“Yo soy un poco la bisagra” Con la precandidata Constanza Moreira.
Publicado el 22/09/13 a las 8:25 pm
Por Víctor H Abelando y Rosario Touriño.
La intuición política la decidió a ser una bisagra entre el partido y una sensibilidad de izquierda que no se siente representada. Cita, a propósito, una frase de Lula: “las movilizaciones no son contra la política, sino por más política”. Aunque es consciente de la falta de aparato y de recursos, apuesta a que su candidatura no sea “testimonial” y a que los votos también hablen. Entre sus prioridades destaca el mantenimiento de una política exterior “latinoamericanista”, programas para erradicar la pobreza, y una apuesta al relevo generacional y a una agenda de género. Piensa que debe haber una redistribución interna del presupuesto que deje de priorizar a las Fuerzas Armadas y la seguridad, concebida casi exclusivamente como represión y enjaulamiento. Y, como sabe que una golondrina no hace verano, pretende que su candidatura de lugar a un nuevo espacio en el Frente.
—En abril usted decía que para hacer política “el que no tiene sector está perdido en el fa”, y que con el pensamiento no alcanzaba. ¿Qué cambió para que ahora se decida a una candidatura alternativa a pesar de esas dificultades?
—El diagnóstico es el mismo. El desafío acá es cómo hacen política los desorganizados o los inorgánicos. Los desorganizados son los sueltos, los ex, los independientes, los que construyen cultura y política de izquierda en la vida cotidiana, pero no están vinculados a los aparatos o a la orgánica. Después están los que están organizados socialmente, pero no tienen un complemento político partidario. Y ahí están las redes, las organizaciones de mujeres, las de derechos humanos. Bueno, cómo hace esa gente para hacer política de izquierda y que eso tenga algún impacto dentro del fa. Esas organizaciones impulsan cosas. Por ejemplo, la organización de las mujeres por el aborto, otras por la Institución de Derechos Humanos… El fa tiene vínculos con estas organizaciones, pero es un vínculo que se hace a través de la presión, para que el Frente tome alguna posición. ¿Cómo lográs tener un vínculo más orgánico entre lo que no es político partidario, pero es político social, o político cultural? Porque eso es lo que te hace ganar las elecciones, y no los aparatos partidarios.
El fa fue creando hegemonía en términos gramscianos, y al mismo tiempo se fue acercando tanto a la cultura uruguaya que creó una cultura de izquierda, y los aparatos la transformaron en votos. Entonces cómo hacemos para que esa cultura de izquierda esté hoy más vinculada al fa, en un contexto donde el Frente es gobierno y por tanto genera descontentos y resistencias de todo tipo… Si yo en aquel momento dije que con eso no se hace política, ¿qué estoy haciendo ahora? Trato de hacer política con eso, porque me parece que eso tiene poca expresión dentro del fa. Eso que yo llamo la izquierda cultural, intelectual, social. ¿Cómo hacemos para que todo eso esté junto? La idea es construir política de afuera hacia adentro.
—Entonces, el objetivo es crear una especie de masa crítica que permee al Frente Amplio…
—Para que el afuera entre y lo renueve. Porque si en realidad tus elites políticas, según un estudio de (Oscar) Bottinelli, tienen 30 años de militancia promedio, se ha ido consolidando una suerte de clase política, de cuadros. Y cuando eso pasa se pierde relación con el afuera. Todos alaban mucho la profesionalización de la política, pero un político profesional es un político que vive de la política, de tal manera que eliminás el principio de la rotación. ¿Por qué precisás que la gente cambie? Porque si querés un fa que esté en sintonía con la sociedad, necesitás ir representándolo todo el tiempo. Que es un poco lo que pasó ahora con los jóvenes. Estuvieron pero ahora ya no están. La orgánica del fa es expulsiva, pero a su vez la inorgánica que rodea al Frente no quiere pagar los costos de la organización. Bueno yo estoy ahí y soy un poco bisagra.
—¿Constanza Moreira es candidata alternativa a qué?
