EL CIPRES Y EL JAZMIN JAPONES (de política y flores)
Publicado el 06/05/14 a las 9:19 pm
Seguramente en busca del sol o simplemente para alcanzar los 6 metros que puede llegar a crecer, el Jazmín japonés trepó por el el ciprés. Quien mira de lejos, se asombrará que un ciprés este poblado de flores amarillas. Si el espectador es un carbonero, seguramente atribuye el fenómeno a la goleada del último fin de semana.
Mientras duren las flores del jazmín, será un lindo espectáculo que se puede extender con mucha suerte, desde fines de abril hasta los últimos días de mayo. Casi que, cuando tengan lugar las elecciones internas de los partidos en el Uruguay, aunque ya algo marchitas, se podrá apreciar ese espectáculo multicolor.
El lector, adelantándose a mi intención, podrá pensar que es una alusión a la disputa entre Tabaré y Constanza en esas internas, y seguramente identificará al ciprés-Tabaré y el jazmín-Constanza.
Lamento desilusionarlos, pero no es ese el rumbo de mis elucubraciones político-florales.
Si pretendiéramos vender el ciprés, diciendo que florece de esa forma, sería un engaño. Si invocáramos falsos conocimientos de botánica, atribuyendo al jazmín y al ciprés una suerte de particular y exclusiva simbiosis, los otros que en el jardín han trepado por los ficus y hasta por los pinos, nos desmentirían sin levante.
Dejemos ahora a los jazmines y los cipreses y vayamos a otro tipo de simbiosis, aquella que debería manifestarse claramente en los acuerdos político-electorales. Si en la ciencia botánica, una simbiosis es la interacción, la relación estrecha y persistente entre organismos de distintas especies en la que los participantes salen beneficiados, los acuerdos electorales son también en política, una suerte de simbiosis entre distintas propuestas políticas en las que los participantes también salen beneficiados.
Teniendo en cuenta, que un acuerdo político-electoral, es en última instancia una suerte de dirección que se termina dando al voto del ciudadano, debería ser muy claro para ellos a dónde va y para qué. Quienes no participan del armado de los mecanismos electorales, al menos para la salud de la democracia, deberían saber eso: que los cipreses no dan las flores del jazmín y que no siempre su voluntad ciudadana, va a donde uno quiere que vaya.
De no ser así, seguramente el descreimiento en la política se potenciará, sobre todo en quienes buscan en la izquierda otra forma de hacerla.
Aquellos acuerdos que parecen ser carambolas a tres bandas, sólo pueden entusiasmar a los aparatos partidarios, pero resultan extraños para aquellos que están marginados de esos niveles.
Sé que de estas reflexiones, pueden extraerse algunas conclusiones equivocadas y peligrosas. Aquellas, que luego de las internas, -en la que todo parece indicar que instalará a Tabaré como el candidato de la izquierda-, lleven a pensar que votar en blanco es una opción coherente para quienes apuestan a los cambios. Lo importante es ahora luchar por los cambios y la coherencia y luego seguir ese mismo rumbo fortaleciendo caminos de izquierda.
Al igual que los árboles, hay desafíos que son perenes mientras que otros, caducan. Este en el que nos encontramos hoy, es de los primeros. No caduca con los resultados del 1 de junio.
Se puede pensar distinto, pero en ese caso, no plantemos jazmines cerca de los cipreses.
1-05-14