lunes 13 de enero, 2025

Entrevista a Carlos Coitiño: Un Frente más cerca de la gente.

Publicado el 18/05/12 a las 6:00 am


Por Ángeles Michelena.

“El debate dentro del Frente Amplio es necesario. La mejor manera de confrontar con nuestras posiciones es la unidad, pero no una unidad vacía, por meros intereses electorales, sino la idea de un proceso de acumulación que nos lleve a los cambios que creemos imprescindibles”, nos dice Carlos Coitiño, diputado por el Partido por la Victoria del Pueblo e integrante de su Secretariado Ejecutivo. Coitiño trabajó en la comisión que durante el año pasado elaboró una propuesta de reestructura para el FA. Sobre este y otros temas conversamos.

El tema de esta entrevista es la reestructura del Frente Amplio, ¿desde dónde tú lo analizás y desde cuándo estás pensando en la organización de los frenteamplistas como tema estratégico?

Hemos estado vinculados a partir de la propia existencia del PVP, fenómeno creativo del proceso de resistencia a la dictadura.
Ingresamos al FA en la clandestinidad, a partir de una dirección que acepta la incorporación de nuestro partido, con un período de prueba de seis meses, que al parecer cumplimos satisfactoriamente a juicio de los dirigentes, incluso para algunos sectores que se opusieron entonces a nuestro ingreso. Era un momento de pelea en la sociedad uruguaya que sumaba metodologías distintas a las predominantes a esa altura en el Frente, una organización política que tenía en su propuesta original la participación en la lucha electoral, pero también desarrollar la acción política permanente para construir junto al pueblo los cambios que la sociedad estaba necesitando.

En el año 84 se produce nuestro ingreso formal, pero no debemos olvidar el relacionamiento anterior que fue cimentando este hecho. Un ejemplo es el apoyo que brindáramos al general Seregni a través de nuestro compañero, hoy desaparecido, León Duarte, apoyo material y también ideológico, y de respaldo a la lucha de resistencia que simbolizaron el Frente Amplio y el general Seregni.

El ingreso fue un proceso que se fue construyendo en medio de luchas políticas y de los caminos particulares de nuestro espacio; no pudo ser en el 71, en ese momento el PVP no existía.

Desde esa época prácticamente fuimos compartiendo con Hugo Cores la representación del PVP en el Frente Amplio. Ese frente que nosotros compartimos desde el año 84, no es el mismo FA al que hoy se le están demandando transformaciones por parte de los frenteamplistas.

¿Qué líneas de larga duración son importantes para ti en el proceso histórico del Frente Amplio?

Todo lo que hace a la comunicación con la gente. Recordemos que una cosa fue la etapa en la que el poder militar empieza a ceder espacios para el funcionamiento de la democracia política, frente a los procesos posteriores. En ese primer momento hay hambre de participación en la sociedad.

Desde 1974 hasta fines de 1982 me tocó vivir la prisión política, entonces tengo muy presente lo que fue esa lucha de resistencia a la dictadura, en la que el Frente Amplio en medio de la gran represión fue perdiendo vigor organizativo. Luego se va construyendo la salida y se reorganizan las fuerzas. Aún me recuerdo pelado, representando al PVP en algunas reuniones. Nosotros veníamos de etapas muy complejas, el PVP atacado por la represión, con la pérdida casi total de la dirección, con muchos compañeros desaparecidos… Volvíamos a un escenario en el que prácticamente no habíamos podido participar… Recuerdo reuniones en muchos lugares, donde el comité de base convocaba a cien personas, con vocación de libertad, con ganas de participar.

En ese momento, en el proceso de apertura progresiva se da una de las etapas de mayor participación política de nuestra sociedad. Luego de algunos años, eso comienza a decaer y paradójicamente, en el momento de mayor acumulación en el plano electoral es cuando llegamos al gobierno nacional y la participación es mucho más baja.

Fue bien interesante el análisis que en la fuerza política comenzamos a hacer sobre el comportamiento electoral de la sociedad uruguaya, en relación a las elecciones departamentales de mayo, que significó un golpe, un alerta grande. Leer el significado del 10% de votos en blanco en Montevideo y Canelones, el lugar de radicación del grueso del electorado frenteamplista, tradicionalmente urbano y capitalino, nos llevó a analizar que el FA se había concentrado durante muchos años en el crecimiento electoral, restando fuerza a la acción política permanente en los temas que llevan a una conexión más fuerte con la gente y los problemas que vive.

Se instaló el temor de que los votos en blanco se transformaran en votos en contra. Comparando los resultados electorales en los dos últimos períodos, vemos que se llegó en la primera vuelta en 2004 pero ya no pasó lo mismo en 2009. Con la herramienta de gobierno el Frente perdió inserción en la sociedad.

¿Cómo se procesa este alerta en la fuerza política?

