Charlando con el Loco Rivera
Publicado el 29/08/10 a las 11:59 pm
UN REPORTAJE QUE NUNCA SE HIZO
Por Fernando “GALLEGO” Ferrón
Dicen que en Cuba Camilo Cienfuegos fue el representante del pueblo, en Uruguay lo fue el Loco Rivera.
Un compañero con el cual mantuvimos largas horas de charla, de confidencias, de discusiones pero siempre con todo el cariño que da la amistad.
Así que un día de agosto de 2010 nos citamos con el Loco a cierta hora y a miles de kilómetros para recordar algunas de nuestras conversaciones y momentos de su vida.
Lo vemos venir caminando un poco echado hacia delante, moviendo las piernas un poco “canhueco”, con el pucho en la boca y de vez en cuando un escupitajo de los suyos.
Nos sentamos en un banco cualquiera de la Plaza Lafone y empezamos la charla:
– ¿Por qué te llaman el Loco?. Y con sonrisa socarrona responde:
– A lo largo de la charla vos verás.
Así que le pedimos que empiece a contarnos cosas de su vida y él nos cuenta.
– Mirà, yo soy de San Carlos y vivo desde niño acá en La Teja.
Me hubiera gustado estudiar un poco más, pero desde chico tuve que laburar y anduve tocando diferentes oficios hasta que terminé de peluquero acá en el barrio.
– ¿De dónde salen tus pensamientos políticos?
– Ahí abajo en el paralelo 38 por estos lados está la flor y nata de los trabajadores: ANCAP, BAO, Pinturas, Curtiembres, Frigoríficos, o sea, El Cerro, La Teja, Belvedere, etc. Gente toda con conciencia de trabajadores y con rebeldías contra las injusticias patronales o del gobierno.
También están los Blancos, Colorados, Comunistas, Socialistas, Anarcos, Anarcos Españoles con los cuales hablo bastante y ahí se me prendieron mis formas de pensar.
– ¿Qué pasó con los Anarcos que vinieron de Argentina?
– Ah, los agarró el golpe contra Perón y los persiguieron así que dispararon para Uruguay y la cana los metió en Vilardebó. Nos enteramos de que estaban ahí y con dos compas más fuimos y los soltamos a ellos y a un montón de locos, tenías que ver como corrían, ja, ja, ja.
– ¿Qué pasó por los años 60?
– Mirá, ganaron los Blancos por primera vez, la cosa estaba jodida pero se jodió más con las devaluaciones, las huelgas, y con mucho palo pa’l trabajador y la cosa se fue calentando. Se hablaba mucho de lo de la Revolución Cubana y había que hacer algo para cambiar lo que estaba pasando.
– ¿Qué hicieron en ese momento?
– La gente más politizada se juntaba así que unos formaron el Fidel, otros el MRO y otros se unieron a los compañeros del norte del país. Y casi sin darnos cuenta empezamos a juntarnos, había diferencias entre los partidos de izquierdas tradicionales y la gente se separaba y quería algo nuevo y diferente. Fueron años de muchas peleas internas, a veces incluso terminamos a las trompadas pero la cosa sirvió y nos empezamos a juntar y a conocernos más entre todos.
Primero nos reuníamos en la peluquería mía y después alquilamos ahí abajo en Heredia y Carlos María Ramírez, en la Cachimba del Piojo, bajando a mano derecha Cachimba del Medio y a la izquierda el Rancho del Loco Basilio.
– ¿Y qué hacían en ese local?
– Para empezar aparecieron gentes de todos los colores políticos: Anarquistas, Socialistas, Miristas, Independientes, ex de MRO y otros que apoyaban a los cañeros (MAC). Y todos con la idea de cambiar el Uruguay, pero el problema era saber como hacerlo. Discutíamos mucho, leíamos, practicábamos defensa personal en un tatami, en una palabra, nos preparábamos para la lucha que sabíamos que se iba a venir.
– ¿Y la gente del barrio que pensaba de lo que se hacía en ese local?
– La gente era toda trabajadora que estaba cansada de lo que ocurría y quería un cambio. Los jóvenes que jugaban al futbol en el Arbolito o el Vencedor como no tenían futuro de trabajo nos apoyaban.
– ¿Es cierto que un día suspendiste un partido de futbol?
– Ja, ja, ja. Lo que pasó fue que jugábamos contra unos que en la huelga de la carne, carnearon y cuando el juez hizo sonar el pito para empezar el partido retiré el equipo porque nosotros con carneros no jugamos.
– ¿Y qué fue pasando en ese local?
– Las discusiones eran pelotudas, pero sobre todo hablábamos de cómo hacer ese cambio de formas y de mentalidad. Y ahí estaba el gran tema de si había que hacer lucha armada, lucha política, pintadas, etc. Un día me calenté y le dije a Robaina que agarrase todas las pinturas, pinceles, papeles y aguarrás, y que lo sacase todo fuera del local. Así que fui y le prendí fuego a todo y cuando volví a entrar les dije que la cosa ya estaba más clara, la propaganda se estaba quemando, así que sólo nos quedaba la lucha armada, ja, ja, ja.
– ¿Y qué pasó después?
– Todo fue bastante rápido, el local fue cambiando de nombre, el de la Base a Pinela por el primer compañero muerto al caerse de un andamio. Tuvimos muchas discusiones por las armas con otros compañeros de las diferentes organizaciones que integrábamos ese grupo y se me ocurrió esconderlas todas en la Playa Pascual para que nadie se las quedara, y al cabo de una semana se armó un lío bárbaro con un montón de acusaciones mutuas sobre el destino de los fierros, hasta que ví que la cosa se ponía fea y les dije donde estaban.
