COMPAÑERO EN LA CLANDESTINIDAD.
Publicado el 23/08/11 a las 2:19 am
Escribe Pablo Anzalone.
La dictadura clausuró el periódico Compañero a fines de 1973 junto a Marcha y El Popular. El PVP estaba entonces en pleno proceso de construcción, recogiendo las experiencias de la Resistencia Obrero- Estudiantil, de la FAU, de la OPR, del Frente Estudiantil Revolucionario, FER-FRT. En medio de una represión creciente este colectivo realizó un gran esfuerzo de discusión política para construirse como partido,”sin desensillar hasta que aclare” sino participando activamente de la resistencia popular a la dictadura. En toda tarea de resistencia y organización popular la prensa es fundamental. Diversas publicaciones dentro de nuestro país como los boletines de la Resistencia durante el 73 y 74, la publicación “En pocas palabras” en 1976, o los boletines de la Resistencia Oriental, editados en Buenos Aires, cumplieron ese rol.
El Congreso fundacional del PVP tuvo su culminación el 26 de julio de 1975 y las líneas de acción allí resueltas fueron drásticamente derrotadas durante el año 1976. La coordinación represiva entre las dictaduras golpeó duramente al PVP, dejando decenas de compañeros desaparecidos. Entre ellas figuras relevantes del movimiento popular como Gerardo Gatti, secretario general del partido, fundador e integrante del primer Secretariado de la CNT, director del diario Época y León Duarte, dirigente histórico del Sindicato de Funsa y de la CNT, director del periódico Compañero hasta 1973.
A la derrota sufrida por el MLN en 1972, se suman en estos años la del Partido Comunista y la del PVP. La ofensiva del MLN de ese año, el apoyo del PCU a los comunicados 4 y 7, las diferentes estrategias desde el campo popular dieron pie a grandes polémicas. A la izquierda le resultó muy difícil hacer una autocrítica seria de sus estrategias y tácticas en el período previo a la dictadura. Con el liderazgo de Hugo Cores el PVP promovió una autocrítica a fondo, al tiempo que se reorganizaba en el país y en la región.
En ese marco vuelve a salir “Compañero”, clandestino desde el año 1978, como aporte a la resistencia, como señal de supervivencia, de tenacidad, luego de las graves caídas de los años anteriores. En un escenario político donde la dictadura parece ocupar todos los espacios, la resistencia es una tarea riesgosa, una labor de hormiga con pocos efectos generales. Elaborar un pensamiento táctico, una respuesta a la coyuntura, tenía en aquel momento un gran eje: construir un gran frente antidictatorial, denunciar las violaciones sistemáticas de los derechos democráticos, levantar una gran campaña por la amnistía en Uruguay. Para esa táctica trabajó Compañero desde la clandestinidad.
La denuncia de la represión, la solidaridad con los compañeros y compañeras presos y desaparecidos fue una cuestión de principios pero también una línea táctica para cuestionar y aislar a la dictadura, fuera de fronteras pero también dentro, donde el miedo llevaba a silenciar muchos de los peores hechos que cometía. El terrorismo caló hondo en nuestra sociedad.
La “miseria de la subversión” como definía el coronel Gavazzo al PVP, sigue como las pulgas empecinadas en dejar roncha. Con los riesgos que esto supone.
Dentro del país distribuir Compañero es asumir un peligro muy real, organizarse implica la posibilidad de la tortura, de la prisión y de la desaparición. Pero aún así va creciendo el número de compañeros y compañeras que lo asumen. En Argentina el terrorismo de Estado está rampante con el campeonato mundial como gran tapadera y portaestandarte. Sin embargo, compañeros como Milton Romani y Alberto Correa mantienen el apoyo y la solidaridad a los familiares de desaparecidos para presentar recursos, hacer gestiones, denunciar una y otra vez la situación de sus famiiares. Hasta Brasil llegan las garras del Cóndor, secuestrando a Lilian Celiberti y Universindo Díaz, buscando afanosamente a Hugo Cores.
Esta vez la acción del PVP logra desencadenar a tiempo una campaña de denuncias y la labor de periodistas brasileños como Luis Claudio Cunha genera una extraordinaria investigación, venciendo tenazmente la trama del ocultamiento y la impunidad de la coordinación represiva.
