El FA después de no poder con la impunidad. Las diferencias tácticas no explican todo.
Publicado el 07/06/11 a las 2:42 am
Por Víctor Hugo Abelando
El Frente Amplio (fa) tiene, después del fracaso de la ley interpretativa que pretendía dejar sin efecto la caducidad, varias discusiones disparadas a partir del análisis de lo ocurrido. Aunque lo más probable es que se deje transcurrir un tiempo prudencial antes de que el debate se haga explícito y público, resulta evidente que varias interrogantes deberán encontrar respuesta, si es que la fuerza política del gobierno comprende que la unidad de acción es resultado de acuerdos políticos.
Acuerdos que no son exclusiva ni sustantivamente coyunturales, por lo que deberán asentarse en las definiciones estratégicas e ideológicas, indicaron a Brecha fuentes frenteamplistas.
Por ejemplo, ¿por qué el FA inició un proceso legislativo para anular la ley de caducidad, después de haber transitado el camino de la consulta popular? También, ¿por qué después de un proceso de meses de elaboración interna de la solución legislativa, los principales referentes frenteamplistas, con inclusión del presidente de la República, hicieron saber su rechazo a la misma, recién cuando el proyecto tenía media sanción del Senado?
Para esta última pregunta, algunos dirigentes del MPP (en público y en privado) han admitido que no calibraron la magnitud del problema en que se sumergían. Por otro lado, quienes impulsaron la anulación vía parlamentaria no parecen haber medido que deslegitimaban un instrumento, al que el FA recurrió para enfrentar iniciativas de la derecha, pudiendo haber logrado un triunfo que podía haber sido “pan para hoy y hambre para mañana”. Pero entender el posicionamiento en torno a cómo eliminar la ley de caducidad tiene otros ingredientes, que por ahora son subyacentes en el discurso público. En la insistencia de comunistas, PVP, socialistas, nuevoespacistas y vertientistas por terminar con la impunidad, existe un debate sobre el pasado reciente, que hasta el momento no había adquirido carácter dramático, porque quienes sostienen la teoría de los dos demonios o de la “lógica de los combatientes” no ocupaban cargos de gobierno. En el permanente discurso del presidente José Mujica de reducir la cuestión del terrorismo de Estado y la violación de los derechos humanos, a familiares que deben tener respuesta para encontrar los “huesitos” de sus seres queridos. También sus palabras del 18 de mayo de “piedad para los vencidos” y de que no es justo trasladar frustraciones del pasado a los militares de hoy (los mismos que defienden a sus camaradas violadores de los derechos humanos, por el juzgamiento que la justicia ha hecho de ellos), más las continuas referencias a la necesidad de mirar para adelante, no hacen más que intentar imponer una concepción del pasado reciente que no es la de la mayoría de los frenteamplistas, aseguraron varios dirigentes consultados.
El Frente acostumbró a la población a mostrar sus diferencias en relación a la política económica y, hasta los hechos del presente, no parecía que hubiera diferencias de esa magnitud en relación a por qué se produjo y qué fue la dictadura. Debido a las posturas contrarias al proyecto interpretativo, asumidas por el MPP y au en el último Plenario Nacional –que no contaron con el aval del organismo–, el acento de varios dirigentes, entre ellos el vicepresidente Danilo Astori, se ha puesto en la falta de representatividad de dicho órgano de dirección. Y se lo ha hecho con el argumento de que la votación registrada refleja el triunfo de las minorías sobre las mayorías (expresadas éstas por el caudal electoral logrado por las dos fuerzas mayoritarias del Frente). Esto pronostica que ése será un debate de los próximos meses, alimentado por lo que parecen dos concepciones contrapuestas. Una, la idea de abandonar la concepción de democracia participativa para asumir la lógica dominante de democracia representativa, en que los caudillos son quienes determinan la línea y ejecutan lo que en su momento los votantes les delegaron. La otra, que si bien se fundamenta en la participación y la actividad política permanente, lo cual es parte de la identidad de la izquierda, se atrinchera en organismos de base que se han resecado y que más sirven para crear equilibrios internos que para la acción política hacia la población. Esta concepción, por la falta de contenido autocrítico, no hace más que dar argumentos a los partidarios de la tradicionalización del fa.
El pronóstico puede ser el de una síntesis, en una mixtura que no haga más que contentar a todos, sin avanzar hacia un modelo alternativo de funcionamiento. Por otro lado, esa lógica sustancialmente binaria en que se mueve el FA se ve alimentada en el presente por la discusión abierta por Mujica, con su iniciativa de imponer a los propietarios de tierra con más de 2 mil hectáreas. Ya au, además de los otros sectores que componen el Frente Liber Seregni, manifestó su oposición y dentro del propio gobierno lo hizo el titular de Ganadería. El planteo presidencial vuelve a poner el debate sobre el rumbo de este segundo gobierno frenteamplista. Estos dos elementos, caducidad y distribución de la riqueza, alcanzan para discernir las complejidades en que se mueve el universo del fa. La argamasa que lo sostiene hoy aparenta ser el paraguas del lema (no hay posibilidades electorales fuera de él, como lo demuestra la historia), porque resulta evidente, como reclaman varios de sus actores, la necesidad de ir hacia un nuevo compromiso estratégico y político si, como también dicen esos referentes, se pretende ser algo más que una simple coalición electoral sin perspectiva estratégica.
BRECHA, Viernes 27 de Mayo de 2011.
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