Un haitiano en el parlamento uruguayo, por la soberanía del pueblo haitiano violada por la MINUSTAH
Publicado el 12/04/16 a las 10:18 am
Camille Chalmers de la «Plataforma de organizaciones sociales por un desarrollo alternativo de Haití» junto a una delegación fue recibido por la COMISIÓN DE ASUNTOS INTERNACIONALES de la Cámara de Representantes el pasado 6 de abril. Como es usual los planteos fueron escuchados sin emitir mayores opiniones salvo promesas de retiro de las tropas uruguayas en octubre. Publicamos el acta de la Comisión acompañado por un breve informe de Hispan TV.
SEÑOR PRESIDENTE (Chiazzaro).- Agradecemos especialmente la visita de una delegación encabezada por el economista Camille Chalmers, coordinador de la Plataforma de organizaciones sociales por un desarrollo alternativo de Haití, que viene acompañado por las señoras Beverly Keene, Nancy Kolln y Mónica Riet y los señores Esteban Pérez, Andrés Olivetti y Kail Márquez.
Todos sabemos la situación problemática ‑trágica, pensamos nosotros‑ por la que está atravesando la República de Haití y hemos invitado al economista para que nos informe, nos relate y nos dé su parecer al respecto.
SEÑOR CHALMERS (Camille).- Queremos agradecer a la Comisión de Asuntos Internacionales por esta sesión de trabajo. Para nosotros es un honor estar aquí; siempre estamos muy contentos de estar en Montevideo.
Estamos presentes para exponer la voluntad del pueblo de Haití, que se ha expresado de múltiples formas, de que se retiren las tropas de la Minustah. Esta expresión, inclusive, fue confirmada por dos resoluciones unánimes del Senado haitiano que exigían el retiro de las tropas. Estamos hablando de un momento en el que el pueblo de Haití vive una situación bastante difícil caracterizada por una crisis económica, financiera, de alimentación ‑después de tres años de sequía‑, y también política e institucional, porque no es solamente una crisis electoral. Sabemos que las elecciones de 2015 se desarrollaron en malas condiciones y que los resultados fueron cuestionados por el conjunto de las fuerzas democráticas y de la población, y a pesar de que los resultados publicados por el consejo eran fraudulentos, hubo una presión de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la Misión de Naciones Unidas para avanzar hacia un balotaje, el 24 de enero, con un solo candidato. Así que nos parece muy extraño recibir lecciones sobre qué es la democracia, de gente que está de acuerdo en que haya un balotaje con un solo candidato. Por supuesto, eso no fue aceptado por el pueblo de Haití y hubo una movilización muy fuerte que culminó el 22 de enero con cientos de miles de ciudadanos en la calle, lo que obligó a parar el proceso.
Desde 2014 hay un vacío institucional. El Parlamento no puede funcionar realmente, como resultado de que el Gobierno de Martelly no quiso hacer elecciones durante cinco años, lo que expresa el derechazo de ese Gobierno a toda la arquitectura constitucional de 1987, una de las grandes conquistas democráticas del pueblo de Haití después de la caída de Duvalier. En la actualidad, el juego parece ser la imposición de un sucesor de Martelly que sigue con las mismas orientaciones y con la misma profundización de la dependencia alimentaria, financiera y política con los Estados Unidos, y el pueblo haitiano expresó claramente su voluntad para retomar el control de su país y de su destino. Esto nos permite cuestionar el rol que está jugando la Minustah en Haití porque esa crisis política está muy relacionada con su presencia, ya que siempre ha hecho alianzas con las fuerzas antidemocráticas y retrógradas que no están de acuerdo con la construcción institucional democrática. Podríamos dar muchísimos ejemplos, como el de cuando el presidente Martelly intentó encarcelar a un diputado electo en funciones y la Minustah estuvo presente para asegurar ese encarcelamiento, que finalmente no se ha podido producir, por la fuerza de la movilización popular. Decisiones antidemocráticas están siendo apoyadas por la Minustah y la crisis electoral actual muestra el fracaso total de uno de los objetivos postulados en las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que pretende que estas fuerzas estén en Haití para profundizar la democracia, reforzar las instituciones y desarrollar el estado de derecho a través de una reforma judicial y de elecciones democráticas, reforzando también el juego institucional. Estamos con resultados totalmente inversos, porque en el ciclo electoral comenzado en 1990 y llegando a 2010-2015, las peores elecciones que tuvimos fueron las dos últimas, en las que realmente se han dado manipulaciones. Ahora hay pruebas y documentos que muestran que Martelly no fue realmente electo en 2010, y de 2015 hay muchísimas pruebas que muestran que hay una manipulación grosera para forzar un resultado que no corresponde a la voluntad del pueblo de Haití.
