¿Existen modelos de desarrollo viables para nuestro país que hagan innecesario considerar a la energía nuclear como una opción, o aplazarla? Si es así, cuáles son?
Publicado el 19/10/10 a las 1:53 am
Ponencias de Mónica Castro y Gabriel Portillo – Coord. de Sindicatos de la Energía- en el “Juicio ciudadano sobre energía nuclear” realizado el 16 y 17 de octubre de 2010.
MONICA CASTRO
Si, planteamos y es posible, un desarrollo sustentable y también una matriz energética sustentable y soberana.
Este es el camino que impulsamos desde la Coordinadora de Sindicatos de la energía.
Claro que tenemos que puntualizar conceptos y hasta usar otro diccionario para no quedar atrapados en la lógica actual de desarrollo, que es la que cuestionamos. Es necesario saber de qué hablamos cuando decimos desarrollo sustentable, para que no se nos vuelva un tanto contradictoria la frase “Uruguay productivo con justicia social”.
No aceptamos como válido el actual modelo de desarrollo que genera tanta desigualdad social, tanta injusticia.
Tenemos que ser claros y diferenciar el crecimiento económico actual de un modelo de desarrollo sustentable, donde el valor de la VIDA esté por encima del valor del dinero. Donde el diseño de políticas de desarrollo estén pensadas desde y para, mejorar la vida de los pueblos, y para que ello sea posible también debemos cuidar el planeta sin el cual no podemos vivir .
Buscar y construir un modelo de desarrollo sustentable no es fácil, pero generalmente lo fácil es enemigo de lo bueno cuando se busca el bien colectivo.
Habrá que ir, en muchos casos, en contra de la lógica actual y eso cuesta. Cuesta culturalmente, ya que estamos cooptados por los valores del actual modelo, somos consumistas y esto nos lleva a ser cómodos, egoístas, poco solidarios. Debemos asumir una postura de lucha constructiva de un modelo alternativo. Hacer camino junto a pueblos hermanos latinoamericanos, junto a los trabajadores y gobiernos que avanzan en la conquista de soberanía. Lo decía el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, en el III Foro de la energía realizado por los sindicatos de la región en su país “…Las ofertas de modernidad, de empleo, de desarrollo y de progreso bajo las cuales rige este proceso de desnacionalización de la riqueza rápidamente se mostraron como ilusiones de patas cortas, no hubo más progreso, no hubo más modernidad, no hubo más empleo, no hubo mejoras en las condiciones de vida. Lo que hubo es la supeditación de nuestras fuentes energéticas a los intereses de empresas extranjeras que estaban calculando la rentabilidad de sus inversiones y la manera de garantizar externamente el abastecimiento de energéticos. Se podría decir que Bolivia vivió 20 años de oscuridad… Este proceso de pérdida de la soberanía y de la capacidad en el control de las decisiones energéticas se expandió por el continente; sin embargo, este proceso ha llegado a su fin. En América Latina, en la mayoría de los países, con notables excepciones de los cuales esperemos, sus pueblos puedan modificar rápidamente, ha habido un proceso gradual de transformación y de recuperación de soberanía, de dignidad y de definición de nuevas políticas del estado…” Julio 2007
Los trabajadores de la energía del Uruguay, hacemos nuestros estos conceptos, por eso nos hemos propuesto avanzar en procesos de dignificación, de liberación del sometimiento de nuestro pueblo al poder económico. Defendemos nuestros derechos frente al sistema económico actual, que nos ve
La lógica imperante lleva a quienes se benefician directamente con los resultados económicos del actual modelo y a muchos más, que aunque somos víctimas, disfrutamos de las supuestas comodidades y placeres del momento, a ignorar a los excluidos y cerrar los ojos a las ya innumerables muestras de deterioro del planeta, mientras estamos frente a las vidrieras de un shopping o la posibilidad del 0 kilómetro o del éxito personal vinculado a lo económico. Esta inconsciencia cómoda, que se vuelve complicidad, lleva en muchos casos a aceptar que se mida la eficiencia con la ecuación que usa el sistema actual: capital + producción= ganancia, donde se valora solo el resultado económico y se ignora todo lo demás.
El ser humano y sus derechos; el pueblo y sus derechos; el planeta y sus derechos o nuestras obligaciones para con él y con las generaciones futuras, deben ser parte de la ecuación que mida la eficiencia.
Es deseable otro modelo de desarrollo.
El actual modelo productivo que actúa como si el planeta fuera infinito, despreciando las consecuencia que está acarreando el producir mas y más, desenfrenadamente, para consumir más y más, es el modelo que exige más y más energía.
Ya a esta altura nos tenemos que hacer la pregunta ¿más energía para qué?
Para un modelo de desarrollo sustentable y soberano, si.
En lo que respecta al papel de la energía, en la búsqueda de un desarrollo sustentable, es necesario el diseño de una matriz energética también soberana y sustentable y es por ello que le damos total prioridad al desarrollo de la energía renovable y autóctona.