—La primera definición de eso tiene que ver con la génesis de la candidatura. ¿Por qué recurrís a Tabaré Vázquez para esta elección? Porque no confiás en las figuras de relevo que han surgido en este tiempo, o porque las figuras de relevo no confían en sí mismas. Entonces de alguna manera estás encerrada en el dilema Tabaré-Mujica-Astori, en la ecuación fundacional del Frente. No quiere decir que mientras tanto no vayas haciendo otras cosas, porque tenés otras figuras de relevo en el gabinete, en la Intendencia. La primera respuesta es que es una alternativa a la falta de relevo generacional y es una alternativa a la falta de relevo de género. Lo he dicho muchas veces, quizás no era yo la más indicada porque soy una personalidad bastante reciente en la política. Me parece que es una alternativa en el sentido de decir: bueno, hay otras generaciones que construyeron política en este país, hay otras generaciones que aparecen como perdidas, la mía por ejemplo. Esta generación, que no es la fundacional, tiene un rol para ocupar en la política. Luego está la alternativa a lo orgánico, a lo sectorial, de gente como yo que estamos en los espacios, que somos independientes y que somos frenteamplistas antes que comunistas, socialistas, etcétera. Me parece que también está esa identidad para reivindicar. El fa es cada vez más coalición y cada vez menos movimiento. Entonces hay que fortalecer el polo fa no como oposición a los grupos pero como parte de un equilibrio.
—Pero además de la impronta de género y renovación generacional, se está parando como candidata a la Presidencia de la República, ¿cuáles serían los ejes que desarrollaría en un tercer gobierno?
—El programa será el mismo. Ahora bien, el programa es un marco general, después hay énfasis. Creo que el fa tiene que profundizar su vocación latinoamericanista, esa cosa de la política exterior me parece muy importante. Es una diferencia enorme entre el fa y los partidos Nacional y Colorado. Si fuera por éstos no tendríamos Parlamento del Mercosur, no tendríamos acuerdos con Argentina, no tendríamos nada de lo que constituye nuestro lugar en el mundo. Y eso dentro del Frente va y viene, porque hay posturas distintas con respecto al proyecto del gobierno argentino, Cuba, o Chávez. No digo que amemos todos por igual las mismas cosas, pero el fa tiene una perspectiva de bloque latinoamericano, que además también el pt la tiene, también el gobierno argentino la tiene. En este momento tenés una encrucijada muy buena para América Latina sostenida sobre la base de gobiernos de izquierda. Este es el primer punto, el gobierno uruguayo tiene que dar señales muy claras en ese sentido, porque los otros también juegan, como izquierda no podés dar señales de las cuales se pueda aprovechar la derecha argentina o la derecha brasileña, que siempre están jugando a boicotear el Mercosur o la Unasur.
—¿Y la definición antimperialista sigue estando vigente?
—Voy a hacer un diccionario de actualización ideológica. ¿Qué quiere decir antimperialismo hoy? Voy a usar palabras de Couriel. No es un problema de actitud de Estados Unidos, hay un sistema imperio –para usar palabras de (Toni) Negri– caracterizado por la hegemonía militar de Estados Unidos, financiera –mientras el dólar siga siendo la moneda de intercambio global–, comunicacional, y has tenido en los últimos tiempos un monopolio académico, intelectual. Las grandes universidades estadounidenses son las que distribuyen papers, trabajos de investigación científica, monopolizan los fondos. Primero tenés que saber que es eso, y después fortalecerte como bloque en América Latina. Tenés dos lenguas. Con un país gigante como Brasil que se ha modernizado a pasos agigantados, del cual sos amigo.
—Ahora, recientemente en un seminario Tabaré Vázquez dijo que “la potencia está cambiando su comportamiento imperialista” y que hay nuevas condiciones para definir una agenda común con Estados Unidos.
—Creo que la afirmación de Vázquez está basada en que Estados Unidos no tiene un interés estratégico en América Latina, como lo tuvo en la época de la Guerra Fría, cuando de alguna manera tenía que controlar lo que se llamaba el patio trasero.
—¿Considera que los conceptos izquierda y derecha siguen vigentes, algo que también fue relativizado por el ex presidente?