Este fracaso es muy significativo cuando vemos el nivel de recursos invertidos para mantener esa presencia militar que no está reforzando la democracia ni las instituciones. Otro fracaso muy claro se da a nivel de los derechos humanos, porque los objetivos eran los de reforzarlos, defenderlos y promoverlos, cuando la Minustah es una fuerza que viola, de manera sistemática, los derechos básicos del pueblo de Haití, como ser el derecho a la educación y a la integridad física de las mujeres, ya que sufrimos un ciclo masivo de violaciones a mujeres, adolescentes, niños y niñas que queda totalmente impune, reforzando la cultura de impunidad. Lo más caricaturesco es la introducción del cólera en octubre de 2010, que a la actualidad ha cobrado 9.000 vidas de gente que debería estar con nosotros, porque esta enfermedad no existía en Haití. Hay más de 770.000 afectados por el cólera, lo que hace de Haití el país con más casos de cólera en el mundo, y no existía en Haití. Esta enfermedad fue introducida por las tropas de Nepal, país que sufría de una epidemia. Esto demuestra la negligencia criminal de introducir en Haití soldados de un país que sufre una epidemia sin hacerles pruebas médicas. Lo más indignante no es que Naciones Unidas no reconozca su culpa en la introducción del cólera, sino que tampoco esté invirtiendo recursos técnicos, científicos y financieros significativos para luchar contra la enfermedad. Por lo tanto, el pueblo de Haití pide el retiro de las tropas pero también todo un proceso de justicia y reparación para todos los daños de estos últimos doce años.
La resolución de octubre de 2015 dice que la Minustah va a desaparecer en octubre de 2016 con la reducción progresiva de las tropas, pero ahora hay señales preocupantes que muestran que quizás no se esté avanzando hacia esa desaparición y que se pudiera prolongar su mandato o buscar otro formato para seguir con la misma ocupación. Es muy importante que un país como Uruguay pueda manifestar su diferencia, su voluntad de no ser cómplice de ese proceso de ocupación militar, de la impunidad y de la violación de los derechos humanos en Haití y de las causas fundamentales que explican la crisis política. ¿Por qué hay crisis política hoy? Porque el proceso democrático está obstaculizado al hacer la Minustah una alianza estratégica con los enemigos del proceso democrático. Por lo tanto, reitero que es muy importante que un país como Uruguay, que ha luchado mucho contra la dictadura, por su democracia, y tiene un itinerario admirable de resistencia, pueda conectarse de otra manera con el pueblo de Haití: no con tanques ni soldados, sino con programas de apoyo al desarrollo, a la salud pública y a la vivienda. Un país como Uruguay tiene una acumulación muy importante de experiencias interesantes, como para solucionar problemas estructurales en Haití, como la deforestación, la vivienda, la educación pública, etcétera. Nos parece que este es el momento en el que Uruguay tiene la oportunidad de retirarse de la Minustah y manifestar su voluntad de estar al lado del pueblo de Haití en la construcción democrática, en lugar de estar al lado de las fuerzas de opresión, de dominación y de saqueo.