A lo largo del año 2010 se procesó en el FA una discusión orgánica, bastante democrática, con talleres, con plenarios. Hasta ese momento los plenarios no eran punto de referencia para decidir, el Plenario Nacional venía sin funcionar durante más de un año, aun siendo la dirección máxima de acuerdo con el estatuto. Este período intenta reincorporar la discusión política en la fuerza, un poco tarde, porque ya estaba debilitada la relación del FA fuerza política y la sociedad. Se reflexiona, se tratan de identificar los problemas, hay una variedad de documentos de esa discusión. Pero se comienza a ver una dificultad: nadie quiere hacerse cargo de la responsabilidad de lo que venía pasando. Se pretendió hacer responsable a la estructura de base, a los comités, de la situación generada. “¡Ah!, porque son viejos”, “¡ah! porque disputan poder interno”, “ahí no puede ir nadie porque lo echan”… una serie de interpretaciones falsas que nunca incorporaron la enorme responsabilidad de aquellos sectores políticos que, teniendo un gran respaldo popular en el voto, no promovían la participación de sus adherentes en los comités. Comenzó a formarse la idea de que era el comité el responsable de todos los problemas que se hicieron evidentes a partir de los votos en blanco.

Esta discusión aún no se laudó. Sin embargo, se identificaron varias consecuencias de acciones incorrectas, como por ejemplo que la relación de la fuerza política con los participantes en niveles de gobierno nacional y departamental no funcionaba. En un país donde el Estado tiene un gran peso y es determinante en la suerte de muchos ciudadanos, el actor frenteamplista en el rol de gobierno, queriéndolo o no, fue paulatinamente convirtiéndose en gestor de gobierno y conductor de la fuerza política, y el ciudadano que venía alejado de la fuerza política, comienza a confundir gobierno con fuerza política. Este problema permanece vigente, es parte del debate.

¿Y cómo opera la reestructura en este problema?

Nosotros hemos hecho pública nuestra posición sobre el modelo de Frente que pretendemos, producto de la discusión de nuestra Sexta Conferencia realizada en el año 2010, lo expresamos en el número 0 de Cuadernos de Compañero. Pero el problema está en que el Frente que hay es el resultado del dominio del poder de decisión que tienen los sectores mayoritarios que defienden otro modelo.

El frenteamplista podrá decidir, esperamos que dado el papel que hemos ido teniendo algunos nos den la oportunidad de tener el espacio del poder de decisión que haga posible nuestra incidencia con una concepción más transformadora.

Si el Frente se reproduce como está, seguirá dando más importancia a la gestión de gobierno que a construir una fuerza política mirando hacia delante, que tiene que elaborar en función de los cambios de la realidad propuestas programáticas y planes de gobierno para cumplirlos. Si hay algo que no puede hacer, por la razón que sea, tiene la obligación de explicar al ciudadano, a través de la fuerza política, cuáles fueron las dificultades. La comunicación con la gente es consecuencia de confiar en la gente pero hay quienes no confían.

¿Cómo va a influir la reestructura en resolver la contradicción entre una estrategia volcada a lo electoral, en primer lugar no perder las elecciones y a la vez crecer si es posible, y otra que implica organización política para las transformaciones?

Sin el pueblo organizado no se van a dar los cambios de fondo que estamos necesitando. La elaboración de una estrategia de cambio, que nos comprometa a todos los grupos políticos, tiene que estar acompañada por la cabeza de la gente, los comités, las coordinadoras, las departamentales. Con la posibilidad de sumar todas las ideas que están en la sociedad. Desde el PVP queremos una organización política para profundizar los cambios, por lo que hay que seguir buscando caminos de acumulación, pero sabemos que en esa materia no todo es igual, conversando con los partidos tradicionales que tienen intereses contrarios a los nuestros no va a ser. Precisamos definir una política que incluya la movilización del pueblo, que tiene que reconocer cuáles son sus instrumentos de lucha y cómo los defiende.

Nosotros enfatizamos la diferencia entre la democracia representativa y la democracia participativa, esta última es más acumulativa en el sentido que venimos hablando. Históricamente la propuesta es que cada cinco años el ciudadano vote. Esta discusión hacía mucho que no se daba en el Frente. Domina la discusión de la táctica, si vamos para un lado o para otro, pero el rumbo no se discute. La discusión programática debe ser permanente, no alcanza con que los temas estén escritos en el programa, tenemos que discutir cómo vencer las resistencias que se oponen a su aplicación, las materiales y las culturales.

Cuando el FA no propone esa discusión se arriesga a caer cada vez más en una visión electoralista, y después que se gana la elección meten a la fuerza política en el Estado.

Como consecuencia, vemos que en este período se impusieron temas muy fuertes con prácticas dirigentes que no compartimos. Cito dos de carácter distinto:

-la ley de salud sexual y reproductiva, con el aborto y el veto de Tabaré Vázquez, incluida la amenaza de disolución de las cámaras.

