¡El pueblo volvió a las calles, Lamu!
Publicado el 22/06/13 a las 10:53 pm
Lamu es el nombre que estoy dándole un manojo de cientistas políticos y asociados que salieron a la liza para criticar, por todos lados, al retorno de las manifestaciones populares. Para Lamu, esas manifestaciones serían obre de radicales de izquierda, de fuera y de dentro del PT. Y no serían compatibles con la democracia, que quedaron protestando difusa y románticamente por cuestiones económicas, cuando habría otros asuntos más importantes por tratar. Los reajustes al costo del pasaje de los autobuses serían inferiores a la inflación y, si hubiera insatisfacción con los gobiernos, los líderes de las manifestaciones mdeberían haber convocado a la población a reclamar, en Brasilia, por el costo de los alimentos.
No contento con descalificar a las manifestaciones por dedicarse a asuntos supuestamente menores, Lamu se esforzó por demeritar a los propios manifestantes. Estos serían personas irritadas que buscan desahogar sus frustraciones. Serían alborotadores listos para depredar, golpear y cometer enfrentamientos. Y serían los casi invisibles radicales de izquierda, siempre listos a echar gasolina, o vinagre, al fuego, sin cualquier agenda sensata de reivindicaciones. Por lo tanto, no pasarían de pequeños grupos, cuya faena de causar destrozos los llevaría rápidamente a su final, no solo por la firme y correcta acción policial, sino también por la falta de apoyo popular.
Pobre Lamu, que vio derrumbarse todos sus análisis científicos el día 17 de junio, cuando en casi todo el país las manifestaciones reunieron millares e manifestantes demostrando su insatisfacción. El pueblo volvió a las calles, Lamu, al llamado del Movimiento por el Pase Libre (MPL) [por el viaje gratuito], no solo para apoyar la reivindicación de que se deroguen los reajustes de las tarifas de las tarifas de los transportes urbanos, sino también para expresar su rechazo al costo de la vida, a las prioridades de las inversiones, y al autoritarismo de los gobiernos [locales] que quieren imponerles trabas a las a las reivindicaciones y manifestaciones populares.
Las manifestaciones populares, en calles y plazas, son un derecho reconquistado especialmente en las luchas contra la dictadura militar, en el movimiento por las ¡Directas ya!, en las huelgas obreras del ABC [cinturón industrial de Sao Pãulo] y en las marchas por la amnistía política y contra el costo de la vida, en los años de 1979 y 1980. Son conquistas democráticas, totalmente compatibles con la democracia. Como compatible con la democracia es el derecho de grupos, de izquierda, radicales o no, a convocar tales manifestaciones. Incompatible con la democracia, aunque sea parte del aprendizaje popular para saber manejar esos hechos, es la acción secreta de policías y provocadores, para promover destrozos, para realizar confrontaciones y reprimir violentamente a los manifestantes, como sucedió en varias capitales.
Las insatisfacciones populares, Lamu, siempre se plasman inicialmente en pequeñas manifestaciones, tomando como punto de partida uno o algunos aspectos de la vida popular que más incomodan. Conservadores y reaccionarios, como usted, creen un absurdo esa espontaneidad popular que, las más de las veces tiene a la juventud, especialmente la estudiantil, como portaestandarte. Así como expresan, también en general, la insatisfacción de grandes masas de población, tienen la capacidad de superar las represiones y provocaciones que buscan criminalizar las manifestaciones, y movilizar grandes multitudes, no solo por los aspectos inicialmente planteados, sino también por el conjunto de los problemas que afligen a las otras capas populares.
Al contrario de lo que proclaman los gobiernos [locales], los reajustes a los precios de los transportes son una herencia indexada de los años de 1990, cuya acumulación en los últimos años es muy superior a la inflación. Es, por lo tanto, una aberración que sofoca tanto a los estudiantes, que reivindican el pase libre, como a millones de trabajadores, para quienes un aumento de 20 centvos puede representar la gota de agua que desquicia sus magros ingresos. Pero usted, Lamu, que solo anda en automóvil propio y no conoce el sacrificio de viajar en transportes atestados y poco seguros, no ´puede entender eso. Encuentra difusa y romántica, y es incapaz de verlo como la punta del iceberg del costo de vida.
Costo de vida que no se conecta con los aumentos estacionales de los alimentos agrícolas e industriales, en parte causados por la reciente falta de apoyo a la agricultura familiar, responsable de más del 80% de todos los alimentos que el pueblo consume. En un enorme desajuste con el financiamiento del agrobussines, la agricultura familiar viene languideciendo y siendo expropiada por los grandes cultivos de commodities, lo que se refleja en los precios altos de las ferias populares y los supermercados. Costo de vida que se refleja también en los precios de monopolio practicados por las corporaciones industriales que producen bienes de consumo corriente. A falta de competencia, esas corporaciones han vuelto los precios brasileños unos de los más altos del mundo. Y si se agregan los intereses practicados en el mercado, se puede tener una idea del tamaño del tamaño el problema que la mayor parte de las familias brasileñas tienen sobre su mesa.
Esos millones de familias, muchas de las cuales se benefician con las políticas de aumento del salario mínimo, de crecimiento del empelo y de transferencia de ingresos para propiciar educación y salud, también han comenzado a darse cuenta de las disparidades existentes en las inversiones. La rapidez de las inversiones en parques deportivos para atender compromisos como la copa de futbol y las Olimpiadas es flagrante. Como flagrante es la lentitud de las inversiones en saneamiento básico, en la construcción de viviendas, en la reforma y construcción de ferrocarriles, puertos y aeropuertos, n la mejora de los transportes urbanos, en la instalación de nuevas plantas fabriles que mantengan el ritmo de creación de empleo, y en la reestructuración de la educación y la salud.
Los gobiernos pueden hasta alegar que los nuevos estadios e instalaciones deportivas generan empleo e ingresos para buena parte de la población, como hasta Lamu reconoce. Pero cada una de las demás inversiones necesarias para que Brasil salga de la quiebra heredada de los gobiernos neoliberales también puede generar el mismo volumen de empleo e ingresos, con la ventaja de que sus beneficios a la población serán superiores. En otras palabras, las manifestaciones están llamando la atención de los gobiernos sobre el hecho de que quieren discutir las prioridades de las inversiones, lo que Lamu considera un absurdo, incompatible con su nación de democracia, según la cual esa es una misión delegada por las elecciones y no un derecho romántico.
En esas condiciones, si El gobierno federal padecía de falta de movilización masiva para avanzar más rápidamente en los planes de desarrollo, ahora tiene el deber no solo de reconocer como legítimas y democráticas las manifestaciones y reivindicaciones populares. Él necesitará tomarlas como punto de partida, y apelar a su apoyo, para desindexar la economía, tomar en serio el apoyo a la agricultura familiar, redireccionar inversiones para reestructurar la industria de bienes de consumo corriente, y agilizar las inversiones en infraestructura. O sea, actuar prioritariamente en aquellos sectores capaces de reducir el costo de la vida, y crear nuevos mecanismos de diálogo con la población en lucha.
Al volver a las calles, el pueblo está creando una nueva coyuntura social y política, favorable a la democracia y al desarrollo económico, social y ambienta. Para deseperación de Lamu y de todos los que no soportan el olor del pueblo.
Tomado de Página 13, 18/06/13, Brasil
http://forodesaopaulo.org/?p=2819