SEÑORA KEENE (Beverly).- Vengo de Argentina, del Colectivo Diálogo 2000‑ Jubileo Sur. Venimos trabajando la problemática de Haití desde ya hace quince años con organizaciones uruguayas como Serpaj y la plataforma interamericana de derechos humanos del desarrollo. Llevamos una primera misión a Haití en 2005, hace ya bastante tiempo, preocupados por lo que significa para nuestros pueblos, sobre todo en el sur de América Latina, la presencia de las tropas en un país hermano. En Argentina, Brasil y Chile, como en otros países del continente, venimos luchando de distintas maneras para lograr lo que aquí se pide a Uruguay: el retiro de las tropas y la adopción de una política de solidaridad y fraternidad con el pueblo de Haití. Es muy importante notar que en este último años ya hay tres países, Argentina, Bolivia y Ecuador, que han retirado todas sus tropas de Haití. Brasil sigue diciendo, por lo menos en sus declaraciones públicas, que cuando este ciclo que se ha llamado consolidación de la Minustah termine, en octubre de 2016 ‑en unos meses más‑, también retirará sus tropas. En Chile, la discusión viene un poco más atrasada, pero ciertamente en los próximos meses vamos a seguir avanzando en los debates con los Parlamentos y los Gobiernos en toda la región, porque entendemos que este es un momento muy propicio y muy posible para que de manera conjunta los países de América Latina no solamente pongan fin a la vergüenza y la aberración de esta ocupación de un pueblo hermano, sino que también se pongan de acuerdo para avanzar en políticas de cooperación y fraternidad con el pueblo de Haití.
SEÑOR PÉREZ (Esteban).- Durante once años, sucesivamente, se presentó en este cuerpo un proyecto de ley para la renovación de las tropas en Haití. En los años en los que me tocó estar, que fueron ocho, nunca llegó un balance para discutir, para profundizar en el Parlamento la permanencia o no de las tropas y el espíritu del proyecto que año a año se debía renovar. Quiero expresar en esta oportunidad que eso nos costó una angustia muy grande, que nos retirábamos de sala y nunca votamos la renovación de las tropas en Haití, porque en los más profundo de nuestro interior sentíamos que éramos cómplices de una barbaridad que se estaba cometiendo contra un pueblo por defender intereses que no eran uruguayos, sino de los centros de poder económico del mundo. También sentimos un poco de temor porque hoy en Haití participamos con otros países latinoamericanos de la ocupación de ese pueblo, que tuvo un presidente electo y que fue secuestrado por Estados Unidos; luego, Estados Unidos hizo una elección a su gusto. Después, la Minustah participa once años respaldando esos gobiernos impuestos. Es un precedente en el que participamos. Si mañana disgusta que esté Tabaré Vázquez en el gobierno, se resuelve sacarlo e implementar unas elecciones y que otros países vengan a controlar que en Uruguay se respete la «democracia», entre comillas. Es un feísimo antecedente para la soberanía latinoamericana el haber participado con tropas allí. Lo quiero decir con la fuerza suficiente en esta caja de resonancia que es el Parlamento.
Pido disculpas si nos fuimos por el lado de la emotividad, pero me siento avergonzado al lado de la persona que está a mi izquierda. Veo sentado a todos los que fueron acribillados a balazos en el barrio popular de Soleil por las tropas de las Minustah, que entraron a sangre y fuego ametrallando las casas humildes; allí murieron niños en sus cunas, en sus camas. Cuando eso sucedió, Uruguay estaba presente. Tenemos la bandera manchada de sangre; ya no tiene celeste y blanco: tiene el rojo de la sangre de un pueblo hermano.
SEÑOR COITIÑO (Carlos).- Escuchamos con mucha atención los elementos que nos transmitió la delegación.
No soy miembro de la comisión, pero me atrevo a hacer una sugerencia. Me gustaría que la versión taquigráfica de esta sesión fuera enviada a los ministerios de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores.
SEÑOR PRESIDENTE.- Lo vamos a evaluar, señor diputado.
SEÑOR MERONI (Jorge).- Compartimos la preocupación planteada por el exdiputado Esteban Pérez. Cabe señalar que de parte de nuestro sector político está el compromiso de que la última prórroga que votó fue la que va hasta octubre de este año; si viene otra nueva solicitud, no vamos a acompañar la presencia de las tropas uruguayas en el país hermano de Haití.
SEÑOR RUBIO (Eduardo).- Tampoco somos miembros de la comisión ‑este es un tema que nos convoca siempre‑, pero nos gustaría que esta versión taquigráfica fuera enviada al señor presidente de la República.
Nosotros tenemos una versión acerca del papel de las fuerzas de paz en cada misión, en particular en Haití. Quisiera saber de boca de un representante del pueblo haitiano ‑algo dijo el exdiputado Esteban Pérez‑ si las tropas de la Minustah participaron en la represión a manifestaciones populares del pueblo haitiano. No hablo del combate a la delincuencia sino de manifestaciones populares de rechazo a la ocupación, de reclamos por el salario mínimo, etcétera.