-la campaña por la eliminación de la ley de caducidad y la presión sobre los legisladores por parte del presidente y del vicepresidente.

¿Cuáles son los elementos concretos que introduce la reestructura y cómo los valorás?

Mirando hacia delante la reestructura tiene cosas positivas. Amplía la posibilidad de decisión, no decidir en las cúpulas e imponer resultados, fenómeno que hizo crisis en mayo del 2009 con la designación del candidato a intendente. En esta reestructura se abren espacios que hay que ayudar a que sean ocupados por los frenteamplistas y son estos:

-Las asambleas previas a los plenarios. Son de consulta de la opinión sobre el orden del día del plenario. No hay hábito, su aplicación dependerá de la disposición que tengamos, de la voluntad de participación y de que logremos vencer el fenómeno que atraviesa a todas las organizaciones políticas y sociales, de apatía por lo colectivo, como herencia de una derrota que viene desde la dictadura, que todos la vimos, pero muchos prefirieron no mirar. Las asambleas son un instrumento poderoso que la fuerza política tiene que apoyar e impulsar.

-La elección del presidente del FA en lo nacional y en lo departamental es otra novedad. Tiene que ser por voto directo de los frenteamplistas, cosa que tiene sus contradicciones, puede suceder que el votante no conozca a los candidatos, pero lo importante es que se saca la elección del ámbito del acuerdo entre los sectores políticos.

El FA tiene 440 mil adherentes y puede haber electores que se afilien el mismo día, de hecho es a padrón abierto.

En la elección interna más grande que tuvo el FA (2006) votaron 220 mil frenteamplistas, era una coyuntura más favorable, recién conquistado el gobierno nacional; hoy, con el desencanto y la dispersión que se puede ver, tendremos que trabajar mucho para lograr la participación. Igualmente creo que la convocatoria del FA para sus internas siempre se va a destacar frente a la de los otros partidos. El voto no es obligatorio, y el que vaya estará expresando su voluntad de participación y de militancia. El FA tendrá que aprovechar el envión del momento para que los elegidos comiencen a aplicar cosas distintas a las actuales. Ese es el gran debate que debería darse.

Hay quienes piensan que lo mejor es presentar como candidato al compañero que por ocupar lugares en la administración de gobierno es más mediático, aunque después no pueda cumplir a cabalidad la tarea, y que el que sostiene todos los días a la militancia dentro de la fuerza política, no sale porque no se lo conoce. Nosotros proponemos que los candidatos para la presidencia del FA no sean las figuras más visibles, esto hay que evitarlo, convocan al voto pero luego no ejercen, ponen a un suplente. Es una problemática que la reestructura sola no la puede resolver. Es un tema de valores distintos, el de la participación cotidiana.

¿Cuál es la expectativa con los jóvenes?

El tema de la participación de los jóvenes no está resuelto. La comisión que está trabajando no tiene informe, está en el curso de los sesenta días de plazo. El problema es cómo van a votar y cómo se representan.

Pero debo decir que en el tema de la convocatoria a los jóvenes hay mucho bandidaje, hablando en plata, en el que militantes sectorizados por tema de edad, lideran movimientos de jóvenes como si fueran independientes. En todo caso todos los sectores tienen posibilidades de desarrollar políticas de jóvenes y no han podido hacerlo y se le achaca al FA de que no las tiene, sin embargo los jóvenes no van a los comités pero tampoco van a los sectores. Si hubiera sectores jóvenes por todas partes, otra sería la situación. Los problemas del Frente se resuelven con la conjunción de la coalición de sectores y la estructura del movimiento.

La convocatoria a los jóvenes debe ser a partir de una política elaborada y discutida con ellos, sus objetivos, las líneas de acción.

En el FA se está formalizando una idea de que la participación de la representación social es un inconveniente en la política, de que el poder político es de alguna manera algo así como contrario al poder social. Esto pasa, por ejemplo, con el tema de la educación, en realidad falta la autocrítica de que hay una gran debilidad en la comunicación de la fuerza política con la sociedad. Por otra parte, hay que saber a dónde se quiere llegar, sin eso no hay líneas de acción.

¿Cuál es el consenso posible en el proceso de reestructura?

La estructura es compleja, exige paciencia, persuasión, apertura de cabeza, encontrar el mínimo común múltiplo en todos los temas es un avance. Pretender hegemonizar e imponer es un atraso.

El PVP ha tratado siempre de debatir y aceptar lo que se resuelve. No se puede siempre estar reabriendo discusiones.

En esta instancia, nos proponemos sumar nuestra propuesta a otros frenteamplistas para hacerla posible.

Tomado de Cuadernos de Compañero
http://www.cuadernosdecompa.com.uy/cuadernos-de-companero/7-el-frente-que-vos-queres-es-posible/204-entrevista-a-carlos-coitino-un-frente-mas-cerca-de-la-gente.html
Se hace difícil porque en Uruguay hace rato que la discusión hacia una elección es márketing y no debate.

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