217 mil millones de sus depósitos internacionales, alrededor del 10% de los $ 2.1 trillones de billetes verdes que estaban en el exterior. Pero JPMorgan calcula que solo $ 2 mil millones de los $ 81 mil millones repatriados en el primer trimestre se gastaron en inversión productiva.

El crecimiento económico mundial (y el crecimiento de EE. UU.) puede haber alcanzado su punto máximo en el segundo trimestre de 2018 y actualmente no enfrentamos a la perspectiva de una guerra comercial total.

NOTAS.

(1) Oscar Ugarteche es Investigador titular C, IIEc-UNAM, SNI II, coordinador Proyecto obela.org.  Armando Negrete es  Técnico académico IIEc-UNAM, miembro el Proyecto obela.org.  Tomado de Página 12, 8/7/18

(2) Tomado de http://www.jornada.com.mx/2018/07/08/opinion/012o1pol(3) El autor es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession. Tomado el 7/7/18 de http://www.sinpermiso.info/textos/guerra-comercial-y-depresion

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