Me interesa saber si desde el punto de vista de las organizaciones populares de Haití, los once años de ocupación por parte de la Minustah trajeron algún beneficio concreto en materia económica, social, en defensa de los derechos humanos o en la consolidación democrática.
Por otra parte, quisiera conocer en detalle cuál fue el pasado político del expresidente Michel Martelly, es decir, si viene de fuerzas democráticas, si fue un político vinculado a la defensa de los derechos humanos. También me gustaría tener una noción sobre cuáles son las fuerzas políticas que están reclamando una salida democrática y que se oponen a esta segunda vuelta porque sería un balotage con un solo candidato, impulsada por la Minustah y por la embajada de Estados Unidos.
SEÑOR CHALMERS (Camille).- La Minustah ha participado directamente en el proceso de represión de movilizaciones populares, de manifestaciones. No solo hubo una represión violenta contra los barrios populares ‑blanco principal de la Minustah‑, sino que en 2009 se dio un proceso de movilización casi unánime para exigir el aumento del salario mínimo, que no había sido aumentado durante siete años a pesar de la inflación.
La Minustah fue la fuerza represiva más importante que desplegó mucha violencia contra las manifestaciones. Inclusive, hubo incidentes con gases lacrimógenos, se entró a hospitales públicos, etcétera. Además, la Minustah tuvo un papel muy activo en asegurar el proceso de privatización de ciertas empresas públicas, como la de telefonía. Cuando se privatizó Téléco, se produjo el despido ilegal de tres mil trabajadores. Muchos sindicatos y organizaciones populares trataron de oponerse a ese proceso. La Minustah estuvo presente físicamente para asegurar que el proceso ocurriera. En 2008, la Minustah participó en forma directa, y también durante los cuatro años de gobierno de Michel Martelly. Como el señor Michel Martelly tomaba muchas medidas antidemocráticas, en las grandes ciudades se produjo un movimiento anti Martelly. Durante esas manifestaciones, la Minustah también estuvo presente para reprimir; hay documentos, videos y fotos que muestran a soldados de la Minustah disparando directamente sobre la muchedumbre. Eso fue lo que hizo la Minustah en Haití como aliada principal de las fuerzas represivas y antidemocráticas.
El balance está muy claro: no hay ningún beneficio para el pueblo de Haití, cualquiera sea el postulado: la seguridad ciudadana, la cuestión de la estabilidad institucional o del sistema judicial. Por ejemplo, en 2014 se produjo una fuga masiva de uno de las cárceles más grandes de Haití; se fugaron cuatrocientos presos y, hasta ahora, no hay ningún informe sobre lo que pasó con esos reclusos. Entonces, desde todos los puntos de vista, de los derechos humanos, del Estado de derecho o de la reforma judicial, es un fracaso rotundo. Inclusive, en algunos casos, estamos en una situación peor que cuando llegó la Minustah en 2004. Ese es el resultado de esta alianza con las fuerzas antidemocráticas y de que el imperialismo norteamericano, como la oligarquía haitiana, nunca aceptó las conquistas democráticas del pueblo después de 1986.
El señor presidente Martelly es un símbolo de ese intento de retroceso político. Michel Martelly participó directamente en el golpe de Estado en contra de Jean Bertrand Aristide en 1991. Inclusive, estaban circulando con armas al hombro, lanzando consignas anti Aristide, en momentos de una represión violenta contra el movimiento popular, algo que produjo más de cinco mil muertos. Además, Michel Martelly se identificó con los sectores neoduvalieristas. Cuando Duvalier regresó a Haití, se benefició con una protección directa del gobierno, obstaculizando todos los procesos para esclarecer lo sucedido durante la dictadura.
Por lo tanto, Michel Martelly es una figura que representa los frenos, el boicot sistemático del proceso de construcción democrática en Haití. Todos los documentos muestran que no fue electo. Oficialmente, se habla de una participación de menos de 15% del electorado en las elecciones de 2010. A su vez, hay documentos que demuestran que se manipularon los resultados para forzar que fuera el presidente de Haití.
