Desigualdades
Publicado el 10/05/14 a las 9:33 pm
Escribe Pablo Anzalone, Secretario General del PVP Frente Amplio
La desigualdad en los ingresos es un gran desafío para el nuevo gobierno del Frente Amplio. Eso se decide en octubre pero también en junio con las señales que den los frenteamplistas en la elección interna. Desde el espacio 567 ponemos el acento en esos componentes del programa frenteamplista. Lo hacemos por razones éticas, programáticas y políticas.
Nuestro país abatió la pobreza y la indigencia en forma muy significativa con los dos gobiernos del Frente Amplio. Pasamos de 39,9% de la población en condiciones de pobreza (medida por ingresos) en el año 2004 a 11,5 % en 2013. Y la indigencia bajó de 4,6% a 0,5 %.
Los Consejos de Salarios, el aumento del Salario Mínimo Nacional y la reducción de la informalidad laboral han sido políticas públicas que explican estos cambios. También el Plan de Emergencia, el aumento de las asignaciones familiares, el Sistema Nacional Integrado de Salud. La informalidad en el empleo descendió hasta un 22% en 2013.
En el mismo período América Latina pasó de 44% de la población bajo la línea de pobreza a 28%. La indigencia todavía es del 11,5%. La mitad de la población trabajadora en América Latina, 48%, tiene trabajos informales, sin cobertura de seguridad social.
Al mismo tiempo en Uruguay continúa habiendo demasiados empleos “chatarra”, sin condiciones de seguridad o con salarios menores a diez mil pesos. Sigue habiendo una “emergencia habitacional” con miles de familias que viven en ranchos de lata. Continúa la infantilización de la pobreza, con cifras que duplican las del promedio nacional. La primera infancia, la infancia y la adolescencia son poblaciones especialmente golpeadas por condiciones de vida que comprometen sus posibilidades de desarrollo humano.
De acuerdo al censo de 2011, 34% de los uruguayos tiene por lo menos una carencia crítica, un millón de personas. La cantidad de niños con necesidades básicas insatisfechas sube hasta un 44% como promedio nacional y todavía más si lo miramos en la periferia de Montevideo y el área metropolitana y en la frontera norte. Más de 66 mil niños tienen tres o más carencias críticas.
Si descendió mucho la pobreza, en cambio la desigualdad disminuyó en una medida bastante menor. El Índice de Gini tomando datos de la Encuesta Continua de Hogares mostró una reducción de la desigualdad pasando de 46,2 en 2008 a 40.0 en 2012 (sin incluir Fonasa) según el Instituto de Economía.
Los datos de 2013 muestran una detención del proceso de redistribución e incluso una leve regresión.
Pero además hay que tener en cuenta que la metodología empleada para informar sobre los ingresos del sector más rico de la población (Encuesta de Hogares) presenta sub-registros. Hay pocas investigaciones sobre las clases poderosas en nuestro país.
Un estudio de enero de 2014 “Desigualdad y Altos Ingresos en Uruguay “ de los economistas Gabriel Burdín, Fernando Esponda y Andrea Vigorito del Instituto de Economía, brinda una nueva forma de estudiar la desigualdad y en particular de valorar los ingresos del sector más rico. El estudio toma en cuenta los registros tributarios de la DGI y no solo la Encuesta de Hogares para el período 2009-2011.
De dicho estudio surgen varias conclusiones:
a) la reducción de la desigualdad desde 2008 es clara .
b) las dimensiones de esa reducción son menores que las indicadas por la Encuesta de Hogares.
c) la participación en el ingreso del 1% más rico no baja sino que se mantiene en el entorno del 12 a 14 % del total, equiparable a lo que gana el 50% más pobre.
Cuando Constanza Moreira propone luchar por un nuevo gobierno del Frente Amplio y no un tercer gobierno, que se limite a reiterar lo que hicieron los anteriores, no reniega de los grandes avances logrados, pero pone el énfasis en la necesidad de ir más a fondo contra las desigualdades.
No solo hablamos de la desigualdad en los ingresos, sino también de la riqueza, del patrimonio acumulado, donde las distancias dentro de la sociedad son todavía mayores. A las enormes desigualdades históricas se han agregado ingresos extraordinarios de algunos sectores en el último periodo. Y también exoneraciones fiscales que ya no se justifican.
Al mismo tiempo cuando hablamos de generar políticas claras contra las desigualdades estamos integrando también otras banderas como las luchas contra las discriminaciones por razones de género y generaciones, por orientación sexual o discapacidades. Estas luchas sociales tienen un hondo contenido democratizador de la sociedad. Se trata de poner en evidencia el autoritarismo, la violencia y el machismo que siguen imperando en muchas relaciones sociales. Son verdaderos dispositivos de fragmentación social que operan dentro del tejido urbano. La propuesta del Frente Amplio debe trabajar tenazmente para transformar esta realidad y fortalecer los mecanismos integradores que también existen en nuestras comunidades, bregando por su hegemonía.