El educador multifacético / Revista Compañero 5
Publicado el 26/08/17 a las 6:30 am
Daniel Gerhard |1
En lo que va del milenio el espacio de la Educación No Formal (ENF) ha ido ganando espacio como área de lo educativo, y junto con ese avance la figura del educador. Así como para describir qué es la ENF parece más sencillo empezar explicando por lo que no es (no es escuela ni liceo o UTU) el educador no es ni un maestro ni un profesor. Esto no quita que la ENF implique formas de educar intencional y planificadamente así como que el educador no tenga una formación y un rol definido en su acción educativa. Con el devenir del tiempo y de las necesidades que los gurises traen a los centros educativos, cada vez es mayor la tendencia a incorporar equipos de educadores en la Educación Formal, como es el caso de la UTU. Sin embargo, el grueso de los proyectos donde nos desempeñamos siguen encontrándose en la órbita del INAU, a través de los CAIF, Club de Niños y Centros Juveniles. Más allá de lo institucional y sus mapas, lo que quiero traer es mi vivencia como educador que seguramente tenga varios puntos de contacto con la de otros. E incluso intentaré ir más allá.
El educador educador
No es un error de redacción, quiero enfatizar que junto con las otras funciones que desempeñamos, los educadores tenemos la tarea de estimular los aprendizajes de las personas con las que trabajamos. Depende del proyecto en el que estemos donde estarán los énfasis, pero en principio ningún área es desdeñada: la inteligencia emocional y lo vincular, así como la lectura y la comprensión, sin saltearse la educación sexual ni la higiene. Si algo caracteriza a la ENF es ser una Educación Total, sin pretender que el educador sea un experto en las áreas mencionadas. Y es por ello que la clave de la ENF para que sea exitosa es la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo, así como la permanente investigación personal y con la población que trabaja.
La flexibilidad de la ENF y sus características le permiten (o debería) la libertad de experimentar y desplegar diversas formas de trabajar en lo que Vigozky llamó “zona de desarrollo próximo” de las personas. O sea, ayudar a lograr todo lo que le sea posible al “educando”. Que cada uno sea en sí mismo un taller experimental de conocimiento y autoconocimiento, descubriendo qué puedo saber y qué gozo. Que no haya un Mozart, un Einstein ni un Vaz Ferreira sin descubrir ni permitir descubrirse.
El educador psicólogo
Lejos estoy de querer afirmar que un educador puede sustituir al psicólogo. Sí destacar que la realidad del día a día nos pone en situaciones en donde nuestra palabra puede dejar una gran huella en la persona que la escuchará. Niños y jóvenes que a diario nos acercan sus dramas, a veces sin preguntar por ellos ni previo aviso. A veces somos como un médico de puerta para el alma. Y nuevamente por ello tenemos que contar con equipos que nos cuiden a los que cuidamos, así como acompañar de manera delicada pero firme a los que vienen a confiarnos su intimidad.
El educador paliativo social
Una parte de nuestra energía la dedicamos a irla llevando y solucionar lo emergente, aquel que no está viniendo porque no tiene championes, la otra que anda sin campera, o estar atento del que puede andar sin comer… Además cuando se van los gurises, hacer una llamadita aquí y allá para buscar soluciones de salud, vivienda, quién trabaja con casos de violencia… En algunos proyectos se cuenta con trabajadores sociales y en otros no. En unos más y en otros menos, el educador también está en esto. Saboreamos amargamente la injusticia y la desigualdad del capitalismo día a día conviviendo con sus víctimas, aunque no sea por una carestía propia, es una forma de vivirlo en primera persona.
El educador político
“Acá somos todos iguales” esa premisa no va en detrimento de las distintas responsabilidades que tienen los educadores y los gurises, o eventualmente los adultos. La igualdad, el valor de todos y de cada uno, más allá de su condición social o de características personales, es una idea permanente, una convicción, una herramienta política con la que trabajamos a diario. Y junto con ella la desnaturalización: de la desigualdad, de la violencia, de la discriminación y la marginalización. Dependerá, claro está, de cada equipo cómo esta idea se encarna en el proyecto educativo, y es que debe encarnarse. Un testimonio vale más que mil panfletos. Los espacios de ENF son y deben ser escenarios de acontecimientos donde se siembren, por medio de testimonios vivenciales, una huerta variada de valores, que darán sus frutos según el devenir de cada vida, de quiénes ayudan a regar y arar la tierra. Cada educador debe desplegarse con la responsabilidad cual si fuera el único en trabajar la huerta pero con la confianza (casi mística) de que la vida siempre puede más y la plantita germinará en algún momento. No es tan diferente al espíritu del compañero y su militancia por una sociedad socialista y libertaria.