En el momento actual, estamos frente a una disyuntiva. Tenemos que salir de la era Martelly para continuar con el proceso de construcción democrática. Para ello, hay que retirar las tropas y contar con la solidaridad de los pueblos latinoamericanos.
Frente a lo que pasó en 2015, hay una amplia alianza de fuerzas políticas, sociales y democráticas que se oponen al hecho de realizar elecciones rápidas en los dos próximos meses, como quiere el imperialismo. Si avanzamos hacia elecciones ahora, vamos a tener malas elecciones, empeorando la crisis política. La única fórmula posible es reconstruir el aparato electoral para asegurar que sea controlado por los actores sociales y políticos del país. La idea es tener un aparato electoral que responda a las necesidades del pueblo de Haití.
Con la Minustah se construyó un aparato electoral muy costoso. Por ejemplo, se imprimen las boletas en Doha y se compra el material electoral en África del Sur; esas son cosas que se pueden fabricar en Haití. Por supuesto, todo eso se hizo con contratos millonarios, favoreciendo algunas empresas. Hay que repensar el sistema electoral, repatriarlo y asegurar que sea un espacio cívico, donde los ciudadanos se expresen sobre qué país quieren construir, en lugar de constituirse en un espacio de corrupción.
SEÑOR VIERA DUARTE (Tabaré).- Es muy valiosa su visita. Tratamos de escuchar y de entender esa compleja y triste realidad que vive nuestro hermano pueblo de Haití. Nos interesa mucho tener clara la situación al momento de decidir el futuro de la participación de Uruguay en la Minustah, que se ha venido votando desde hace muchos años con muchas dudas. Estamos convencidos de que se está en la etapa de finalización y retiro definitivo y de que, desde octubre, por lo menos Uruguay no va a participar más.
El señor Chalmers ha hecho un relato interesantísimo y doloroso de la realidad que vive el pueblo haitiano, y sería muy interesante, y se lo quería pedir, que nos enviaran algún material de lo que ha relatado. No dudo de lo que está diciendo, pero sería muy bueno que contáramos con algún material sobre la participación de la Minustah en la represión para futuros trabajos y debates. Se supone que la Minustah estaba para todo lo contrario, para asegurar la paz y ocuparse de la seguridad interna. Luego ocurrió el terremoto y la situación era mucho más compleja, y se supone que los soldados estaban para ayudar. Jamás hubiéramos votado la participación de Fuerzas Armadas de Uruguay como fuerza de ocupación ni para sostener una dictadura. Por lo tanto, es muy importante contar con documentación, videos, y todo el material que deben tener. Creo que eso va a ser muy valioso a la hora de próximos debates que tengamos.
SEÑOR RÍOS (Silvio).- Agradezco a quienes nos visitan estos testimonios; son contundentes y aclaran lo que realmente está pasando en Haití.
Soy diputado por primera vez, pero esto ya viene desde hace tiempo. Hemos conocido la visión muy crítica de algunos diputados acerca de la permanencia de las Fuerzas Armadas en Haití. Luego de escuchar estos testimonios queda muy claro que esto no puede pasar de octubre y no sé si antes no se puede revisar. Me parece muy atinado el planteo de enviar estas palabras a nuestro canciller, a las Fuerzas Armadas y al presidente de la República. También coincido en que lo que se pueda aportar va a ayudar mucho.
Quiero expresar mi solidaridad con Haití. Tuve un amigo haitiano que fue estudiante de medicina en Uruguay durante la dictadura de Duvalier. Era compañero de mi esposa y tuvimos un vínculo muy importante. Finalizó sus estudios y volvió a Haití; nunca más pudimos contactarnos con él y no sabemos qué suerte ha corrido. Valoramos todas las cosas que se han dicho y veremos cómo podemos resolver esto en nuestro Parlamento.
SEÑOR PRESIDENTE.- Se nos ha dicho que el tardío retiro de Martelly generó un retraso en el cronograma electoral. Más allá de ese detalle, creo que ustedes tienen una visión crítica del sistema electoral que se ha montado en Haití. ¿Se puede considerar real que ha habido un retraso en el cronograma electoral y se puede decir que las fuerzas de oposición que está representando ‑por lo menos representa a gran parte de ellas‑ no estarían dispuestas a hacer uso de ese sistema electoral actual?
