Lo instrumental antes que lo sustantivo
Publicado el 27/04/14 a las 11:36 pm
Puntos críticos del accionar frenteamplista
El país se encuentra dividido en dos mitades casi iguales, en cuanto a las preferencias políticas. Por un lado, el Frente Amplio (fa) es parte de una de ellas y los partidos de oposición conforman el otro 50 por ciento.
Desde el primer resultado de 2004, cuando el fa ganó en primera vuelta y obtuvo mayoría parlamentaria, ha habido un descenso en la adhesión a la fuerza política en el gobierno. Tabaré Vázquez en ese momento ganó en primera vuelta con 50,9 por ciento de los votos. Y en octubre de 2009 el Frente obtuvo la mayoría parlamentaria con poco más del 48 por ciento de los sufragios. En 2009 hubo segunda vuelta y José Mujica superó el 51 por ciento, derrotando así al candidato de la oposición, el blanco Luis Alberto Lacalle.
Se suele interpretar, dentro del fa, cuando se analiza el período electoral pasado, que la mayor deserción de votantes se concentró en las municipales de mayo de 2010, cuando las candidaturas frenteamplistas en Montevideo y Canelones se encontraron con un rechazo que se manifestó a través de un porcentaje significativo de votos en blanco. En los análisis esto se atribuye a cómo se llegó a la candidatura de Ana Olivera, resuelta en un Plenario Nacional y aparentemente desconociendo una postulación que aparecía como natural, la del hoy senador socialista Daniel Martínez.
Sin embargo, el primer llamado de atención debieron haber sido los dos puntos porcentuales que se perdieron entre octubre de 2004 y el mismo mes de 2009. La mayoría parlamentaria se alcanzó “por un pelito”, al grado que el diputado del Nuevo Espacio, Horacio Yanes, ingresó a la primera sesión de la Cámara respectiva con una camiseta de la selección uruguaya con el número 50 en la espalda.
Tomando estos datos, resulta evidente que el crecimiento vegetativo permanente desde 1989 se detuvo tras el primer gobierno frenteamplista.
El lunes pasado el Secretariado del fa se reunió con el politólogo Agustín Canzani para analizar la última encuesta de Equipos Mori, donde el Frente figura con una adhesión del 43 por ciento y es superado en tres puntos por la oposición en conjunto. Las cifras, según participantes de la reunión, no difieren demasiado de las registradas en el mismo período de 2009. Es decir que todos los escenarios son posibles, también el riesgo de no alcanzar la mayoría parlamentaria, y hasta la propia victoria. Mujica tuvo a su favor en noviembre de 2009 que los frenteamplistas descontentos (que no apoyan a otros partidos) volvieran al redil ante el riesgo de que un conservador como Lacalle se hiciera del gobierno (recuérdese su idea de aplicar la motosierra sobre las políticas sociales desarrolladas por la administración de Vázquez).
La interrogante es por qué persiste la tendencia a la baja de las adhesiones, tras dos gestiones que arrojan resultados positivos en materia de crecimiento económico, con aumento del salario real constante (aunque los puntos de partida eran muy bajos y persisten unos 800 mil trabajadores con ingresos inferiores a 14 mil pesos nominales), la implementación de los consejos de salarios, un despliegue de políticas sociales dirigido a los sectores vulnerables (con reducción importante de la pobreza y la indigencia), y una serie de reformas que mejoraron la estructura tributaria y de la salud, junto al incremento del presupuesto para la educación.
Durante la primera administración frenteamplista la tarea fue estabilizar el país, sacarlo de la crisis y demostrar que se tenía capacidad de gestión.
Del segundo gobierno los sectores más duros del electorado frenteamplista esperaban un giro mayor hacia transformaciones estructurales y una mayor distribución del ingreso y la riqueza, a la vez que un acceso real y universal a algunos bienes, como la salud, por ejemplo.
Y ese sector de votantes, que aparece como descontento y desilusionado, golpeado por algunos pronunciamientos de Vázquez o por asuntos como los de Pluna (ítem que en las encuestas no aparece como un elemento principal en la percepción del electorado general), más los escasos avances tendentes hacia una mayor distribución de la riqueza, es uno de los problemas más relevantes que enfrenta el fa.
Las ganancias del capital han sido enormes debido a los precios de los commodities exportados y al fracaso de los intentos por una mayor imposición que distribuyera de mejor manera esas rentas, tanto por aspectos constitucionales (recuérdese la inconstitucionalidad del icir) como por diferencias internas.
Puede sostenerse que la precandidatura de Constanza Moreira puede dar cabida a los descontentos. E incluso que algunos planteos de Vázquez como el 6 por ciento del pbi para la educación pública, la eliminación del irpf a aguinaldos y salarios vacacionales y la reinstauración del impuesto de Primaria a los productores rurales, tendrían efecto sobre ese bolsón de desilusionados.
Esas son cosas a resolver para motivar al universo frenteamplista, algo muy necesario para ganar votos. Pero el gran problema es que tanto los politólogos como muchos dirigentes frenteamplistas creen que la gran cuestión está en seducir al centro del electorado nacional, lo que demuestra que en el plano cultural e ideológico hay una batalla, que por lo menos por ahora no ha ganado la izquierda.
El Frente ha tenido como mayor argumento la bonanza de su gestión. No obstante en aspectos culturales ha perdido batallas y muchas veces la agenda de la derecha penetra en sus propias filas. El lunes, en el Secretariado, sus miembros escucharon que en el fa los partidarios de la baja de la edad de imputabilidad rondan el 40 por ciento de su electorado. También que la mayor resistencia de la población, incluso entre los votantes del Frente, es a la legalización de la marihuana.
Los plebiscitos perdidos en 2009 –para anular la ley de caducidad, y por el voto de los uruguayos no residentes– son demostrativos de la falta de impulso de la discusión ideológica, por tanto, de una lucha tibia por construir una nueva hegemonía cultural. Lo mismo ocurre frente a la idea, expresada con soltura en las conversaciones de los sectores medios bajos, de que el gobierno da plata a los “pichis” y éstos no trabajan, mientras carga impositivamente al mundo del trabajo.
La agenda de nuevos derechos, como el matrimonio igualitario, ha provenido de iniciativas que, promovidas desde la sociedad civil, han transgredido la cultura conservadora. Pero es muy factible pensar que la mayoría de esos sectores ya no votaban a partidos conservadores.
Lo cierto es que la frontera entre izquierda y derecha no se mueve desde hace una década porque el Frente no tiene hoy un proyecto estratégico consensuado de verdad –y no resuelto a fin de mantener la “unidad”– que requiera una nueva hegemonía. Por el contrario se sumerge, en medio de una campaña electoral, en discusiones internas sobre el compañero o compañera de fórmula de Vázquez (seguro ganador de las internas) o sobre si su actual presidenta debe ir o no en las listas al Senado. Parecería que su accionar político se centra en lo instrumental y no en lo sustantivo. Eso desmerece a la política y es parte de una lucha dada por la derecha para alejar a la gente de la participación. Así lo demuestran los altos índices de abstención en países donde el voto es voluntario.
Tomado de BRECHA, 16 Abril 2014, http://brecha.com.uy/index.php/politica-uruguaya/3619-lo-instrumental-antes-que-lo-sustantivo