Daniel Viglietti una vida poniéndole música a las luchas
Publicado el 12/12/17 a las 2:33 pm
Juan Ángel Urruzola
Artículo de la Revista Compañero N.7
La desaparición física de Daniel Viglietti nos conmovió a todos. Los que ya tenemos algunos años lo conocimos en los 60, recuerdo clarito siendo niño haber escuchado en casa de mi hermano mayor Seis impresiones para canto y guitarra y Hombres de nuestra tierra con Juan Capagorry. Sonaba diferente a lo que en esos años era el folclore que en general provenía de Argentina y eran los Fronterizos, los Chalchaleros u Horacio Guaraní, pero empezó a sonar nuestra música, aparecieron Daniel, Alfredo o los Olimareños.
Algo más tarde, a partir del año 1968, la situación política del Uruguay se resquebraja y la cruda represión contra las movilizaciones estudiantiles se podría decir que encuentran en la voz de Daniel, con su disco Canciones para el hombre nuevo, una banda sonora que nos representaba y ponía música a nuestro imaginario.
En esos tempranos años Daniel practicaría a través de su música un compromiso militante apareciendo por diversos lugares a tocar, cada vez que la música podía decir presente en movidas solidarias o en conciertos militantes.
Es raro el por qué los uruguayos nos hemos acostumbrado a que la música sea parte de nuestras luchas, las acompaña, las sostiene, las prolonga y eso creo que se lo debemos a varias generaciones de músicos que así lo sintieron, pero particularmente a Daniel que ya en esos años cuando el Uruguay “Suiza de América” se caía a pedazos supo estar junto a los que luchan.
Hay una anécdota que para mí ilustra a Daniel: los enfrentamientos con el gobierno eran muy duros y los primeros muertos estudiantiles lo atestiguan, entre la izquierda también había tensión entre los diversos sectores como la Tendencia y los sectores vinculados al Partido Comunista, se puede decir que Daniel estaba más cercano a lo que se llamaba la Tendencia, sin embargo un día mi viejo que era periodista de El Popular, diario del Partido Comunista, me cuenta que el día anterior Viglietti los había contactado en el diario y les había dicho que quería ir a tocar para los trabajadores, para todos pero principalmente para los obreros.
Se acordó la hora y esa noche apareció Daniel por El Popular con su guitarra y entre rotativas, linotipos y bobinas de papel se improvisó un toque (como dicen ahora los pibes) para los trabajadores de El Popular, obviamente mi viejo que tenía grandes choques políticos conmigo y mis hermanos aprovechó para mostrarme que hasta Daniel Viglietti iba a tocar para ellos…
A mí esta anécdota me hizo siempre pensar en la importancia del artista comprometido, con su público, con su gente pero sobre todo con las luchas de su gente.
En los años del exilio me tocó estar en París donde también vivió Daniel y nació su hija Trilce, allí nació también mi hija mayor y en los repetidos viajes nos cruzamos, nos encontramos y siempre retuve de Daniel, aparte de sus calidades como músico, por encima de todo su capacidad de ser buena persona.
Las imágenes que acompañan esta nota y la calavera de la página siguiente, son de los primeros tiempos de nuestro regreso a Uruguay, tanto del suyo como del mío, un día algo o alguien me convocó a sacarle unas fotos a Daniel, nos encontramos en su casa de la época en Juan Paullier donde también estaba la editorial Trilce en la que trabajaba Annie, la madre de su hija Trilce, la primera foto me salió movida, pero me gusta, Daniel sonreía para la cámara, cosa no habitual en él, por eso creo esa foto de Daniel, movida y todo lo relata bien, la otra la saqué en el Parque cerquita de su casa y también sonríe…
Calavera para Daniel Viglietti
Ángel Vera recibió un correo electrónico de nuestro embajador en Bolivia, compartiendo uno que había recibido de Beatriz Stolowicz, de fecha: 2 de noviembre de 2017 y el Asunto decía: Calavera para Daniel Viglietti.
“Hola.
Como saben quienes han vivido en México, entre la noche del 1 y el 2 de noviembre es la ‘Celebración de Muertos’.
Para quienes no: según las culturas originarias, los muertos regresan a encontrarse con los vivos, tras un largo viaje. Por eso se les ofrenda lo que más gustaban de comidas, bebidas, música. Las ofrendas están adornadas espléndidamente con flores de cempasúchil (de color naranja, que se cultivan para estas fechas, que también tienen su leyenda nahuatl). Se hacen calaveritas de azúcar y de chocolate, se come un dulce pan de muerto.
Este año, en las ofrendas hermosas que se hicieron en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, hubo para los periodistas asesinados, por los muertos del terremoto, por los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Como parte de la celebración, se hacen distintas representaciones de la famosa ‘Catrina’ de José Guadalupe Posada, el caricaturista de crítica política en la época de Porfirio Díaz y en la Revolución. La Catrina es la ‘calaca’ (calavera que representa a la muerte) de la clase alta.
Y se hacen versos llamados ‘calaveras’, rimas de versos cortos.
Comparto la calavera para Daniel Viglietti que hizo nuestro compañero académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Enrique González Ruiz, publicada hoy en La Jornada en ‘El Correo Ilustrado’.
Abrazos, Beatriz”
La calaca está contenta se llevó a Daniel Viglietti.
Pronto lo reunirá
con don Mario Benedetti.
El poeta y el cantor
declamarán al de abajo;
el que invierte su sudor,
el que vive del trabajo.
No descansarán en paz,
pues su propuesta es luchar.
Ahora se pondrán de acuerdo
para ir a desalambrar.
Viglietti se retiró,
pero sólo en lo formal;
su canto está con nosotros
cual referente moral.
Buscamos al hombre nuevo;
que todos seamos hermanos.
Sin pizca de explotación
y con derechos humanos.
José Enrique González Ruiz