SEÑOR CHALMERS (Camille).- Hay que recordar que hay más de cuatro años de atraso en el proceso electoral. Durante el gobierno de Martelly, nunca se han hecho elecciones municipales para los alcaldes, los que tenemos ahora son nombrados por él. La elección de los alcaldes es clave en Haití, en el sistema de Estado descentralizado que prevé la constitución haitiana. Por lo tanto, hay un retraso inclusive de los ejercicios democráticos, porque para Martelly las elecciones reflejan esas conquistas democráticas.
La víspera del 7 de febrero tuvimos señales de que Martelly no estaba dispuesto a irse, a pesar de que finalizaba su mandato. Por ejemplo, algunos días antes de finalizarlo, hizo una declaración pública diciendo que no se iría hasta que no hubiera otro presidente electo, y como no iban a darse elecciones presidenciales estaba claro que quería prolongar su mandato. Fue la presión popular la que hizo que saliera el 7 de febrero. Hay un atraso grande que va a exigir muchas medidas para armonizar el calendario constitucional con el de las elecciones, porque hay atraso en las elecciones de los senadores, de los diputados, del presidente de la República y de los alcaldes. Por eso decimos que hay que aprovechar para hacer una reforma global del sistema electoral con el fin de resolver uno de los problemas básicos: la confianza de la población; no podemos tener elecciones en las que la gente no tenga confianza. Para construir esa confianza hay que revisar muchos elementos básicos de ese sistema electoral, por ejemplo el financiamiento y el proceso de toma de decisiones que hasta ahora la gente considera que salen de la Minustah, o de lo que se llama la comunidad internacional, y el hecho de fabricar materiales en África del Sur para exportarlos a Haití, lo que es totalmente irracional. Hay muchas propuestas elaboradas, inclusive, por las fuerzas políticas. Hay un grupo que se llama G 8, que agrupa a ocho candidatos presidenciales, que ha elaborado propuestas concretas de cómo reformar el sistema electoral para adaptarlo a la necesidad del pueblo haitiano. Pero lo que tememos es que si hacemos elecciones el 24 de abril, como quiere Estados Unidos, va a ser un fracaso de nuevo porque no hay tiempo para rehacer el aparato electoral. Todo el aparato electoral del país, no solamente el consejo electoral, debe revisarse y funcionar con otro espíritu, mucho más adecuado a la posibilidad haitiana.
Nosotros, como fuerza democrática, como plataforma democrática, estamos exigiendo varias cosas. Una de ellas es una auditoría de lo que pasó durante los cinco años, sobre todo durante el último en el que, en la ausencia de un Parlamento, Martelly tomó muchas medidas inaceptables que afectan, inclusive, a la estructura del país, como por ejemplo la privatización de la producción de electricidad y la venta de una isla, la Gonâve, para establecer una zona franca financiera, un paraíso fiscal. Todas estas son cosas muy graves que hay que revisar. También estamos exigiendo que se nombre una comisión de verificación del proceso electoral de 2015 para identificar los mecanismos de fraude y para participar en la reconstrucción de otro sistema electoral.
SEÑOR PRESIDENTE.- Aquí en el Parlamento tenemos una visión crítica de la presencia de la Minustah y de las tropas uruguayas que la integran. Tenemos toda la esperanza de que en octubre ya podamos estar fuera de Haití y de que Haití pueda decidir sus destinos en forma soberana.
SEÑORA AYALA (Patricia).- Agradezco la visita de ustedes a esta institución.
Nuestro voto en la última votación que se hizo prorrogando la estadía de Uruguay en Haití lo dimos con el compromiso del ministerio y del gobierno de comenzar la retirada no más allá de octubre; a eso se comprometieron con nosotros. Creo haber entendido que ya comenzó desde el gobierno nacional y desde el Ministerio de Defensa Nacional todo lo tendiente a la retirada y esperemos que se concrete rápidamente.
Damos nuestro compromiso de que, por lo menos desde nuestra organización política, no se va a votar más la prórroga, y así esperamos que sea. El desarrollo de la autonomía de ese pueblo debe venir desde el pueblo. Me gustaría que mi país pudiera estar comprometido en colaborar ‑si ustedes así lo quieren‑ en la reconstrucción de algunas instituciones y en lo que ustedes crean pertinente o soliciten, no en lo que nosotros, desde afuera, queramos.
