LAS IZQUIERDAS LATINOAMERICANAS Y SUS DESAFIOS.
Publicado el 23/04/12 a las 12:00 am
Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Perú y Cuba tienen hoy a fuerzas políticas de izquierda en el gobierno. Este escenario, inédito en la historia, ya no es un episodio efímero, fruto de una coyuntura puntual, porque estas fuerzas han vuelto a ganar elecciones nacionales en confrontación con las derechas y han sostenido en el tiempo estrategias que pueden denominarse como “progresistas”. Tampoco están vacunadas contra derrotas. Estos procesos presentan entre sí grandes diferencias, que son fruto de sus realidades geográficas, históricas y sociales así como de las orientaciones políticas de las fuerzas que ganaron los gobiernos y también de las derechas que se convirtieron en oposición. No hay un modelo único y sin embargo las izquierdas latinoamericanas enfrentan problemas comunes.
Un análisis del dirigente del PT brasileño Valter Pomar recogido en la página web del PVP ww.pvp.org.uy y luego en la revista Nueva Sociedad Nº 234 desarrolla esos desafíos compartidos, aportando elementos a una reflexión estratégica que nos es muy necesaria.
Derrotar el contra ataque de la derecha latinoamericana y sus aliados, lograr la continuidad de los gobiernos progresistas y la conquista de nuevos gobiernos, son desafíos de los cuales dependen todos estos procesos. Pero además la izquierda en el gobierno, o mejor dicho, las izquierdas en los gobiernos, tienen el desafío de promover cambios estructurales de carácter democrático-popular.
Estas reformas, dice Pomar, tienen como objetivo “modificar la concentración de los ingresos, de las propiedades y del poder” y menciona a “la reforma tributaria, la reforma agraria, la reforma urbana, la reforma del sistema financiero, la reforma política y la democratización de los medios de comunicación” . En ellas se juega el significado estratégico de los gobiernos progresistas.
Un quinto desafío es acelerar el proceso de integración para reducir la injerencia imperialista y desarrollar el potencial de la región. En sexto lugar Pomar menciona la lucha por volver hegemónica la cultura popular latinoamericana y caribeña, frente al modelo norteamericano predominante.
Y por último plantea como desafío la ampliación de la capacidad teórica y política de las izquierdas latinoamericanas, destacando la importancia de “la coordinación entre gobiernos, partidos y movimientos sociales”. “Ofrecer un mapa del camino y coordinar el conjunto de los frentes de acción” son dos tareas básicas que encuentran grandes dificultades para llevarse a cabo.
Me parece interesante detenerse en estos conceptos que tienen mucho que ver con los dilemas actuales del Frente Amplio.
1) Mantener y ampliar su base electoral es un reto para un Frente Amplio que ganó las dos elecciones en forma muy ajustada, a pesar de la mejora en todos los indicadores económicos y sociales. A diferencia de las visiones electoralistas creemos que eso no puede resolverse en el año pre electoral, con una campaña importante y un buen candidato. Ambas cosas ayudan pero si no hay una fuerza política capaz de acumular fuerzas desde ahora, de liderar procesos, de insertarse en la gente, ganar en el 2014 será una empresa muy difícil.
2) La creación de un bloque social de los cambios va más allá de la obtención de una base electoral sólida aunque la incluye. Sin ella la captación de votos eventuales es una apuesta condenada al fracaso. Ese arco de alianzas sociales exige políticas específicas, vínculos trabajados, capacidad de escucha y de iniciativa por parte del Frente. En buena parte eso se ha perdido en este período.
3) La democratización de la sociedad es uno de los objetivos principales de una estrategia de descentralización participativa. Un entramado social activo y una ciudadanía participante, donde los sectores populares puedan incidir con sus propuestas, es un factor decisivo para que la izquierda pueda disputar la hegemonía a la derecha en todos los planos. La salud, la educación, la seguridad pública, la vivienda, el uso del espacio público, el cuidado del medio ambiente, son campos donde la participación social es un medio para hacer avanzar los cambios estructurales y para gestar una sociedad con valores solidarios, integradores. Las políticas públicas deben ser conscientes de ello y alentar esa democratización en forma sostenida.
Vivimos todavía en una sociedad conservadora. La mitad de la población aún vota a la derecha y los valores competitivos, consumistas, discriminadores, autoritarios son todavía más predominantes.
4) Una estrategia que piense el accionar político de masas como una centralidad requiere de un Frente Amplio protagónico, capaz de promover campañas e iniciativas sobre temas relevantes. La política concebida como acción colectiva y no solo como gestión de gobierno o campaña electoral, recoge un elemento constitutivo del Frente que se ha debilitado por la ausencia de estrategia propia a partir de 2005. Si no somos capaces de unificar un enfoque y propuestas claras sobre temas de fondo, que propongan a la ciudadanía acciones donde la gente sea protagonista, perderemos esa acumulación política.
5) Una fuerza política cuya vida interna se ordena a partir de las informaciones del gobierno, sin debates enriquecedores y unidad de acción, donde las discrepancias se procesan a través de la prensa, genera una dinámica que empobrece la reflexión. Brinda un hándicap a la derecha. El funcionamiento del Frente debe ordenarse desde la acción política, como un instrumento para la acción hacia la población. El conocimiento académico y el saber popular son insumos imprescindibles. Pero la fuerza política tiene que construir los ámbitos para integrarlos.
6) La participación más amplia de los frenteamplistas en la vida de su fuerza política implica fortalecer los ámbitos orgánicos y territoriales, y ser capaces de innovar en formas de intercambio, de consulta e involucramiento. El trabajo en áreas temáticas, la utilización de instrumentos informáticos, la comunicación transversal a nivel de todo el país, son parte de ello.
7) El proyecto estratégico de país, el Uruguay del 2030, exige al Frente Amplio una reflexión que eleve las miras, que profundice las reformas estructurales como el Sistema Nacional Integrado de Salud, la matriz integrada de protección social, el Sistema Nacional de Cuidados, entre otras. La democratización del espacio público, el acceso a la vivienda social y la reversión de la fragmentación territorial, son objetivos de una reforma urbana que combine políticas nacionales con departamentales y locales. Las reformas que Daniel Olesker califica de “protosocialistas “ deben pensarse en su integralidad y en su perspectiva de largo plazo. Valorando los avances en calidad de vida para amplios sectores de la población, pero atacando también las inequidades que se reproducen. La desigualdad en la situación de los niños y jóvenes, y entre los territorios tanto por departamentos como por barrios, la situación de los “diez mil pesistas” esa franja importante de población que están apenas por encima de la línea de pobreza, son elementos a combatir. Un modelo de desarrollo coherente con la meta de un país productivo con justicia social y democratización profunda de la sociedad, exige ir más allá del estímulo generalizado a la inversión, la creación de clima de negocios y la estabilidad macroeconómica. La concentración cada vez mayor de la propiedad y el control por capitales extranjeros de áreas estratégicas deben ser revertidas.
Hay una pugna de proyectos de país en curso. Por eso mismo es necesario abrir debates sobre las metas finales, los proyectos de sociedad futuros, las grandes definiciones estratégicas, que orienten nuestros avances.