En el MERCOSUR con una pata afuera
Publicado el 21/05/14 a las 1:16 am
Los uruguayos en términos generales tendemos a ver con cierta ajenidad los asuntos de la política exterior. Salvo cuando el oligopolio mediático se encarga de amplificar los eventuales crujidos de nuestras relaciones con Argentina o Brasil, no tenemos mayor información de lo hecho o lo dejado de hacer al respecto. Ni que hablar cuando la noticia viene de lugares remotos y se brinda descontextualizada o es fruto de brutales tergiversaciones.
En este tema como en otros, la gente y los frenteamplistas en particular dependemos de los grandes “medios de producción televisivos de realidad”, al decir de Umberto Eco. También en el campo de las relaciones internacionales, el Frente Amplio necesita pautas estratégicas claras, organizaciones, redes, participación y acciones colectivas concretas. El tiempo vuelve a dar la razón a las viejas advertencias de Hugo Cores: necesitamos nutrirnos de información y argumentos que nos fortalezcan en el debate sustantivo y la acción consecuente.
El proceso de acumulación de capital a escala mundial deja sangre y lodo a su paso. La lógica del capital tal como Marx describió se encuentra trágicamente vigente. La ONU, la OMC, el BID, el FMI y el Banco Mundial gestionan conjuntamente la economía mundial bajo la hegemonía estadounidense. En la periferia latinoamericana ese proceso se caracteriza por el extractivismo y la acumulación por desposesión. Que Nuestra extensa y rica América tenga por destino ser reserva estratégica y plataforma de relanzamiento de los Estados Unidos depende de las fuerzas populares del continente. En contraposición, el “giro a la izquierda” o “cambio de época” de América Latina y el Caribe ha puesto sobre la mesa la cuestión del desarrollo, ha abierto un gran campo de posibilidades de crecimiento con equidad y de transformaciones estructurales. Existe un claro consenso en las izquierdas del continente sobre la política exterior progresista. Esta solo puede fundarse en el desarrollo estratégico regional autónomo en lo político, económico y militar, frente al paradigma de los organismos de control del poder mundial. Ante los avances logrados, el Imperio ha respondido con un conjunto de definiciones geoestratégicas: la movilización de la IV Flota, la ampliación del tejido de acuerdos de seguridad, la asociación directa con las fuerzas armadas nacionales, la transformación de la Escuela de las Américas en el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad y la promoción de nuevas formas de golpes de estado.
Hoy las perspectivas del Imperio pasan por afirmarse en el eje del Pacífico y torcer las tendencias progresistas. Su herramienta geoeconómica se llama Alianza del Pacífico, una coalición de gobiernos neoliberales y conservadores resistida en primerísimo lugar por los pueblos involucrados. Así lo manifiesta, por ejemplo, la declaración del XIX Foro de San Pablo, firmada por el conjunto de la izquierda latinoamericana, Frente Amplio incluido: “Denunciamos las tentativas, inspiradas por potencias extra-regionales, en el sentido de fracturar y sabotear la integración regional, como es el caso de la llamada Alianza del Pacífico -que no por casualidad está conformada por países que poseen tratados de libre comercio con Estados Unidos- y la búsqueda incesante por generar crisis y estimular divisiones en el MERCOSUR.” También lo manifestaron Presidentes de la izquierda continental como Evo, Lula, Dilma, Chávez, Maduro, Correa o los Kirchner.
En Uruguay, los monumentales desafíos del continente solo pueden y deben sobrellevarlos el Frente Amplio y las diversas fuerzas populares. Los gobiernos frenteamplistas han impulsado la inserción del país en las nuevas prácticas territoriales de la integración, renovando el MERCOSUR, constituyendo y apoyando instituciones como la CELAC, la UNASUR, el Banco del Sur o el ALBA. Nuestros gobiernos han intentado gestionar las tensiones internas del MERCOSUR y, a la vez, negociar la adhesión de Uruguay a la Alianza del Pacífico. En este último punto, el ex Presidente Vázquez, el Presidente Mujica y el Vicepresidente Astori expresan sus expectativas de relaciones mutuamente convenientes en la Alianza del Pacífico. Los medios han repetido un dicho del Presidente Mujica en su reciente visita a Washington: “Siempre vamos a tener una pata afuera del MERCOSUR”. Esta expresión tan pícara como poco inocente, responde en gran medida a la labor de la embajadora estadounidense Julissa Reynoso. También nos informa que en el Frente Amplio hay mucho por hacer.