—Más que nunca. Hace 20 años le preguntabas a un brasileño si era de izquierda o derecha y no sabía cómo ubicarse. Desde que las izquierdas sensibilizan en América Latina, el eje izquierda-derecha se volvió cada vez más relevante para entender el mundo. Hoy hay gobiernos de izquierda, líderes de izquierda, presidentes que dicen que están construyendo el socialismo. Es al revés, nosotros vamos hacia una ideologización completa de la política. Venimos de una política de recambio de partidos que se fueron indiferenciando ideológicamente y vamos hacia una política de mayor diferenciación ideológica. ¿Vamos quiénes? América Latina desplazó a Europa. Uno de los problemas que sufren los gobiernos de izquierda es esa idea inducida por los politólogos de conquistar el centro del espectro político. Yo siempre digo que no hay centro en el espectro político. En realidad el centro son los que no se identifican con nada, los menos informados, los que no quieren tomar partido. No es moderación ideológica. Cuando vos querés capturar el centro y pensás que ir moderando tu discurso te permite capturar el centro, lo que hacés es indiferenciarte programática e ideológicamente de los otros. Es lo que pasó en Chile, o con las izquierdas europeas.
—Y precisamente la condición de alianza catch all que representa el fa, ¿no lleva a que esa dicotomía izquierda-derecha no sea a veces tan explícita?
—No veo que los derechos de las personas puedan hacerse efectivos si no hay una propuesta por izquierda desde el punto de vista económico. No podés satisfacer derechos a todas las personas si no redistribuís. Yo no conozco otra que sacarle un poco a los de arriba y darle a los de abajo. La lógica de distribución que nosotros tenemos es impuesto versus gasto público social. Cuando empieza este gobierno hay algún discurso que dice que la manera de redistribuir es el gasto público social, después el eje va cambiando ideológicamente hacia un discurso de tocar la política tributaria. Entonces tenés política tributaria, empleo y gasto público social, esa es la ecuación distributiva. ¿Por qué los gobiernos de izquierda son más exitosos redistribuyendo que los de derecha? No es solamente por un problema de ideas, sino porque los gobiernos de izquierda alteran la ecuación económica. Entonces aquellos que ganan el poder político les pueden imponer a los que tienen el poder económico el precio de vivir en comunidad, poniéndoles límites a las ganancias derivadas del capital.
—Pasemos a otro de sus ejes prioritarios de cara a la campaña…
—El otro eje es eliminar la miseria. Si tenés 63 mil hogares sin cocina, 70 mil sin baño… No puede haber nadie que viva sin electricidad. Sé que es caro, porque tenés que llevarla a los 40 mil hogares en medio del campo. Saneamiento, agua potable, electricidad, terminar con el hacinamiento en la vivienda. Eso lo tenés que vincular a su vez con resolver los problemas de la educación. Uruguay sigue teniendo la tasa de egreso secundario más baja de América Latina. Entonce reproducís una sociedad dual, porque tenés una cantidad de gente que busca trabajo pero no llega a tener la capacitación necesaria, y por otro lado trabajo que busca gente y no la encuentra. La tercera cosa es la deuda de Uruguay con las mujeres. Por lo menos tendría que plantearse un sistema de paridad en los cargos ejecutivos, porque en el Parlamento podés poner la cuota, pero si cada lista alcanza sólo un diputado todos serán hombres. Siempre pongo este ejemplo: no podés tener un acuerdo educativo firmado por hombres, porque la educación es territorio de mujeres y está lleno de maestras, de profesoras.
—¿Y el sistema nacional de cuidados? Hubo cierto impulso en este período, pero da la sensación de que se discontinuó por el financiamiento que requiere…
—Costaría un punto del pbi. La mitad del sistema nacional de cuidados se resuelve extendiendo el horario de las escuelas, y sobre todo de las guarderías. En el sistema nacional de cuidados vos tenés tres grupos vulnerables. El primero son las madres solas, en un contexto en que el número de divorcios aumenta, está lleno de madres solas con los hijos. No podés tener un sistema de cuatro horas en la escuela, con madres que trabajan ocho. Aprobás un estatuto del funcionario público que establece un horario de ocho horas… En Inglaterra, por ejemplo, la escuela es de seis horas y el horario de trabajo también. El sistema de empleo no se condice con el hecho de que la mitad de quienes trabajan son mujeres. El otro tema es la vejez, abundan los hogares de ancianos y es un negocio por la prolongación de la vida. Y el otro tema son los discapacitados. En verdad eso es mucha plata.
—¿Sería entrar a un tercer nivel de reformas?