Cuando decimos energía soberana, nos referimos a no depender de recursos que son ajenos y que además no son renovables, son finitos. Si los recursos son ajenos, estamos en manos de esos mercados que nos condicionan, con los precios y con la disponibilidad, eso es pérdida de soberanía ya que sin energía no sobrevivimos y terminamos aceptando condicionamientos.
Para avanzar en la recuperación de soberanía necesitamos el desarrollo de energías autóctonas y renovables, las que serán motor del desarrollo tecnológico y el trabajo digno, promoviendo la industria nacional, la descentralización y sustentabilidad.
Estamos hablando de fuentes de energía a partir de biomasa, eólica, solar y otras que habrá que estudiar más, como la mareomotríz y geotérmica. Estamos hablando de rediseñar una política de transporte más eficiente en el consumo de energía. Planificar, estudiar, proyectar, desatándonos de las recetas impuestas por quienes impulsan el modelo depredador. El conocimiento, los valores, la cultura contrahegemónica y la investigación, son también parte importante de un modelo de desarrollo sustentable, e imprescindibles para cambiar paradigmas que nos llevan a aceptar la realidad actual como inamovible.
Este debate es ya por sí, una forma de zafar del destino que el sistema nos ha preparado en su esquema de reproducción. Debatimos sabiendo que esto no es un tema solo para científicos, porque nos involucra como trabajadores, como pueblo, como seres habitantes de un planeta generoso pero con límites que están seriamente amenazados por el ritmo de crecimiento y desarrollo económico desenfrenado.
Decimos que entendemos y defendemos el concepto de energía como un bien social, un derecho humano.
La energía concebida como derecho humano, debe estar en manos del Estado que es quien puede garantizar que no se convierta en una mercancía.
Asumir riesgos que están fuera de nuestro control, vulnera nuestros derechos.
Esos riesgos aumentan cuando se trata de energía nuclear, la que no nos aporta ni sustentabilidad, tal como la concebimos nosostros, ni soberanía.
Hoy hay en el mundo 443 reactores nucleares en marcha y otros 35 en construcción. Se producen mas de 10.500 ton/año de desechos, solo el 20% de ellos se reprocesan reduciendo su volumen en un 25%. Solo EEUU, Rusia y Francia tienen capacidad para reprocesar. Los desechos radioactivos están almacenados provisoriamente hasta el 2020. No hay, en el mundo una solución final para que dejen de ser una amenaza para el presente y un riesgo para el futuro.
Los riesgos no se limitan a una explosión, además del depósito final de los desechos radioactivos, está su manipulación que por cualquier error puede afectar mortalmente a la vecindad a varios kilómetros y dejar secuelas graves durante años.
¿Qué legitimidad pueden tener quienes pretendan asumir hoy decisiones, que implicarían riesgos inmanejables por cientos o miles de años?. Ya van 50 años de generación nuclear, varios accidentes muchos ocultos o acallados, y no se han encontrado soluciones para quitar el riesgo de los residuos radioactivos.
Con los altos costos que han superado, casi duplicando, en la mayoría de los casos, los recursos económicos que estaban destinados para la construcción de las centrales, la energía nuclear que solo sustituye a la energía eléctrica, la cual no es la de mayor participación en la matriz energética, solo es una oferta generosa para asegurar la disponibilidad de energía para los grandes emprendimientos extractivos en manos de multinacionales a las que poco les importan los riesgos sociales, la soberanía, ni la responsabilidad para con las próximas generaciones.
Debemos impulsar la capacidad de desarrollo de paneles solares, de molinos, de calderas, de mini represas, de generación con biomasa; claro que da más trabajo que comprar todo hecho, da más trabajo en el sentido amplio de lo que es trabajo y eso es parte del desarrollo que queremos. No tiene tanta prensa, no deja contento a quienes nos han relegado al papel de serviles proveedores, no da respuestas al gran capital que demanda más y más, pero si es una postura soberana y sustentable que tiene como fin principal el mejor vivir del pueblo, respetando los derechos de las próximas generaciones que tendrán el planeta que le dejemos.
GABRIEL PORTILLO
Comenzaremos a tratar el tema con una rápida mirada general en el marco del desarrollo de las acciones que esta llevando la Coordinadora de Energía que tiene por titulo Por una Matriz Energética Sustentable y Soberana. Para estos efectos haremos algunas consideraciones sobre el tema soberanía.
La soberanía energética plantea además del acceso a la energía, el control de los recursos energéticos en manos del pueblo.
Para esto se necesitan al menos dos condiciones básicas: por una parte que el Estado retome el control de los recursos y el de las empresas en los casos que no cuente con ellos y por otra abrir procesos de participación y profundización democrática de las sociedades nacionales a fin de, soberanamente, iniciar un proceso de apropiación de las decisiones en materia de inversiones, investigaciones, que tengan en cuenta entre otros aspectos la sustentabilidad del modelo energético a construir. La experiencia nos dice que no alcanza con tener la propiedad de los recursos y empresas si las decisiones de los gobiernos se someten a las políticas diseñadas por los organismos internacionales de crédito.
Los trabajadores debemos asumir el desafío de la defensa de la soberanía, incluyendo como propuesta el tema de la integración regional vista como una complementación productiva puesta al servicio de los pueblos.
