Obrero de su sonrisa
Publicado el 02/05/18 a las 8:05 pm
Intervención de Raúl Olivera en nuestro acto contra la impunidad este 27 de mayo y presentación de Mirtha Guianze en su intervención sobre el estado de la impunidad en nuestro país
| Foto Juan Angel Urruzola
Queridos compañeros, amigos todos: desde hace años, no por costumbre ni como parte de una suerte de rutina política, en abril y en julio nos convocamos para recordar públicamente dos hechos constitutivos de nuestra identidad.
En julio, que dos vertientes políticas, una libertaria que provenía de la FAU, de la Organización Política Revolucionaria 33 Orientales y de la Resistencia Obrero Estudiantil; y una proveniente del FER, en 1975 fundaron el Partido por la Victoria del Pueblo.
Y en este mes de abril, para recordar a los compañeros que a lo largo de nuestra historia entregaron su vida en aras de un sueño, de una propuesta política que más allá del nombre con el que se identificó en su momento, tuvo, tiene y tendrá continuidad mientras los anhelos de libertad y socialismo sean el horizonte hacia dónde vamos, a veces a los tropezones, pero siempre con un compromiso irrenunciable que hunde sus raíces en ese pasado.
Es larga la lista de compañeros que recordamos hoy. En el tiempo la encabezaría Olivar Caussade, el Viejo Pocho y la cerraría Gustavo Inzaurralde y Nelson Santana desaparecidos en Paraguay en 1977.
Permítanme que omita referirme a Gustavo y a Nelson pues a ellos muchas veces nos hemos referido y seguramente seguiremos haciéndolo. Voy a traer hoy aquí el recuerdo de Olivar Caussade, ese viejo obrero libertario que con seguridad no soñó que la organización especifica de la que escribía Raúl Cariboni en las cartas de FAU, la FAU sin puntitos entre sus letras, se llamaría Por la Victoria del Pueblo.
Para ello, una vez voy a acudir a la ayuda siempre invalorable de los recuerdos que nos dejó Hugo Cores en su libro Memorias de la resistencia.
Olivar Caussade, un ex obrero del frigorífico Artigas, al igual que Telba Juárez, era oriundo de Cerro Largo. Vivía en el barrio de Abayubá, en los límites de Montevideo, donde fabricaba bloques con los que ayudaba a sus vecinos a construir sus modestas viviendas. El 14 de octubre de 1972, un grupo de militares rodearon su casa. Lo buscaban porque había puesto sus conocimientos de albañilería para realizar unas construcciones en un local de la OPR 33. Entonces, ese militante de la Federación Autónoma de la Carne que tenía 50 años y que era conocido por sus compañeros más jóvenes como el “viejo Pocho”, se ocupó primero de dejar a resguardo a su hija Adriana de 9 años y se mató de un tiro en el pecho. El viejo Pocho ya no construyó bloques para servir de abrigo a los vecinos que lo acompañaron en su entierro, había optado por no entregarse a la represión.
Queridas compañeras, queridos compañeros, hace pocos días muchos tuvimos la oportunidad de presenciar en el festival de Cinemateca un interesante e invalorable trabajo documental que se refería fundamentalmente a algunos aspectos de nuestra historia, me refiero a Kollontai, apuntes de resistencia.
Sé que existe la ciencia de la arqueología, y que ellaestudia, describe e interpreta las civilizaciones antiguas a través de los monumentos, las obras de arte, los utensilios y los documentos que de ellas se han conservado hasta la actualidad. No sé si se puede hablar de una arqueología política, un tratamiento que estudie, describa e interprete la construcción de una organización política. Esa arqueología, ese estudio, esa interpretación del desarrollo y la construcción de una organización política no se debe realizar solamente sobre sus acciones, sus propuestas o los documentos que elaboraron; lo debe hacer también sobre las prácticas de seres humanos, de hombres y mujeres de carne y hueso que le dieron constitución y continuidad. Hombres y mujeres, que supieron amar y sufrieron desamores, que rieron y lloraron, y que fueron portadores de sueños y desvelos.
Debo confesar que para nosotros ese film de Nicolás Méndez, Adriana Moreira y Mariano Mindles, es algo más que un film-documental, es un verdadero trabajo arqueológico. Al igual que los buenos arqueólogos, esos jóvenes autores no entraron al terreno de nuestro pasado con una retroexcavadora, todo lo contrario, trataron con delicadeza cada pieza de esa historia, las ordenaron con respeto y las expusieron para un trabajo de interpretación y conocimiento que ellos no pretenden saldar. De ahí que esto que hoy hacemos aquí o en otros lugares donde militamos, es quizás sin la distancia necesaria que da el tiempo, es un intento modesto de contribuir a que otras generaciones asuman esa historia como propia. Sé que para ello, cada pieza que se rescate del pasado, debe tratarse con cuidado, con la debida delicadeza, sacudirle el polvo de los olvidos y si es posible reconstruir sus partes dañadas.
Alguien ha sostenido que no tenemos el derecho de cargarles la mochila de nuestro pasado a las nuevas generaciones. En esta modesta organización no transitamos livianos de equipaje, todo lo contrario, siempre les espera a quienes optan por levantar sus banderas una mochila de aciertos y errores para cargar, no como algo inútil sino como esas piezas arqueológicas que se recuperan con delicadeza y se tiene el deber de conservan con amor y con orgullo.
Queridos compañeros, la historia de los hombres y mujeres que luchan por la libertad y el socialismo es una gesta que deja huellas imborrables que desafían el paso del tiempo y las complicidades de los desmemoriados, ella siempre vuelve, como Elena. Vuelve en todas sus dimensiones.
La letra de una canción que interpreta Laura Canoura expresa algo muy hermoso. Dice del ser querido, que fue obrero de su sonrisa. Hoy quiero recordarles que los compañeros que evocamos y homenajeamos, fueron obreros de sueños y utopías, aquellos que llevaremos en nuestras mochilas por siempre.
Ahora, los dejare en compañía de nuestra invitada especial, una suerte de arqueóloga muy particular que se dedicó a buscar las piezas que contribuyeron a desentrañar los crímenes del terrorismo de Estado que permitieron, entre otros, procesar y condenar a muchos de los que desaparecieron a nuestros compañeros. Una luchadora que tampoco se bancó esta impunidad. Con ustedes Mirtha Guianze.