Quiero pedir que esta versión taquigráfica sea, además, enviada al Senado y a las dirigencias de los partidos políticos.
SEÑOR OLIVETTI (Andrés).- En nuestro país, las principales organizaciones sindicales y sociales han planteado desde un principio que la intervención en Haití violenta el principio de autodeterminación de los pueblos y en esa posición nos hemos mantenido. Hoy hubo un acto importante del movimiento sindical en el que este tema también estuvo presente, en el sentido del reclamo del necesario e inmediato retiro de las tropas para respetar el principio de autodeterminación de los pueblos, que daña al pueblo haitiano pero también a nosotros. Todas las organizaciones sociales significativas de nuestro movimiento popular se han pronunciado en este sentido.
SEÑOR MERONI (Jorge).- Solicito que la versión taquigráfica de esta sesión también pase a presidencia de la República y al delegado uruguayo ante la ONU, embajador Elbio Rosselli, además de a los ministerios de Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores.
SEÑORA RIET (Mónica).- Estoy muy agradecida no solamente por haber mantenido esta reunión, sino por el nivel de escucha que estoy percibiendo en los distintos integrantes de esta comisión. Como ciudadana uruguaya esto me importa, y mucho.
Camille Chalmers hablaba del ciclo de elecciones, y esto un uruguayo no lo puede entender. Yo trabajo hace ocho años con ellos y hay cosas que voy descubriendo día a día. Cuando se habla de un ciclo de elecciones desde 1990 hasta 2015 es porque Estados Unidos toma el control del poder luego de la colonización francesa de 1915. Se ocupó la isla hasta 1934 y luego se sucedió un ciclo de dictaduras controladas por los Estados Unidos. Hubo cuarenta años de dictadura de los Duvalier.
Creo que Haití es el único país de Latinoamérica y el Caribe que tuvo solo una elección democrática durante el siglo XX; eso es muy difícil de entender para nosotros. En lo que va del siglo XXI tuvo una elección. En las dos ocasiones ganó con una alta participación del 80%, a diferencia de estas, con un 6% o 7%. Me refiero al señor Jean Bertrand Aristide. En las dos veces hubo un golpe de Estado en el que intervino Estados Unidos; en esta última vez también participaron Canadá y Francia.
En esa colonización brutal ‑porque desembarcó el ejército norteamericano y hubo una resistencia de cuatro años por parte de los campesinos, con gran pérdida de personas‑, el pueblo haitiano ‑que siempre se resistió‑ logró tirar abajo la dictadura de los Duvalier. Eso fue algo muy diferente a lo del pacto del Club Naval; se tuvo que ir frente a una insurrección popular, a un movimiento muy fuerte. El pueblo haitiano tiene muy buenas organizaciones y un gran grado de conciencia, de autogestión, de propuesta política. Todo eso destruye una falsa imagen que se quiso construir en el sentido de ser un pueblo desvalido y al que hay que ayudar porque no puede construir su institucionalidad. Cabe señalar que ese pueblo también derrotó al ejército de Napoleón en 1804, después de doce años de guerra; eran esclavos.
Por lo tanto, la historia de resistencia y de autoconstrucción y de autogestión del pueblo haitiano es algo ejemplar para toda Latinoamérica.
Cuando ellos logran ese espacio democrático, con la caída de Duvalier en 1987, hacen una nueva Constitución que es muchísimo más avanzada que la nuestra porque cuenta con la participación del movimiento popular. El país está descentralizado y el consejo electoral lo integran las personas nombradas por los distintos sectores de las organizaciones populares. Tienen un contenido democrático real muy profundo. Es contra esa Constitución y contra esas conquistas democráticas que hay un nuevo golpe de Estado contra Jean Bertrand Aristide, hombre que cambió sus proyectos, presionado un poco por Estados Unidos.
Cuando las tropas uruguayas entraron al país en 2004 para colaborar con un gobierno dictatorial, comenzaron a hacer exactamente lo contrario de lo que se dijo a la población. No sé en el gobierno quiénes saben lo que pasa realmente en Haití; de todos modos, sé lo que se dice a la población.