Un debate sobre soberanía energética, debe colocar el tema de los pueblos, sus prioridades, sus necesidades, aspiraciones y el respeto a los derechos humanos, como fin último del destino del uso de dichos recursos.
Complementación con el propósito de racionalizar inversiones, maximizar el uso de fuentes ya explotadas, compartir investigaciones tecnológicas, negociar de manera conjunta créditos internacionales, para incidir de manera determinante y para asegurar que nuestros pueblos puedan acceder a un bien tan imprescindible, como lo son hoy las diversas formas de energía.
Este proceso de complementación que nos permita lograr como región aceptables niveles de autoabastecimiento, debe respetar los distintos tiempos y realidades específicas de cada país.
La energía, como el agua y el medio ambiente, será el gran reto del siglo XXI. La energía es capital para el desarrollo de la economía en la sociedad contemporánea y, a partir de allí, para el desarrollo social.
En relación con el conjunto de estas preocupaciones contemporáneas, todos los indicadores, estadísticas internacionales ponen de manifiesto que el derecho a la energía, con su efecto motriz para el desarrollo, no progresó.
Hoy un poco más del 20% de la población mundial consume cerca de un 65% de la energía producida. Esta situación desigual ante el desarrollo económico necesario en el mundo no puede durar sin causar graves consecuencias humanitarias habida cuenta de la progresión demográfica esperada y del despegue industrial indispensable para la mayoría de los países de nuestro planeta.
La política energética de un país no puede pensarse, fuera de la problemática vinculada a la economía, a la ecología, a las necesidades sociales, a los recursos. Los datos que deben tenerse en cuenta varían del plan local a nivel regional y a nivel internacional. Es imprescindible para realizar esta política tener en cuenta los recursos, muy variables de un sector, o incluso de su accesibilidad, del agotamiento de algunas, entre ellas en el sector no renovable.
Ahora bien ¿que hacer?, intentaremos en esta rápida intervención al menos mencionar algunas consideraciones sobre como desarrollar una nueva matriz energética que nos permita cumplir el objetivo de ser soberana y sustentable, teniendo además en cuenta los costos que esto implica.
Como Coordinadora hemos propuesto desde la Cumbre Sindical en Montevideo en 1999 en más de una ocasión una serie de acciones que conducen a un desarrollo en la dirección mencionada, que llevan a otro modelo, que hace innecesario para nosotros la inclusión de la opción nuclear, pasamos a leer algunas de ellas:
• Debemos tender a la reducción progresiva del consumo de combustibles fósiles, como el petróleo y sus derivados
• Garantizar que las innovaciones y nuevas tecnologías para la adopción de fuentes renovables y limpias de energía sean de dominio público y estén libres del régimen corporativo privado de monopolio y de patentes.
• Reorientar los sistemas científicos y tecnológicos para la generación de sistemas energéticos sustentables en sus múltiples dimensiones.
• Fortalecer los programas de educación de generaciones presentes y futuras, que contribuyan a resolver los problemas del clima, energía y ambientales.
• Promover la eficiencia energética en todo el sector. Implementando programas de educación para la población en el uso eficiente y racional de la energía.
• Promover la utilización y la inversión por parte del Estado de todas las fuentes de energía renovables disponibles en el territorio nacional: solar, eólica, biogás, biomasa,
• Promover la generación de equipos de origen nacional que implique las distintas fases: innovación tecnológica, fabricación, instalación y funcionamiento.
• Creación de puestos de trabajo, en la utilización de equipos de origen nacional, se debe priorizar aquellas propuestas de innovación, fabricación de equipos, instalación y construcción de infraestructura y la operación y mantenimiento, que generen mayor cantidad de puestos de trabajo y de mejor calidad.
• Desarrollo desconcentrado territorialmente, que tienda a construir soluciones en diversas zonas del país y en la medida de lo posible que fortalezcan las posibilidades de realizar acuerdos publico-publico.
• Diversificación de fuentes, construir escenarios con diversos horizontes temporales que permitan la diversificación creciente de las fuentes en la matriz energética, por ejemplo: gas natural, hidráulico, eólico, biomasa, biogás, interconexiones internacionales (en general, considerarlas como una fuente mas de energía), solar, esquistos bituminosos, otros por investigar.
• Construcción de una Plan Nacional de Energía (PNE), que asegure la accesibilidad de la energía para todas las personas. La PNE será propuesta por el Poder Ejecutivo (PE), a través del MIEM y aprobada por el Poder Legislativo. La PNE deberá ser diseñado teniendo en cuenta la opinión de todos los sectores involucrados.
• Asegurar que el porcentaje de las distintas fuentes autóctonas de energía en propiedad del Estado, permita disponer de una matriz energética que evite la posible la construcción de oligopolios privados.
• Complementación energética regional, sobre bases negociadas entre los Estados y no librada a la dinámica del mercado.
Estas son algunas de las propuestas que hemos planteado, sabemos que muchas se están implementando y para asegurar la construcción de un nuevo modelo se deberá incluir un ámbito de discusión donde concurra el conjunto de actores incluido los sociales y no solo los partidos políticos a la discusión sobre las Políticas Energéticas.