Por todo Chile
Publicado el 09/12/17 a las 1:37 am
Por Daniel Gerhard / Foto Catalina Gonzalez
Artículo de la Revista Compañero N.7
A las 17 horas de la tarde –como había acordado– me presenté frente a un mal mantenido edificio de cuatro o cinco pisos en el cruce Montt y Caupolicán, en la ciudad de Temuco. Allí me encontré con Bernardo, el compa con el que había acordado el encuentro desde Facebook, un par de meses antes. Subimos hasta el tercer piso y allí se encontraban unos cuatro compañeros más. Desde ese modesto apartamento se llevaba adelante la campaña del Movimiento Autonomista, uno de los trece partidos que formaron, hace apenas un año, el Frente Amplio chileno. Con esta iniciativa se pretende dar un paso en la superación del fraccionamiento político y partidario de la izquierda chilena y “de generar una fuerza política y social transformadora que sea una alternativa al duopolio conformado por la derecha y la Nueva Mayoría”, esta Nueva Mayoría es el nombre de la vieja Concertación con la adhesión del Partido Comunista.
En un estrecho living nos sentamos junto a una mesa pequeña llena de folletería. Afuera llovía, como los últimos días en una particularmente fría primavera. Mientras me cebo unos mates presento muy brevemente al Frente Amplio uruguayo y al PVP. “¿Cómo están?”, pregunto al terminar, “muy cansados”, responde un compañero de unos 50 años, el mayor de todos, “estamos a 20 días de las elecciones”. Enseguida les pregunto por “su” Frente Amplio. “Es una alianza electoral”, afirma, como quién aclara un tipo de relación marcando distancia, “en ella estamos todos los que queremos una profundización de la democracia, están desde liberales hasta nosotros”. Mientras me contaba lo incipiente de todo este fenómeno, que a la fecha rasguñaba los 10% en la intención de votos de los chilenos, empezaba a entrar más gente. Entre ellos un joven de mi edad, con su pareja y una niña de unos dos años, se presentan y le empiezan de dar de comer a su hija. Acto seguido entra otra muchacha, de unos 25 años, y a modo de presentación dice: “soy feminista, también milito en el Movimiento Autonomista”.
Resulta que el padre de la niña, Felipe Valdevenito de 29 años, es el candidato de los autonomistas para la Araucanía. Felipe me cuenta que habitan una de las zonas más pobres del país, además de conservadora, donde a la derecha le resultan fáciles sus campañas de promesas, regalos y prebendas. Además está atravesada por el conflicto mapuche, que está viviendo un momento de especial algidez. Felipe afirma que como herencia de la dictadura y de varias décadas de la Concertación, hoy cuentan con un Chile individualista, competitivo e insolidario. Además de una salud y educación totalmente mercantilizadas, donde los subsidios solo operan para trasladar dineros públicos a manos privadas. Denuncia que tanto Vamos Chile de Piñera como la Concertación son herencia de la Constitución pinochetista y la salida pactada a la democracia, y que no tienen la voluntad para superar ese modelo.
No sé bien cuando entró, pero allí estaba Nicolás, de unos 23 años, y me cuenta que había visitado Barrio Sur y le había sorprendido nuestra “cultura política” y la cantidad de “locales partidarios del Frente”, además me pregunta sobre el proceso de legalización del cannabis, sobre Mujica y sobre como pensábamos que era la era “pos-neoliberal”, antes de ensayar alguna respuesta noto que en sus manos tenía un cuadernito y lápiz, esperanzado en poder hallar alguna respuesta útil o esperanzadora al menos… algo así como lo que yo buscaba en ellos.
Ya había pasado la hora y media, y un grupo de tres muchachos de entre 20 y 25 años se ponen el gorro de “Beatriz Sánchez Presidenta”, y afirman que se van a volantear. Otro les dice que está lloviendo y recibe como respuesta que quedan veinte días, y se van. Beatriz es la candidata que triunfó en las internas de la nueva coalición, es periodista, tiene 46 años, y es madre de tres hijos. En una de las publicidades le explica a los chilenos su proyecto de un impuesto al 1% de los más ricos de su país para volcarlo a proyectos sociales. La publicidad no lo recuerda, pero ese 1% posee el 35% de la riqueza. Otras de las figuras conocidas de este Frente son los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson, jóvenes que ganaron notoriedad en las movilizaciones estudiantiles de 2011 por la gratuidad de la educación, hoy dirigentes de partidos conformadores de la nueva coalición. Otro camino fue el de Camila Vallejo, compañera en las calles en las multitudinarias marchas “pingüinas”, pero hoy diputada del Partido Comunista, formando parte del gobierno del Bachelet y contando con dos ministerios en él. Otro referente frenteamplista es Jorge Scharp, recientemente electo Alcalde de Valparaíso con escasos 32 años. “El compañero está dando una batalla contra el sector empresarial inmobiliario, si el compañero y los movimientos sociales ganan esta batalla… sería un antes y un después”, dice el cincuentón, quién afirma que por varias décadas había dejado de militar. Es que en Chile cerca de un 40% no participa en las elecciones. Hoy las encuestas dicen que la forma de que pierda Piñera es bajar estos porcentajes.