Yo los felicito por tomar la determinación de retirarse de Haití, pero debemos entender que luego de doce años de asesinatos y de violaciones de miles de niños, mujeres y jóvenes, hubo un impacto social atroz. Pensemos en los nueve mil muertos de cólera, una enfermedad que es muy fácil de erradicar; el arma fundamental es el agua potable. Uruguay, como Estado, es cómplice de esta situación y tiene los medios para aportar una solución.
Como se dijo, no es que vamos a irnos y se acabó la historia; a nosotros nos queda un legado de reparación y de indemnización como Estado. Seguramente seamos llevados ante los tribunales no por empresas multinacionales del cigarro ‑eso habla bien de nuestro gobierno‑ sino por el pueblo haitiano. Ya están llevando a los tribunales el problema de los nueve mil muertos por el cólera. Cada vez que acá se vota un año más ‑no sé si los señores parlamentarios lo comprenden‑, es un año más de violaciones, de muertos, de destrozo.
Tampoco se pudo nombrar la injerencia de Estados Unidos y de Canadá con respecto a la megaminería, a las reservas inmensas de oro ‑que se descubrieron después del terremoto‑, de plata, de cobre, etcétera.
Quería dejar este mensaje porque la realidad es mucho más dura de lo que nosotros creemos. Somos un pueblo que dedicamos mucho tiempo a esto porque nos sentimos responsables; ustedes, como gobernantes, lo son mucho más. Vamos a tener que encarar la responsabilidad que nos cabe en el dolor y en el destrozo de esta sociedad desde hace doce años.
SEÑOR MÁRQUEZ (Kail).- Esta es una política de Estado que ha sido continuada por los distintos gobiernos.
El retiro de las tropas militares de Haití va a ser una conquista de las organizaciones populares uruguayas y del sistema político que tome la decisión; no va a ocurrir por casualidad. A su vez, esto responde a una relación de fuerzas a nivel internacional y no a la autonomía del Estado uruguayo. Hay muchas presiones internacionales para que permanezcan las tropas en Haití y debemos ser conscientes de eso. Entonces, no alcanza solo con que haya una versión taquigráfica y con que se envíe la información; hay que dar un paso al frente, poner la cara y embarrarse las patas. Hay que mostrarse ante el pueblo uruguayo con una posición firme en contra de la permanencia de las tropas. Hay que organizar actos y charlas; tiene que circular la información. Nosotros estamos tratando de hacer ese trabajo.
La colaboración de todos los señores legisladores será siempre bienvenida. Esta no es una cuestión partidaria: tenemos tres de los cinco partidos políticos uruguayos representados en esta sala. De acuerdo con las argumentaciones de los señores diputados el año pasado se nota que no hay un consenso. Entonces, cabe preguntarnos hasta dónde va la doctrina partidaria. ¿Hay un límite? ¿Hasta dónde nuestra conciencia nos va a decir si nadie habla del tema: «Voy a dar un paso al frente y voy expresar lo que está pasando porque no está bien»? No alcanza solo con decirlo sino que hay que tener acciones consecuentes con lo que uno está expresando.
SEÑOR PRESIDENTE.- Agradecemos la presencia de la delegación. Nos han clarificado el panorama que tenemos sobre la situación en Haití.
Como se habrá visto, tanto desde el gobierno como desde la oposición hay un sentimiento de una presencia crítica de Uruguay en ese país; vamos a trabajar en ese sentido. Hay decisiones que ya hemos asumido. Deben saber que estamos dispuestos a colaborar con el pueblo de Haití.
Me parece de recibo lo señalado por el señor diputado Tabaré Viera. Sería bueno contar con todo el material posible.
Como se habrá visto, acá hay un funcionamiento pleno ‑por suerte‑ de la democracia. Esperemos que muy pronto el pueblo haitiano pueda recuperar su libertad y que pueda funcionar democráticamente de acuerdo al deseo de las mayorías de su población.
(Se retira de sala el economista Camille Chalmers y demás integrantes de la delegación)
——Se pasa a votar que la versión taquigráfica de esta sesión se envíe a los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, a Presidencia de la República, al Senado de la República, a todos los partidos políticos que integran el Parlamento y a la Presidencia de la Representación Uruguaya ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
(Se vota)
——Cuatro por la afirmativa: AFIRMATIVA. Unanimidad.