En la mira del sueño americano
Publicado el 17/01/11 a las 8:00 pm
El portal de Internet del comité político de Sarah Palin incluía a Gabrielle Giffords, la legisladora de Arizona, en la lista de 20 miembros del Congreso que habían apoyado la legislación de Obama sobre salud. No era una lista cualquiera. Los nombres aparecían debajo de un mapa en el que los estados a los que pertenecían estos legisladores estaban marcados con la típica cruz de la mira telescópica de un rifle. En la parte superior del mapa había otra leyenda belicosa en la que se hace alusión a la necesidad de resistir.
¿Qué es lo que hay que resistir, según la señora Palin? Respuesta: nada menos que la marcha secular hacia el socialismo que la administración Obama quiere imponer a Estados Unidos. Así como lo leyó: hay una marcha secular hacia el socialismo y Obama es el artífice de esta transformación. Esa retórica ha sido una referencia repetida de Palin y otros bribones de la extrema derecha en Estados Unidos.
Desde que apareció el mencionado mapa en el portal de la señora Palin (www.sarahpac.com) mucha gente señaló que sobre esta incitación a la violencia. Pero ni la Palin, ni sus seguidores, hicieron algo para cambiarla o modificar el tono de la retórica utilizada para designar a sus opositores políticos. La señora Palin introdujo su mapa sobre los 20 malvados legisladores demócratas a sus seguidores en Twitter con la frase No retrocedan, al contrario ¡Recarguen!
Hoy la representante Giffords lucha por sobrevivir en un hospital de Tucson después que un fanático le disparara en la cabeza el 8 de enero mientras la legisladora llevaba a cabo una reunión destinada a tomar contacto directo con los votantes de su circunscripción. El asesino mató a seis personas (incluido una menor de 9 años) e hirió a otras 14. Puede que el homicida Jared Loughner sea una persona perturbada mentalmente, pero eso no elimina la conexión con el discurso de incitación a la violencia utilizado por Palin y muchos políticos que mantienen posiciones conservadoras en Estados Unidos.
El opositor de Gifford en el mismo distrito electoral en 2010 es Jesse Kelly, miembro de la extrema derecha del Partido Republicano. Es probable que este personaje sea el que ha ido más lejos en la incitación a la violencia. Su bitácora de campaña el año pasado incluía la convocatoria a un acto con estas palabras: Déle al blanco para la victoria en noviembre. Ayude a retirar a Gabrielle Giffords de su puesto. Dispare un M16 completamente automático con Jesse Kelly. El recuadro mostraba al político, un ex-marine, con su uniforme de campaña y empuñando su querido fusil.
La militarización de la retórica electoral en Estados Unidos no es casualidad. En medio de su peor crisis económica en siete décadas, ese país se hunde cada vez más en una trayectoria de decadencia. Su sector financiero, otrora orgullo de su desempeño económico, ha sido el epicentro de esa crisis. Hoy la triste recuperación promete altos niveles de desempleo para muchos años. La desigualdad económica se parece cada vez más a la de un país subdesarrollado dominado por una feroz oligarquía. La extraordinaria concentración de riqueza va de la mano con el deterioro del sistema educativo en todo el país. Por último, los desequilibrios macroeconómicos que marcan la economía estadunidense no sólo son un problema doméstico, sino que por el papel clave del dólar en el sistema internacional de pagos, auguran un prolongado dolor de cabeza para la economía mundial.
El señor Loughner probablemente no tiene idea de estos problemas. En su delirio piensa que él sólo actúa defendiendo el American Dream del que la señora Palin se reclama con tanta insistencia. Se equivoca. La paradoja es que la representante Giffords no era la única en la mira de la nueva extrema derecha estadunidense. El blanco principal de ese movimiento es precisamente toda la generación de Loughner, una generación golpeada y condenada a vivir sin educación, sin la promesa de un empleo bien remunerado y estable, sin servicios de salud adecuados. Una generación perdida que nunca podrá aspirar a un mejor nivel de vida. Su sacrificio es para que una pequeña minoría de privilegiados puedan vivir el sueño americano, no nada más soñarlo.
Samuel Johnson, autor inglés de la segunda mitad del siglo XVIII, dijo que el patriotismo es el último refugio de un granuja. Su sentencia se aplica bien al caso de la extrema derecha estadunidense. Nadie duda de la bribonería de personajes como Palin y algunos seudo-periodistas, pero ahora se tiene la conexión directa con el súper patriotismo homicida.
Sólo que no hay que olvidar que en Arizona ya existía un ambiente político proto fascista que literalmente tiene a los inmigrantes latinos en la mira. La derecha y sus aliados en los medios de comunicación han sido el motor del clima de odio que impera no sólo en Arizona, sino en muchos otros estados. Después de todo, como dijo Soljenitsin, todo aquel que proclama como método la violencia, inexorablemente deberá elegir como principio la mentira.
La Jornada, 12 enero 2011