Los énfasis de la 567
Publicado el 08/04/14 a las 11:17 pm
En esta campaña electoral la 567 pone el énfasis en las desigualdades que siguen existiendo en nuestro país.
Lo hacemos desde la reivindicación de los grandes avances sociales logrados en los gobiernos frenteamplistas. Bajar la pobreza del 40% a menos del 12 %, la indigencia del 4 al 0,5% , la desocupación de 13% a 6%, la informalidad de cifras cercanas al 40% al 22%. El aumento del salario mínimo nacional, la negociación colectiva, el incremento de las jubilaciones, y podríamos seguir. Como decíamos en un intercambio polémico con un diputado de Bordaberry , quienes castigaron a los trabajadores fueron los gobiernos blancos y colorados que cortaron los consejos de salarios, que desencadenaron la crisis del 2002 arrasando con el empleo y los salarios, dejando fracturas sociales que todavía hoy estamos pagando.
Hablamos de las desigualdades que persisten. Y lo hacemos por tres tipos de grandes razones:
a) éticas, en primer lugar, porque nos sentimos de izquierda y eso significa no ser nunca indiferentes ante la injusticia y la falta de derechos.
b) programáticas. Abatir esas desigualdades es el corazón del programa que aprobó el Congreso Hugo Cores: ¡ esas son las tareas que nos proponemos para el próximo período!
c) políticas. No queremos transmitir un mensaje anestesiante, ni queremos frenteamplistas que esperen todo del gobierno, sino por el contrario hombres y mujeres que se sientan partícipes de los cambios, que se comprometan, que no se conformen con todo lo que se ha logrado ni se resignen a las injusticias que siguen existiendo. Estamos en campaña y se trata de convocar a los frenteamplistas a participar activamente.
Hablamos de desigualdades y pensamos en territorios como los departamentos del norte del país, o los barrios como Piedras Blancas, Manga, Borro, Cerro. Los excelentes indicadores promedios del país cambian drásticamente en estas zonas. Claro que están mejor que hace diez años, pero la realidad sigue siendo demasiado injusta. Más aún cuando vemos que hay sectores que han tenido ganancias extraordinarias en este período. Algunos de ellos como los grandes propietarios rurales sin pagar el impuesto de Primaria o con exoneraciones fiscales como los empresarios de zonas francas. Y defendiendo con uñas y dientes esos privilegios.
Pensamos en la situación de la infancia y en particular de la primera infancia. Tenemos todavía 25% de nuestros niños bajo la línea de pobreza. Más de 30% con anemia y cerca de 40% en los sectores de menores ingresos, 11% con desnutrición crónica, 9,5 % con sobrepeso u obesidad. Nuestro país presenta cifras elevadas de bajo peso al nacer (8,7%) y prematurez (12%).
Hay niveles importantes de malnutrición por déficit y por exceso y anemia en las
embarazadas. En el sector público cerca de un 34% de las mujeres al inicio de la gestación tienen sobrepeso u obesidad, y 15 % bajo peso (SIP 2009).
La desigual distribución de la riqueza y los cambios en la integración de las familias privan a demasiados niños de los cuidados necesarios para su desarrollo. En los dos años iniciales se construye la mayor parte del desarrollo neuronal y de esta forma los aspectos claves del intelecto, las emociones, asi como en los planos físicos y sociales. Hasta los cinco años, se establecen las bases del aprendizaje y las etapas posteriores de la educación formal y las competencias sociales. El desarrollo cerebral en esos primeros años de vida depende de la calidad de la estimulación que el bebé recibe de su entorno: familia, comunidad y sociedad.
A todo eso golpea la infantilización de la pobreza.
Estudios sobre salud mental en niños de 6 – 11 años, muestran cifras de 21,9% de los niños afectados ubicando al Uruguay en el grupo de países de alta prevalencia de problemas en salud mental en la infancia y adolescencia.
Además las privaciones en esos primeros años impactan sobre los genes y tienen como consecuencias mayor propensión a tener en la edad adulta enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, aterosclerosis.
Se habla muchas veces de la deserción en el primer ciclo de Secundaria como el gran problema de la enseñanza. Sin embargo falta allí una visión del ciclo de vida y del proceso educativo. El fracaso en Secundaria se encadena con la educación escolar que reciben y ella con las condiciones del desarrollo en la primera infancia.
Cuando vemos la situación de la adolescencia encontramos obstáculos para el acceso a la educación y al empleo, más desocupación, peores salarios, mayor informalidad, escasos ámbitos de participación.
Niños y adolescentes son víctimas de violencia en esta sociedad. Violencias que van desde el ámbito doméstico al accionar policial abusivo, y llegan a tasas muy altas de suicidio en jóvenes, la forma de mayor autoagresión posible.
Los derechos de niños y jóvenes son una gran prioridad para el próximo período y es importante que Constanza y Tabaré lo estén manifestando. Como PVP 567 venimos insistiendo desde hace años en este punto.
Entre las grandes transformaciones estructurales que debemos profundizar está la generación de un nuevo pacto intergeneracional, que nos convierta en una sociedad más justa y más democrática.
Las desigualdades por razones de género y de orientación sexual, y también de etnia, conforman mecanismos de discriminación que vulneran fuertemente los derechos de muchos/as. En este plano la agenda del próximo gobierno tiene que continuar los avances realizados y vencer las resistencias que siguen apareciendo.
Tomado de LA REPUBLICA, 31/3/2014, http://www.republica.com.uy/los-enfasis-de-la-567/