También afanamos en Manzanares y repartimos la comida, y nos hicimos llamar Comando Artigas, mientras Vidal hacía dibujo de banderas y pensaba que nombre ponernos.
Mario Navillat nos presentó lo del Tiro Suizo y lo hicimos, lástima que los fierros no servían y además los que se fueron pa’l norte volcaron el vehículo y se perdieron, con lo que Sendic quedó clandestino y unas cuantas veces lo tuve escondido en un rancho que tenía.
– ¿O sea, que esa nueva organización empezó a funcionar?
– Si, pero también empezaron las caídas de compañeros como Manera, Marenales, Zapicán, Vique, Santana, Castillo y también tuvimos los primeros muertos como Flores, Robaina y la cana que nos dio la mancada y caímos unos cuantos en diciembre del 66, con la poca información que teníamos y una chacra que tenía en Tala en el km. 39, y el primer berretín.
Yo fui a parar a Miguelete, después a Punta Carretas, Cuarteles y después me mandaron pa’ Chile, con Marta y mi negrita querida.
– ¿Y qué pasó en Chile?
– Al principio éramos pocos y algunos se fueron pa’ Cuba, y después se vino la avalancha disparándole a las caídas.
Habíamos caído en ciertos liberalismos en cuanto a crecimiento y seguridad, y confundíamos gordura con hinchazón, y así nos fue.
Era todo gente joven de la “Orga” y del 26, y los que estaban en la dirección de la guacha servían pa’ poco y no sabían que hacer con tanta gente, así que los mandaron a hacer campamentos pero sin nada claro, entonces fuimos con Bentín a charlar y organizar un poco la cosa.
– ¿Es cierto que tuviste problemas con la dirección?
– Sí, claro que los tuve, es que no servían y lo que hacían era acomodarse entre ellos y derrochar guita y pa’l Uruguay no mandaban nada y eso me calentó mucho porque estaban destrozando lo que nos había costado tanto hacer, o sea, el MLN-Tupamaros.
– Contame algo más de esa época.
– Mirá, una vuelta en una reunión con ellos les presenté 73 cargos y no pudieron levantar ninguno, y además los califiqué de fríos, cínicos y calculadores. Después me quisieron utilizar llevándome al Simposio de Viña y les dije que a ese palo yo no subía porque eso de formar el partido ya estaba hecho y era el de los “Bolches” y yo era de un movimiento donde cabían todos y sin exclusiones.
Me cortaron los víveres y vivía con otros compañeros y los chiquilines que habían nacido, y estuvimos 93 días comiendo lentejas pero no les di el brazo a torcer ni a ellos, ni a nadie.
– Me contaron que ahí estrenaste un nuevo diccionario muy particular.
– Ah, vos te referís a Maniobrero, no te alcanza el papel pa’ limpiarte el culo, el negro gancho, sacátelo con peine fino, no le tires piedras al perro, puto pero bueno, etc. Era para comunicarme en las reuniones con mis compañeros y que los otros no entendiesen.
– ¿Qué pasó luego en Chile?
– Sacaron mucha gente pa’ Cuba y por suerte la dirección se fue pa’ Buenos Aires y a nosotros se nos vino el golpe. Así que aguantamos todo lo que pudimos y después nos fuimos pa’ Argentina.
– ¿Y en Argentina cómo fue?
– Nos reuníamos con algunos compañeros con la intención de montar algo en Santa Fe o Entre Ríos y Corrientes, pero no nos dio tiempo porque estaba atacando la Triple A, y andaban secuestrando y matando gente.
Hubo compañeros que arrancaron al exilio en Europa y yo con la familia me fui pa’l Chaco.
– ¿Y cómo te fue durante ese tiempo?
– Eran años difíciles y de dictadura, andábamos con documento “yuto”, yo era Lucas Luciano Collazo. Me la fui arreglando como “mercachifle”, llevaba alimentos a las estancias y les compraba cosas a ellos: papas, huevos, gallinas,… y después las vendía en el almacén.
– ¿Y en ese tiempo no tuviste ningún problema?
– No, por suerte aguanté bastante bien el golpe y los chaqueños eran buenos, sólo un cura que me rompió las pelotas hasta que un día le encajé una trompada.
– ¿Y cuándo volviste a Uruguay?
– Volví en el 86 y me instalé en los Portones de Pajas Blancas, donde puse un almacén y reparto de quesos. Ahora lo mantiene mi hija en un establecimiento mucho más grande.
Vos sabés que soy un buscavidas y también en Carlos María Ramírez y Grecia, frente a la parada del omnibus puse una parrilla para ir tirando.
– ¿Y ahora que es de tu vida?
– Mirá, hace unos años cuando aún caminaba bien cruzaba las chacras y visitaba al Pepe y a Lucía, donde cultivaban las flores, y nos tomábamos unos mates y nos fumábamos unos puchos mientras teníamos buenas charlas políticas porque el Pepe es un Tupa de los de antes con el que da gusto hablar.
Y ahora que estoy viejo y enfermo conocí a estos compañeros viejos pero jóvenes de espíritu que integran Ibiray, y que ayudan a los ex presos, los enfermos,… así que vine para el hogar San José a compartir mis nanas con otros enfermos, todos cobijados por buena gente y aguantando hasta que el reloj se pare.
Y como quien no quiere la cosa se levantó y se fue, dandonos la espalda y con su caminar “canhueco”, el humo del pucho al aire y con su escupitajo, y sólo alcanzamos a dicerle lo mismo que le dije a Pinela cuando se fue…
¡CHAU PINELA!, ¡CHAU LOCO RIVERA!
¡VIVA LA TEJA!
Abrazos a Marta, Alicia, Mario Eduardo y compañeros de Ibiray.
Fernando “GALLEGO” Ferrón