Otra dimensión de este educador político es la conciencia de que trabaja con niños, niñas y adolescentes, hijos de obreros y obreras, o con ellos mismos, y que esta realidad lo compromete con la necesidad de éxito del proceso educativo que se propone estimular. Los que no nacieron dueños de medios de producción y dependerán de su trabajo, no se pueden permitir el no saber. Y es aquí donde —al menos yo— vivimos una trágica tensión, entre lo que es necesario y lo que va siendo posible.
El parche y el proyecto educativo
Muchas veces nos sentimos un aguantadero de gurises por la falta de posibilidad de hacer un proyecto más significativo en sus vidas, de poder cambiar los contextos… Pasan los años, y vamos trabajando con diversas generaciones, y la que era niña se vuelve madre, y la vida sigue adelante al igual que la injusticia y la pobreza. Al final nos sentimos un parche, y por momentos nos consolamos con ser “un buen lugar para estar” ya que no podemos ser esa herramienta de transformación potente que nos gustaría. Si somos un parche socioeducativo que al menos se combine con un esfuerzo (a largo plazo, se sabe) de transformación potente que cambie esta sociedad en la que nos tocó vivir, de tal forma que parte de nuestra tarea ya no sea necesaria. Un amigo perspicaz me dijo que lo que yo quería era quedarme sin trabajo. Pero como vimos, hay roles del educador que no caducan ni instalado el Socialismo. Es que con capitalismo o con socialismo, o sea, con pobreza o con igualdad, la ENF tiene que plantearse seriamente su rol en las trayectorias educativas de las personas, y para ello debería empezar analizando su relación con la educación obligatoria, o sea, la formal, a la otra que asisten nuestros educandos. Es necesario pensar la complementariedad educativa de los proyectos socioeducativos con la Escuela, el Liceo y la UTU. Y esto no puede hacerlo una de las dos partes a espaldas, sino ambas mirándose a la cara y cooperando.
El político educador
Sin duda pisar esta tierra despierta en muchos de nosotros la necesidad urgente de remover tantos muros contra los que nos damos, militando en diversos partidos o/y movimientos sociales. Y es que esta experiencia tan profunda nos lleva a una reflexión compleja llena de grises y contradicciones, que no se laudan con dos consignas ni con vociferadas sentencias. Por un lado intentamos trasladar la urgencia de procesos de cambio profundos porque tantos proyectos “parches” no dan para más, no sirven para nada y, por otro lado, reclamamos ayudas-parches inmediatos para personas a quienes le ponemos rostro, nombre e historia. Yo no sé si distanciándome de esta realidad podría mantener mi militancia política partidaria, con tantos sinsabores de todo tipo. Pero tampoco me imagino yendo a trabajar entregando todo durante mi jornada de trabajo, sin luego hacer un ejercicio crítico y político de esta realidad despiadada y trasladarla a una praxis política que tense la correlación de fuerzas hacia procesos revolucionarios, tan imperfectos como estos proyectos y mi entrega en el trabajo, pero no tanto como las instituciones que me pagan el sueldo.
1|Periodista, estudiante avanzado en la Licenciatura de Historia (FHCE-Udelar), educador en dos proyectos socioeducativos en Paso Carrasco, integra el Comité Central del PVP.
Odorico
Sep 16th, 2017
Creo que desde esta perspectiva, tengo que ponerme a pensar si la Educación No Formal es el verdugo de la Educación Popular, o por lo menos, la concepción de una metodología educativa que contribuye a la negación y desaparición de ésta. Siento que esta «nueva» figura del Educador No Formal sostiene una dialéctica de confrontación con la ética del Educador Popular, en tanto se coloca en un estamento de complementariedad de la educación bancaria.
Gracias por ayudarme a pensar.
Saludos!
admin
Sep 27th, 2017
Respuesta de Daniel Gerhard: «Gracias por tus preguntas y planteos compa, y sin ánimo de convencerte, las dicotomías que planteas nos las veo. Las críticas que se puede hacer a lo institucional y gubernamental, están dichas en la nota. Yo no veo que estos proyectos vayan en detrimento o compitan con otros que pueden salir del pueblo organizado. Y sí tienen la libertad metodológica y de contenidos suficiente para laburar desde la Educación Popular. Sortear la contradicción de ser un laburante explotado y educar pa otra cosa desde esa realidad es parte de nuestra historia misma.
Respecto a la crítica de nuestra complementariedad con la escuela, capaz que no fui claro, yo no hablo de una alianza ideológica con José Pedro Varela, sí reivindico el compromiso con contribuír a la alfabetización de los gurises desde otros contenidos y espacios. Creo que eso nos acerca a la transformación social, pero además a la dignidad de los gurises.
Arriba»
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