El 30 de octubre y una democracia participativa
Publicado el 30/10/11 a las 10:49 pm
Por Pablo Anzalone
El próximo 30 de octubre se votarán en Montevideo las propuestas de Presupuesto Participativo y se elegirán los Concejos Vecinales. Elaboradas por vecinos las propuestas presentadas refieren a múltiples aspectos de la vida de cada barrio, desde mejoras en el medio ambiente y los espacios públicos a proyectos sociales, culturales y de salud.
Muchas veces minimizadas en la escena pública, estas instancias hacen a procesos sustantivos de construcción de una sociedad más participativa. Contribuyen a hacer más agradable, más integradora y solidaria, la vida de la población y también a generar una cultura de participación democrática. Y Montevideo disfruta ya de cientos de obras de Presupuesto Participativo.
Estas formas de democracia directa revitalizan la estrategia de descentralización que requiere de innovaciones para enriquecerse entre la gente.
Son un medio para acercar el gobierno a la gente y para generar obras que respondan a la voluntad de los vecinos. Y al mismo tiempo son un fin en sí mismo porque hacen a un modelo de sociedad donde la población sea partícipe de la resolución de los temas colectivos.
Esta es la primera vez que se eligen Concejos Vecinales en el nuevo modelo de descentralización que implantó el tercer nivel de gobierno, los Municipios, en todo el país.
El desafío de los nuevos Concejos Vecinales es aportar a la reformulación de la participación social, ampliándola, incorporando nuevas formas, temas y ámbitos, construyendo desde el pie un escenario distinto y más fermental. Ya vivimos lo que significa resecar espacios que se van aislando de la gente, recluyéndose entre cuatro paredes, reducidos a problemáticas municipales y dependientes de las mismas, sin capacidad de innovación en la agenda y en los instrumentos.
La construcción de organizaciones de usuarios de la salud, por ejemplo, con todas sus dificultades, mostró que es posible gestar dinámicas de participación que combinen el control social con la capacidad de propuesta y con la acción de prevención y promoción hacia la misma comunidad. En un sistema de salud en crisis, permeado por el corporativismo y el afán de lucro, como teníamos antes de 2005, la participación de los usuarios ha sido la voz de los de abajo, de las mayorías populares. Y debe serlo mucho más para lograr las nuevas etapas que el SNIS tiene por delante.
Temas fundamentales como la educación y la seguridad pública requieren cambios en calidad en el involucramiento de la comunidad. Los Concejos Vecinales pueden ser vehículos y motores de esa nueva participación.
¿Cómo pensar los Consejos de Participación en escuelas y liceos, previstos en la Ley de Educación, sin ese aporte? ¿Cómo promover la educación no formal, de raíz comunitaria, sin la fuerza de los Concejos Vecinales? ¿Cómo lograr una trans- formación en el rol de las familias para la educación de los niños sino hay actores sociales como los Concejos Vecinales, que se comprometan?
En un sentido similar pretender abordar la seguridad ciudadana sólo desde el Ministerio de Interior es condenarse al fracaso. No solo por el imprescindible control social de la labor policial, corrigiendo abusos y corrupción, levantando una imagen desprestigiada, jerarquizándola. Sino fundamentalmente porque los problemas de la inseguridad son más amplios y complejos, tienen que ver con múltiples cuestiones de la trama urbana que van desde el uso de los espacios públicos a la educación, el deporte, la cultura, las adicciones legales y de las otras, el trabajo, la vivienda, la convivencia. En una acción coordinada de actores diversos frente a problemas concretos y también en una estrategia donde la prevención y la promoción sean un pilar fundamental. A diferencia del enfoque de la derecha estamos convencidos que este país no puede seguir apostando a meter cada vez más gente presa y por más tiempo, porque esa lógica agrava el problema en lugar resolverlo. Las experiencias de las Mesas de convivencia y seguridad son un camino a fortalecer y los Concejos Vecinales pueden ser actores claves de ello.
Ninguno de los cambios estructurales puede profundizarse sin construir una participación popular fuerte . En la educación, en la salud, en la seguridad pública, en la vivienda, en la limpieza y el medio ambiente, la discriminación de género, de raza o de opción sexual, en la violencia doméstica, son necesarias transformacio- nes culturales y sociales que van más allá de la gestión gubernamental. Procesos que ayudan a cambiar la propia labor estatal, comprometen más actores y entran más profundamente en el corazón de nuestro entretejido comunitario. De esta for- ma enfrentan los boicots, los ataques, la prédica sistemática de una derecha que mantiene las claves del poder en lo económico, en los medios de comunicación, en los valores de fragmentación, competencia, miedo, inseguridad, discriminación.