A 41 años de su fundación, UN FRENTE AMPLIO CERCA DE LA GENTE.
Publicado el 18/02/12 a las 9:05 pm
Por Pablo Anzalone, Secretario General del PVP-567 – Frente Amplio
Los dos gobiernos frenteamplistas han logrado abatir la desocupación a un 6% y la pobreza a menos de 15%. Menos de la mitad de las cifras que se heredaron de gobiernos anteriores. La indigencia bajó de 4 a 1%.
En la situación actual coexisten los avances en calidad de vida con muchos pendientes. Los salarios y las jubilaciones se incrementaron sustantivamente pero sin embargo más de 800 mil trabajadores reciben menos de diez mil pesos. La mortalidad infantil descendió de 11 a 7/00 pero tanto la mortalidad neonatal como la post neonatal o “mortalidad en domicilio” (desde los 28 días al año) tienen causas evitables en un 70%. Seguimos teniendo cifras muy altas de enfermedades fácilmente curables que afectan a la niñez: 2,6 % de sífilis congénita, 11 % de desnutrición crónica, 37% de niños con anemia. La falta de estímulos para el desarrollo durante la primera infancia tiene consecuencias graves en las etapas siguientes de la vida.
Al mismo tiempo la segregación territorial de la pobreza se consolida. Esas cifras preocupantes de pobreza y salud se incrementan enormemente cuando salen del promedio nacional y se referencian por territorio. Una investigación realizada en 8 escuelas por la Intendencia de Montevideo, la cátedra de Parasitología y la ANEP, permitió constatar que un 65% de los niños estaban parasitados. ¿Cómo debatir de educación sin incorporar estos elementos que afectan el desempeño escolar?
Recientemente Gustavo Leal puso sobre la mesa la afirmación fuerte que estamos ante un “descalce”, el desenganche de un sector de la sociedad y la construcción de un discurso de miedo a los excluidos. La aceleración del crecimiento económico y también el boom de las expectativas agravan ese distanciamiento. No solo económico sino también cultural. La inseguridad ciudadana y otros dispositivos operan en esa herida abierta, enfrentando al “chorro” con el trabajador y el pequeño comerciante, al adicto con su familia, al joven con el adulto mayor. El hecho real de la inseguridad y también el discurso sobre la misma se alimentan de esas contradicciones. En algunos casos exasperando el enfrentamiento y llevándolo a formas violentas de abordaje, preconizadas y estimuladas en ocasiones desde el propio sistema político y la prensa. El almacenero del Cerro que persiguió a tiros a los asaltantes de su comercio incluso en la playa abarrotada de gente, hiriendo de gravedad a una vecina, es un caso sintomático.
Esa fractura se reafirma estructuralmente. No son sólo secuelas de la ofensiva neoliberal de los 90 y de la crisis del 2002. El proceso de crecimiento acelerado de los últimos diez años mantiene y aún incrementa la concentración de la riqueza generada.
El discurso y la práctica de la izquierda no pueden construirse hoy sobre un escenario de un país en crisis, porque la realidad es otra. El conjunto de desigualdades y sus mecanismos de reproducción exigen reflexiones y líneas de acción renovadas, que integren medidas inmediatas con un proyecto a mediano y largo plazo. No se resuelven sólo con crecimiento económico y políticas sociales compensatorias de los efectos del crecimiento y el mercado.
Dice Gustavo Leal que el crecimiento económico apuró el agotamiento del programa de la izquierda y su discurso tradicional vinculado con la pobreza y los problemas sociales. No compartimos esa afirmación porque el programa actual no es un conjunto de consignas primitivas y los problemas están lejos de haberse solucionado. Las cifras que compartimos en los primeros párrafos muestran que no. Tampoco está culminada ni mucho menos la implementación efectiva de los lineamientos programáticos definidos en los Congresos del Frente. Sobre todo en lo que refiere a cambios estructurales. Pero sí estamos de acuerdo en que el crecimiento superó las previsiones y que esta compleja realidad exige imperiosamente otras reflexiones y una estrategia clara. Ideas más audaces, más radicales en los resultados y en los procesos, que actúen sobre el entretejido social y den una batalla ideológica por el tipo de sociedad que se pretende forjar.
No es sólo un problema de buena gestión porque ella depende de las ideas que se procure implementar. Leal señala bien como la debilidad de ideas y la cuotificación partidaria perjudican a la gestión de gobierno.
Pero falta en esta reflexión un elemento central: un proyecto de transformación integral no tiene al gobierno como único actor.
Ignacio Ramonet dice de los actuales procesos latinoamericanos que “los partidos tienen menos influencia que hace diez años y los movimientos sociales también porque los gobiernos están haciéndolo todo”. Y compara estos procesos con los liderados por la socialdemocracia europea en los años 50. La comparación ilustra por qué el debilitamiento de los partidos frente al Estado y su absorción por parte de éste fue un factor de derrota. Fracasos debidos a la limitación del horizonte y la profundidad de las transformaciones, que el Estado tiende a amortiguar. También debidos a la pérdida del protagonismo de los partidos políticos en el debate ideológico y político, donde la derecha vuelve a hegemonizar.
Una estrategia de izquierda tiene para nosotros tres grandes protagonistas: los gobiernos, tanto nacional como departamentales y municipales, el Frente Amplio como fuerza política y el conjunto de fuerzas sociales interesadas en los cambios, en un proceso que signifique una democratización radical de la economía, el Estado y la sociedad civil.
A su vez, la fuerza política Frente Amplio tiene –debe tener- un rol propio en la escena nacional. No se limita a juntar los votos al elenco gubernamental ni siquiera a escribirle el guión (o intentarlo). El vínculo directo con la población, escuchando y opinando, la denuncia de los problemas existentes, de las inequidades, de la fragmentación, la prédica sobre los cambios en curso, el estímulo a la participación ciudadana, la lucha ideológica sobre los valores , la defensa de los gobiernos frenteamplistas y también los diagnósticos de situaciones que ameriten nuevas formulaciones programáticas son ejemplos de una actitud política activa. La movilización política a través de campañas centrales y locales es un campo fundamental para acumular fuerzas, para incorporar apoyos ciudadanos a las transformaciones más profundas.
Por eso concebimos un Frente más cerca de la gente, una herramienta que reconozca en cada frenteamplista las manos que producen los cambios, que ofrezca y explicite ese rol para sus adherentes. A 41 años de la fundación del Frente vale la pena insistir en estos desafíos actuales. Las elecciones internas del 27 de mayo son una oportunidad para hacer juntos estas transformaciones.
Tomado de http://www.diariolarepublica.net/2012/02/frente-amplio-cerca-gente/
angel tellechea
Feb 19th, 2012
Hago total acuerdo con la lineas reflexivas de pablo anzalone no se puede pedirle que resueva todo,nostros tambien somos militante ciudadanosy involucrados en las tranfrormaciones y cambios, al decir de pablo que tenemos que forjar otras reflexiones para avansar en y con el frente amplio. un abrazo