“¿Es cierto o es un mito que los mapuches votan a la derecha?” pregunto, para volver al tema caliente de la Araucanía. Nicolás –el joven de la libreta– asegura que es un mito. Dice que como estudiante avanzado de ciencias políticas conoce estudios que señalan que los mapuches votan independientes (fuera de los bloques históricos) y votan mapuches. Sí es cierto que en dicha región las opciones conservadoras sacan sus mejores resultados, fue la Araucanía el único sitio donde ganó en 1988 la opción por la continuidad de la dictadura, pero vale advertir que un 70% de los araucanos son chilenos, y un 30% mapuches (censo 2002). Así que no se puede explicar los triunfos de derecha a la población originaria de forma automática.
“¿Qué proponen para solucionar el conflicto?”, continúo. Allí todos miran a Bernardo, mi contacto de referencia que aún no había hablado: “Nosotros lo que proponemos es el Estado plurinacional, donde se reconozcan todas las naciones que habitan en Chile. Ningún gobierno reconoció que aquí siempre vivió otro pueblo”, hablando desde su ser mapuche. Pregunto si el gobierno de Allende tampoco, y responde que dio tierra pero como a otros campesinos pobres, con perspectiva de clase, no por su identidad y nacionalidad diferente. Y por ello, me explica Felipe el candidato, una de las propuestas distintivas del Frente Amplio es la Asamblea Constituyente, elemento de unión programática estrella de la coalición. Ese es el puntapié para la democratización del país, que debe contemplar, a la luz de la experiencia boliviana, la plurinacionalidad del Estado chileno.
“¡Que la política sea de todos y todas!” Es una de las consignas. Y es que si bien Chile suele figurar como de los países menos corruptos del continente, dicha práctica y los pactos del poder han alejado a amplios sectores de la sociedad que ni irán a votar. La participación viene disminuyendo de forma continua desde las elecciones de 1989, donde concurrieron el 87% de los habilitados, hoy se habla de que tal vez irán la mitad. Por ello esta consigna puede apuntar hacia varios lados, cuanto más gente vaya, peor le irá a Piñera, aseguran los analistas.
A la luz de los resultados
Más de la mitad de los convocados a las urnas se quedaron en su casa. Además de esto la noche del 20 de noviembre fue, en términos generales, de festejo y alegría para los frenteamplistas chilenos. Lo titulares de prensa que me recibieron el 26 de octubre rezaban con entusiasmo “Beatriz cae en las encuestas”, “Frente Amplio pasa del 15% al 13% en ultimas encuestas”. Y la realidad lo colocó en 20,26%, a menos de 2% del delfín de Bachelet, a menos de 2% de disputarle la presidencia a Piñera.
Nuestros amigos de Temuco no lograron hacer de Felipe diputado, pero el Frente Amplio pasa de tres (que accedieron con lema) a 20 diputados e incluso un senador. Pero la derecha recogió de todas formas su 36% con un su viejo conocido político empresario, y a su derecha, el temerario Kast un 8%, que enseguida lo ofrendó a Piñera para la segunda vuelta, porque “Chile no resiste otro gobierno de izquierda”. Si para Kast Bachelet lideró un gobierno intolerablemente izquierdista, sáquense los cálculos…
Más allá de si en el Cono Sur gobernará otro empresario político (Uruguay sería la única excepción), o si lo hará nuevamente la Concertación débilmente maquillada en Nueva Mayoría, lo que puede ser interesante es cómo evolucione esta iniciativa política, suma de viejos intentos superadores del neoliberalismo y nuevos liderazgos de jóvenes que gastaron sus suelas peleando contra gases lacrimógenos y chorros de agua –lanzados por gobiernos de la Concertación– por una educación pública.