—Son transformaciones estructurales grandes. Harían la vida de la gente más feliz. No es extensión del tiempo pedagógico pero sí de infraestructura. Tenés un 20 por ciento de los gurises de clase media y media alta, que no importa si van al privado o al público, pero vienen de un clima familiar con alto nivel educativo y les va bomba. Y después, tenés un 50 por ciento que a partir de tercer año empieza a caer, y una cantidad de gente que termina secundaria con 20 o 21 años. ¿De dónde sacar la plata? Bueno, yo creo que este país exagera con el gasto en seguridad. Tenés un montón de plata en defensa. Tenés 27 mil efectivos, y pensá que hay 45 mil docentes, para qué tantos efectivos. Luego tenés las empresas públicas, los impuestos que gravan al capital (hoy la mayor recaudación viene de los salarios)… es decir que se puede mejorar la presión tributaria al capital, aunque hay que estudiarla y no hacerla al barrer. También estás con un país que se vuelve más rico y somos casi la misma cantidad de habitantes. Cuando salimos de la crisis de 2002 el pbi era de 12 mil millones de dólares y hoy son 50 mil millones. Hay que prever cómo hacer para que la riqueza que va a sobrevenir, en un país con una tasa de crecimiento vegetativo de la población, no vaya a alimentar barrios privados sino a sacar gente de los asentamientos.
—El discurso sobre la seguridad ciudadana se va a instalar en la campaña, también porque el fa no lo va a eludir. ¿Cómo está elaborando ese eje? ¿No piensa que de alguna manera el Frente quedó entrampado en un discurso con señales contradictorias?
—El discurso de la seguridad entrampa al fa de una manera muy dramática, porque ni siquiera a los brasileños los entrampa como a nosotros, y los problemas de seguridad en Brasil son mayores. Hay otra variable que no tiene que ver con la inseguridad objetiva sino con el deseo infinito de seguridad que expresa una población que tiende a volverse más envejecida y conservadora. Entonces tenés que tender a desarticular la pretensión infinita de seguridad, que además se potencia con una cultura de mucha aversión al riesgo y al cambio. La izquierda queda entrampada en el discurso de la seguridad en toda Latinoamérica, porque desapareció el del desempleo, que estaba primero. La inseguridad está muy explotada a nivel de los medios de comunicación. Eso no quiere decir desconocer el problema objetivo, sino que hay una inflación del tema que te lleva a darle cada vez más recursos humanos al Ministerio del Interior. Hay cada vez más gente en las cárceles, hay endurecimiento de las penas. Eso en algún momento lo tenés que parar. ¿Te vas a gastar toda la plata enjaulando gente? Si se lograran cambiar las políticas de las drogas tendrías otros resultados. Las penas alternativas a la prisión son poco usadas porque son caras y de difícil administración. Me parece que está mal la teoría de la manzana podrida. Creo que la idea de la estrategia de la convivencia es que los problemas los arreglamos entre todos. Y que si vivís en un barrio es mejor confiar en el vecino que hacer un muro muy alto.
Los próximos pasos
Un espacio moderno y de izquierda
—¿Esas ideas macro las piensa transformar en planes de gobierno concretos?
—Tenemos una cosa que se llama Plataforma Trece. Está el programa del fa, que es el marco. Después algunas de esas cosas las podés transformar en medidas concretas siempre que les encuentres financiamiento, equilibrio…
—¿Está formando equipos como para comenzar a trabajar en esos ejes?
—Sí. Seguridad, economía, educación, género. Hay mucha gente trabajando en Uruguay.
—¿Su objetivo es generar un espacio a largo plazo, una nueva sensibilidad en el fa, pero que también pase por su liderazgo?
—Este lugar que tengo, el Senado, te permite hacer política. Antes yo lo hacía con mis columnas, con mis palabras. Como dice Lula, las movilizaciones no son contra la política sino por más política. El fa todavía puede ser un lugar para hacer política nueva y política de la movilización. Ese es el desafío.
—La gente que la apoya apuesta a que su candidatura no sea testimonial, y a que continúe su proyección como cuadro político.
—La idea de una candidatura testimonial es la idea de una candidatura que no cambia nada. La intención es crear un espacio político por la izquierda en la izquierda, que sea al mismo tiempo de izquierda y moderno. Que sea contrario al conservadurismo social y de derechos, que sea moderno en el sentido de la nueva agenda y que al mismo tiempo sea de izquierda. Creo que eso en un partido tan grande como el fa lo tenés que ir construyendo todos los días.