A pesar de estos golpes, Compañero sigue saliendo clandestinamente y con muchas dificultades las redes se van ampliando.
La búsqueda de los compañeros desaparecidos no cesa nunca y en esas pesquisas Mariela Salaberry viaja a Chile y allí logra encontrar a Anatole y Victoria Julien, hijos de compañeros entrañables como Roger Julien y Victoria Grisonas .
En ese período se producen deserciones de militares como Hugo García Rivas y más adelante Daniel Rey Piuma, Pablo Laborde, cuyos testimonios son recogidos de primera mano por Compañero. El manto de ocultamiento se levanta para mostrar fotos, nombres y apellidos, cargos y responsabilidades de los torturadores de la Compañía de Contrainformaciones, de Fusileros Navales y otros organismos represivos. El PVP logra fotografiar una cantidad de locales clandestinos de la represión y por primera vez la opinión pública internacional conoce los entretelones del monstruo represivo. Pero además Compañero promueve esa información dentro del país, como parte de la resistencia. La omnipotencia de los represores se resquebraja cuando se sabe quiénes son, qué cargo tienen, dónde operan, cuáles son algunos de sus crímenes.
En esos años la dictadura pergeña un plan político para perpetuar el régimen autoritario con mayor base partidaria. Confiada en el poder de la estrategia de tierra arrasada, se va al plebiscito constitucional de 1980. Las débiles redes de la resistencia se engrosan en la lucha por el NO a la constitución de los militares. Los partidos tradicionales se dividen. Mientras dirigentes y fracciones significativas han participado de la dictadura, otros se oponen al continuismo.
El sentimiento democrático de la población termina gestando una histórica victoria del NO. Compañero clandestino multiplica sus esfuerzos para llegar a más lectores, para superar el miedo y redoblar la resistencia.
Más tarde, en nuevos escenarios , las elecciones internas de los partidos políticos autorizados crean una disyuntiva fuerte para la izquierda. Mientras el Partido Comunista y el Frente Amplio en el exterior exhortan a votar a los sectores democráticos de los partidos tradicionales en la línea de la Convergencia Democrática, Seregni se pronuncia con mucha claridad por el voto en blanco.
El PVP y Compañero hacen campaña por el voto en blanco, defendiendo la identidad de la izquierda en la lucha democrática. Si bien se apoya activamente la unidad contra la dictadura y existen contactos con Wilson Ferreira y Juan Raúl Ferreira, para el PVP es la izquierda la que lidera la resistencia y su propuesta debe enfrentar toda forma de continuidad autoritaria.
En los años siguientes las organizaciones de los trabajadores y estudiantes van a adquirir un protagonismo mucho mayor y la lucha antidictatorial empieza a adquirir dimensiones de masas. Ese crecimiento de la lucha popular se apoya en los resquicios que el gobierno deja con las asociaciones profesionales, para recomponer un movimiento obrero renovado y fuerte.
Compañero clandestino se pronuncia nítidamente para aprovechar esas grietas, ensancharlas, y empujar desde los trabajadores a todo un amplio movimiento democrático. En lugar de asumir una posición testimonial la apuesta es la de generar un pensamiento táctico que permita actuar, sumar fuerzas, ampliar y profundizar la lucha democrática. La Amnistía General e Irrestricta se convierte en una consigna que resume toda una táctica global.
El Pit es una formidable construcción de esos tiempos, donde compañeros como Carlitos Pereira, Richard Read, Pepe Tuimil y muchos otros aportan a ese pasaje de la resistencia clandestina a la conquista de espacios democráticos y libertades.
El proyecto estratégico del PVP en esos años es la “ruptura democrática”, es decir la derrota de la dictadura, y el desmantelamiento del andamiaje autoritario del Estado, ampliando las libertades públicas y promoviendo un régimen democrático y participativo. La estrategia de Sanguinetti y el Partido Colorado es finalmente la que se impone, pero en el ochenta y tres, ochenta y cuatro y ochenta y cinco el avance de las luchas democráticas es tal que disputa la hegemonía sobre la salida del régimen dictatorial. La recomposición conservadora de los años siguientes tuvo que derrotar a un movimiento popular movilizado y muchas de las libertades reconquistadas son el fruto de esas hermosas luchas.