No estudian, no trabajan y encima les damos plata.
Publicado el 24/03/11 a las 3:02 am
En el gobierno del presidente Tabaré Vázquez se implementó el Plan de Emergencia y durante meses, años, se dijo que se les daba plata a los pobres para que compraran vino y celulares. Luego, las evaluaciones demostraron que ese pequeño pago, equivalente al monto de lo que una pareja de clase media pagaba por dos cenas en un restaurante calificable con hasta «cuatro tenedores», le permitió salir de la extrema pobreza a mucha gente, acompañando el pago con otro conjunto de acciones: asistir a la escuela, atender la salud de los niños, etc.
«Se gastan la plata en celulares», se repetía y repetía, sin tomar en cuenta que para algunos y algunas de los beneficiarios, tener un celular les permitió «existir», estar accesibles, por ejemplo, para ofrecerse a realizar tareas de albañilería, jardinería, changas, pequeños trabajos.
Luego vino el Plan Ceibal. «Los niños las usarán para jugar». Horrible, era horrible imaginar niños jugando con sus ceibalitas. Capaz que hasta las cambiaban por drogas. Hace muchas décadas Piaget y otros genetistas han estudiado el valor del juego simbólico y el juego a secas en el proceso de aprendizaje de los niños. El problema era que iban a ser niños pobres jugando. Parecía que solo los niños cuyos papás podían comprarles una consola cara de juegos tenían derecho a jugar. Hoy el Plan Ceibal es orgullo de todas y todos, y ejemplo en el mundo.
Y ahora, en 2011, a estos «irresponsables frenteamplistas» no se les ocurrió mejor idea que impulsar «otro disparate: a jóvenes que no estudian ni trabajan se los va a premiar pagándoles». A partir de la difusión de la iniciativa Compromiso Educativo, esta semana la agenda pública mediática ha insistido hasta el hartazgo y lo seguirá haciendo sosteniendo que se les dará plata a jóvenes que ni trabajan ni estudian, lo cual, se plantea, es un disparate y una injusticia con quienes sí lo hacen, con quienes sí estudian y/o trabajan.
Si se realiza una humilde y breve búsqueda en Google, escribiendo «no estudian ni trabajan», se puede acceder fácilmente a información que demuestra que este es un problema social que afecta a las sociedades contemporáneas. En el caso de Argentina, aquí, al lado, son aproximadamente 900.000 chicos y chicas de entre 16 y 25 años en esa condición.
En la edición impresa de la publicación argentina «El Economista» del 18 de febrero se publica el informe «¿Cómo se genera empleo para los más jóvenes?» (no disponible en Internet, pero que ofrezco escanear con gusto). Allí se aportan datos concretos que ayudan a tomar conciencia de la dimensión contemporánea y mundial del problema. En Oriente Medio y el norte de Africa la proporción de jóvenes «NENT» supera el 25%. En Asia desarrollada, Suiza, Noruega, Holanda y Dinamarca las tasas son de un dígito. En Italia y Francia alcanzan el 21% y 19%, respectivamente. En Estados Unidos y Gran Bretaña se les llama «NEET», «not in education, employment or training» y también se habla de jóvenes «boomerang»: no terminan sus estudios, van de curso en curso porque no pueden conseguir un empleo.
Y si simplemente se entra en el portal www.uruguayeduca.edu.uy se puede acceder a información que no solamente desmiente esta información falazmente reiterada, sino que cualquier ciudadano puede comprobar que se puede o no estar de acuerdo con la iniciativa, pero lo que no se puede decir alegremente es que está dedicada a financiar atorrantes. Y encima, atorrantes jóvenes. Y más aún, a cambio de nada. Porque para hacer las cosas mal, hagámoslas bien malamente, qué embromar.
Transcribo sólo un tramo de lo que el programa denomina «Acuerdo Educativo»: «El mismo consiste en la firma de un acuerdo formal donde cada parte los estudiantes, sus familias (referente adulto) y el centro educativo asume compromisos y responsabilidades interconectadas; habilitando el cobro de la beca de estudio, contando con apoyo del articulador pedagógico del Programa en el centro educativo. Supone una construcción y definición conjunta con el estudiante sobre determinados compromisos y procesos en los cuales este se involucrará y los apoyos que se le brindarán, de cara a la mejora de su trayectoria educativa.
Se entiende al Acuerdo Educativo como una herramienta que explicita la naturaleza contractual de la relación educativa e implica, desde sus responsabilidades, a todos los actores involucrados con el tránsito educativo del estudiante (centro educativo, estudiante, familia). Se concibe al Acuerdo Educativo como un instrumento flexible, abierto y sumativo, es decir que a lo largo del proceso se irá modificando, e irá incorporando a los diferentes actores de manera progresiva. Para ello, se entiende imprescindible que el estudiante participe de encuentros con integrantes del espacio de referencia entre pares luego de la firma del Acuerdo Educativo».
Y en el mismo portal se puede acceder a una propuesta de texto base para los «acuerdos educativos», compromisos que asumen el director de la institución, el articulador pedagógico del Programa, el estudiante y su referente familiar. Allí mismo se establece que dicho acuerdo está sujeto a evaluación periódica y que en caso que la misma así lo sugiera, «…el Articulador Pedagógico del Programa Compromiso Educativo deberá elevar la información correspondiente para que cese y/o suspenda el pago de la Beca de estudio otorgada».
Como quien esto escribe es postcartesiano («pienso, luego insisto»), volveré en pocos días a escribir sobre este tema, que demuestra cómo el show mediático se privilegia por sobre el análisis riguroso al analizar estos temas, clave para la mejora de la calidad de vida de nuestra gente, objetivo prioritario de la acción política. O mejor dicho, Política, así, con mayúscula.
El camino que se comienza a transitar a partir de este Compromiso Educativo no tiene asegurado su resultado. Seguramente sea perfectible. Pero lo que tenemos la obligación, como uruguayos, como frenteamplistas, es continuar aquel camino iniciado por el gobierno de Tabaré y continuado ahora por el presidente Mujica: de los problemas nos ocupamos, la gente no nos votó para comentar los problemas, para escandalizarnos y regodearnos en los problemas, nos votó para afrontarlos y solucionarlos. Ya demostramos suficientemente que el Frente cumple. A seguir cumpliendo.
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