—¿Cuáles son sus apoyaturas políticas más importantes?
—Por ahora el pvp, que lo va a presentar en la orgánica. Los sectores grandes del fa están apoyando todos a Tabaré. Está este grupo Alternativa, donde confluye gente de todos lados. El Ir no sé qué va a hacer…
—A propósito, el Ir comunicó a través de Twitter que usted aceptó ser candidata al Senado por su lista.
—Ellos me han planteado muchas veces que quieren presentar una lista en octubre y en junio también, y sobre la posibilidad de que se pudiera armar una coalición en la que se incorporaran otros, y que varios grupos pudieran llevar mi nombre al Senado. Está muy bien, pero lo veremos después. Hay dos cuestiones respecto a esto, todavía sigo siendo del Espacio 609. Ahora voy por una candidatura, lo hago desde el Senado, después eso no sé en qué va a desembocar… Creo que ellos van a decidir este sábado si van a acompañar mi candidatura (a la Presidencia) o no. Esa es una decisión importante, porque si quieren competir en junio tendrán que apoyar la candidatura de Vázquez o la mía. Por supuesto tengo la mayor de las simpatías por el Ir, por su juventud, por su propuesta. Hemos conversado mucho, hay gente que quiero mucho, como Macarena. Las afinidades existen. Luego veremos cómo eso se transforma en fórmula política.
—Por lo menos hasta las internas su relación con el Espacio 609 quedaría igual, entonces…
—Creo que sí. Veremos. Por ahora ese Espacio 609 está dividido, por un lado está el pvp, yo, y otros que decidieron desmarcarse y acompañar al mpp.
—¿Pero no descarta seguir en el Senado en el próximo período?
—A ver… por ahora lo que te puedo decir es que voy a intentar construir una candidatura alternativa para las internas, y después vemos. Está en mi ánimo construir un espacio político con otros, porque una golondrina no hace verano. La candidatura alternativa puede ser una plataforma para construir un espacio político, si es que existe potencialidad para el mismo. Creo e intuí que sí, pero eso depende de la capacidad que tengan para organizarse aquellos que hicieron esto posible, que no soy yo. No va a existir por mi figura.
—¿Se trazan algún tipo de objetivo en cuanto al caudal electoral que pueda ser captado?
—No puede ser testimonial, tiene que ser una cosa que importe. Los votos importan mucho como señal.
—¿Cómo se plantea el tema financiero de la campaña, la parte mediática?
—La publicidad en la televisión es muy cara. No sé el fa qué decisión tomará, y si no, haremos como Obama. Como él no quería atarse a los lobbies, que son los grandes financiadores, tenía un sistema de microfinanciamiento y por el celular la gente mandaba diez dólares.
—¿En serio está pensando en eso?
—Tengo que consultar con los asesores de Obama… (Risas.)
—¿Giras por el Interior?
—Yo ya hice varias campañas y en realidad lo que se necesita es un poco de esfuerzo y la capacidad organizativa del fa, que es lo determinante del éxito, es decir que se les abra la puerta por igual a ambos candidatos… Y después somos gasoleros.
—Vázquez propuso que fuera en igualdad de condiciones.
—Bueno, eso hay que ver cómo se expresa. Hay que esperar la resolución del Plenario y del Congreso.
—Otra lectura es que su candidatura pueda canalizar la disconformidad para que no se vaya gente del fa o para que no se incremente el voto en blanco y el anulado…
—Es una interpretación posible. La idea es que puedan recuperar para el fa. Es transformar el malestar en una política activa. Si no lo hacemos ahora, no sé cuándo lo vamos a hacer. Pero al mismo tiempo darle a la izquierda el peso importante de una corriente de opinión, que tenga posiciones muy definidas a favor de una política exterior de determinado tipo, de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres. Es decir, que en los equilibrios del Frente vos hagas pesar esta otra cuestión. No puede ser que en las posiciones sobre las misiones en Haití haya tan pocas voces en contra. No puede ser que la postura dominante sea prácticamente poco menos que la instrucción militar obligatoria…
TOMADO DE BRECHA DIGITAL, http://brecha.com.uy/index.php/politica-uruguaya/2508-yo-soy-un-poco-la-bisagra